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Réquiem para vivir

Hay obras cuyos títulos indican inequívocamente su contenido y nos hacen acercarnos o mantener las distancias con ellas.
La palabra Réquiem nos evoca una ceremonia fúnebre con la que queremos mantener las distancias. Máxime en este tiempo en que las personas mueren y desaparecen sin más frente al excesivo respeto o culto a los familiares fallecidos que existía en nuestra cultura en otras épocas.
Hay obras de este tipo que han trascendido a este significado y forman parte de nuestra cultura, al menos de oídas: Los Réquiems de Mozart, de Verdi o Berlioz nos suenan consciente o inconscientemente, ya que sus músicas han aparecido en diversas películas o bandas sonoras.
También en la literatura hay novelas que introducen en su título este concepto como el Réquiem por un campesino español de Ramón J. Sénder, el Libro de Réquiems de Mauricio Wiesenthal o Réquiem por el sueño americano de Noam Chomsky.
El azar ha querido que en estas últimas semana haya alternado dos obras con esta palabra en su título, lo que me ha animado a unirlas en esta entrada del blog. 
Por un lado, los componentes de la Coral Polifónica Municipal de La Palma del Condado participaremos el domingo 3 de marzo en el Réquiem de Fauré que se interpretará en el Auditorio Manuel de Falla de Granada. Por otra parte, un libro que se ha hecho entrañable e imprescindible y me ha acompañado durante los últimos meses.
Te propongo un recorrido por dos obras que nos acercan a la idea del réquiem desde dos perspectivas culturales distintas y celebrando la vida. Nos acompañan obras de Fauré y Wiesenthal. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!



No conocía ni las obras ni la existencia de Mauricio Wiesenthal, un escritor ante el que caí rendido en el único libro -hasta ahora- que he le leído. Ha sido profesor de Historia de la Cultura en la Escuela Superior de Comercio de Cádiz, se nos aparece como un impenitente viajero, conferenciante invitado en multitud de universidades, políglota consumado, una persona de una cultura densa y un prolífico escritor.
En sus obras predomina lo diverso, la variedad de estilos que van desde los libros de historia a los ensayos, de la novela a la poesía, de los libros de viaje a los de enología, publicados tanto en español como en inglés, francés, italiano o el alemán de sus orígenes familiares. Obras como La hispabundia (su última publicación, en 2018), Rainer María Rilke: El vidente y lo oculto, Perdido en poesía, El viejo León Tolstoi: un retrato literario, El esnobismo de las golodrinas, Libro de Réquiems, Diccionario de Ingenio, Marraquech, fantasía en el palmeral o Siguiendo mi camino acompañan sus escritos sobre el vino, del que es un prolífico escritor, junto a obras sobre las culturas precolombinas americanas.


Libro de Réquiems es una obra que parte de la memoria, recoge los seguimientos e investigaciones que Wiesenthal ha realizado durante años tras las figuras europeas que lo impresionaron por su cultura y su contribución a la creación de un espacio cultural único en el mundo, fruto de la unión en un gran mosaico de las teselas que forman la multiculturalidad de las regiones, los países y las metrópolis europeas.
La historia, la génesis de este Libro de Réquiems, está narrada por el mismo autor en el prólogo.



Nacido en Pamiers (Francia) a mediados del siglo XIX, Gabriel Urbain Fauré es el único con aptitudes y talento musical de sus hermanos. Educado en l'École Niedermeyer una vez que sus padres comprobaron el talento de su hijo, fue discípulo de Camile Saint-Saëns con quien le unió una amistad que mantuvo a lo largo de toda su vida.
Entre los veinte y los sesenta años fue organista en varias iglesias, entre ellas las de Saint-Sauveur en Bretaña y St. Sulpice y La Madeleine en París. Con treinta años realizó un viaje a Alemania donde quedó entusiasmado con algunas obras de Wagner, aunque no llegó a influir en su estilo compositivo.
En 1896 accedió a la Cátedra de Composición del Conservatorio de París, donde llegó a ocupar su dirección entre 1905 y 1920, además de fundar la Societé Nationale de Musique con Saint-Saëns. En estos años inició un cambio en su estilo musical a partir del Premier quintette pour piano et cordes (Primer quinteto para piano y cuerda, 1906). En su labor docente invitaba a sus alumnos a encontrar sus propios estilos, llegando a contar entre sus discípulos a personalidades como Maurice Ravel, Jacques Aubert, la influyente Nadia Boulanger o el rumano Georges Enesco.



Su obra abarca más de una centena de composiciones que oscilan entre las partituras para piano y órgano solistas, música instrumental, así como canciones para voz solista y piano y otras de tipo coral. De sus primeros años es el Cantique de Jean Racine, una composición a partir de la obra del dramaturgo francés, su Pavana para coro y orquesta y el Réquiem para orquesta, soprano y barítono solistas y coro. De entre sus canciones, en este blog le dedicamos una entrada a Au bord de l'eau con la interpretación de la personal voz de Elly Ameling.
El Réquiem de Fauré comienza con el Intröit et Kyrie (Introducción y Kyrie), piezas en las que se ruega el perdón de forma solemne y una tonalidad oscura (re menor, la misma que el Requiem de Mozart) que se refuerza con la rotundidad expresiva de los metales de la orquesta. La voz del coro se superpone a este sonido grave orquestal con el que Fauré casi se diría que arrulla a la muerte.
La interpretación que nos acompaña cuenta con la Orchestre de Paris y el Choeur de la misma con Stephen Betteridge como director del coro con la dirección de Paavo Järvi.
En el siguiente enlace puedes seguir las letras de las piezas y sus traducciones: Réquiem.


Por el Libro de Réquiems desfilan personajes  como Dostoievski, Coco Chanel, Tolstoi, Zweig, Chopin, Mozart, Isadora Duncan, Oscar Wilde, Nieztche, Alfonsina Storni, Lord Byron, Verdi o Beethoven entre otros muchos, cuyas vidas se cruzan y entrelazan en los lugares por los que transitaron y vivieron, las ideas por las que coincidieron o divergieron o las miradas con las que se encontraron o esquivaron.
Wiesenthal continúa en su prólogo sobre las condiciones en que pensó editar su libro, fuera de los cauces habituales de publicación y las respuestas que obtuvo una vez que la obra vio la luz.


El compositor americano Aaron Copland analiza la obra de Fauré señalando que, como en todos los autores, en el francés se pueden observar tres etapas: temprana, media y tardía pero "Los temas, las armonías, la forma, todo ha permanecido esencialmente igual, aunque en cada nueva obra se vuelven más frescos, más personales, más profundos".
La vida adulta de Fauré comenzó con un momento esencialmente feliz. Hasta que su matrimonio comenzó a hacer aguas y el músico pasó por una etapa poco creativa y algunos fracasos como la frustrada composición de una ópera (el poeta Paul Verlaine, el libretista, era incapaz de proporcionarle un argumento por su continuo estado de embriaguez), lo llevó a un estado depresivo que preocupó a sus amigos. Tras una estancia en Venecia y la iniciación de una nueva relación sentimental fue saliendo de este estado.
Junto con su maestro Saint-Saëns, Fauré defendió los valores de la música francesa frente a la tendencia de seguir en Europa los postulados y la técnica de la música alemana de la época. Su música, como se puede apreciar en esta obra, es elegante, íntima y sublime.



En su Réquiem, Fauré rompe la estructura litúrgica habitual, saltándose el Tracto y la Sequentia, donde se encuentran el Dies Irae y el Rex Tremendae, las piezas que con más fuerza trataron autores como Verdi o Mozart. Directamente decide omitirlos y pasar al Ofertorio, una pieza clave con la intervención del barítono solista. Finaliza este ofertorio con el Sanctus, una pieza tranquila con una melodía cantada por las sopranos y contestada por las voces masculinas con un clímax que se haya en la palabra Hosanna y con un delicado acompañamiento en las cuerdas. 
El Sanctus pertenece a una grabación que se realizó bajo la dirección del estadounidense de origen estonio Paavo Järvi.


Una vez que el Libro de Réquiems salió a la luz en los contados ejemplares, la editorial Edhasa le propuso publicarlo, provocando en el autor la duda de traicionar su sueño de clandestinidad. Esta ocasión consiguió que una obra de este tipo esté disponible para todos los aficionados a la cultura y los autores europeos, siguiendo los entresijos y el deambular de Wiesenthal en pos de los artistas que siguió por los lugares en los que transcurrieron sus existencias.



Los padres de Fauré murieron poco antes de la composición de esta obra. Quizás a ello se deba la inclusión del último movimiento, In Paradisum, una pieza que proviene del rito del entierro anterior a la misa de difuntos, el lugar que el compositor anhelaba para ellos, un espacio atemporal y tranquilo.
In Paradisum está repleto de corcheas que contribuyen a generar un espacio místico y etéreo en el que las voces de las sopranos, y ocasionalmente niños, desarrollan su melodía. El Réquiem termina como comienza: Una nota sostenida (Re menor) por el órgano, en esta ocasión cantada de forma más dulce, que se va perdiendo y fundiendo con el silencio.
La interpretación corre a cargo de la Orquesta Sinfónica y Coro de Radiotelevisión Española bajo la dirección de Petri Saraki.


Fauré escribió sobre su obra: "Se ha dicho que mi Réquiem no expresa el miedo a la muerte y ha habido quien lo ha llamado "un arrullo de la muerte". Pues bien, es que así es como veo yo la muerte: como una feliz liberación, una aspiración a una felicidad superior, antes que una penosa experiencia."
En 1924 fue la música que despidió al autor en su funeral.
La obra completa contiene siete piezas:
I - Intröit et Kyrie
II - Offertoire
III - Sanctus
IV - Pie Jesu (para soprano solita)
V - Libera Me
VI - Agnus Dei et Lux Aeterna
VII - In Paradisum

Si tienes tiempo y ganas de escucharlo completo te propongo esta grabación de la Danmarks Radio Symfoniorkestret y el Koncerkoret con la participación del barítono Roderick Williams y la soprano Sylvia Schwartz, todos bajo la dirección de Ivor Bolton. Una interpretación que se llevó a cabo en la Danmarks Radios Largue Concert Hall de Copenhague en mayo de 2012.


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