¿Qué interés tiene una obra del período romántico en nuestras vidas? ¿Qué nos puede aportar? O, planteándolo de otra forma diferente, ¿por qué dedicar un tiempo a leer sobre una ópera estrenada hace mucho tiempo?
Dedicamos esta publicación a una de las óperas más conocidas y populares de Verdi, Il Trovatore, para dar la posibilidad de acercar esta obra, dar a conocer su origen español, algunos detalles sobre la misma, las reacciones del público en su estreno y presentar algunos de su números más conocidos, muchos de los cuales hemos escuchado, aunque no sepamos que pertenecen a esta obra. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
Dedicamos esta publicación a una de las óperas más conocidas y populares de Verdi, Il Trovatore, para dar la posibilidad de acercar esta obra, dar a conocer su origen español, algunos detalles sobre la misma, las reacciones del público en su estreno y presentar algunos de su números más conocidos, muchos de los cuales hemos escuchado, aunque no sepamos que pertenecen a esta obra. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
La ópera Il trovatore surge de Verdi a partir del drama El trovador. Un español nacido en Chiclana (Cádiz), Antonio García Gutiérrez, propició que Giuseppe Verdi compusiera dos óperas a partir de obras suyas: la citada y Simón Boccanegra. De todas las obras teatrales que compuso, la primera de ellas fue la que utilizó Verdi para una de las óperas que el compositor italiano situó en España.
El Trovador es, según refleja Antonio García Gutiérrez en su comienzo, "un drama caballeresco en cinco jornadas en prosa y en verso" y se convirtió en la obra con la que se inició en nuestro país el drama romántico. Su estreno se produjo el 1 de mayo de 1836 en el Teatro del Príncipe de Madrid y, según algunas informaciones, fue el mayor éxito en la historia del teatro español, hasta tal punto que no se hablaba de otra cosa en la capital que de este drama caballeresco, no solo en lo teatral, sino también en lo literario, ya que la primera edición que se publicó se agotó en dos semanas. Parte del éxito de la obra se debe en cierto modo al momento social e histórico en que se estrena, sin llegar a ser tan excepcional la obra.
La primera jornada de este drama se titula El duelo y tiene un comienzo que el mismo Verdi casi parafraseó en su ópera.
En él se plantea un suceso acaecido años atrás y que va a desembocar en el drama que se desarrollará más adelante.
Casi dos décadas después del estreno de esta obra comenzó Verdi su trabajo para convertirla en ópera. En abril de 1851 le encargó a su libretista Salvatore Cammarano que comenzara a trabajar en la nueva obra. Verdi no encontraba de su gusto el trabajo de una forma conservadora de Cammarano cuando este falleció en julio de ese año dejando inconcluso el cuarto acto y parte del tercero. En esa situación se negó a modificar el trabajo de su colaborador: "No cambiaremos ni lo más mínimo de la obra de nuestro pobre amigo, cuya memoria quiero respetar más que ninguna otra cosa", escribió en una de sus cartas (1). De esta forma, encargó que terminase el libreto al poeta León Emanuele Bardare.
Tras un comienzo que recoge el texto de García Gutiérrez con una fidelidad teatral enorme, el Segundo Acto llamado La gitana comienza con uno de esos momentos que para muchos son conocidos y recordados de la ópera, el Coro de gitanos que, junto con el Va Pensiero de su Nabucco o el Brindis de La Traviata, pasa por ser de los más populares de la ópera mundial y de Verdi en particular.
Como reflejan los créditos, el enlace pertenece a una producción del Gran Teatre del Liceu de Barcelona con el coro y la orquesta titulares de la temporada 2016/2017 con la dirección escénica de Joan Anton Rechi y la musical a cargo de Daniele Callegari.
Crítico musical estadounidense, Alex Ross es colaborador de The New Yorker donde escribe desde hace más de dos décadas. Su primera incursión multitudinaria en el mundo editorial con El ruido eterno: escuchar al siglo XX a través de su música (The rest is noise: Listening to the Twentieth Century) lo lanzó a la popularidad.
Su siguiente aparición fue con Escucha esto, una recopilación de artículos suyos aparecidos en The New Yorker en que se rebela ante la música clásica, no por su concepto ni su sonido, sino por el nombre, ya que engloba una idea que, en la primera imagen que nos aparece es la de una música compuesta hace tiempo, mucho tiempo, lo que supone que escucharla se convierta en una opción poco habitual, perdiéndose quien no lo hace una gran parte de la cultura.
En Escucha esto, Alex Ross habla de la fuerza, la importancia y el rebuscado argumento de Il Trovatore de Verdi en estos términos.
Inmediatamente después del Coro de Gitanos, comienza la primera intervención de la gitana Azucena, un personaje de vital importancia en la ópera. Se trata de la única vez en una obra de Verdi en que una madre desarrolla un papel relevante y quitando parte de importancia a la misma protagonista Leonora. El hecho de que Luigia, la madre del compositor, hubiera fallecido meses antes quizás tuviera que ver con este protagonismo y el ambiente fatalista y tenebroso de la ópera.
Stride la vampa (FLamean las llamas) es una balada en dos estrofas, no un aria, con que Azucena describe la misma historia que se narra al comienzo de la obra, pero contada desde el punto de vista de la ajusticiada, ya que ella es la hija de la gitana que quemaron en la hoguera. Los breves y abruptos motivos del canto y el flamígero y sugerente acompañamiento orquestal provocan una imagen horrible. El contraste dramático entre la escena del coro de gitanos y la historia de Azucena marca el tono tenebroso y oscuro de la ópera.
La escena en que Azucena canta el aria Stride la vampa pertenece a una producción del Metropolitan Opera House de New York de la temporada 2017/2018 y está interpretada por Anita Rachvelishvili bajo la dirección de Marco Armiliato.
Posiblemente la biografía más interesante aparecida en los últimos años sobre Verdi sea la escrita por Ángeles Caso con el título de Giuseppe Verdi. La intensa vida de un genio.
En ella, la escritora asturiana realiza una profunda y amena revisión de la vida del compositor de Busseto con una concienzuda investigación sobre su vida y su obra.
Il trovatore está compuesta en un momento de vital importancia en la vida de Verdi. En 1851 estrenó Rigoletto, mientras que dos años después subieron a la escena por primera vez la obra a la que dedicamos esta entrada y La traviata. Este Trilogía de Verdi como se la suele llamar representa la consolidación del compositor en Italia y el fin de lo que él mismo llamó sus "años de galera", ese periodo de tiempo en que se veía forzado a componer sin descanso y con pocas posibilidades de elegir obras o de rechazar encargos.
Desde ese momento, Verdi puede elegir qué componer y ser él mismo quien marque los tiempos de composición y los lugares donde desea estrenar sus obras. Si en ese año hubiera decidido dejar la composición con apenas cuarenta años ya pasaría a la historia de la ópera, de la misma manera que Rossini se había retirado con apenas treinta y siete.
Este Miserere que de tal forma impresionaba a Berlioz se desarrolla en el Acto Cuarto titulado El suplicio. Después de cantar el aria D'amor sull'ali rosee (Sobre las alas rosadas del amor) comienza a oírse en la lejanía un Miserere cantado por los monjes sobre el que se superpone la voz de Manrico preso a la espera de su ejecución en la torre de la Aljafería, mientras Leonora, en escena, expresa su sufrimiento. La mezcla de las voces es una maravillosa creación de Verdi que ofrece un clímax extraordinario antes del trágico desenlace. Es una escena en que Azucena se mueve entre la vigilia y el sueño, los recuerdos del horror y la realidad que se acerca con la suerte de Manrico.
El estreno de estas tres obras dejó una sensación de triunfo que le acompañó por mucho tiempo y que aún tiene una presencia física en su finca de Sant' Agata, donde residió todo el tiempo que sus compromisos se lo permitieron.
Allí puso en marcha un jardín y un parque en los que hizo plantar diversas flores y árboles. Según una de sus costumbres, algunos éxitos de sus óperas fueron celebrados con la siembra de algunos árboles. Aún hoy es posible recordar en esta finca tres árboles que representan los éxitos de esta Trilogía de Verdi: El plátano de Rigoletto, el roble de Il Trovatore y el sauce llorón con que celebró La Traviata.
El éxito de Il Trovatore es inimaginable en el mundo de la ópera actual, pero comparable con los grandes acontecimientos musicales o deportivos de nuestros días.
Volviendo a la biografía de Ángeles Caso, podemos hacernos una idea de cómo se desarrollaron los acontecimientos.
El Trovador es, según refleja Antonio García Gutiérrez en su comienzo, "un drama caballeresco en cinco jornadas en prosa y en verso" y se convirtió en la obra con la que se inició en nuestro país el drama romántico. Su estreno se produjo el 1 de mayo de 1836 en el Teatro del Príncipe de Madrid y, según algunas informaciones, fue el mayor éxito en la historia del teatro español, hasta tal punto que no se hablaba de otra cosa en la capital que de este drama caballeresco, no solo en lo teatral, sino también en lo literario, ya que la primera edición que se publicó se agotó en dos semanas. Parte del éxito de la obra se debe en cierto modo al momento social e histórico en que se estrena, sin llegar a ser tan excepcional la obra.
La primera jornada de este drama se titula El duelo y tiene un comienzo que el mismo Verdi casi parafraseó en su ópera.
En él se plantea un suceso acaecido años atrás y que va a desembocar en el drama que se desarrollará más adelante.
Tras un comienzo que recoge el texto de García Gutiérrez con una fidelidad teatral enorme, el Segundo Acto llamado La gitana comienza con uno de esos momentos que para muchos son conocidos y recordados de la ópera, el Coro de gitanos que, junto con el Va Pensiero de su Nabucco o el Brindis de La Traviata, pasa por ser de los más populares de la ópera mundial y de Verdi en particular.
Como reflejan los créditos, el enlace pertenece a una producción del Gran Teatre del Liceu de Barcelona con el coro y la orquesta titulares de la temporada 2016/2017 con la dirección escénica de Joan Anton Rechi y la musical a cargo de Daniele Callegari.
Crítico musical estadounidense, Alex Ross es colaborador de The New Yorker donde escribe desde hace más de dos décadas. Su primera incursión multitudinaria en el mundo editorial con El ruido eterno: escuchar al siglo XX a través de su música (The rest is noise: Listening to the Twentieth Century) lo lanzó a la popularidad.
Su siguiente aparición fue con Escucha esto, una recopilación de artículos suyos aparecidos en The New Yorker en que se rebela ante la música clásica, no por su concepto ni su sonido, sino por el nombre, ya que engloba una idea que, en la primera imagen que nos aparece es la de una música compuesta hace tiempo, mucho tiempo, lo que supone que escucharla se convierta en una opción poco habitual, perdiéndose quien no lo hace una gran parte de la cultura.
En Escucha esto, Alex Ross habla de la fuerza, la importancia y el rebuscado argumento de Il Trovatore de Verdi en estos términos.
Inmediatamente después del Coro de Gitanos, comienza la primera intervención de la gitana Azucena, un personaje de vital importancia en la ópera. Se trata de la única vez en una obra de Verdi en que una madre desarrolla un papel relevante y quitando parte de importancia a la misma protagonista Leonora. El hecho de que Luigia, la madre del compositor, hubiera fallecido meses antes quizás tuviera que ver con este protagonismo y el ambiente fatalista y tenebroso de la ópera.
Escenografía y vestuario de Markus Lüpertz basada en la obra de Picasso. Ópera Alemana del Rin, Düsseldorf (1996) |
Stride la vampa (FLamean las llamas) es una balada en dos estrofas, no un aria, con que Azucena describe la misma historia que se narra al comienzo de la obra, pero contada desde el punto de vista de la ajusticiada, ya que ella es la hija de la gitana que quemaron en la hoguera. Los breves y abruptos motivos del canto y el flamígero y sugerente acompañamiento orquestal provocan una imagen horrible. El contraste dramático entre la escena del coro de gitanos y la historia de Azucena marca el tono tenebroso y oscuro de la ópera.
La escena en que Azucena canta el aria Stride la vampa pertenece a una producción del Metropolitan Opera House de New York de la temporada 2017/2018 y está interpretada por Anita Rachvelishvili bajo la dirección de Marco Armiliato.
Posiblemente la biografía más interesante aparecida en los últimos años sobre Verdi sea la escrita por Ángeles Caso con el título de Giuseppe Verdi. La intensa vida de un genio.
En ella, la escritora asturiana realiza una profunda y amena revisión de la vida del compositor de Busseto con una concienzuda investigación sobre su vida y su obra.
Il trovatore está compuesta en un momento de vital importancia en la vida de Verdi. En 1851 estrenó Rigoletto, mientras que dos años después subieron a la escena por primera vez la obra a la que dedicamos esta entrada y La traviata. Este Trilogía de Verdi como se la suele llamar representa la consolidación del compositor en Italia y el fin de lo que él mismo llamó sus "años de galera", ese periodo de tiempo en que se veía forzado a componer sin descanso y con pocas posibilidades de elegir obras o de rechazar encargos.
Desde ese momento, Verdi puede elegir qué componer y ser él mismo quien marque los tiempos de composición y los lugares donde desea estrenar sus obras. Si en ese año hubiera decidido dejar la composición con apenas cuarenta años ya pasaría a la historia de la ópera, de la misma manera que Rossini se había retirado con apenas treinta y siete.
Este Miserere que de tal forma impresionaba a Berlioz se desarrolla en el Acto Cuarto titulado El suplicio. Después de cantar el aria D'amor sull'ali rosee (Sobre las alas rosadas del amor) comienza a oírse en la lejanía un Miserere cantado por los monjes sobre el que se superpone la voz de Manrico preso a la espera de su ejecución en la torre de la Aljafería, mientras Leonora, en escena, expresa su sufrimiento. La mezcla de las voces es una maravillosa creación de Verdi que ofrece un clímax extraordinario antes del trágico desenlace. Es una escena en que Azucena se mueve entre la vigilia y el sueño, los recuerdos del horror y la realidad que se acerca con la suerte de Manrico.
El estreno de estas tres obras dejó una sensación de triunfo que le acompañó por mucho tiempo y que aún tiene una presencia física en su finca de Sant' Agata, donde residió todo el tiempo que sus compromisos se lo permitieron.
El éxito de Il Trovatore es inimaginable en el mundo de la ópera actual, pero comparable con los grandes acontecimientos musicales o deportivos de nuestros días.
Volviendo a la biografía de Ángeles Caso, podemos hacernos una idea de cómo se desarrollaron los acontecimientos.
La música de Il Trovatore está cargada de melodías que se pusieron de moda con una fuerza irresistible que han superado el paso del tiempo pese a lo intrincado de la trama.
Pese a que Verdi escribió a Cammarano mostrándole su deseo de acercarse a una obra que ya buscaba el "drama continuo" como recoge Ángeles Caso en su obra: "En cuanto a la distribución de los números, le diré que a mí, cuando se me ofrece poesía que se pueda poner en música, todas las formas, todas las distribuciones me parecen buenas, y si son nuevas y raras me gustan todavía más. Si en las óperas no hubiese ni cavatinas, ni dúos, ni tríos, ni coros, ni finales, etc., etc., y la obra entera fuese (me atrevo a decir) un solo número, lo encontraría más razonable y justo."
Como comentábamos más arriba, la forma clásica de componer del libretista y su repentino fallecimiento, hicieron que Verdi utilizara esta forma clásica de plantear la obra pese a sus gustos diferentes. Este estilo nos ha proporcionado el placer de disfrutar uno de los números más espectaculares de la historia de la ópera en la voz de Manrico.
El tercer acto, titulado El hijo de la gitana concluye con una de las piezas más impresionantes de las óperas verdianas. Enrico canta Di quella pira (De esa pira), una cabaletta que se suele finalizar con un Do4 (do sobreagudo), el famoso Do de pecho, aunque en la partitura original no está escrita tal nota.
El enlace nos muestra una inolvidable interpretación de Luciano Pavarotti en el Metropolitan Opera House de Nueva York de 1988 donde podemos disfrutar del timbre único e inconfundible, la facilidad para emitir la voz y el potente e impresionante do de pecho final.
Momentos como el inicio del acto tercero con el Coro de soldados Or co' dadi, la cabaletta de Leonor Tu vedrai che amore in terra del acto cuarto o alguna de sus arias, dúos y tríos hacen de este Il Trovatore una ópera interesante y que aún tiene cabida en el repertorio de los grandes teatros de ópera.
Si tienes ocasión y tiempo y deseas adentrarte en esta ópera, te enlazo con un vídeo de Il Trovatore completo con subtítulos en castellano en una producción de 2017 del Teatro Regional de Maule en Talca (Chile), un montaje que fue premiado como la mejor Producción escénica de ópera de ese año por el Círculo de críticos de artes de Chile. Los papeles principales fueron cantados por el tenor Giancarlo Monsalve como Manrico, la soprano Paulina González como Leonora, la mezzosoprano Evelyn Ramírez como Azucena y el barítono Omar Carrión como el Conde de Luna. Francisco Rettig dirigía la representación con la Orquesta Clásica del Maule.
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Bibliografía consultada:
- (1) Caso, Ángeles. Giuseppe Verdi. La intensa vida de un genio (2001). Temas de Hoy, S. A.
- Ross, Alex. Escucha esto (2012) Ed. Seix Barral, S. A. Biblioteca Los tres mundos.
- www.kareol.es: Letras y traducciones de óperas y música vocal.
- Batta, András. Ópera. Compositores, obras, intérpretes. Könemann Verlagsgesellschaft mbHl, 1999, Colonia (Alemania)
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