expr:class='"loading" + data:blog.mobileClass'>

Feliz Día de la Biblioteca, Feliz Día de la Ópera

Hay dos fechas señaladas que se celebran a finales de octubre y que vienen a dar sentido y visibilidad a dos de las actividades culturales que desarrollan y fomentan la imaginación, la creatividad y el conocimiento. Se trata de las celebraciones del Día de la Biblioteca y el Día de la Ópera, dos oportunidades para dar a conocer unas actividades culturales tan importantes y necesarias como olvidadas en algunas ocasiones, y que se festejan en dos días consecutivos. Para este blog que, como dice su lema es Una excusa para unir la literatura y la música se trata de una oportunidad única para maridar estas dos grandes muestras de la cultura humana.
Dos publicaciones de este blog celebran estos días y puedes recordarlas en Feliz Día Mundial de la Ópera y Tres miradas a una biblioteca y una doble canción.
Te invito a participar en un paseo por textos y músicas que festejan dos manifestaciones culturales como El Día de la Biblioteca y el Día de la Ópera que se celebran en estos días. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


El día 24 se dedica al Día de la Biblioteca, una iniciativa que se viene llevando a cabo desde finales del siglo pasado para recordarnos la función fundamental que desempeñan las bibliotecas, especialmente las públicas, sean municipales, escolares o de cualquier otro tipo.
Para los que amamos los libros, las bibliotecas, ya sean particulares, escolares o públicas son fundamentales en la difusión de la cultura y del pensamiento. Pero, sobre todo, son una oportunidad para sumergirnos en otros mundos, conocer ideas y persona(je)s diferentes a nosotros y, en definitiva conocer mejor nuestro mundo y a nosotros mismos.

Fachada de la Kansas City Public Library

Para celebrar este Día de la Biblioteca te ofrezco un viaje por y hacia tres visiones a cual más original y diferente de lo que suelen ser las bibliotecas habituales, unas visiones lejanas a esos esos mundos formados por tomos de libros que se nos ofrecen ante nosotros con sus historias, conocimientos y pensamientos.
La primera visión, casi apocalíptica viene de la pluma de uno de los grandes escritores del siglo XX, un creador que siempre se movió entre la búsqueda de nuevos lenguajes y la rebeldía de no aceptar el mundo tal como es, un escritor siempre en la vanguardia, al que consideramos el Cronopio Mayor. 


Nos acompaña un onírico y delirante extracto de un texto sobre la segura multiplicación de las bibliotecas de mano de los escribas y el caos que traerán al mundo. El relato, cuyo título se puede leer invirtiendo el orden de las palabras -capicúa, diríamos utilizando el conocido catalanismo-, corresponde a su celebrado libro Historias de Cronopios y Famas. Por su puesto, de Julio Cortázar y su anticipada y velada crítica al hecho de que, en este tiempo, todos sabemos y nos dedicamos a escribir. 


Si el 24 de octubre se dedica a celebrar y difundir la silenciosa -y nunca mejor dicho- labor de las bibliotecas, el día siguiente, el 25 de octubre se celebra, desde 2019 el Día de la Ópera, una iniciativa que viene a sustituir a El Día Europeo de la Ópera con la inclusión de asociaciones dedicadas a este arte de distintos continentes.
La capacidad de transmitir toda la gama de las emociones humanas a través de un arte que combina la música, la voz humana, el teatro, la creación de vestuarios y decorados muestra la importancia que la ópera tiene en la historia y la cultura de nuestra civilización.

Teatro Maestranza de Sevila

La ópera más representada en la larga historia de este arte es La traviata de Verdi, una ópera que, un año tras otro, se erige en la obra más llevada a los escenarios de todo el mundo.
Una de las arias más conocidas de esta ópera es Addio del pasato (Adiós al pasado), una dolorosa despedida de este mundo, una pieza cargada del dolor de quien sabe que está finalizando su vida, pero se resiste con todas sus fuerzas, aún sabiendo que no hay ninguna esperanza. 
La soprano Anna Netrebko la interpreta en una de las representaciones más laureadas de este siglo, La traviata que se llevó al escenario en el Festival de Salzburgo de 2005 con la dirección musical de Carlo Rizzi y una producción escénica impactante de Willy Decker.


Nos vamos ahora al siglo XXiV donde asistimos a la peripecia vital de Guy Montang, un modélico bombero cuyo trabajo consiste en quemar los libros y, por añadidura, las bibliotecas que circulan de forma clandestina en una sociedad que tiene prohibido el libro porque, simplemente, ayuda a pensar. En una sociedad en la que las casas están presididas por grandes pantallas interactivas en las paredes con programas banales que impiden el pensamiento crítico, Montang comienza a cuestionar tan opresiva situación y se une a un grupo de proscritos vagabundos.
Nos encontramos con la novela que Ray Bardbury publicó inicialmente como El bombero y posteriormente tituló Fharenheit 451, por la temperatura a la que arde el papel, y que fue llevada al cine por François Truffaut.
Aquí, la biblioteca se nos presenta, en su clandestinidad, desnuda de muros, hojas y papeles.


Como el teatro o la música, la comunicación entre ópera y público se transmite definitivamente mejor en directo. Hay grabaciones de estas citadas manifestaciones artísticas, pero no son las mismas emociones las que se transmiten cara a cara entre intérpretes y espectadores. El cine y la ficción televisiva, por el contrario, no necesitan ese contacto directo con el espectador.
Pocas veces han confluido el mundo del cine y la ópera por esta razón, aunque hay algunas excepciones. 


Nos acompaña en esta celebración del Día de la Ópera el aria Lascia ch'io pianga de la ópera Rinaldo de Georg Friedrich Händel que pertenece a la película Farinelli, una coproducción europea dirigida por Gérard Corbiau y protagonizada por Stefano Dionisi como el castrato. La voz fue grabada digitalmente a partir de la del contratenor Derek Lee Ragin y la soprano Ewa Malas-Godlewska. En el vídeo se utiliza el aria para recrear una de las apoteósicas interpretaciones del famoso castrato en contraste con la dura historia personal del mismo.


La última mirada nos hace volver la mirada desde el futuro -¿lejano?- hacia el pasado. Hace unos años, el recientemente desaparecido escritor Carlos Ruiz Zafón nos subyugó con una trilogía centrada en la ciudad de Barcelona de hace alrededor de un siglo en su serie El cementerio de los libros olvidados formado por La sombra del viento, El juego del ángel y El prisionero del cielo, al que luego se uniría El laberinto de los espíritus.
El primero de los volúmenes nos sorprendió con esta singular suerte de biblioteca a la que siempre volvemos a retornar con las mismas emociones que la primera vez en que lo hicimos.


Desde la primera ópera que se conserva y se puede considerar como tal, La favola d'Orfeo (La fábula de Orfeo) de Monteverdi, los protagonistas no podían sino ser dioses o héroes clásicos. Fue L'incoronazione di Poppea (La coronación de Popea), compuesta por el mismo autor treinta y cinco años después y cuando el compositor contaba con más de setenta años, la primera ópera cuyos protagonistas eran personas en lugar de deidades, además de ser estrenada, no en un lugar privado como el Palacio Ducal de Mantua, sino en el Teatro de los Santos Giovanni e Paolo de Venecia, uno de los lugares que se comenzaron a construir para este tipo de representaciones.
Protagonizada por el emperador Nerón y su esposa Popea, L'incoronaziones finaliza con un extraordinario dúo de amor entre los protagonistas que los estudiosos aún duda si fue compuesto por Monteverdi o fue añadido posteriormente.
La interpretación corresponde a una producción del Teatro Real de Madrid con la actuación del contratenor francés Phillippe Jaroussky y la soprano de origen australiano Danielle de Niese.

Aunque cualquier día y en cualquier momento podemos disfrutar de las bibliotecas y de la ópera, siempre podemos decir: ¡Feliz Día de la Biblioteca y feliz Día de la Ópera!


Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

No hay comentarios:

Publicar un comentario