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El corazón de Chopin

Fryderyk Franciszek Chopin nació en Zelazowa Wola, una aldea a unos 60 kilómetros de Varsovia en 1810, según el propio compositor el día primero de marzo, aunque en el acta de su partida de bautismo se recoge que nació el 22 de febrero. Algunos biógrafos se inclinan por la fecha del 1 de marzo, atribuyendo a un error del sacerdote la fecha recogida en el documento. De esta manera, podemos recordar y celebrar en dos momentos cercanos, pero diferentes, el nacimiento de tan gran pianista y compositor. 
Hijo de un profesor de literatura francesa emigrado a Polonia y de una madre de familia de la nobleza venida a menos, Frédéric François Chopin, en su acepción francesa, nació en las tierras de una familia aristócrata a los que su padre impartía clases de francés y de la gobernanta del lugar, hasta que a los pocos meses, se trasladaron a Varsovia, donde su padre obtuvo el puesto de profesor de francés en el Liceo de la capital polaca.
Cuando se van a cumplir años del nacimiento de Chopin, no nos vamos a centrar en su nacimiento, ni en su obra, sino en el particular viaje que su corazón realizó una vez fallecido el genial pianista. Nos acompañan textos de Mauricio Wiesenthal y Olga Tokarczuk y música del propio compositor.

Maria Wodzinska, Retrato de Chopin (1835)

Chopin
tenía pánico a ser enterrado vivo, por lo que cuando estaba enfermo y vislumbraba su final pidió a sus amigos que quería ser enterrado en su tierra y organizó qué ocurriría tras su muerte y cómo sería su entierro.
Tras una enfermedad que se fue agravando con el paso de los meses, Chopin falleció el 17 de octubre de 1849 en París cuando apenas contaba 39 años. Su hermana Ludwika, que había llegado poco antes desde Polonia comenzó a organizar su despedida, en un doble cometido: organizar el funeral y el entierro, por un lado, y cumplir su deseo de asegurarse de su muerte separando el corazón de su cuerpo y llevándolo a su Polonia natal.

Pero antes de continuar, retrocedamos algo más de una década, en el momento en que unos pasajeros embarcan en el puerto de Barcelona en el vapor El Mallorquín.
En su evocador e imprescindible Libro de Réquiems, Mauricio Wiesenthal rememora algunos detalles de la estancia del artista y su entonces compañera George Sand


Tras casi dos semanas de preparación, lucha desesperada y acuerdos, Ludwika terminó de organizar el funeral de su hermano. La interpretación del Réquiem de Mozart, uno de los deseos expresos del compositor, supuso un esfuerzo de negociación sobrehumano. La iglesia parisina no admitía que las mujeres interpretaran en una función religiosa, de la misma manera que un funeral religioso se llevara a cabo fuera de un lugar consagrado. Así, entre ensayos con cantantes como el barítono Luigi Lablache, el primer intérprete del Don Pasquale de Donizetti, o Graziella Panini, una soprano que llevaba una suerte de corsé en una de sus piernas de la que cojeaba a causa de un percance, se sucedían los días sin vislumbrar el momento del funeral.
Los amigos de Chopin movieron toda su influencia para lograr que autorizaran la interpretación del Réquiem mozartiano en el funeral llegando a amenazar al párroco con acudir a Roma, mientras el cuerpo del fallecido estaba a la espera de su sepultura. Finalmente se acordó que las intérpretes femeninas, solistas y coro, estarían tras unas grandes colgaduras negras, invisibles para todos los presentes.
Así, trece días después del fallecimiento de Chopin, su funeral se celebró en la Iglesia de La Madeleine de París el día 30, interpretándose sus Preludios en mi menor y en si menor y el Réquiem de Mozart
Para este funeral hubo que detener el tráfico de carruajes y desviarlo a otras calles, ya que miles de parisinos acudieron a la iglesia de La Madeleine para despedir a uno de los músicos más sensibles y queridos del momento.
Una ver terminado el funeral, ya en el cementerio de Père-Lachaise de la capital francesa le tocó el turno a la Marche funèbre de su Sonata Opus 35
Recordamos este momento con una marcha que se ha convertido en una de las más utilizadas en este tipo de acontecimientos, llegándose a interpretar en los funerales de personalidades como John F. Kennedy, Winston Churchill, Margaret Thatcher o Leonidas Brezhnev.
Arthur Rubinstein es el intérprete de esta Marche Funèbre, lento correspondiente a la Sonata nº 2 en si bemol menor, Opus 35 perteneciente a su disco The Chopin Collection.


"Estar bajo la tierra es angustioso -le dijo Frèdèric a Ludwika.- Jura que me abrirán, no quiero que me entierren vivo."
La autopsia la llevó a cabo del doctor Cruveilhier, quien realizó además lo acordado: Después de untar con grasa la mano, la colocó cuidadosamente en un recipiente de madera y la cubrió de yeso para realizar un molde. Después hizo lo mismo con su rostro para obtener la máscara mortuoria antes de el rigor mortis deformara su faz. El diagnóstico inicial fue que falleció debido a una tuberculosis pulmonar, la muerte por excelencia de los románticos, aunque aún no se tienen claros los motivos del fallecimiento, inclinándose los expertos por una pericarditis.
Al día siguiente, un doctor recomendado por una de las amigas de la familia, la condesa Potocka, extrajo su corazón, lo limpió cuidadosamente y lo colocó en un frasco con coñac para que se conservara. La única dificultad fue que hubo que buscarse un recipiente mayor que el previsto debido al gran tamaño del corazón.

Daguerrotipo de Chopin por Louis-Auguste Bisson realizado entre 1847 y 1849

Dejábamos el relato de Mauricio Wiesenthal en el crudo invierno mallorquín de 1838 desde donde el escritor nos acerca al final de la relación sentimental entre el músico y la escritora francesa.


Como sabemos, la obra de Chopin utiliza única y exclusivamente el piano como instrumento con el que transmitir de forma única y personal unos sentimientos que entran de lleno en el romanticismo musical. En sus composiciones apenas encontramos piezas largas, siendo la mayoría de sus obras de breve duración, basadas habitualmente en un piano y adaptadas a ambientes íntimos alejados de las grandes salas de conciertos. 
Sus partituras no suelen tener títulos, ya que el compositor pensaba que en sus obras no debía imponer a los oyentes un significado, sino transmitir un cúmulo de sentimientos simultáneos que fluyeran a través de una melodía que siempre debía ser hermosa, estando el significado en la propia música. 
Aún así, además de sus conciertos para piano y orquesta podemos encontrar obras para voz y piano, basadas en poemas de algunos poetas contemporáneos polacos. Pese a ser obras poco conocidas, poseen el encanto de la fusión entre dos instrumentos tan delicados y agradecidos de compenetrar. 
Como es habitual, en este blog uno requisitos es traer y propiciar la fusión entre textos literarios y música vocal, unidos por las letras que tomamos de tantos escritores y compositores. 

Máscara mortuoria de Frèdèric Chopin

El Opus 74 de Chopin está formado por una serie de canciones escritas en distintos momentos de su vida, siempre de poetas polacos contemporáneos, a la mayoría de los cuales conocía personalmente. Habitualmente se trataba de poemas que se adaptaban a su estado de ánimo y eran compuestos de forma más o menos espontánea para ser cantados por familiares o algunos de sus amigos y nunca llegaron a interpretarse en sus conciertos.
En 1857, casi una década después de su fallecimiento, diecisiete de los veinte poemas que se conocen fueron recopilados por Julián Fontana publicándolos como el anteriormente mencionado Opus 74, llegando a convertirse estas canciones en obras muy populares en su momento.
Gdzie lubi (Donde ella ama), el nº 5 de esta colección se basa en un poema de su viejo amigo Stefan Witwicki y fue compuesto en 1929. Se trata de una obra que podríamos catalogar como deliciosa y delicada sobre una estructura romántica formalmente clásica. 


La soprano Elzbieta Szmytka acompañada por Malcolm Martineau nos interpreta esta poco conocida canción Gdzie lubi perteneciente al álbum Chopin Complete Edition Songs.


Una vez celebrado el funeral de Chopin y enterrado su cuerpo en el cementerio parisino, no quedaba sino llevar el corazón hasta su Polonia natal, una empresa nada fácil, ya que el país estaba dominado por las autoridades y el ejército prusiano, quienes controlaban las fronteras para reprimir brotes nacionalistas.
Dejamos la narración de Wiesenthal para acercarnos al relato de cómo fue el regreso del órgano del compositor a su país de origen.

Auguste Delacroix. Reconstrucción de Retrato de Chopin y George Sand (1838), cuadro que fue cortado por el autor para venderlo por separado.

Galardonada con el Premio Nobel de Literatura en 2018, Olga Tokarczuk desarrolla en Los errantes un despliegue de personajes, ideas y pensamientos relacionados con uno de los rasgos que caracterizan nuestro mundo, el movimiento. Su libro es un compendio de situaciones que muestran el tránsito, sea o no voluntario, de personas, objetos o razonamientos.
En el capítulo que dedica al retorno del corazón de Chopin, Tokarzcuk relata las escasas visitas que se desarrollaron entre Ludwika y la soprano Graziella Panini mientras se desarrollaron los ensayos del Réquiem de Mozart. Allí, la lesión sufrida por la cantante y cómo llevaba su lastimada pierna recogida bajo su miriñaque dio a la hermana del compositor la idea de cómo introducir el corazón de su hermano en su país de origen.
La vigilada frontera está próxima.


La canción que abre el Opus 74, Zyczenie (El deseo) está basada también en un poema de su amigo Witwicki. Compuesta también en 1929 es una de las canciones más ligeras del opus. Se trata de una mazurca con un preludio del piano de ocho compases que se repite entre las dos estrofas y como final, con una canción equilibrada, casi simétrica, con una pequeña cadencia en la parte central que hace que sea una de las canciones más deliciosa de cuantas forman este compendio.


De nuevo la soprano Elzbieta Szmytka con Malcolm Martineau al piano nos interpreta esta canción de Frèdèric ChopinZyczenie (El deseo).


El relato de Olga Tokarczuk finaliza con la llegada del carruaje en que se desplaza Ludwika Chopin y sus acompañantes a la vigilada frontera prusiano polaca, al momento en que se acercaban al momento más delicado y peligroso, el más cercano a su punto de destino final, la patria del más grande de los compositores polacos.

El corazón de Chopin llegó a su destino y reposa actualmente en la Kosciol Swietego Krzyza (Iglesia de la Santa Cruz), una de las iglesias más antiguas de Varsovia, construida en 1565 y destruida y restaurada en varias ocasiones. Allí, empotrada en la segunda columna del lado izquierdo de la iglesia se encuentra una urna junto a una inscripción bíblica en polaco: "Donde está tu tesoro, allí descansa tu corazón".

Columna de la Iglesia de la Santa Cruz de Varsovia con el corazón de Chopin

Nos despedimos de este viaje póstumo del corazón de Chopin con la última de sus composiciones, una mazurca que escribió, ya enfermo, en el verano de 1849, que lleva como número de Opus 68, nº 4 y fue publicada póstumamente en 1855.
La interpretación corresponde, de nuevo, a Arthur Rubinstein y pertenece al álbum The Chopin Collection.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

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