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Confundidos y estupefactos

Músicas y textos que nos hablan de la confusión en que nos encontramos.

Vivimos rodeados de situaciones que nos superan y se encuentran en continuo avance y transformación. Cuando llegamos a vislumbrarlas, casi a entenderlas, se modifican, surgen nuevas complicaciones o variantes que nos zarandean de nuevo. 
En ocasiones encontramos en obras artísticas una voz que nos habla de estas situaciones o los sentimientos que nos provocan y, cuando estas obras pertenecen a otros momentos históricos, a otras épocas anteriores reconocemos en ellas su valor como obras que tienen algo que aportarnos más allá del tiempo.
Te propongo acercarnos a algunas obras que nos hablan desde otro tiempo de las situaciones que vivimos en las últimas décadas y que nos mantienen confundidos y estupefactos. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

Edvard Munch. Skrik (El grito) 1893

Poco podía pensar Joseph Haydn que después de toda una vida componiendo e interpretando para los Esterházy, finalizaría su estancia en el palacio de esta familia húngara, un lugar aislado de los lugares destacados de la música europea, y llegaría a encontrar el éxito que correspondía a sus méritos musicales. Tras fallecer Nicolás Esterházy, su mecenas principal, Haydn viajó hasta Londres antes de establecerse definitivamente en Viena.
En estos lugares comprobó que podría haber triunfado con el género operístico si no se hubiera adaptado a las condiciones que el teatro del palacio de la familia húngara le proporcionaba, si hubiera tenido más conocimiento de la música que triunfaba en las principales ciudades o no hubiera seguido los esquemas tradicionales que gustaban a sus patronos.
Según se cuenta, expresó a su primer biógrafo Georg A. Griesinger que "debería haber escrito, en vez de cuartetos de cuerda, sonata o sinfonías, más música vocal, para de este modo haber sido el mejor compositor de ópera entre sus contemporáneos". 
Cuando, ya sexagenario, vio representadas algunas de sus óperas, especialmente en Londres, esa sensación se acrecentó. Rechazó llevar a lugares como Praga algunas de las óperas que tenía compuestas aduciendo que fueron compuestas pensando en las características del teatro de ópera de los Esterházy y no resultarían efectivas en otros escenarios. 
De entre la veintena de óperas que han llegado a nosotros, la mayoría de ellas han desaparecido de los escenarios, siendo rescatadas algunas de ellas como Il mondo della Luna en los últimos años. También algunos de sus números más felices han pasado a formar parte del repertorio de algunos intérpretes.
Orlando Paladino (El Paladín o Caballero Orlando) fue estrenado en el citado palacio Esterháza en diciembre de 1782 con libreto de Nunziato Porta, a partir de otro anterior e inspirado en el Orlando furioso de Ludovico Ariosto. Se trataba de un Dramma eroico comico en tres actos y llegó a ser considerada su ópera más popular.
En una sociedad global y convulsa como la que vivimos desde hace años, el finalle de Orlando Paladino nos acerca con su primera frase a cuando nos sacude y nos rodea: Son comfusso e stupefacto, una frase que, como los titulares que nos acompañan cada día es solo eso, un título que se queda ahí. Si en lugar de quedarnos en el titular seguimos el desarrollo de este finalle asistiremos a un desenlace propio de un enredo amoroso.
El final de la obra que Haydn ideó para representar antes los cuatrocientos espectadores de aforo que tenía el teatro de los Esterházy entra dentro de los esquemas más clásicos: cada personaje interpreta una estrofa con si texto y métrica y música idénticas, seguida de un coro que también repite su letra y melodía. 


Grabado en La Cité de la Musique en 2015 podemos escuchar este delicioso final  Son comfusso e stupefacto con las entonces promesas Lucia Martín-Cartón, Léa Desandre, Carlo Vistoli, Nicholas Scott, Renato Dolcini y John-Taylor Ward, por orden de aparición, con la agrupación Les Arts Florissants y bajo la dirección de su alma mater William Christie perteneciente al disco Un jardin à L'Italienne
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Pocos autores han representado con mayor nitidez y crudeza elementos propios del siglo XX e incluso del XXI como Franz Kafka. Su acercamiento a la ansiedad, al sentido de nuestra existencia, lo absurdo de las situaciones que nos rodean, la incomprensión, la brutalidad psicológica que se cierne sobre los personajes o los intrincados laberintos de la burocracia han mostrado un reflejo de cuanto supone la sociedad que nos zarandea.

Fotograma de The trial (El proceso) de Orson Welles

En El Proceso, Kafka narra la historia del procesamiento de Josef K. por motivos desconocidos y su desesperada lucha entre los laberínticos recovecos de la burocracia moderna. Sentimientos de culpa, vergüenza y humillación son algunos de los elementos que conforman esta novela que Kafka comenzó a escribir en el verano de 1914, justo al comienzo de la Gran Guerra. Terminado en el año siguiente, su publicación en 1925 supuso, como la mayor parte de su obra, el incumplimiento de la promesa de Max Brod de destruir toda los escritos del autor.
El absurdo de la situación a que se enfrenta Joseph K. surge inesperadamente una mañana al levantarse, de manera análoga a algunas situaciones que se han podido dar en nuestras sociedades en algunas circunstancias. ¿Nos hemos sentido como él confundidos y estupefactos?


Una de las óperas casi olvidadas de Antonio Vivaldi, Griselda se basa en una historia recogida en la Décima jornada de El Decamerón de Boccaccio con libreto de Carlo Goldoni -el inolvidable creador de La Commedia dell'Arte y personajes como Arlequín, Colombina o Polichinela- y estrenada en el Teatro San Samuele de Venecia en 1735.
Su argumento intricado se basa en la decisión de Gualterio, rey de Tesalia de justificar ante su pueblo su matrimonio con la pastora Griselda. Así, declara su intención de repudiarla para casarse con la princesa Constanza (en realidad una hija suya y de Griselda desaparecida al nacer), enamorada de Roberto, uno de los príncipes de Atenas, mientras la pastora es pretendida por Ottone, otro noble de Tesalia. Una historia tan enrevesada no podía sino terminar bien, con Gualterio declarando que toda la trama era ficticia para que el pueblo aceptara su matrimonio con Griselda. En aquella época este tipo de historias era del gusto de los espectadores.

Joseph Mallord William Turner. Bridgewater (1801) 

Como muchas obras de Vivaldi, Griselda fue compuesta pensando en su intérprete, la mezzosoprano Anna Giró que, sin tener al parecer una voz bella y sí una buena técnica vocal y grandes dotes escénicas, debutaba en un papel protagonista y un elenco que hizo triunfar la obra. 
Apenas representada en la actualidad, sí son conocidos algunos de sus números, como la pieza que nos acompaña. Se trata del aria di bravura del personaje de Constanza Agitata da due venti (Movida por el viento). Se trata de una espectacular aria de coloratura donde la intérprete es llevada al extremo de sus capacidades por su virtuosismo y su tempo acelerado que hace referencia a la decisión que debe afrontar entre uno y otro pretendientes, sintiendo que se ve forzada a elegir lo que no desea frente a su obligación. Una ópera de argumento poco real pero con unos sentimientos que pueden ser semejantes a los que nos envuelven ante algunas de nuestras decisiones.



Una de las mejores especialistas, si no la mejor, de este tipo de arias barrocas, la mezzosoprano romana Cecilia Bartoli interpreta Agitata da due venti de Griselde de Vivaldi. Se trata de una de las arias da capo que triunfaban en el barroco en la que podemos observar la primera parte brillante, una segunda más lenta y calmada y la vuelva al comienzo (da capo) para finalizar de una forma especialmente brillante y que la pasión, la voz y el completo dominio de los adornos de la Bartoli lleva al culmen de la perfección.


No solo las incertidumbres de la vida nos zarandean con sus afectos y desafectos, con las decisiones que debemos tomar en uno u otro sentido o lo que nos sobreviene inesperadamente como un hado, un destino en el sentido del término griego. Grandes problemas nos azotan también como consecuencias de nuestra actitud o nuestro comportamiento hacia el planeta en el que vivimos o, simplemente por microscópicas mutaciones.


Haruki Murakami refleja en sus personajes estas características. Sus personajes se desenvuelven entre el gozo y la desilusión, entre la soledad de la sociedad actual y el deseo y la necesidad de amor. Sus obras mezclan sutilmente lo humorístico con lo surreal, muestran un mundo que oscila continuamente entre lo real y lo onírico, en un viaje que siempre acerca a sus personajes al interior de sí mismos.
En Kafka en la orilla, Murakami nos acerca a la tempestad como símbolo y elemento transformador, como fuerza del Destino que nos acerca a lo que somos y del que podemos renacer.


Hermano mayor del famoso castrato Carlo Broschi, Farinelli, Riccardo se dedicó también al mundo de la música. Llegó a componer hasta seis óperas, cuatro de ellas serias entre las que destacó la última, Artaserse (Artajerjes) con libreto de Pietro Mesastasio y que se estrenó en el Teatro delle Dame de Roma en 1730.
Varios años después, junto a los compositores Johann Adolph Hasse y Nicola Porpora retomaron el libreto de la ópera y compusieron un pastiche con el mismo título que estrenaron en el Kings Theare in the Haymarket de Londres con las piezas cantadas en italiano y los recitativos en inglés.
La ópera original fue compuesta pensando su hermano en Farinelli, quien interpretó en el estreno el papel de Arbace.
A esta ópera corresponde nuestra última aproximación a la confusión que nos envuelve en los acontecimientos que nos rodean. De nuevo la metáfora de la tormenta o la tempestad nos acerca la ópera a nuestras vidas con Artaserse y el  aria Son cual nave


De nuevo se trata de un aria da capo de las catalogadas como de bravura y vuelve a estar interpretada por la mezzosoprano Cecilia Bartoli para su disco Sacrificium que grabó con Il Giardino armónico con la dirección de su fundador Giovanni Antonini.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

2 comentarios:

  1. Ojalá la tormenta actual fuera como la narrada por Murakami, interior antes que exógena, mas creo que se asemeja a la narrativa de Kafka, en la que subyace un abuso de poder manifiesto.

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    1. Siempre estamos zarandeados por tormentas endógenas o exógenas y en estas últimas siempre están latentes las ansias de poder y dominio.
      Un fuerte abrazo :-)

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