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3 escenas de ópera en novelas

De todas las artes, posiblemente sea la literatura la que, utilizando las palabras, nos ofrezca una mayor cantidad de imágenes, situaciones y descripciones para transmitirnos ideas, sentimientos y pensamientos.
Desde sus inicios con la literatura oral, el lenguaje escrito ha ido evolucionando hasta conformar distintos géneros entre los que podemos encontrar el de la ficción literaria con todos sus subgéneros: desde los primitivos mitos, las fábulas y algunos cuentos cargados de fantasía, hasta un estilo que se entronca más con la realidad como aquella ficción que se nutre de los universos históricos y sociales que van desde la novela a los dramas, pasando por algunos cuentos e incluso algunos tipos de poesía.
La creación y el uso de los argumentos es una de las más felices aportaciones de la literatura nos ha ofrecido, posiblemente porque se nutre de nuestro interés por conocer lo que le sucede a quienes nos rodean y, por ende, a quienes protagonizan las historias.
Un mundo tan rico y apasionante como la ópera se ha nutrido, en su práctica totalidad, de historias que ha tomado de la literatura. Desde las primeras creaciones que se basaban en personajes mitológicos -recordemos La fábula de Orfeo o La incoronazione di Poppea- hasta centrarse, años más adelante, en la anhelada proliferación de personajes históricos, tan utilizados en libretos, para acabar tomando como protagonistas a personas normales y corrientes como un barbero sevillano, un torpe campesino o unas novias colocadas en complejas encrucijadas.
Así, si lo habitual es que las óperas basen sus libretos en historias extraídas de libros, sobre todo novelas, aunque también se han utilizado poemas, obras dramáticas e, incluso, tiras cómicas, es más excepcional que sean las óperas las que aparezcan en la literatura y protagonicen escenas de algunas novelas.
Te propongo un paseo por algunas novelas que incluyen en sus argumentos escenas donde la opera es protagonista. Nos acompañan Madame Bovary, La edad de la inocencia y El fantasma de la ópera y músicas de Gounod y Donizetti. Si te gusta… ¡Comparte, comenta, sugiere!


El siglo XIX es una época de esplendor tanto para la novela como para la ópera y no podía dejar de establecerse una relación entre ambas, en las que los escritores asistían a representaciones de ópera, mientras los compositores y libretistas se inspiraban en sus obras para buscar historias interesantes que llevar a los escenarios.
Publicada en 1920 por Edith WhartonLa edad de la inocencia es una novela que se sitúa en la década de 1870 reflejando el mundo aparentemente equilibrado y sin contradicciones de la alta sociedad de Nueva York. En su desarrollo trata del conflicto que se estaba gestando, como en toda Europa, del cambio de poder entre dos mundos: el de las viejas familias americanas de la burguesía que tradicionalmente ostentaban el poder y el de los grupos emergentes, los nuevos ricos, que acabarán imponiendo sus costumbres, sus gustos y sus voluntades. En 1921 su autora fue galardonada con el Premio Pulitzer por esta obra.
De esta novela podemos recordar la película homónima dirigida por Martin Scorsese y que fue protagonizada por Michelle Pfeiffer, Daniel Day-Lewis y Winona Ryder.
En el comienzo de la novela, en su capítulo II, asistimos a una escena que se desarrolla en el antiguo teatro de la Academia de la Música de Nueva York, el espacio donde se reunía esta burguesía americana antes de la construcción del Metropolitan Opera House que se erigiría pocos años más tarde en la Broadway Avenue antes de que un incendio la llevara a su ubicación actual.
Wharton nos sitúa la escena en momento en que uno de los protagonistas, Newland Archer entra en su palco, al inicio el Acto III del Fausto de Gounod, más pendiente de la joven May Welland y su futura relación con ella, mientras, despreocupado, va fijando su atención en el decorado y el desarrollo del acto.
La escritora tiene el detalle de presentar en escena a dos de los cantantes que por aquellos años triunfaban por toda Europa y algunos de los escenarios norteamericanos, la cantante Christine Nilsson, una soprano sueca de técnica exquisita que inauguró en 1883 el Met interpretando precisamente el papel de Margarita de Fausto, y Víctor Capuol, un tenor francés con una voz lírica educado en la elegante escuela francesa y que debutó en este recinto de la Academia de la Música en 1871 con este mismo papel.




Enlazamos con la escena que refleja la novela de Wharton, el dúo de amor entre Fausto y Margarita del Acto III que comienza con Il se fait tard, adieu! (Se hace tarde, ¡adiós!) interpretada por el tenor Vittorio Grigolo y la soprano Angela Gheorghiu en una producción del Royal Opera House londinense de 2011.


Publicada por entregas en la Revue de Paris en 1856 por Gustave FlaubertMadame Bovary se considera tanto una de las mejores novelas del XIX como una de las que más aportó al género y a la modernización del mismo.
Después de unos seis años de trabajo que fue reflejando en su correspondencia, el escritor publicó la novela que se basó en una historia real, el suicidio de Delphine Delamare, esposa de un viudo mayor que ella, sanitario de Normandía en la que las condiciones de su matrimonio, los amantes que tuvo y sus profesiones quedaron reflejadas en la obra. El tema central de la novela, el adulterio de Emma, que se siente atrapada en el matrimonio con el doctor Charles Bovary y termina también suicidándose.
La obra causó un escándalo en su momento y Flaubert y la revista fueron acusados por «ofensa a la moral y a la religión», una circunstancia de la que fueron absueltos y cuyo escándalo les benefició publicitariamente.  
La maestría literaria de Flaubert nos hace ver su punto de vista sobre la sociedad francesa de la mitad del siglo, en la que el doctor no tiene más que ofrecer a Emma que exhibirla como una suerte de trofeo del doctor, sin nada que aportarle personalmente.
En la segunda parte de la novela se produce uno de los momentos que desencadena la situación y en la que Flaubert nos ofrece las diferencias de sensibilidades, criterios, entendimiento y puntos de vista entre Charles y Emma. El capítulo XV comienza con los protagonistas en una función de la ópera Lucia de Lammermoor de Donizetti. El escritor va estableciendo un relato entre las escenas del primer acto y cómo la perciben los protagonistas. Desde la apasionada Emma, lectora de la obra original de Walter Scott en la que se basa la ópera y su percepción de la situación entre Lucía, su amado Edgardo y Arturo, el novio buscado por su hermano, hasta la torpe y anticuada comprensión de su esposo que la exaspera.
En esta ocasión, Flaubert imagina el personaje de Lagardy, el tenor que interpreta a Edgar(do) y recrea, rodeada del halo mítico que envuelve a quienes ostentan este tipo de fama, algún detalle de su biografía.



En el texto anterior, Flaubert deja transcurrir el Acto I completo hasta el descanso del entreacto. De todas las escenas, traemos el enlace a la quinta y última de ellas, el dúo entre los enamorados Lucía y Edgardo, en la que el novelista francés centra la parte final del texto.
Ignacio Encinas como Edgardo y Ascensión Padilla como Lucía son los intérpretes, acompañados por la Orquesta Sinfónica de Alicante dirigidos todos por Joan Iborra en una producción de Vocemmus con la colaboración de Ramfis Producción, el Teatro Principal de Alicante y el Gran Teatro de Elche en una representación de 2013.


Si hay una novela en la que sea evidente que el tema se relaciona con los dramas musicales, esa es  Le fantôme de l'Opéra (El fantasma de la Ópera), la novela terminada de publicar en 1910 por Gaston Leroux.
Reportero para los periódicos parisinos Le Matin y L'Écho, Leroux viajó como reportero por Inglaterra, Finlandia, Suecia y destinos más lejanos como Rusia, donde cubrió los primeros tiempos de la revolución bolchevique, Egipto, Marruecos o Corea. Sus novelas, que fue alternando con sus trabajos periodísticos, fueron publicadas por entregas en distintos periódicos de la capital francesa.

Obra de un romanticismo tardío y extemporáneo, heredera simultáneamente de las novelas gótica y policiaca, Leroux sumerge a los lectores en el fascinante mundo que se oculta tras los telones y las bambalinas.
Para su novela diseñó un edificio de la Ópera imposible cargado de espacios subterráneos, pasillos húmedos que esconden trampas mortales al que le unió un personaje singular, una suerte de monstruo de feria desde su nacimiento, aborrecido y también condenado desde el principio. Un ser oscuro y atormentado, heredero del Quasimodo de Victor Hugo, con una personalidad compleja: angustiado por su deformidad y fealdad, se encuentra a la vez apasionado por la música y la belleza, encarnada, cómo no, por una joven cantante. Con él, el escritor muestra una compasión que transmite a los lectores.
La escena en la que nos centramos a continuación está al comienzo de la novela, en su capítulo II y el autor nos va dejando entrever algunos de los motivos de la obra: se deja en silencio una funesta aparición para centrarse en una gala en la que intervienen los más prestigiosos compositores y cantantes del momento, entre ellos el propio Gounod. Entre ellos se encuentra un nuevo descubrimiento, que se erigirá en protagonista de la novela, la cantante Christine Daaé, un diamante que comienza a brillar en el escenario y que algunos espectadores se quejan de que lo han tenido oculto por un tiempo. La memoria de la gala -no estamos ante la representación de una ópera- la mueve el escritor entre la crónica periodística y la recepción de los espectadores y algunos entendidos.




Finalizamos este repaso por novelas que incluyen escenas relacionadas con la ópera con el trío final del Fausto de Gounod.
Fausto y Mefistófeles se acercan a la prisión donde encuentran dormida  Margarita en su celda. Enloquecida por haber matado a su hijo espera su ejecución. Al oír a Fausto despierta y recuerda los momentos felices que han vivido juntos, proponiéndole huir ambos. Al descubrir a Mefistófeles, asustada pide la protección divina y de los ángeles antes de caer muerta. Un coro de ángeles lleva el alma de la joven al cielo, mientras Fausto, desesperado, es arrastrado por Mefistófeles

De la misma manera que en la novela de Leroux se realiza una gala musical y lírica, enlazamos esta última audición del trío final del Fausto de Gounod con la interpretación de la soprano checa Zuzana Marková como la joven y pura Margarita, el tenor francés Florian Laconi como Fausto y el también francés bajo Nicolas Courjal como Mefistófeles acompañados por La Orquesta Nacional de Montpellier dirigida por Luciano Accella.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

2 comentarios:

  1. Hola,
    Para mi la obra en la que han aparecido opera y sobre todo, violines, ha sido canción de invierno de S. Jae jones de la que sigo esperando algún otro libro, a no ser que no lo haya visto en las redes... Magnífica idea relacionar obras literarias con musica clasica. Un placer leerte. Gracias por pasarte por mi blog. Feliz semana.

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    1. Gracias, Keren.
      No conozco esa obra, así que haré por buscarla. Como ves, muchas obras de distintas disciplinas artísticas acaban por entrelazarse. Leo siempre lo que escribes.
      Un fuerte abrazo :-)

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