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Charles Dickens y la música

«Quien quiera conocer la vida en en el siglo XIX en Inglaterra que no acuda a las crónicas oficiales, sino a las novelas de Charles Dickens»
Estas palabras de The Guardian reflejan la importancia que la obra del escritor inglés tiene para reflejar , recrear y representar la vida en la sociedad inglesa.
Fallecido el 9 de junio de 1870 cuando contaba con 58 años de edad, hace más de siglo y medio, un hecho que dejó sumida a la sociedad inglesa en una suerte de abandono al desaparecer a quien podíamos considerar su notario.
Quizás haya quien considere que Oliver Twist, David Copperfield, Casa desolada, Tiempos difíciles, Cuento de Navidad, Grandes esperanzas, Los papeles póstumos del club Pickwick Historia de dos ciudades son obras que han quedado relegadas a un público joven o han quedado en desuso, pero son un reflejo y muestran las sombras y las luces de toda una época.
Hay un momento en la vida de un creador en que aún no tiene definido su estilo y experimenta -aunque la creación siempre sea experimentación- probando nuevos caminos y lenguajes. En 1836, Dickens se encuentra en esa situación. Mientras continúa escribiendo en la prensa comienza a publicar por entregas la que será su primera novela y su primer gran éxito, Los papeles póstumos del Club Pickwick, a la vez que realiza su única incursión en el mundo de la ópera.
Después de más de siglo y medio de su fallecimiento te propongo un paseo por parte de la obra de Charles Dickens y su poco conocida relación con la música. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Los primeros años de vida de Charles John Huffam Dickens fueron duros y marcaron su vida, siendo algunos hechos de los que vivió reflejados en sus obras. No solo era un gran observador de lo que acontecía en la sociedad en que habitaba, sino que vivió la vida en prisión cuando su padre fue encarcelado por deudas en la cárcel de Marshalea a cuya celda se trasladó -costumbres de la época- toda su familia. Con doce años comenzó a trabajar para poder mantener a la familia en una fábrica de betún en la que ganaba un mísero sueldo por las diez horas de trabajo diario y que no le dejaba tiempo para leer con la avidez que lo hacía desde que a los nueve años comenzó a recibir clases y aprendió a leer.
Las injusticias sociales, la pobreza, el maltrato a los obreros y la corrupción de las instituciones le hacen mostrar de forma especial a abandonados personajes infantiles que tienen, sin lugar a dudas, un trasfondo autobiográfico, además de contar con la memoria eidética del autor, capaz de recrear tipos y personajes que había visto en una ocasión. Así, Díckens no sólo es capaz de realizar una feroz crítica social, sino que utiliza su imaginación para crear situaciones y personajes que pueden ser indistintamente tan entrañables como extraños.
Poco después comenzó a trabajar como pasante en un bufete y, más adelante como cronista parlamentario para The True Sun. Varios años más tarde entró en el Morning Chronicle donde informaba de los debates parlamentarios, mientras publicaba algunos esbozos literarios que comenzaron a darle cierto renombre en diversas publicaciones con el pseudónimo de Boz.
Y aquí, en 1836, cuando Dickens apenas cuenta con veinticuatro años nos detenemos con dos obras: Su primera novela por entrega, Los papeles póstumos del club Pickwick -a quien tanto tenemos que agradecer en este blog-, una obra en la que critica las sociedades culturales y deportivas que comenzaban a surgir en Inglaterra, además de su primera y única ópera. 
Sí, Charles Dickens fue autor de una ópera como más adelante veremos.


Ese gran divulgador del saber y la cultura europea tan olvidado hoy en día, el escritor Stefan Zweig, también invitado habitual en este blog publicó en 1920 (hace justo un siglo, en el quincuagésimo aniversario de su fallecimiento) su libro Drei Meister (Tres maestros) dedicados a las figuras de Balzac y Dostoievsky además del escritor inglés.
Zweig nos muestra una imagen de Dickens desde la visión de algunos de los lectores que desde pequeños lo conocían aún bajo el pseudónimo de Boz, uno de esos viejos dickensianos que esperaba impacientemente la llegada del correo con la entrega mensual de alguna de sus obras. También nos acerca a una de sus facetas más populares: la del narrador que lee públicamente sus obras, un fenómeno que acrecentó, aún más, su fama.

Charles Dickens en 1838. National Portrait Gallery
Charles Dickens en 1838. National Portrait Gallery

Dickens era además un gran melómano. Al parecer, sus compositores más admirados eran Mozart, Mendelssohn y Chopin y en sus viajes al continente solía acudir a la ópera. Arthur Sullivan, conocido por sus colaboraciones con William S. Gilbert con quien formó el dúo que más triunfos dieron a la opereta en Inglaterra, Gilbert & Sullivan, asistió con Dickens en París al Orfeo de Gluck.
Durante un tiempo, antes de definir completamente su estilo y dedicar su obra de modo casi completo a las narraciones, tanto en novelas como relatos más cortos, Dickens escribió algunos poemas con vocación de convertirse en baladas, además de reflejar algunas canciones y músicas populares en sus obras.
Pero la relación más grande entre Dickens y la música viene de la influencia que sus obras han tenido en algunos compositores. Varias de sus obras se han llevado al cine o al teatro como musicales, a algunos poemas insertados en sus obras se les han puesto música e incluso varias de sus obras han sido adaptadas para la ópera por otros autores. Alexander Mackenzie estrenó en 1914 su opereta The Cricket on the Hearth, Károly Goldmark tituló su ópera Das Heimchem am Herg y Riccardo Zandonai la compuso como Il grillo del focolare, todas a partir de El grillo del hogar. 
Britten compuso Men of Goodwill: Variations on A Christmas Carol y Waughan Williams On Christmas Night bajo la influencia del cuento navideño de Dickens.

Fotografía de Charles Dickens por John & Charles Warkins
Fotografía de Dickens por John y Charles Watkins/
Claude Debussy era un aficionado a la obra de Dickens hasta el punto que en el Segundo Libro de Preludios dedica una pieza al protagonista de Los papeles póstumos del club Pickwick.
Estos Preludes pour piano (Preludios para piano) están formados por dos libros e inspiradas por el mismo título de la obra de Chopin. Cada uno de ellos consta de 12 composiciones que funcionan independientemente una de otra y que, en principio no debían por qué estar recogidas en la misma obra. 
El Preludio 9 del Segundo Libro tiene el título de Hommage à S. Pickwick Esq. P.P.M.P.C., un título pretendidamente pomposo que recoge por sí solo el espíritu de esta composición. El propio nombre nos da idea del contenido que Debussy pretende: Homenaje a Samuel Pickwick, Esquire (un apelativo con el que se hacía referencia a algún personaje que no tenía título), seguido del vano y ostentoso título de P. P. M. C. P. (Perpetual President and Member of de Pickwick Club).
Debussy transporta al pentagrama la esencia del personaje: El protagonista de Los papeles póstumos del Club Pickwick es un personaje revestido por Dickens con la pompa, sentido del humor e ironía burlona que sólo él sabe otorgar. El preludio comienza con una distorsionada versión del himno de Inglaterra al que sigue un traqueteo que alude tanto los interminables viajes que realizaron a lo largo de todo el país como las discusiones y debates del club y que finalizan con diversos crescendos, casi como si en un momento de exaltación el protagonista se hubiera caído de la silla a la que se había encaramado para pronunciar su disertación, incorporándose rápidamente con su dignidad herida.
La interpretación corresponde al pianista Albert Godeluss.



La única ópera de Dickens comienza a gestarse con Frances Elizabeth Dikens, conocida como Fanny, su hermana mayor, una de las primeras alumnas que fueron admitidas en la Royal Academy of Music donde estudió canto. En 1834 regresó para trabajar como ayudante de profesora y tutora de piano, cantando en algunos de sus conciertos. 
Así, a través de ella, fue como uno de sus compañeros, John Pyke Hullah conoció a Charles que comenzaba a ser conocido con sus Sketches by Boz y, posiblemente a finales de 1835 surgió la idea de trabajar en una ópera ligera en la que Dickens escribiría el libreto y Hullah pondría la música. Tras una propuesta situada en Venecia sobre un gondolero, el escritor prefería un tema inglés en el que los personajes actuaran y hablaran como ellos mismos.
Así comenzaron a escribir la ópera The village coquettes (Las coquetas del pueblo) cuando un tenor reconvertido en productor, John Braham, a través del agente literario de Dickens, su futuro suegro George Hogarth, se embarcó en el proyecto.


El sueño de Dickens. Cuadro inacabado de Robert W. Buss
Entre Dickens y Hullah completaron la obra incorporando algunas sugerencias de Braham, entre ellas la de incorporar el personaje de Martin Stokes, sin cantar, para que lo interpretara J. P. Harley, un actor de comedia a quien acababa de contratar. El propio Braham representaría en escena al protagonista, el Squire Norton.
Para facilitar el éxito de The village coquettes, se estrenó previamente una obra teatral del propio Dickens, The strange gentelman (El extraño caballero) basada en sus bocetos literarios y que alcanzó las cincuenta representaciones. El 6 de diciembre de 1836 se representaron las dos obras en una sesión doble en el St. James's Theatre
Pese a estar repleta de un humor pintoresco y letras elegantes, la ópera no tuvo el éxito que se esperaba, las críticas fueron negativas y no la consideraron digna del talento de quien ya era un renombrado Boz. Hubo diecisiete representaciones hasta el 24 de diciembre de ese año y se repuso puntualmente durante la siguiente temporada, aunque Mr. Braham llegó a pedir a Dickens que regalara algunas entradas para ocupar algo más de aforo.
El 17 de abril el propio Dickens pidió que su nombre fuera eliminado de los programas y la última representación se llevó a cabo el 17 de mayo de 1837 sin mayor pena ni gloria. Al menos Fanny acabó bien esta experiencia, ya que se casó con Henry Burnett, el tenor que sustituyó a Braham en el papel de Squire Norton.
Posteriormente The village coquettes tuvo algunas representaciones más en Edimburgo donde fue dirigida por Mr. Ramsay, amigo personal del novelista Walter Scott.

Cartel de las sesiones de Pedrillo y The village coquettes para el 13 y 14 de febrero de 1837 con entradas a mitad de precio.
La obra estaba más cerca de la comedia con música incidental y algunos números musicales que de una ópera al uso. La acción se desarrolla en un pueblo inglés en el otoño de 1729 y se divide en dos actos, con los números siguientes:

Acto I: 
Obertura.
Hombres y coro: Hail to the merry Autumn days.
Canción de Lucy: Love is not a feeling to pass away.
Canción de Squire Norton y coro: The cares of the day.
Canción de Edmunds: Autum leaves.
Canción de Rose: Some folks who have grown old and sour.
Canción de Squire Norton: The child and the old man.
Dueto entre Rose y Flam: Is true I'm caressed by the witty.
Finale: Sexteto y coro: Turn him from his farm.

Acto II:
Cuarteto: Hear me, when I swear the the farm is your own.
Canción de Squire Norton: There's a charm in Spring, when we'rything.
Canción del joven Benson: My fair is no longer mine.
Dueto entre Squire Norton y Edmunds: Listen, though I do not fear you.
Canción de Lucy: How beautiful at eventide.
Coro: Join the dance, with step as light.
Finale: Quinteto: No light bound

Un modelo de las letras que Dickens escribió para esta ópera es la primera de las canciones que Lucy canta en The village coquettes: Love is not a feeling to pass away.


Varias semanas después del estreno londinense, el 22 de diciembre de 1836, el editor Richard Bentley publicó el libreto en un folleto a dos chelines el ejemplar, algo tarde para ayudar a promocionar la ópera. Años después, el editor pasó por dificultades económicas y le ofreció a Dickens los ejemplares que tenía sin vender. Por 9.90 libras el escritor se hizo con los 355 folletos restantes indicando: "No estoy particularmente orgulloso del rendimiento de su nota tan servicial y estaré satisfecho para pagar el déficit por el privilegio de poseer las copias en mano." 

Folleto de The village coquettes en la versión de 1 penique
Folleto de The village coquetes con el precio a 1 penique
Peor parada terminó la música de Hullah. Algunas canciones se publicaron individualmente, pero las partituras de la obertura y la música incidental se perdieron en circunstancias poco claras, posiblemente en un incendio en Edimburgo que destruyó una gran colección de música teatral.
Años más tarde, Sir Frederick Bridges intentó reconstruir la obra y su versión de The village coquettes se representó en Londres en 1924 pocas semanas después de su fallecimiento.
Más tarde Edward J. Chadfield retomó la investigación y reconstrucción de la partitura que se estrenó incompleta en Londres en 1937. Una vez finalizada la obra y lista su revisión, también falleció antes de su estreno en 1956.
Así, de la versión original de la obra sólo queda el texto de Dickens, cuando aún firmaba como Boz, alguna canción y dos intentos de reconstrucción, de las que no hemos encontrado grabación alguna.
Sí nos queda el gusto de Dickens por la música y algunos poemas suyos insertos en distintas narraciones que algunos compositores han convertido en canciones.
En Los papeles póstumos del Club Pickwick, el joven Boz insertaba en ocasiones algún poema que ponía en boca de los invitados que acogían a Mr. Pickwick mostrando el gusto y la afición que tenía por la música. Una de estas poesías es The ivy green (La verde hiedra).


La popularidad de este poema ha hecho posible que se le haya puesto música en diversas ocasiones. En el enlace con el que nos despedimos de este acercamiento entre Díckens y la música corresponde a una composición de Russell Henry sobre el texto de Boz y la interpretación de The Seven Dials Band.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

2 comentarios:

  1. No conocía la estrecha relación de Dickens con la música. Me encantó escucharlas mientra seguía la lectura 😍 Creo que Díckens reflejó la sociedad de su época con tanta fuerza que su obra es atemporal, podemos ver en nuestra realidad lo que él vivió. Tan solo hay que cambiar el paisaje, pero el fondo, la esencia del contenido sigue vigente. 😊 Un abrazo 🐾

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    1. Hola Rosa
      En Dickens hay mucha música, tanto en algunos de los poemas que insertaba en sus novelas, como The ivy green. También aludía a determinadas canciones populares y bailes en sus obras, además de gustarle asistir a conciertos y óperas. Así, en sus comienzos, no es extraño que intentara entrar en el mundo de la ópera ligera, aunque no llegara a salir como él pensaba.
      Como todos los grandes creadores, su obra es atemporal, ya que nos habla de la condición humana. Hay algunos textos suyos que se pueden aplicar a nuestros días sin ningún problema. Algún día aparecerá por aquí alguno de ellos.
      Un fuerte abrazo :-)

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