Durante el verano las altas temperaturas, los días con sus amaneceres y puestas de sol ayudan a pausar nuestro ritmo y a relajar nuestras costumbres.
Son momentos de tomar unas vacaciones, acercarse a la playa, salir de viaje o, simplemente, de movernos por nuestra ciudad o pueblo con una mirada distinta y una mirada diferente a la habitual.
Es el tiempo en que se disfrutan de los largos y espectaculares atardeceres, observando, con menos prisa de la que estamos habituados a tener, cómo la tarde se va transformando en noche. Es momento de disfrutar, en compañía o solos, de la noche al aire libre, en la playa, la calle, un patio, una azotea o una terraza Sentir a lo lejos los ruidos que a diario nos invaden en nuestras rutinas tapándolo todo, cenar en buena compañía, tener una agradable conversación, escuchar música o leer un libro son placeres que podemos apreciar en las noches de verano.
Te propongo disfrutar de la tranquilidad que nos proporcionan las noches de verano con varios nocturnos en forma de textos y músicas que nos ayuden a disfrutarlos. Nos acompañan obras de Antonio Machado, Rubén Darío, José Ángel Buesa, Chopin, Borodin y Schubert. Si te gusta...¡Comparte, comenta, sugiere!
Dejarnos llevar por la noción de pausa, ralentizando el ritmo, con ropa cómoda, descalzándonos si podemos, nos permite sentir y disfrutar dentro de nuestras posibilidades de las noches de estío.
Esta publicación es de las escasas en este blog que no tiene música cantada. Para un nocturno de verano es prescindible utilizarla.
En música, los nocturnos son piezas que se interpretaban originalmente de noche, herederas de las serenatas con que se amenizaban esos momentos y que solían tener una melodía dulce y que solían ser instrumentales o vocales. Su tema no venía necesariamente inspirado por la noche, sino que era compuesta expresamente para la interpretación nocturna. Tras distintas serenatas como la conocida Pequeña Serenata Nocturna de Mozart, se considera a John Field el padre del nocturno romántico y quien le dio forma al incluir una melodía cantabile con un acompañamiento arpegiado
De entre toda la música de tipo clásico, los nocturnos más famosos y conocidos son los compuestos por Frédéric Chopin, que llegó a componer más de veinte obras con este título.
La primera de estas obras es su Op 9, un conjunto de tes nocturnos compuestos entre 1830 y1832, publicados ese año y dedicados «á Mme Camile Pleyel». De los tres nocturnos, el segundo es una de las piezas más conocidas del compositor polaco, llegándose a utilizar con frecuencia en programas de televisión o películas de cine.
Torre de la Iglesia, La Palma del Condado |
Escrito en una tonalidad de Mi bemol Mayor en forma de rondó, su estructura y su tiempo Andante conforman una pieza dulce y elegante.
Mientras la mano izquierda toca un suave acompañamiento, la derecha toca la melodía con una estructura fácil de seguir. Comienza con el tema principal (A) que se repite con algunas variaciones (A'); le sigue un tema segundo (B) más oscuro, al que sigue A', de nuevo B y A' hasta llegar a la parte tercera (C) de estructura más libre y sonido más dramático y adornado, terminando el intérprete con la indicación senza tempo (sin tiempo), en la que el compositor le da libertad de interpretación rítmica, finalizando con un acorde en la tonalidad de Mi bemol mayor. La estructura queda de la siguiente forma: A, A', B, A', B, A', C.
La interpretación de este Nocturno Op. 9 nº 2 de Chopin corre a cargo de la pianista ucraniana Valentina Lisitsa.
De esta pieza, como de las demás que nos acompañan, tienes al final la obra íntegra (en este caso los tres nocturnos) por si deseas escucharlos completos ahora o más adelante
En ocasiones, dirigir la mirada hacia un cielo que, salvo la contaminación lumínica, es el mismo que contemplábamos en nuestra infancia o en cualquier otro momento, nos hace evocar otros tiempos, otros lugares y otras sensaciones.
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La vida de Antonio Machado en Soria, su contacto con la tierra, el paisaje y el alma castellanos contagiaron al poeta sevillano hasta expresar su hondura, su percepción de lo temporal, lo efímero y lo subjetivo que lo unían a su alma andaluza.
En una de sus obras más conocidas, Campos de Castilla, el propio Machado muestra sus inquietudes en el prólogo a la tercera edición: «Somos víctimas -pensaba yo- de un doble espejismo. Si miramos afuera y procuramos penetrar en las cosas, nuestro mundo externo pierde en solidez, y acaba por disipársenos cuando llegamos a creer que no existe por sí, sino por nosotros. Pero si, convencidos de la íntima realidad, miramos adentro, entonces todo nos parece venir de fuera, y es nuestro mundo interior, nosotros mismos, lo que se desvanece».
Esa mirada evocadora al interior, desde el exterior de la visión de un pueblo una noche de verano, nos acompaña en este poema suyo de Campos de Castilla.
Sentir en el silencio la respiración o el latido del corazón nos hace aflorar la sensibilidad en el sosiego de las noches de verano. Es el momento en que nos permitimos, aunque sea por un instante, que el tiempo no avance, que se vuelva eterno.
Ilustración de Enrique Ochoa para El canto errante de Rubén Darío |
Alexander Borodin compaginó su carrera científica -estudió química, impartió clases en la Academia Médico Quirúrguica de San Petersburgo y publicó diversos trabajos sobre investigaciones científicas- con la musical, formando parte del Grupo de Los Cinco con Balákirev, Cui, Musorgski y Rimsky-Jorsakov.
Por ese motivo, su producción no es amplia, dejando sus composiciones para periodos de vacaciones, dilatando en el tiempo su finalización y quedando algunas de ellas sin finalizar.
Entre sus obras destacan la ópera El príncipe Ígor, tres sinfonías, obras orquestales como En las estepas de Asia central y diversas composiciones de música de cámara, obras para piano o para voz.
Nos acompaña su Cuarteto de cuerdas nº 2 en Re Mayor para dos violines, viola y chelo, una obra que compuso durante las vacaciones de verano de 1881 para celebrar el vigésimo aniversario de su relación con su esposa, la pianista Ekaterina Serguéievna Protipópova, a quien está dedicado.
El tercer movimiento de este Cuarteto de cuerdas uno de los momentos musicales más conocidos de Borodin. Descrito como Notturno, Andante, su tema principal muestra esta indicación hasta que unas modulaciones en la sección central interrumpen esta expresión sosegada. Vuelve el tema inicial en forma de canon, primero con el cello, después con el primer violín y finalmente con los dos violines hasta finalizar este delicado y nocturno movimiento.
La interpretación de este Notturno, Andante del Cuarteto de cuerdas nº2 de Borodin corre a cargo de Danbi Um y Sean Lee al violín, Paul Neubauer en la viola y David Finckel en el cello, en una grabación que se realizó en la sala Alice Tully Hall del Lincoln Center neoyorkino en noviembre de 2015 realizado por Ibis Productions.
En los nocturnos de verano la tranquilidad que alcanzamos nos evita los problemas con el insomnio. Acostarnos sin poder dormir nos genera una tensión que nos lleva a cuestionar nuestras dificultades, asuntos sin solucionar o inquietudes Acostarnos más tarde y más relajados es una forma de evitar esos momentos en que nuestro cuerpo y nuestra mente no van al mismo ritmo.
Eugene Jansson, Nocturno (1900), Museo de Bellas Artes de Gotemburgo |
Uno de los máximos exponentes del modernismo literario en nuestro idioma, el poeta nicaragüense Rubén Darío (1867-1916) nos ha dejado obras que muestran su enorme imaginario estético como Azul, Prosas profanas o Cantos de vida y esperanza, unas obras que van más allá de la belleza de la métrica y la rima para profundizar en la reflexión.
Publicado en 1907, El canto errante recoge un conjunto de poemas divididos en tres apartados: Intensidad, Ensueños, Lira alerta. En las Dilucidaciones que el autor escribe a modo de prólogo, Rubén Darío finaliza manifestando que «la poesía existirá mientras exista el problema de la vida y de la muerte. El don de arte es un don superior que permite entrar en lo desconocido de antes y en lo ignorado de después, en el ambiente del ensueño o de la meditación».
En este sentido no acompaña su poema Nocturno perteneciente a la tercera parte del libro, Lira alerta, unos versos que muestran no el placer de la noche, sino ese infortunio del desvelo.
Los sonidos habituales que nos rodean, el tráfico, la televisión, el ruido de las calles, se vuelven menos perceptibles en las noches de verano y nos permiten oír otros que, ahogados por ellos, han desaparecido en nuestro entorno.
Franz Peter Schubert dedicó su corta vida a la música, componiendo e interpretando en la compañía de sus amigos y familiares, sin apenas encargos o mecenas que promovieran la difusión y conocimiento de su música fuera de los pequeños círculos en que se interpretaban. Así, llegó a componer una enorme cantidad de obras destinadas a este contexto: más de seiscientas canciones, multitud de obras para piano y obras para agrupaciones de cámara que él mismo solía interpretar con sus amigos.
Entre estas obras compuso en 1827 su Segundo Trío para piano en Mi bemol Mayor (publicado en 1828 como Op. 100, y en el catálogo que realizó Otto Erich Deutsch como D. 929, lo que indica la cantidad de obras que dejó sin publicar).
Este último trío para piano, violín y cello, compuesto meses antes de cumplir los treinta años, es una obra maestra rica en ideas temáticas, transformaciones constantes y delicados detalles que se van sucediendo a lo largo de la partitura. Es grandioso en su extensión (casi cuarenta y cinco minutos) y en su novedosa concepción y profundidad en el desarrollo de los temas, siendo una de las piezas que se interpretaron en el único concierto público que se dio en vida con sus obras, además de ser la única que se publicó en ese tiempo fuera de Austria.
Nos acompaña en este nocturno de verano su segundo movimiento catalogado como Andante con moto. Este movimiento lento se inicia con las notas del piano al que sigue una marcha sombría y equilibrada, una suerte de lamento del cello en tono menor. Le sigue un segundo tema que oscila hacia una calidez brillante y serena que se transforma en un motivo épico e inolvidable. En dos ocasiones se transforma en un tema ardoroso y apasionado hasta diluirse y enfriarse en la marcha inicial contenida e inflexible con que finaliza el movimiento.
La interpretación corre a cargo del Trio Wanderer formado por Vincent Coq al piano, Jean-Marc Phillips-Varjabédian en el violín y Raphaël Pidoux en el cello, en una grabación para Voyage d'hiver realizada por Jean-Pierre Barizien para CLC Productions en 2007.
Contemplar la lejanía en los nocturnos de verano mirando a la inmensidad del cielo, desde que comienza a matizar los colores al anochecer hasta el azul profundo de la noche; observar desde la playa el paisaje del mar que se pierde en la lejanía más allá del profundo rumor de sus ondas, escrutando las luces lejanas nos ayudan a sentirnos mejor con nosotros mismos.
Imagen tomada de Pixabay |
José Ángel Buesa (1910) es uno de los poetas neorrománticos de Cuba, con un tono melancólico en sus obras de tipo elegíaco. La popularidad que alcanzó se debía a la sensibilidad y enorme claridad de su obra, al alcance de la mayoría de lectores que lo calificaban como «el poeta enamorado». Tras una etapa de producción fecunda hubo de abandonar Cuba comenzando un exilio por España, El Salvador y la República Dominicana, donde ejerció como catedrático de literatura donde falleció en 1982.
Publicó una veintena de obras poéticas, algunas de las cuales llegaron a recopilarse en diversas antologías.
Finaliza este nocturno de verano con Nocturno V, uno de los casi diez poemas con este título que escribió y que se encuentra recogido en Nada llega tarde. Antología poética, una de esos poemarios recopilatorios. Se trata de una reflexión casi filosófica al hilo de la noche, pausando el movimiento, el tiempo y la existencia.
Que los nocturnos de verano te sean propicios.
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Contenido extra: Playlist de los nocturnos completos:
Si deseas prolongar estos nocturnos de verano te propongo versiones de las tres obras completas. Puedes escucharlas ahora o dejarlas para otra ocasión en que tengas la oportunidad de escucharlas.
Nocturnos nº 1, 2 y 3 (Op. 9) de Frédéric Chopin.
Nocturno nº 1 en Si bemol menor, interpretado por Ola Gurevich.
Nocturno nº 2 en Mi bemol mayor, por Frank Levi.
Nocturno nº 3 en Sí mayor, por Huan He.
Cuarteto para cuerdas nº 3 de Alexander Borodin.
Interpretado por el Esmé Quartet formado por Wonhee Bae (violín I), Yuna Ha (violín II), Jiwon Kim (viola, sustituida desde 2023 por Dimitri Murrath) y Yeeun Heo (cello). La grabación tuvo lugar en el Seoul Arts Center Concert Hall en junio de 2022 para SBS.
Los movimientos son:
I- Allegro moderato.
II- Scherzo, Allegro.
III- Notturno, Andante.
IV- Finale, Andante - Vivace.
Trío con piano nº 2 en Mi bemol mayor (Op. 100, D. 929)
Interpretado por Isabelle Faust (violín), Sol Gabetta (Cello) y Kristian Bezuidenhout (piano) en el Solsberg Festival 2021, producido por Johannes Bachmann y con la toma de sonido a cargo de Joél Cormier.
Los movimientos son:
I- Allegro.
II- Andante con moto.
III- Scherzo, Allegro moderato. Trío.
IV- Allegro moderato.
- Machado, Antonio. Campos de Castilla, Ediciones Cálamo, ilustraciones de Juan Manuel Díaz-Caneja, (Palencia, 2021), ISNB:09788416742288
- Darío, Rubén. El canto errante, Editorial Good Press, ebook (2023), ISBN: 8596547819080.
- Buesa, José Ángel. Nada llega tarde. Antología poética, Editorial Betania (Madrid 2001), ISBN:9788480171489.
En general, revisad el uso -y la abundancia- de los gerundios...los textos resultan pobretones
ResponderEliminarGracias por pasarte y comentar en el blog, ¿Laura / Irene?
EliminarSeguiré con la difusión de este tipo de obras literarias y musicales. Confío en aprehender e inspirarme en programas como "Ecos y consonancias" que suelo escuchar y disfrutar con interés.
Un abrazo :-)
Hola Miguelángel, he salido a la terraza para disfrutar de los tres nocturnos de Chopin, ¡Qué maravilla! Y es que el verano como bien dices invita a salir a las terrazas y maravillarse de la música, la luna y sentir las notas del destino. Me encantó. Un abrazo
ResponderEliminarMe alegra, Nuria. Esas tardes y noches de verano son para disfrutarlas. Que tengas felices nocturnos de verano.
EliminarUn fuerte abrazo :-)
Hola, Miguel, espectacular entrada, leyendo tus letras y las de los clásicos, acompañado de estas geniales melodías ha sido un placer. Magnífica entrada, te felicito.
ResponderEliminarUn abrazo..🤗
Gracias, Merche. Aún nos quedan muchos nocturnos de verano para aprovechar.
EliminarUn fuerte abrazo :-)
Felicidades por un artículo tan bien estructurado y con ese maridaje tan maravilloso de música y poesía. Un estupendo trabajo y gran documentación. Todo un placer su lectura así como escuchar las piezas musicales. 👏👏👏
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario. Me alegra que te hayan gustado tanto los textos como las músicas y su combinación.
EliminarUn abrazo :-)
Como bien apuntas, esos largos y espectaculares atardeceres son para disfrutarlos observando el entorno del crepúsculo vespertino sin prisa alguna. Qué paz se respira leyendo tus palabras, Miguel. Una auténtico gozo para los sentidos.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias por tu comentario, Marcos.
EliminarAún tenemos tiempo para disfrutar de esos momentos.
Un fuerte abrazo :-)