Hay autores que marcan una época con sus obras en cuanto que su mirada, su estilo e influencia abren camino a nuevos autores. También los hay que sus obras, una vez pasadas por el tamiz del tiempo, nos ayudan a conocer mejor esa época que describen.
Es el caso de Stendhal, un autor tan acreditado en su tiempo que marcó las primeras décadas del siglo XIX, desde sus inicios como escritor alrededor de 1814 hasta su fallecimiento en 1842.
Su fascinación por el arte le llevó a recorrer los grandes centros culturales europeos, especialmente los italianos, acuñándose el término clínico Síndrome de Stendhal, que fue nombrado y descrito por la psiquiatra florentina Graziella Magherini en 1979. Unas palabras recogidas por el propio escritor en su obra Nápoles y Florencia: Un viaje de Milán a Reggio son el origen de este término clínico: «Había alcanzado ese estado de emoción en el que se tropiezan las sensaciones celestiales dadas por las Bellas Artes y los más apasionados sentimientos. Al salir de la Santa Croce, me latía con fuerza el corazón, mi vida se sentía agotada y caminaba mareado con miedo a caerme».
A través de sus obras, Stendhal mostró un enorme fresco de la sociedad de su tiempo, los conflictos bélicos y políticos, el incisivo análisis de la psicología de sus personajes, la apreciación y valoración del arte y la concisión y precisión de su obra dentro del estilo del realismo.
Entre las muchas inquietudes artísticas de Stendhal no podía quedar fuera una tan importante en aquella época como la ópera, que pasaba por uno de sus momentos más brillantes dentro del denominado estilo belcantista.
Te invito a acercarte a textos de Stendhal relacionados con la ópera. Nos acompañan su biografía de Rossini, sus Paseos por Roma y La Fausta, una cantante que aparece en La Cartuja de Parma, con arias cantadas por Angela Gheorghiu, Juan Diego Flórez y Cecilia Bartoli. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere?
Montaje a partir de Un palco en la ópera de Dionisio Fierros (1862) |
Henri-Maria Beyle nació en Grenoble en 1783 en una familia burguesa que se sentía cercana a la nobleza según él mismo narrará más adelante. Tras la muerte de su madre en plena infancia se llegó a sentir un extraño dentro de su familia y muy alejado de su padre. Su único apego lo encontró en su abuelo materno, un médico con el que compartió su afición a la lectura y los grandes escritores desde Rousseau a Saint-Simon, de Cervantes a Shakespeare. A estas lecturas se oponía la instrucción que recibía y que le hicieron alejarse de la religión.
La única salida la veía en las matemáticas que le sirvieron como excusa para pedir a su padre que le dejara estudiarlas en París. Tras unos meses en la capital que coinciden con los posteriores a la Revolución no veía estos estudios como un medio de vida y comenzó a acariciar la idea de transformarse en el nuevo Molière y ser amante de una actriz.
Tras unos meses deambulando por la capital francesa su primor Pierre Daru lo acoge y logra que sea admitido en la administración del Ministerio de la Guerra. Al iniciar Napoleón su segunda campaña por Italia, Daru y el joven lo siguen en la intendencia y Beyle llega a Milán por primera vez en mayo de 1800, alistándose ahora en el ejército estableciéndose con las tropas en el norte de Italia. Tras descubrir que no es la vida que desea, vuelve a París donde dimite del ejército.
A partir de este momento intenta vivir de la literatura, desplazándose en 1805 a Marsella como amante de una actriz y con la intención de ser comerciante. Vuelve de nuevo a París y el hermano de Pierre, Martial Daru le ofrece de nuevo un puesto en la intendencia militar que le hará viajar por toda Europa con las guerras napoleónicas. Así, asistirá a la entrada del Kaiser en Berlín, al entierro de Haydn en Viena y otros acontecimientos que influirán en su vida y obra. El derrocamiento de Napoleón supuso el fin de las campañas con el consiguiente cese de Beyle como parte de la intendencia, por lo que comenzó a alternar su trabajo con la literatura.
Su afición a la música y la pintura aparecen en sus primeros libros: Vidas de Haydn, Mozart y Metastasio (1815) e Historia de la pintura en Italia (1817), que en el fondo son un plagio de distintas obras que iba enriqueciendo con sus comentarios y opiniones. Con estas obras comienza a utilizar diversos seudónimos, siendo el de Stendhal el que acabaría pasando a la posteridad.
Su primer gran éxito fue Vida de Rossini (1823), una obra en la que traza una singular biografía de un músico al que admiraba, pero que no gustó especialmente al compositor que acababa de instalarse en París.
Aunque Stendhal era aficionado a la ópera y la música en general, sus conocimientos no eran especialmente profundos. En un tiempo en el que asistir a la ópera dos veces a la semana era una forma de dejarse ver en sociedad, donde los palcos eran lugares de negocios, cotilleos e intrigas, Stendhal fue un asiduo de La Scala de Milán, el San Carlo de Nápoles y los cuadro grandes escenarios parisinos, especialmente el Teatro Italiano en los que se relacionó con muchos cantantes mientras se dejaba ver y disfrutaba de las arias de bravura, dúos, tríos o coros de las obras que representaban.
Vida de Rossini no es una biografía en el sentido que no ofrece datos de la vida del compositor que triunfaba en toda Europa. Es más una reflexión sobre los placeres de la música a través de sus experiencias como espectador, contando detalles de los argumentos, describe las interpretaciones de los cantantes, sus opiniones sobre las obras.
Como muestra, nos acompaña un texto dedicado a la estancia de Rossini en Nápoles. Allí dominaba el empresario Barbaja, un advenedizo que acabó haciéndose con el control de la música y cuya amante, la soprano madrileña Isabel Colbrán, dueña de una portentosa tesitura y agilidad vocal, que acabó en los brazos de Rossini, con quien llegó a casarse después de años de convivencia. Considerada la mejor cantante de su tiempo, el texto muestra la opinión de Stendhal después de escucharla y sus comentarios sobre su declive vocal. También aparece en el texto el Rey Fernando I de Nápoles y las Dos Sicilias, el tercer hijo de Carlos III de España, de quien dependía el estado napolitano.
El enlace que nos acompaña pertenece precisamente a la primera obra citada, Elisabetta, regina d'Inghilterra (Isabel, reina de Inglaterra) con el aria acompañada por el coro Qant'è grato all'alma mia interpretada por la mezzo soprano romana Cecilia Bartoli con la Orchestra del Teatro La Fenice de Venecia bajo la dirección de Ion Martin en una grabación de 1992 para el álbum Rossini Heroines.
La interpretación sigue el estilo de la época y se repite continuamente el texto para mostrar las agilidades vocales de la protagonista.
Publicado en 1929, Paseos por Roma nace en un momento en que Stendhal no tenía trabajo y había perdido sus colaboraciones literarias en revistas inglesas y en su prólogo se refiere a él como una obra que echaba de menos y deseaba que existiese.
Roma, esa ciudad «única en el mundo» según sus palabras, esa ciudad a la vez antigua y moderna, pagana y cristina le sirve a Stendhal para hacer una analogía entre la historia de la humanidad y su propia vida: «¿Qué he sido hasta ahora? ¿Qué soy? Lo cierto es que me vería apurado para explicarlo».
De esta forma, Roma le lleva a indagar sobre su propia vida y los recuerdos sobre sus experiencias pasadas.
La referencia a la ópera nos acerca al 4 de diciembre de 1828 en el que Stendhal opina sobre la segunda ópera de Bellini y la interpretación de una de las arias de La flauta mágica de Mozart, centrándose después en el recuerdo del fracaso de El barbero de Sevilla el día de su estreno y cómo reaccionaron el público y el compositor en la siguiente función. Es historia de la ópera.
En el enlace siguiente no la utiliza y corresponde a una representación del Metropolitan Opera House de Nueva York realizada en 2006.
Stendhal vivió una existencia intensa: Mientras estuvo en la administración pública mostró su talento para el trabajo, encontró el éxito y el placer y llegó a expresar en sus libros la singularidad de su personalidad, la incomodidad del tiempo en que vivía, pasando a plasmarlo desde sus primeras obras relacionadas con el arte hasta encontrar su lugar en la novela, como forma de expresión de su propia existencia y de la del mundo en el que vivía.
En plena madurez, con cincuenta y cinco años, concretamente entre el 4 de noviembre y el 25 de diciembre de 1838 dictó a su secretario las más de quinientas páginas de La cartuja de Parma. Cada una de las largas sesiones comenzaba leyendo cada mañana la última página escrita y abarcaban toda la jornada. Entre febrero y marzo corrige las pruebas y se publica a comienzos de abril con una acogida relativamente favorable que fue creciendo con el paso del tiempo. Al año siguiente, Honoré de Balzac publica un extenso artículo en la Revue Parisienne en el que trata la diferencia entre literatura de imágenes y literatura de ideas, entre el uso del lenguaje antes que la información frente a otra en la que lo esencial es el significado, encontrando a La cartuja de Parma entre estas últimas, una obra en la que lo sublime de muestra a los espíritus sensibles que lo leen.
La cartuja de Parma se centra en la vida de Fabricio del Dongo durante las campañas napoleónicas en Italia, narrando las intrigas políticas, los amoríos y celos de los personajes que presentan este extenso mosaico que convierten la obra en la más representativa del autor si exceptuamos quizás Rojo y Negro. Ha sido aclamada por los grandes escritores de su época y posteriores, y el mismo Tolstoi se inspiró en ella para escribir Guerra y Paz.
Tras esta novela, Stendhal volvió a alternar los libros sobre arte con algunas novelas, hasta que en marzo de 1841 sufre un ataque de apoplejía que le hace regresar a París. Un año más tarde se le repite en plena calle, falleciendo a las pocas horas el 23 de marzo de 1842.
La última referencia a la ópera proviene de una historia paralela de las que se narran en La cartuja de Parma: La historia de una de las divas del canto, un personaje creado por el autor con algunas de las características de algunas cantantes de la época: una virtuosa de la voz, con un carácter vanidoso y caprichoso, convertida en amante de los poderosos, en esta ocasión del Conde M***. La historia de La Fausta se desarrolla en el Capítulo XIII, el último de la primera parte de la novela y narra cómo la cantante, amante del conde es pretendida por Fabricio, desarrollando cómo se acerca el protagonista a ella, cómo los celos se apoderan del conde y prepara junto con sus esbirros un escarmiento hacia el joven y cómo éste se desquita con un duelo a muerte más adelante.
Se trata de una historia que se desarrolla completa en este capítulo y cuyos personajes secundarios no tienen más aparición a lo largo de la novela y del que te ofrezco las primeras pinceladas en las que Stendhal muestra el carácter de La Fausta y los inicios de esta relación triangular.
Aunque Stendhal no indica ninguna pieza concreta que formara parte del repertorio de la Fausta, finalizo esta publicación con una ópera a la que ha hecho referencia en el segundo de los textos: El pirata de Bellini.
Se trata del aria Col sorriso d'innocenza de la escena 3 del Acto II interpretada por otra de las divas de nuestro tiempo, la cantante de origen rumano Angela Gheorghiu que incluye la pieza en el disco Homage to Maria Callas donde está acompañada por la Royal Philharmonic Orchestra, la flauta de Karen Jones y con la dirección de Marco Armiliato.
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Bibliografía y webgrafía consultadas:
- Stendhal, La cartuja de Parma, traducción de Manuel Machado, Ediciones Espuela de Plata, Sevilla (2018). ISBN: 9788717146481.
- Stendhal, Vida de Rossini, Espasa Calpe, Argentina (1949). ISBN: mkt0005070539.
- Stendhal, Paseos por Roma, traducción de Consuelo Borges, Alianza Editorial, ebook (2023). ISBN: 9788711483520.
- www.kareol.es: Letras y traducciones de óperas y música vocal.
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