Hay momentos en que nuestras vidas están marcadas por las condiciones del lugar que nos rodea, del sitio donde vivimos y desarrollamos nuestra existencia. Los acontecimientos sociales, las celebraciones y fiestas familiares o locales, incluso, en algunas ocasiones, los acontecimientos que marcan los cambios políticos de nuestra sociedades, tanto la próxima a nosotros como la de cualquier otro lugar, que vienen marcados por la globalidad en que nos movemos con la inmediatez de que, en ocasiones, lo lejano nos afecta más íntimamente que lo que tenemos junto a nosotros.
Uno de los factores que nos condiciona en ocasiones es el tiempo atmosférico. En unos momentos en que nuestro planeta está siendo sometido a cambios tan determinantes provenientes de la actividad humana, hasta tal punto que los científicos hablan de una nueva época geológica de la humanidad, el Antropoceno, hay momentos en que la meteorología parece que pierde su estatus de ciencia para convertirse en meteorología espectáculo para las horas de las noticias televisivas. Olas de calor, lluvias torrenciales seguidas de inundaciones, derrumbes de viviendas y, en esta época del año, intensas nevadas en los lugares habituales y también en otros insospechados. Todo esto provoca desastres personales, situaciones dolorosas y hasta trágicas como vemos y oímos.
¿Qué hay tras el frío del invierno? En esta entrada del blog te propongo un paseo por el frío que acompaña y marca nuestros días, pero con la visión de dos autores, el escritor ruso Alexander Pushkin y el compositor Franz Schubert, con temática y estilo del romanticismo. Ambos nos muestran cómo el frío y la nieve invernales influyen y deciden sobre nuestras vidas, pensamientos y sentimientos.
Personaje controvertido, con un carácter ardiente y difícil, Alexander Pushkin está considerado el padre de la literatura rusa, mezclando en sus obras los estilos del eslavo eclesiástico y del ruso antiguo, en una cultura en que aún no existía el gusto por las obras literarias propias y se apreciaba más la escrita en lengua alemana.
Poeta apasionado, su obra Ruslán y Ludmila es el inicio de la literatura nacional rusa, un poema épico nacional que fue recibido con las críticas de todos los tradicionalistas que veían que no se seguían las reglas establecidas. Otras obras como Eugen Oneguin, Boris Godunov o La Dama de Picas han tenido una trayectoria posterior con versiones para óperas.
Participó en numerosos duelos, fruto de su carácter enérgico que él achacaba a su sangre caliente (un tatarabuelo suyo era de origen africano), hasta que finalmente falleció en el que, según su biógrafos, era el vigésimo primero en 1837 antes de cumplir los cuarenta años.
De su obra, traigo a este post un fragmento de su relato La tormenta de nieve (o La nevasca). En ella, el destino de dos amantes queda determinado por una tormenta de nieve dentro del más puro estilo del romanticismo. Cuando Vladimir parte para recoger a su amada para casarse en secreto, la fiereza de la nevasca lo hace errar el camino y hacer que ambos se pierdan para siempre. Si quieres seguir el relato completo puedes hacerlo en este enlace: La Nevasca.
Uno de los factores que nos condiciona en ocasiones es el tiempo atmosférico. En unos momentos en que nuestro planeta está siendo sometido a cambios tan determinantes provenientes de la actividad humana, hasta tal punto que los científicos hablan de una nueva época geológica de la humanidad, el Antropoceno, hay momentos en que la meteorología parece que pierde su estatus de ciencia para convertirse en meteorología espectáculo para las horas de las noticias televisivas. Olas de calor, lluvias torrenciales seguidas de inundaciones, derrumbes de viviendas y, en esta época del año, intensas nevadas en los lugares habituales y también en otros insospechados. Todo esto provoca desastres personales, situaciones dolorosas y hasta trágicas como vemos y oímos.
¿Qué hay tras el frío del invierno? En esta entrada del blog te propongo un paseo por el frío que acompaña y marca nuestros días, pero con la visión de dos autores, el escritor ruso Alexander Pushkin y el compositor Franz Schubert, con temática y estilo del romanticismo. Ambos nos muestran cómo el frío y la nieve invernales influyen y deciden sobre nuestras vidas, pensamientos y sentimientos.
Personaje controvertido, con un carácter ardiente y difícil, Alexander Pushkin está considerado el padre de la literatura rusa, mezclando en sus obras los estilos del eslavo eclesiástico y del ruso antiguo, en una cultura en que aún no existía el gusto por las obras literarias propias y se apreciaba más la escrita en lengua alemana.
Poeta apasionado, su obra Ruslán y Ludmila es el inicio de la literatura nacional rusa, un poema épico nacional que fue recibido con las críticas de todos los tradicionalistas que veían que no se seguían las reglas establecidas. Otras obras como Eugen Oneguin, Boris Godunov o La Dama de Picas han tenido una trayectoria posterior con versiones para óperas.
Participó en numerosos duelos, fruto de su carácter enérgico que él achacaba a su sangre caliente (un tatarabuelo suyo era de origen africano), hasta que finalmente falleció en el que, según su biógrafos, era el vigésimo primero en 1837 antes de cumplir los cuarenta años.
Pintura de Nikolái Sverchkov |
Con menor edad que Pushkin falleció Franz Peter Schubert, uno de los grandes compositores del siglo XIX, una persona con un carácter retraído, amigo de sus amigos, gran admirador de Beethoven, a quien nunca se atrevió a acercarse, salvo en una ocasión durante la última enfermedad de éste.
Autor de una amplia obra, compuso para la mayoría de agrupaciones de la época: obras para piano, cuartetos y quintetos, óperas, sinfonías o música religiosa, fueron sus amigos los que hicieron valer sus composiciones una vez fallecido.
Pero el tipo de composición en que más destacó Schubert, por encima de todas las demás y de todos los autores, es el Lieder. Fundamental en la cultura de habla alemana, el Lieder es una composición breve para voz y piano, antecedente de la canción, tal como la conocemos hoy. Desde Margarita en la rueca, su primer éxito, hay catalogados más de 600, algunos agrupados en ciclos como Die schöne Müllerin (La bella molinera), Winterreise (Viaje de invierno) o Schwanengesang (El canto del cisne).
A Winterreise pertenece la pieza musical que acompaña al texto de Pushkin. Se trata de un ciclo de canciones sobre poemas de Wilhelm Müller en que se desarrolla el tema del amor no correspondido. El viajero amaba a una muchacha, pero esta lo dejó. Los lieder muestran sus reflexiones e impresiones mientras pasea solo durante el invierno mostrando el frío, el paisaje nevado, la soledad o la oscuridad.
La canción Frühlingstraum (Sueños de primavera) comienza con el caminante soñando con esta estación y el amor, pero es despertado por un gallo. Decepcionado se pregunta cuándo reverdecerán las plantas y volverá a tener a su amor entre sus brazos.
La música tiene marcados tres momentos diferentes: alegre durante el sueño, el despertar brusco y el deseo de volver al sueño. Las tres partes se repiten con las tres estrofas de la segunda mitad, pero la pregunta con que finaliza de la canción es contestada por el piano de forma negativa.
¿Qué hay tras el frío del invierno? Posiblemente, el sueño y el deseo de la primavera.
El enlace muestra una interpretación del barítono alemán Dietrich Fischer-Dieskau el más grande de los intérpretes de lieder del siglo XX, el mayor experto en estas composiciones de Schubert.
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