Hay personajes en la literatura, el teatro o el cine, la ópera e incluso en los cómics que no aparecen solos, sino que los conocemos acompañados por otros de los que son inseparables y a los que no podemos imaginar sin ellos. ¿Qué sería de Don Quijote sin Sancho? ¿Cómo quedarían en nuestro imaginario Batman sin Robin, Tintín sin el capitán Haddock, Sherlock Holmes sin Watson o Astérix sin Obélix?
Te propongo un recorrido alrededor de algunos protagonistas de obras de ficción junto a sus inseparables compañeros de aventuras. ¿Los reconoces a todos? ¿Propones alguno más? Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
Con toda seguridad, la pareja de personajes de ficción más conocida por todos, independientemente de que hayamos leído la novela o no, es la formada por Don Quijote de la Mancha y su escudero Sancho Panza.
Cervantes creó a su protagonista en una obra en la que criticaba los libros de caballería al uso en las generaciones anteriores. La novela se presentaba revolucionaria en cuanto que partía, por un lado de una desmitificación del héroe caballeresco, actor de gestas inimaginables e imposibles, épicas y gloriosas. Por otra parte, la historia es presentada con todos los aderezos de la realidad cercana: transcurre por tierras y lugares conocidos; el protagonista es un personaje que roza lo grotesco y ridículo, aunque con unas miras y un corazón grandiosos, y, finalmente, la gesta se va investigando a partir de documentos encontrados a Cide Hamete Benengeli, el cronista que las narra.
Ilustración de Gustave Doré |
El caballero no podía campar solo por las tierras en busca de aventuras, por lo que, siguiendo los conocimientos adquiridos en sus muchas lecturas, debía hacerse acompañar por un fiel escudero. De esta forma es presentado Sancho por primera vez en la novela.
Inmediatamente después, continúa la primera salida en busca de aventuras con la conversación entre escudero y caballero acerca de la motivación que el primero tiene para acompañar al que más adelante será el Caballero de la Triste Figura.
La siguiente pareja tiene la particularidad de que el protagonista no es el amo, en este caso un Conde, sino su fiel sirviente. Basado en la obra teatral El barbero de Sevilla, o la inútil precaución de Pierre-Augustin de Beaumarchais que se inspiró en La escuela de las mujeres de Molière, Gioacchino Rossini estrenó en 1916 la obra del mismo nombre con poco éxito en la noche de su estreno. El motivo de este fracaso fue que desde unos años antes existía una ópera con el mismo tema y nombre compuesta por Giovanni Paisielo y sus seguidores no estaban dispuestos a reconocer una nueva adaptación. En poco tiempo la genialidad de la música de Rossini y la caracterización de los personajes pusieron a cada uno en su lugar y hoy en día es infrecuente encontrar grabaciones de la obra de Paisielo, mientras la de Rossini es una de las más reconocidas del repertorio operístico.
Situada en Sevilla, narra la trama que realiza el Conde de Almaviva para conseguir el amor de Rossina y arrebatársela a su tutor Bartolo, que la pretende, pero de quien ella no está enamorada. En su camino se encuentra con un antiguo sirviente suyo, Fígaro, el barbero de Sevilla, una persona que, además de cuidar de barbas y pelucas, entiende de todos los negocios y recados. El reencuentro entre Almaviva y Fígaro, está descrito en el primer acto de la obra, donde el barbero interpreta su famosa Largo al factotum, una de las piezas más conocidas y tarareadas de la historia de la ópera.
La cavatina con que Fígaro se presenta en El barbero de Sevilla está interpretada por una de las voces con más oficio de nuestros días, la del barítono Leo Nucci, acompañado por Raúl Giménez como el Conde de Almaviva y dirigidos por Maurizio Barbacini en una representación que se llevó a cabo en el Teatro Regio di Parma.
Situada en Sevilla, narra la trama que realiza el Conde de Almaviva para conseguir el amor de Rossina y arrebatársela a su tutor Bartolo, que la pretende, pero de quien ella no está enamorada. En su camino se encuentra con un antiguo sirviente suyo, Fígaro, el barbero de Sevilla, una persona que, además de cuidar de barbas y pelucas, entiende de todos los negocios y recados. El reencuentro entre Almaviva y Fígaro, está descrito en el primer acto de la obra, donde el barbero interpreta su famosa Largo al factotum, una de las piezas más conocidas y tarareadas de la historia de la ópera.
La importancia de la obra de Cervantes reside, entre otras muchas razones, en la creación de unos personajes que han influido en muchos autores para inspirarse en la creación de tipos que intenten representar el universo que retratan desde dos ópticas distintas, la del protagonista y su acompañante, intercambiando puntos de vista que ayuden a configurar la creación del escenario en que se desarrolla.
Charles Dickens afirmó en diversas ocasiones la influencia que El Quijote tuvo en su vida y su obra. En la primera de sus novelas por entregas, la que le dio la popularidad y el reconocimiento que no abandonaría a lo largo de su carrera, Los papeles póstumos del Club Pickwick, hay un homenaje, un reconocimiento y un recurso expresivo que comienza a utilizar como personaje habitual a partir del capítulo XII: A la figura del protagonista Samuel Pickwick, un personaje decididamente quijotesco en su tipología, le contrapone la figura de su ayudante, un criado que se va adueñando de la obra con su gracia espontánea y su viva inteligencia desprovista de cultura. El personaje de Sam Weller, con un lenguaje muy característico, el llamado cockhey, el inglés popular de la clase urbana baja londinense, hizo aumentar de forma considerable las ventas del Evening Chronicle que pasaron de los cuatrocientos ejemplares a los cuarenta mil, uno de los más sorprendentes éxitos editoriales de la historia de las novelas por entregas. Dickens introdujo al personaje en el capítulo X, pero los comentarios recibidos, las cartas que los lectores habituales enviaban al periódico, le hicieron caer en la cuenta que el personaje tenía recorrido en la novela, por lo que lo introdujo de forma definitiva un par de capítulos más tarde.
La primera vez que aparece en la novela lo hace como criado en una vieja posada y ya aparecen la frescura y espontaneidad de su lenguaje y sus ingeniosas comparaciones que sirven de contrapunto a la seriedad con que Mr. Pickwick y sus compañeros de club recorren la geografía inglesa en busca de aventuras, como si de británicos quijotes se tratara.
Una relación peculiar es la que se establece en La flauta mágica de Mozart entre el protagonista Tamino, exótico príncipe de un lejano reino y el más feliz de los hombres desdichados o el más desdichado de los hombres felices, Papageno, el pajarero, un personaje aún más simple y natural, feliz cuando tiene cubiertas sus necesidades físicas, pero que carece de la compañía de una Papagena que alegre su vida.
Pajarero para la Reina de la Noche a quien surte de aves a cambio de comida con tres damas que hacen de intermediarias, Papageno es decididamente simpático, pusilánime, simple y cobarde. Su encuentro casual con Tamino, que está inconsciente desde que fue atacado por una especie de dragón, al que dice que él ha sido quien ha acabado con el monstruoso animal, marca el inicio de la relación entre ambos. Como castigo por haber mentido, las tres damas tapan la boca a Papageno que comienza a cantar, sin poder pronunciar palabra alguna, un delicioso quinteto junto con Tamino y las tres damas. En él se comienza a desarrollar la trama con la entrega de la flauta mágica a Tamino, unas campanillas con poderes especiales a Papageno y el encargo de enfrentarse a quien creen malvado Sarastro, hasta finalizar el quinteto con el Auf wiedersehen (adiós) con el que se separan.
Anton Scharinger en el papel de Papageno, el tenor polaco Piort Beczala y Martina Janková, Irene Friedli y Ursula Ferri interpretan este quinteto Hm, hm, hm en una producción con un decorado del periodo más clásico, bajo la dirección de Franz Welser-Most en la Opernhaus de Zurich de 2000.
Cuando Arthur Conan Doyle pensó escribir novelas de corte policíaco, inspirado sin duda por La Piedra Lunar, la obra de Wilkie Colins que se considera la primera obra policial tal como hoy la entendemos, ideó un investigador con un método deductivo que, con el tiempo, se ha llegado a convertir en el más famoso y espectacular detective de ficción. En el diseño de las historias incluyó un ayudante, en este caso su amigo el Doctor Watson con un doble papel. Por un lado sería el narrador de las historias, quien hará de riguroso cronista de los hechos y deducciones del protagonista. Por otra parte, Watson nos representa a los lectores, asume el papel de admirado espectador que se sorprende constantemente con las dotes deductivas del detective. E este caso, el papel del acompañante del protagonista ha pasado de escudero, criado o factotum al de sorprendido acompañante.
Tras la novela que inicia el Ciclo Holmesiano, El cuarto escarlata, Conan Doyle llegó a publicar varias entregas más con los casos más sobresalientes del detective y su ayudante. La frase "Elemental, querido Watson" es una de las más conocidas del mundo literario detectivesco y forma parte de nuestro acervo cultural.
En Las aventuras de Sherlock Holmes, Watson, que ha contraído matrimonio y se ha alejado de la compañía del detective realiza una visita a la casa del 221B de Baker Street, donde es recibido por su antiguo compañero de vivienda, quien no deja de utilizar las dotes que le han hecho famoso.
Ilustración original de Sidney Paget para The Strand Magazine |
Las relaciones entre estos personajes se configuran como asimétricas, en cuanto que uno de ellos protagoniza la obra, a la vez que son complementarias, puesto que entre ambos ayudan a configurar el universo creado por el autor. Es de nuevo, la teoría de la dualidad, del yin y el yang, las dos caras de la misma moneda: lo elevado y lo cotidiano, lo culto frente a la sabiduría popular, la razón ante la admiración y el asombro.
Mas no siempre es fluida y cordial la relación entre ambos personajes protagonistas. Para terminar este encuentro entre parejas de personajes nos acercamos a la continuación de El barbero de Sevilla y la rabia que Fígaro siente por su patrón.
Enmarcada en una trilogía de obras, Beaumarchais escribió la continuación de la primera de sus comedias con Las bodas de Fígaro y La madre culpable. La segunda parte fue llevada a la ópera por Mozart con el mismo título: La nozze di Figaro. Así nos encontramos con el curioso hecho de que la segunda parte fue estrenada, nada más y nada menos que treinta años antes que la ópera de Rossini. Los personajes son los mismos, pero en la obra de Mozart, las relaciones son diferentes. El Conde de Almaviva, enamorado en la primera parte de Rossina, se muestra en esta continuación como un despótico noble que abusa constantemente de su poder, en especial el de seducción. Con tal crítica a los privilegios de la aristocracia y la nobleza Beaumarchais tuvo que sortear la censura durante varios años antes del estreno teatral, de la misma forma que Wolfgang Amadeus Mozart y su libretista Da Ponte tuvieron que sortear obstáculos para su estreno vienés.
Almaviva pretende, entre otras, a Susana, la prometida de Fígaro, quien al enterarse trama una situación, muy en su estilo, para vengarse de su patrón y hacer que éste vuelva sus ojos e intereses a su esposa. Finalizamos este repaso a personajes que se acompañan con el aria Se vuol ballare, signor contino (Si deseáis bailar, señor conde) que canta Fígaro cuando Susana le advierte de las poco nobles pretensiones del Conde.
El barítono galés Bryn Terfel interpreta el aria en el Metropolitan Opera House de New York en una versión de 1998.
¿Qué otras parejas de protagonistas recuerdas? ¿Cuáles propones para otra ocasión?
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Bibliografía consultada:
- Cervantes, Miguel. El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
- Conan Doyle, Ahrthur. Las aventuras de Sherlock Holmes. Según The Adventures of Sherlock Holmes (1892).
- Dickens, Charles. Los papeles póstumos del Club Pickwick. Según The Posthumous Papers of the Pickwick Club. Traducción: José María Valverde
- Batta, András. Ópera. Compositores. Obras. Intérpretes. Ed. Könemann
Páginas web consultadas:
- https://listas.20minutos.es/lista/parejas-famosas-de-la-historia-y-la-literatura-coleccion-yupicromos-ortiz-ano-1976-76671/
- https://es.wikipedia.org/wiki/El_barbero_de_Sevilla_(teatro)leo
Hola Miguel,
ResponderEliminarEncomiable esta entrada, me has hecho rememorar mis lecturas clásicas cuando era adolescente, empecé leyendo a los clásicos en el instituto en cuanto a literatura culta. El Quijote es una crítica a los novelas de caballería pero es mucho mas, porque Cervantes lo critica desde una óptica satírica y caricaturesca, utilizando la parodia, con una connotación muy alejada de la seriedad y el criterio didáctico con que lo hizo Erasmo de Rotterdam y todos los miembros de su escolástica, los erasmistas. En el fragmento que has puesto, tan hilarante, me he reído sanamente de la locuras de la iniciación de don Quijote quien arrastra de forma absurda a su escudero, Sancho. El fragmento es un trazo de ingenio brillante y a contracorriente, como toda la novela, por supuesto.
En las bodas de Fígaro he podido recordar una pieza magistral. El alcahuete Figaro es un personaje sobradamente conocido y lo cierto es que la calidad de la pieza que muestras, aparte de popular, es indescriptible, hay que escucharla y sentirla para determinar lo grandioso de su audio.
Mozart, por su parte, en la segunda parte (estrenada treinta años antes que la obra de Rossini -curioso este dato- cambia las relaciones y el significado aunque los personajes sean los mismos. Del tono burlón de Rossini pasamos a la crítica social hacia el clasismo, opera más severa y comprometida, a mi modo de ver. Sin embargo, aunque me gusta la versión de Mozart me quedo con El Barbero de Sevilla.
He de reconocer que no he leído a Arthur Conan Doyle, aunque sean archiconocidos sus personajes detestivescos, y no conocía los personajes de Samuel Pickwick y su criado. Me ha sonado enseguida el Club Pickwick por el subtítulo de tu blog.
Me ha encantado el post, como siempre, una gran labor de análisis y comparativa de elementos. Excelente trabajo.
Un abrazo
Gracias por tu comentario, Marisa.
EliminarLa importancia de El Quijote no solo estriba en su crítica a los libros de caballería y a la sociedad, los retratos de los personajes o el nuevo tratamiento que da a la novela. Ha influido en el desarrollo de las obras siguientes y, en muchos casos en la creación de parejas de protagonistas y acompañantes.
Mozart y Rossini compusieron sus obras a partir de las teatrales de Beaumarchais, logrando auténticas obras maestras distintas entre sí, pero inigualables.
Un abrazo :-)