Queremos controlar la naturaleza y todo el planeta. En nuestro afán por ser el centro del universo, los seres humanos nos hemos propuesto y hecho a la idea de dominar todo lo que nos rodea. Independientemente de que la ciencia avance y busque ganar una batalla que, de inicio parece que tiene perdida, nos hemos hecho a la idea de que dominamos cuando nos rodea.
Incluso pretendemos dominar y hacer funcionar a nuestro antojo la meteorología.
En nuestros hogares, muchos lugares de trabajo, los edificios públicos o nuestros vehículos queremos tener total control sobre la temperatura, evitando las ardientes temperaturas del estío o los fríos descensos de los inviernos. Nos desespera cuando en las vacaciones, los fines de semana o los momentos de descanso no está la meteorología según nuestros deseos. La economía y muchas de nuestras costumbres tienen una alta dependencia de las condiciones meteorológicas.
La duda de si 22 o 24 grados en el aire acondicionado, las ventanas cerradas para que no entren corrientes de aire y evitar las distintas alergias, utilizar los vehículos al menor indicio de lluvia son algunos de los argumentos que reafirman que no nos encontramos cómodos y deseamos controlar la naturaleza y la meteorología.
Atrás quedaron los tiempos en que las casas utilizaban las ventanas para dirigir las corrientes de aire y refrescar la temperatura, en pueblos y barrios se montaban tertulias en las puertas de las casas al frescor de las noches del estío o se soportaban con estoico esfuerzo las temperaturas extremas.
El aire, los cambios en su corriente, el placer de disfrutar una brisa agradable, sentir cómo la brisa refresca el cuerpo, notarlo en la piel son sensaciones que vamos perdiendo conforme nos habituamos al sentimiento de dominio sobre la meteorología.
Te propongo un paseo junto a la brisa, un recorrido por y entre el aire que nos tonifica y produce sensaciones placenteras en compañía de Pablo Neruda, Octavio Paz, Mozart o Monteverdi entre otros autores. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
La primera mirada viene de la inquieta pluma de Octavio Paz. El escritor mexicano diplomático, ensayista y poeta, uno de los más grandes promovedores de la cultura en su país y el ámbito hispanohablante, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1990 nos acerca a la brisa con uno de sus poemas.
En El viento, Paz nos recrea el aspecto más lúdico y amable con un viento que mueve las ramas, alegra y hace vibrar la naturaleza llenando con los efectos que produce, pese a su invisibilidad, el espacio.
Incluso pretendemos dominar y hacer funcionar a nuestro antojo la meteorología.
En nuestros hogares, muchos lugares de trabajo, los edificios públicos o nuestros vehículos queremos tener total control sobre la temperatura, evitando las ardientes temperaturas del estío o los fríos descensos de los inviernos. Nos desespera cuando en las vacaciones, los fines de semana o los momentos de descanso no está la meteorología según nuestros deseos. La economía y muchas de nuestras costumbres tienen una alta dependencia de las condiciones meteorológicas.
La duda de si 22 o 24 grados en el aire acondicionado, las ventanas cerradas para que no entren corrientes de aire y evitar las distintas alergias, utilizar los vehículos al menor indicio de lluvia son algunos de los argumentos que reafirman que no nos encontramos cómodos y deseamos controlar la naturaleza y la meteorología.
Atrás quedaron los tiempos en que las casas utilizaban las ventanas para dirigir las corrientes de aire y refrescar la temperatura, en pueblos y barrios se montaban tertulias en las puertas de las casas al frescor de las noches del estío o se soportaban con estoico esfuerzo las temperaturas extremas.
El aire, los cambios en su corriente, el placer de disfrutar una brisa agradable, sentir cómo la brisa refresca el cuerpo, notarlo en la piel son sensaciones que vamos perdiendo conforme nos habituamos al sentimiento de dominio sobre la meteorología.
Te propongo un paseo junto a la brisa, un recorrido por y entre el aire que nos tonifica y produce sensaciones placenteras en compañía de Pablo Neruda, Octavio Paz, Mozart o Monteverdi entre otros autores. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
La primera mirada viene de la inquieta pluma de Octavio Paz. El escritor mexicano diplomático, ensayista y poeta, uno de los más grandes promovedores de la cultura en su país y el ámbito hispanohablante, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1990 nos acerca a la brisa con uno de sus poemas.
En El viento, Paz nos recrea el aspecto más lúdico y amable con un viento que mueve las ramas, alegra y hace vibrar la naturaleza llenando con los efectos que produce, pese a su invisibilidad, el espacio.
En La Nozze de Figaro (Las bodas de Fígaro) de Wolfgang Amadeus Mozart la Condesa de Almaviva, enterada de que su esposo hace proposiciones a su criada Susana, la prometida de Fígaro, trama con ésta una cita para desenmascararlo. Con esta trama, tan propia de la obra teatral de Beaumarchais, el libreto de Da Ponte y la maestría de Mozart nos encontramos con un pequeño dúo, un Duetto delicioso entre la Condesa y Susana en el que escriben una carta para la cita nocturna basada en un aria, Che soave zeffiretto (Qué suave céfiro). Este duetto es uno de los más dulces y delicados escritos para voces femeninas y se incluye en un intercambio de confidencias que señora y criada utilizan para urdir la escritura de una carta para enredar y dejar en evidencia la infidelidad del conde.
Las referencias al céfiro, esa brisa del oeste amable y agradable, centran la pieza con la intervención de las cuerdas acompañadas por el oboe y el fagot. En su inicio la Condesa dicta a Susana el título y la breve carta que debe escribir de su puño y letra, ésta la repite en voz alta, mientras que en la continuación ambas leen alternativamente lo escrito, finalizando al unísono.
La interpretación de Che soave zeffiretto corresponde a una representación que se llevó a cabo en el Teatro alla Scala de Milán en 2016 con las sopranos Diana Damrau como la Condesa y Golda Schultz como Susanna bajo la dirección musical de Franz Welser-Möst.
Este duetto ha sido utilizado para una escena de la película The Shawshank Redemption (Cadena perpetua) de Frank Darabont y protagonizada por Tim Robbins y Morgan Freeman. Como muestra la escena, la capacidad para disfrutar de la música está más allá del conocimiento de lo que se canta y se halla en la sensibilidad de quien la escucha.
Las referencias al céfiro, esa brisa del oeste amable y agradable, centran la pieza con la intervención de las cuerdas acompañadas por el oboe y el fagot. En su inicio la Condesa dicta a Susana el título y la breve carta que debe escribir de su puño y letra, ésta la repite en voz alta, mientras que en la continuación ambas leen alternativamente lo escrito, finalizando al unísono.
La interpretación de Che soave zeffiretto corresponde a una representación que se llevó a cabo en el Teatro alla Scala de Milán en 2016 con las sopranos Diana Damrau como la Condesa y Golda Schultz como Susanna bajo la dirección musical de Franz Welser-Möst.
Este duetto ha sido utilizado para una escena de la película The Shawshank Redemption (Cadena perpetua) de Frank Darabont y protagonizada por Tim Robbins y Morgan Freeman. Como muestra la escena, la capacidad para disfrutar de la música está más allá del conocimiento de lo que se canta y se halla en la sensibilidad de quien la escucha.
Esta brisa, entró a formar parte de las mitos que volvieron a la Italia renacentista. Céfiro, el viento del oeste, hermano de Boreas, viento del norte, ambos hijos de Eolo y Aurora vive en Tracia con la ninfa Cloris, diosa de las flores de cuya unión se engendró a Carpos que representa a los frutos. Ottavio Rinuccini, uno de los miembros de la Accademia Fiorentina y autor del libreto de la desaparecida Dafne de Jacopo Peri, la primera composición a la que se pudo llamar ópera de la historia, compuso un Soneto con la visión más apacible y amable de Céfiro, una brisa suave que renueva y verdea los campos tras el invierno y hace surgir el amor en el corazón de los amantes.
Claudio Monteverdi, el inolvidable compositor de L'Orfeo, la primera ópera que ha llegado a nuestros días, consolidó la seconda prattica, una nueva corriente que superaba a la Prattica de Palestrina ya que prescindía de la polifonía para escribir los textos sobre una o dos melodías acompañadas de un bajo continuo. Así, se equilibraba la relación entre texto y melodía, se incidía en el tema sentimental o puramente descriptivo y se acercaba más la expresividad a la historia.
Estas ideas las fue publicando en sus libros de madrigales, desarrollando simultáneamente la teoría junto a sus composiciones. En su Noveno libro de madrigales musicó el citado soneto de Rinuccini.
Monteverdi compuso Zefiro Torna, oh di soavi accenti, por primera vez para dos tenores y bajo continuo en forma de ciaccona. En el enlace podemos escuchar una interpertación de la soprano Núria Rial y el contratenor Philippe Jaroussky con L'Arpeggiata Ensemble, la agrupación dirigida por Christina Pluhar.
Claudio Monteverdi, el inolvidable compositor de L'Orfeo, la primera ópera que ha llegado a nuestros días, consolidó la seconda prattica, una nueva corriente que superaba a la Prattica de Palestrina ya que prescindía de la polifonía para escribir los textos sobre una o dos melodías acompañadas de un bajo continuo. Así, se equilibraba la relación entre texto y melodía, se incidía en el tema sentimental o puramente descriptivo y se acercaba más la expresividad a la historia.
Estas ideas las fue publicando en sus libros de madrigales, desarrollando simultáneamente la teoría junto a sus composiciones. En su Noveno libro de madrigales musicó el citado soneto de Rinuccini.
Monteverdi compuso Zefiro Torna, oh di soavi accenti, por primera vez para dos tenores y bajo continuo en forma de ciaccona. En el enlace podemos escuchar una interpertación de la soprano Núria Rial y el contratenor Philippe Jaroussky con L'Arpeggiata Ensemble, la agrupación dirigida por Christina Pluhar.
El sentido y el significado del viento cambia en el poema de Pablo Neruda Viento en la isla correspondiente al libro Los versos del capitán, publicado anonimamente en 1952 y del que tratamos en el blog en Pasión y seducción con Neruda y Mozart.
Neruda dividió el libro en varios apartados: El amor, El deseo, Las furias, Las vidas. Al primero de ellos pertenece este poema. Escrito durante su estancia en la isla de Capri mientras aún estaba casado, es una mezcla de elementos de la naturaleza, furtiva pasión amorosa y miedo al abandono. Las referencias al viento, junto con el mar, la tierra o la lluvia, indican la relación prohibida que el poeta mantiene en la isla, marcada por la duda de si esta estancia y la pasión que conlleva no será pronto un recuerdo. Esta incertidumbre desaparece mediado el poema, abandonándose al amor en la noche. Mientras el viento y las olas se desencadenan, los amantes se abrazan y descansan.
Para finalizar, volvemos al apacible duetto de La nozze di Figaro en una interpretación con dos grandes cantantes que han brillado en los últimos años. Renee Fleming y Cecilia Bartoli interpretaron este dúo en 1998 en el Metropolitan Opera House, el Met de Nueva York bajo la dirección de su director de tantos años James Levine. La grabación presenta los subtítulos en castellano.
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Páginas web interesantes:
- https://es.wikipedia.org/wiki/Sull%27aria..._che_soave_zeffiretto
- https://loff.it/archivos/zefiro-torna-oh-di-soavi-accenti-claudio-monteverdi-238627/
- https://elpais.com/cultura/2015/07/07/babelia/1436278234_749351.html
... Y viento también intentar hacer poder. De Neruda pocos poemas he ido a leer pero siempre queddo más intrigada sobre lo que realmente siento y lo que debería. Tus escritos siempre me producen reflexión como por ejemplo, si todo ha de ser libre, en este caso, porqué buscamos la comodidad. Es el ciudadano el que se somete a lo que le ofrecen o es la fuerza mayor o el estado el que le somete a una vida de placer¿? y no está uno libre de elección sobre lo que deseamos? Cómo dato aunque sé que no debería decirlo aquí en el sur suelen subir extremadamente las temperaturas y hasta llegada la tarde no pongo el aire acondicionado. pasadas cuatro horas lo apago. Trato que se mantenga el frío. pero parece que el calor es tal que llegados ya las tardes noches para almenos aliviar el bochorno, tengo que tener un rato el aire. He elegido la comodidad pero en 24 horas que tiene el día menos de 8 he puesto el aire. (Ya no solo por el consumo) Quizás lo difícil es no caer en desmayo por un golpe de calor pero recuerdo un verano en el que solo con duchas frias lo pasamos mi pareja actual y yo. Hay que vivir como si no se tuvieran esas necesidades. Y hablando de viento, todas son bonitas las que has presentado. Un gran saludo, sé que me enrollo como una persiana pero es que a veces me pasa que por no explicar exactamente lo que pasa por mi mente, la persona no me entiende o eso creo. jeje Genial la entrada.
ResponderEliminarHola Keren.
EliminarGracias por tus comentarios.
Sugieres algunas cosas interesantes. La búsqueda de la comodidad, ¿surge de nosotros o es una imposición del estado del bienestar?
Los que vivimos en el sur estamos condicionados por las altas temperaturas constantes en verano contra las que es complicado luchar. Aprovechemos la brisa que nos refresca en la noche o sintámosnos viajeros y libres como el aire.
Un abrazo :-)