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Aquellos Magos de Oriente

El tiempo de Navidad finaliza con la celebración de la festividad de la Epifanía y la llegada de los Reyes Magos, una fecha cargada de ilusión y sueños en la que los más pequeños son los protagonistas.
Te invito a compartir reflexiones y miradas relacionadas con una de las tradiciones más propias de nuestra cultura: la festividad de los Reyes Magos. Nos acompañan Unamuno, Echegaray, Respighi y Richard Strauss. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Posiblemente la representación más antigua de los Reyes Magos es esta de la Capilla griega de la catacumba de Priscilla en Roma, alrededor del siglo II.


La primera mirada a la celebración de la tradición de los Reyes Magos viene de la pluma de Miguel de Unamuno. Fillósofo, profesor universitario y rector de la Universidad de Salamanca, escritor de obras que van del ensayo al teatro, la novela o la poesía, Unamuno es uno de los intelectuales más notables del cambio de siglo y el primer tercio del XX, posiblemente la personalidad que mejor representó e influyó en la Generación del 98
Pensador complejo, su obra se mueve entre puntos contradictorios a lo largo del tiempo, desde lo nacional a lo europeo; su racionalismo y su necesidad de la creencia en un Dios superior; sus ideas políticas cercanas a las posturas socialistas y su decepción con la política; sus destierros forzados o voluntarios. Su pensamiento gira sobre el pesimismo que caracterizó a esa su Generación del 98 con obras como Me duele España, Del sentimiento trágico de la vida u obras narrativas (nivelas como él las llamó) como Niebla o San Manuel Bueno Mártir. 

Mosaico en San Apolinar el Nuevo de Rávena, anterior a la tradición según la cual Baltasar es un rey negro.
Entre 1928 y 1936 (el último está fechado el 28 de diciembre de ese año, tres días antes de fallecer) fue escribiendo una serie de poemas que quedaron inéditos hasta 1953 donde fueron recogidos en el libro Cancionero. En Agranda la puerta, padre, Unamuno reflexiona, sin mencionar esta celebración tradicional, sobre la inocencia necesaria y la mirada infantil a la que debemos acercarnos para renovar y compartir momentos como estos.



No es la primera vez que traemos obras de Richard Strauss a este blog. Ya pudimos disfrutar en varias ocasiones de sus óperas El caballero de la Rosa y La mujer sin sombra y en el ciclo de lieder que marcó su despedida tanto vital como musical, las Cuatro últimas canciones. Si deseas recordarlas basta con pulsar en la columna de la derecha en Etiquetas sobre su nombre. 
En otro de sus ciclos de lieder opus 56, Strauss pone música a seis poemas de autores como Goethe, Karl Henckell, Conrad Ferdinand Meyer y Heinrich Heine.
El último lied de esta colección compuesta entre 1903 y 1906 es Die heiligen drei Könige aus Morgenland (Los tres Reyes Magos de Oriente), una canción para soprano y piano que años más tarde orquestó para la cantante Elisabeth Schumann, que había coincidido con el compositor al interpretar los papeles de Sophie y Octavian, ambos de Der Rosenkavalier en 1911 y 1912.



El personal estilo musical de Richard Strauss, con la brillante orquestación tan característica del compositor alemán queda reflejada en esta interpretación del poema de Heine. La sutileza y el colorido que imprime a la música, los cambios en los matices desde el pianísimo al forte que marca el clímax de la pieza y que comienza con el final del último verso de la segunda estrofa (lieblich und heiter) y sigue creciendo cuando finaliza el texto, en una extensión de la alegría que pasa de los protagonistas a los oyentes como receptores de la noticia, nos hacen participar de esta música de una manera especial.
La interpretación sirve como homenaje a la soprano Jessye Norman que nos abandonó en 2019. Aunque la grabación deja mucho que desear, es una interpretación que nos deja adivinar la fuerza vocal, la energía y las matizaciones de la Norman en una canción en la que cambia sutilmente la voz cuando pronuncia las palabras con que los Reyes Magos interpelan a quienes encuentran. La música de Strauss es delicadamente interpretada por la New York Philharmonic dirigida por Kurt Masur. Todo un lujo pese al ruido.
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Alternando su vida entre las ciencias y las letras, entre la ingeniería y el teatro, entre su labor como ministro y la literatura, José de Echegaray es el primer Premio Nobel de Literatura español. Se trata de un galardón que fue recibido en nuestro país de forma polémica por muchos escritores que veían poco merito en la obra de Echegaray en comparación con otras obras que entendían más prestigiosas, como algunos de los componentes de la Generación del 98.



Una pequeña obra, casi como sin terminar, como en un boceto, nos acerca a una de esas historias de los Reyes Magos que tanto han abundado en nuestra cultura popular. En Don Melchor y los Reyes Magos, Echegaray establece el marco, el lugar, los personajes y el escenario donde se desarrollará la historia. Una narración que sigue los estereotipos propios y que puedes descargar aquí: Don Melchor y los Reyes Magos, ya que está libre de derechos de autor y ocupa apenas una decena de páginas. 
Tras realizar un bosquejo donde sitúa a los personajes, Echegaray pasa a describir a los tres protagonistas.



Natural de Bolonia, Ottorino Respighi vivió a caballo entre los siglos XIX y XX, coincidiendo sus años de vida prácticamente con Unamuno. Cuando en 1900 consiguió la plaza de violín principal en la orquesta del Teatro Imperial Ruso de San Petesburgo conoció a Rimsky-Korsakov, un compositor a quien admiraba y con quien estuvo estudiando orquestación durante los meses que duró su etapa en Rusia y que lo marcaron definitivamente. 
Sus obras composiciones van desde la ópera al ballet, pasando por la música orquestal y vocal. Podemos destacar entre sus óperas Semirama, La bella addormentata nel bosco o La Fiamma; entre su ballets, La boutique fantastique o Scherzo Veneziano.
De su música para orquesta, de la que obtiene brillantes composiciones, nos trae en esta ocasión su Trittico Botticelliano (Tríptico de Botticelli), una obra de 1927 en tres movimientos inspirados por obras del pintor renacentista Sandro Botticcelli que se encuentran en la galería de los Uffizi de Florencia: La Primavera, L'adorazione dei Magi (La adoración de los magos) y La nascita di Venere (El nacimiento de Venus).
El segundo movimiento, dedicado a La adoración de los Magos obra pintada alrededor de 1475, es un andante lento. En el enlace está interpretado por L'Orchestre Symphonique de Laval con la dirección de Alain Trudel y pertenece al disco Ottorino Respighi - Il Tramonto, apareciendo el cuadro de Botticelli en el que está inspirado.



Contemplando la pintura podemos apreciar que el pintor no tiene intención de representar una pintura realista, sino que en ella ha colocado una serie de mensajes y símbolos. Aparecen los mecenas florentinos Cósimo, su hijo Giovanni y su nieto Giuliano, todos de la familia Médici. En el extremo inferior derecho el propio artista se retrata mirando entre divertido y socarrón al espectador. 
Respighi comienza con una música con matices orientales en forma de una tranquila marcha tras la que evoca antiguos villancicos italianos como Veni, veni, Emmanuel o Bambino divino, mientras continúa con su tranquila orquestación.



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