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¡Feliz día del ballet!

El baile es la música hecha visible
George Balanchine

El ballet es una de las manifestaciones artísticas y culturales más ampliamente reconocidas en todo el mundo. Como sabemos, se trata de una danza de tipo clásico que se desarrolla para narrar una historia sobre un escenario a través de la música y el movimiento corporal a partir de intervenciones en grupo más o menos numeroso, a través de dúos, tríos o cuartetos, o bien individualmente.
Como otras muchas expresiones artísticas, tiene también su memoria, homenaje y celebración en un Día Mundial del Ballet, aunque, por razones que no vienen al caso, se celebran en distintos días. El 19 de octubre de 2014 se celebró el primer #WorldBalletDay, aunque también se celebra anualmente el 2 de noviembre e incluso el 26 de julio.
Aquella primera celebración el 19 de octubre de 2014 contó con la unión de cinco de los grandes escenarios de ballets del mundo, quienes difundieron una serie de actuaciones y celebraciones a través de las redes, que aún se pueden presenciar en Youtube. Estos coliseos del ballet fueron:

            The Royal Ballet de Londres.
            The Asustralian Ballet de Melbourne.
            El Bolshoi Baller de Moscú.
            The San Francisco Ballet de la ciudad californiana.
            The National Ballet de Toronto

Pese a que su nacimiento y nombre provienen de Italia -ballet es un apócope de balleto, diminutivo de balle- su desarrollo y expansión se produjo en Francia, donde llegó gracias a la influencia de Catalina de Médicis, esposa de Enrique II y madre y regente de Francisco II. Más adelante, fue gracias a Luis XIV y Jean Baptiste Lully, de quienes tratamos en El baile del Rey Sol, como llegó a adoptar la terminología e influencia con que se extendió por toda nuestra cultura. 
El cine también se ha hecho eco de las historias que suceden en un mundo tan particular como el del ballet. No podemos dejar de recordar algunas como:

-El documental de Ralph Fiennes El bailarín (2019), sobre el momento en que Rudolf Nureyev abandonó el ballet Kirov y pidió asilo político.
-El cisne negro de Darren Aronofsky (2010), protagonizada por Natalie Portman, sobre una bailarina de una compañía de ballet neoyorkina y las presiones y rivalidades a las que se encuentra sometida.
-Billy Elliot (2000), de Stephen Daldry, sobre el pequeño que muestra una enorme pasión y habilidad para el ballet en un entorno hostil repleto de prejuicios.
-Ballerina (2006), de Bertrand Normand, un documental sobre la vida cotidiana de cinco bailarinas rusas en diversos momentos de sus carreras.
-Tiny Pretty Things (2020), una serie de Netflix centrada en una academia de baile de Chicago y las rivalidades y competitividad entre tres de sus bailarinas.

Sea cuando sea la fecha en que se celebre el Día Mundial del Ballet, cualquier momento es bueno para tenerlo presente y disfrutar de él.
Te propongo una mirada hacia este arte en la celebración del Día Mundial del Ballet o cualquier otro momento, con textos y músicas que nos acercan a figuras como Nijinsky, IsadoraDuncan o Nureyev y música de Tchaikovsky y Khachaturian. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere! 

Teatro de la Maestranza de Sevilla. Saludos tras El lago de los cisnes
Centrándonos en el ballet y el placer de acercarnos a este arte y disfrutarlo, en esta publicación nos acercaremos a tres grandes figuras del siglo XX desde el punto de vista literario, acompañados por diversas grabaciones de interpretaciones, tengan o no relación con los ellos, 
Dentro de las grandes figuras míticas del ballet nos encontramos con Vaslav Nijinsky, el gran bailarín y coreógrafo ruso que conmocionó y revolucionó el mundo del ballet clásico desde su participación en los Ballets Rusos de Sergei Diaghilev en las primeras décadas del siglo XX y del que tratamos en Las dos muertes de Nijinsky.


La importancia de una figura y una personalidad como la suya no podemos apreciarla a través de ningún tipo de imagen o grabación, ya que no existía la posibilidad de realizarlas en su tiempo. 
Será el polifacético psiquiatra y escritor Juan Antonio Vallejo-Nágera, quien trate de la importancia de Nijinsky en el mundo del ballet contemporáneo, gracias al estudio de su enfermedad que realizó en esa joya que es su libro Locos egregios.
Tras analizar y desglosar los últimos años de Nijinsky en medio de su enfermedad mental, Vallejo-Nágera finaliza su trabajo sobre el bailarín ruso con una reflexión sobre su importancia y valor dentro del mundo del ballet. 


La música está tan extendida, especialmente la que posee la cualidad de la calidad o de la popularidad, que hay muchas músicas que se han difundido en multitud de medios e identificamos, aunque no conozcamos su nombre o de qué obra proceden.


Posiblemente la música que nos acompaña a continuación sea de esas melodías que hemos oído en alguna ocasión y no identificamos.
Se trata del Adagio del Acto III del ballet Spartacus de Aram Khachaturian, sin duda, la pieza más conocida de esta obra y, posiblemente, de su autor junto con la vertiginosa Danza del Sable de su ballet Gayaneh.
La melodía principal, que comienza en el viento madera, va creciendo hasta alcanzar su clímax en el tutti orquestal donde está desarrollado por las cuerdas. 
Nina Kaptsova en el rol de Phrigia y Carlos Acosta como Spartacus interpretan este sentido adagio a dúo en una producción del Ballet del Teatro Bolshoi de Moscú, con coreografía de Yuri Grigorivich y que se representó en el Palais Garnier de París en 2008 con la Orchestre Colonne bajo la dirección musical de Pavel klinichev.


La tercera mirada hacia el ballet, y la danza en general en esta ocasión, procede de otra de las figuras míticas de las primeras décadas del pasado siglo, una bailarina que rompió moldes traspasando las fronteras del ballet clásico para llegar a un ballet cercano al expresionismo que crecía en la época y a la búsqueda de la libertad de movimientos.
Estadounidense de nacimiento, Isadora Duncan, mostró su arte por todo el mundo, inspirándose en los ideales griegos de la antigüedad en la búsqueda de formas más naturales para los movimientos y la expresión del cuerpo humano para transmitir las emociones.
Su idea de fundar una escuela para transmitir sus conocimientos con los niños que se iniciaban en el ballet y la danza no tuvo éxito, por lo que decidió en 1921 decidió aceptar tras recibir un telegrama con una oferta: «El gobierno de los Soviets es el único que puede comprenderla. Venga a nosotros. Haremos su escuela». La Duncan aceptó con la única condición de disponer de un estudio y el dinero necesario para su trabajo. Después de una vida tan libre como sus ideas sobre la música y la danza, se casó con el poeta ruso Sergei Essenin
Tras recorrer juntos Europa y Estados Unidos, regresaron a la Unión Soviética donde se separaron a causa de la violencia del poeta, sumido en el alcoholismo. La incapacidad del gobierno soviético para proporcionarle las condiciones que pedía para su proyecto hizo que regresara a Francia, instalándose en Niza. Un impensable y estúpido accidente de tráfico, al enredarse su larga bufanda en la rueda del automóvil descapotable en el que viajaba, acabó con su vida en 1927.


Nacido en Atenas, donde su padre ejercía como ingeniero ferroviario, con el nombre de Andrea y hermano del pintor Giorgio de Chirico, tomó el nombre artístico de Alberto Savinio dedicándose también a la pintura y la literatura.
Savinio desarrolla en Contad, hombres, vuestra historia, un libro publicado en 1942, una serie de apuntes biográficos sobre algunos personajes que van desde Nostradamus a Julio Verne, pasando por Antonio Sradivarius, Carlo Collodi o la propia Isadora Duncan, a los que muestra con su mirada fina y perspicaz. 
El texto que nos acompaña se centra en el descubrimiento del centro de los movimientos a partir de algunos textos de la propia Isadora y los insospechados maestros de danza que la inspiraron en su aprendizaje.


Cambiando de registro hacia un ballet mucho más clásico, nos acercamos a uno de los más representados de todos los tiempos, El Cascanueces de Tchaikovsky. En esta ocasión se acerca más a la exhibición que a la narración de una historia. Elena Petrichenko y Sergey Chumakov forman el AcroDuoBallet, que, tal como su nombre indica, está más cerca de lo acrobático, lo circense o la gimnasia, del control de toda la musculatura corporal que del servicio a la historia que se narra.
La grabación muestra una coreografía creada por los propios intérpretes y realizada dentro del Batic Ballet Festival de Riga con la orquesta del Royal Opera House londinense bajo la dirección de Ernest Ansermet. La lentitud de la Danza Árabe de El Cascanueces se puede apreciar en todo su esplendor en esta coreografía.



Después de Nijinsky e Isadora Duncan nos acercamos a otro de los genios del ballet del siglo XX, uno de los bailarines más completos, Rudolf Nureyev.
El bailarín ruso, que pidió asilo político en una gira del Ballet Kirov en París, actuó en las mejores compañías del mundo, residiendo en distintos países de Europa Occidental. En el Royal Ballet de Londres, Nureyev comenzó a bailar con Margot Fonteyn, consolidándose como una de las parejas más aclamada de todo el siglo. Pese a los casi veinte años de edad que ella le llevaba, bajo la dirección del coreógrafo Frederick Ashton, se convirtieron en la pareja más compenetrada y reconocida del mundo del ballet.
La completa y prodigiosa técnica de Nureyev le facilitó interpretar un amplio repertorio, aunque se especializó en el ballet tardorromántico, donde también pudo mostrar su maestría y originalidad en la creación de coreografías como las de La bayadera de Minkus, El lago de los cisnes de Tchaikovsky o el Romeo y Julieta de Prokofiev. Desde 1983 ocupó el cargo de director del Ballet de la Ópera de París, donde estuvo hasta su fallecimiento por un SIDA que nunca quiso reconocer ni tratar médicamente, diez años después.


Nacido en Dublín, Colum McCann estudió periodismo antes de dedicarse a la escritura, publicando novelas como Perros cantores, Este lado del Brillo, Dancer, Deja que el gran mundo gire, Transatlántico o Apeirogon, además de algunos libros de relatos cortos y poesía.
En Dancer (El bailarín), publicado en 2003, McCann crea, a partir de datos biográficos sobre Nureyev un relato en el que se introduce en la mente del bailarín, además de aquellos que compartieron su vida con él, mara mostrar a los lectores la esencia del personaje, la época en que vivió y, especialmente, el significado de qué sentido tiene dedicarse al ballet. Con un estilo ambicioso y sorprendente, que parte del interior del personaje, moviéndose entre uno y otro de los que compartieron su vida con Nureyev, McCann divide El bailiarín en cuatro libros que narran desde su infancia en los confines de la Unión Soviética hasta sus últimos años, pasando por sus momentos de gloria y siendo el centro de interés de un mundo que lo adoraba.
El texto que nos acompaña recrea algunos momentos de la pareja que formó con Margot Fonteyn, las experiencias y sensaciones al bailar juntos o la acogida que recibían por parte del público. 


Si de Nijinsky o Isadora Duncan no existen grabaciones, aunque sí la recreación de algunas de sus coreografías, sí las hay de Nureyev., aunque con la calidad visual y sonora de hace unas décadas, bastante inferiores a las actuales.
El último placer que nos damos en esta publicación presenciando ballet viene de una de las coreografías del propio Nureyev citadas anteriormente: El lago de los cisnes de Tchaikovsky en una grabación que se realizó en 1966 con la orquesta de la Wiener Symphoniker  y el cuerpo de baile del Wiener Staatsopernballett dirigidos todos por la batuta de John Lanchbery.


El enlace corresponde al Pas a deux del Acto III con el propio bailarín ruso y su pareja artística Margot Fonteyn, una pieza que comienza, como es habitual, de forma tranquila y sosegada y se va enriqueciendo y complicando en cada una de las intervenciones por separado y juntos. Todo un documento histórico.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

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