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Sobre las golondrinas

Desarrollamos una vida cada vez más alejada de la naturaleza. Los inventos, aparatos y dispositivos que nos rodean hacen más fácil, cómoda y liviana nuestra vida. Pero también nos acercan a ellos mismos al hacernos depender cada vez con más frecuencia de su uso. Así, los electrodomésticos que facilitan la gestión del trabajo del día a día en la alimentación, la limpieza y cuidado de nuestros hogares y prendas de vestir; el uso de ordenadores, televisores inteligentes y aparatos electrónicos en el hogar o esa suerte de navaja suiza con cientos de usos que es el teléfono móvil, se van posicionando en nuestras rutinas volviéndose imprescindibles.
Esta situación colabora a que perdamos en ciertos momentos nuestra mirada hacia el exterior, hacia lo que nos rodea, de modo especial a lo que la naturaleza nos ofrece en nuestro entorno. Salir al encuentro de la naturaleza y disfrutar del campo o del agua, pasear por valles o montañas son experiencias que solemos llevar a cabo en determinados momentos. Pero el hecho de detenernos en nuestras estresantes rutinas a observar los resquicios que esta naturaleza nos ofrece en la calles, avenidas y plazas de nuestros pueblos y ciudades se ha convertido en una experiencia rara y extraordinaria.
Nos movemos con prisas y no tenemos un momento para detenernos a observar los cambios que se producen en las plantas o las pequeñas aves que conviven en el mismo entorno entre nosotros.
En fechas próximas se celebran el 20 de marzo el equinoccio de primavera y el Día Mundial del Gorrión, una efeméride que pretende concienciar sobre el declive de esta ave que se encuentra en prácticamente todo el planeta a iniciativa de Nature Forever Society de la India. El caso del gorrión se puede generalizar a otras aves, como las golondrinas, de las que también se celebran en mayo y octubre el Día Internacional de las Aves Migratorias, del que hemos tratado en otra publicación. 
En este publicación te propongo fijar la mirada en la naturaleza que se asoma por algunos resquicios de nuestro entorno a través de unos textos y músicas que nos acercan a las aves en general y a las golondrinas de modo particular. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Caminar con prisas por las calles, llegar al trabajo con el tiempo justo, realizar algunas gestiones o, simplemente, desplazarnos de un lugar a otro, nos hacen movernos con la mirada fija en nuestro destino, enfrascados en conversaciones, absortos en nuestros pensamientos o las comunicaciones que nos llegan constantemente, olvidándonos de observar la vida natural que nos rodea: plantas que forman parte de nuestras calles y plazas, además de otras que surgen entre huecos y rincones; pequeños pájaros como gorriones, golondrinas o tordos que viven en tejados, árboles o nidos semi escondidos, cigüeñas que coronan los edificios más altos como las torres de las iglesias.
En Las rarezas de los pájaros, Avelino Hernández (1944-2008) centra su libro en aves como los mirlos, gorriones, verderoles, golondrinas o tórtolas, sin dejar de posar su mirada y observación en gatos, moscas o murciélagos.

Utagawa Hiroshige, Danza de golondrinas, óleo sobre madera, Japón, siglo XIX
Esta publicación es especial, puesto que los textos no surgen de las habituales obras literarias, esas obras que tienen siempre algo que decirnos sobre nuestra condición, sean del tiempo que sean. En esta ocasión, nos acercamos a un libro pequeño, casi un cuaderno de campo como los que utilizan los biólogos para recoger sus observaciones. Con una extensión de unas ochenta páginas, Hernández nos desvela las observaciones que recoge en su huerto de los distintos animales que lo pueblan y visitan sin más finalidad -ni más ni menos- que recoger sus observaciones y descubrimientos sobre las rarezas de sus comportamientos.
En esta publicación nos centraremos en varios descubrimientos que Hernández realiza sobre algunos de sus vecinas voladoras, las golondrinas.
Escrito en un estilo coloquial, casi oral, el primero de ellos es sobre la leyenda extendida entre muchos de nosotros de que las golondrinas nunca se posan en el suelo. 


Si pensamos en pájaros y aves y su relación con la música podemos encontrar muchos casos, algunos de los cuales hemos tratado en este blog, como Pájaros barrocos, El vuelo de las aves migratoriasEntre las aves o El lenguaje de los pájaros.
En esta publicación nos vamos a centrar, acompañando las observaciones de Avelino Hernández, en música relacionada con las golondrinas en dos obras homónimas, una ópera y una habanera.
En 1913 los directores del Carltheater de Viena hicieron una propuesta a Puccini: estrenar en su teatro una opereta, un tipo de obra que estaba en plena efervescencia, y para la que querían contar con uno de los grandes compositores del momento. No están claros los argumentos del músico italiano para aceptar, salvo los grandes honorarios propuestos y el reto de componer una obra en un estilo alejado de su repertorio.

Fra Angelico, La anunciación (detalle con golondrina), Museo del Prado
El caso es que el tiempo pasó, comenzó la I Guerra Mundial con la capital del Imperio Austro-Húngaro como el centro del poder del enemigo y Puccini acabó cancelando el proyecto y convirtiendo el libreto de Giuseppe Adami en una ópera cómica que se acabó estrenando en la Ópera del Casino de Montecarlo en marzo 1917.
La poca fortuna que atravesó la composición desde su inicio, la negativa del compositor a seguir las estrictas reglas de las operetas, su transformación en una ópera cómica sentimental y nostálgica, la inclusión de ritmos y pasos de baile de moda como el tango, el fox-trot o el one step, además de los consabidos valses acabaron por convertir a La rondine (La golondrina) como una de las obras menos celebradas de Puccini, aunque con unos valores y calidad más dignos que el éxito obtenido.


Su argumento, que puedes seguir en el enlace, presenta la historia de Magda (la querida de un adinerado banquero) y el joven Ruggero con ciertas semejanzas a La dama de las camelias y La traviata. Magda, recluida en casa de su amante, debe disfrazarse para salir y asistir a un baile en el que conocerá a Ruggero, enamorándose ambos. Cuando ella le cuenta quién es, al intentar el joven legalizar su situación, decide romper con él y regresar a París a su vida de cortesana.
En el primer acto, Magda recibe del poeta Prunier un comentario en que la compara con una golondrina que da título a la obra. Se trata de un pequeño diálogo entre ambos que no llega a duetto y que nos sirve de acompañamiento en esta publicación.


La breve interpretación corre a cargo del tenor Mathew Wells en una producción de La rondine llevada a escena en el Indiana University Opera Theatre en 2010. 


Siguiendo con las observaciones que Avelino Hernández recoge en Las rarezas de los pájaros, su segunda sorpresa sobre el comportamiento de las golondrinas nos lleva a estas aves mientras vuelan a baja altura junto a un rebaño de ovejas. El propio autor lo cuenta con su lenguaje coloquial y directo.


Continuando con La rondine de Puccini, nos volvemos a situar en el Acto I en la casa que Magda comparte con el banquero Rambaldo. Allí, Prunier habla de la nueva moda en París, el amor sentimental. Así, ante la insistencia de Magda el poeta recita la historia de su heroína, Doretta, un personaje que sigue este tipo de amor, aunque no tiene terminada la historia. Al concluir lo que tiene escrito, Magda continúa improvisando la historia de Prunier ante la admiración de los asistentes, fundiendo ha historia de Doretta con sus deseos. 


La interpretación corre a cargo de la soprano Angela Gheorghiu y el tenor Marius Brenciu en una representación que se realizó en 2009 en el Metropolitan Opera House de Nueva York con la dirección de Marco Armiliato.


¿Miramos sin ver? Hemos convertido en algo tan rutinario realizar nuestros recorridos habituales que hemos perdido la capacidad de observación y asombro. ¿Nos fijamos en esas plantas que están en nuestro camino? ¿Visualizamos las aves -gorriones, golondrinas, cigüeñas...- que conviven con nosotros en nuestro entorno? ¿Tenemos, si acaso, un momento de tiempo para detenernos, respirar tranquilamente y observarlos?


La tercera y última observación y la consiguiente sorpresa sobre las golondrinas que nos ofrece Avelino Hernández trata, precisamente, sobre la mirada y es la más asombrosa de todas, tratando sobre la celidonia, la «hierba de las golondrinas».


Sabemos que las golondrinas comunes son aves migratorias que se acercan a Europa al comienzo de la primavera y regresan al África subsahariana en el otoño, mientras que las golondrinas de banco se mueven entre Norteamérica y la zona sur del continente americano. De esta forma la golondrina euroasiática, que se desplaza entre lugares tan remotos como las Islas Británicas y Escandinavia al norte, la zona del Mediterráneo, África, India y Pakistán, llega incluso al este de China y Japón. Así, una ave tan particular regresa y desaparece de los territorios con una periodicidad estacional.

Joan Miró, Peinture (Hirondelle), Pintura (Golondrina), 1937
Nos despedimos de estos animales, los descubrimientos de Avelino Hernández y la música de Puccini con otra obra musical dedicada a las golondrinas, en esta ocasión, una habanera.
Se trata de una versión para coral de la canción mexicana La golondrina, que compusieron en 1862 con letra de Niceto de Zamacois y música de Narciso Serradell. Esta versión y armonización, realizada por José Pagán para coro a cuatro voces y ritmo de habanera rescata parte del texto original de la canción mexicana, permitiéndose algunos cambios en la letra con inclusión de algunos paralelismos, cambios en las localizaciones para adaptarla a los flujos migratorios de nuestro entorno, consiguiendo que la obra sea más alegre y optimista que el original.
La interpretación corre a cargo del prestigioso Orfeón Donostiarra en una versión de audio de 2011.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:
  • Hernández, Avelino. Las rarezas de los pájaros, Documenta Balear, S.L., 2008.
  • www.kareol.es: Letras y traducciones de óperas y música vocal.
  • Batta, András. Ópera. Compositores, obras, intérpretes. Könemann Verlagsgesellschaft mbHl, 1999, Colonia (Alemania)

4 comentarios:

  1. Como gran amante de la naturaleza y especial de las aves, esta publicacion me hizo especial interés por la mezcla inteligente que hiciste con aves, naturaleza, 0 tecnología y unas operas excelentes. Gracias por la buena información que das en cada publicacion. Un fuerte abrazo de ANTIGÜEDADES DEL MUNDO.

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    1. Gracias, Jerónimo.
      Aunque no es el tipo de texto que comparto en el blog, me pareció interesante cuando lo leí y creo que tiene mucho que decirnos en nuestra relación con la naturaleza, nuestro entorno y la tecnología que nos acompaña y absorbe cada vez más. Esa mezcla de golondrinas y ópera o habanera tiene buen resultado.
      Un fuerte abrazo :-)

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  2. Una maravilla el cuaderno de campo de Avelino Hernández. Tres cosas maravillosas que he aprendido de las golondrinas. La verdad es que enganchados a la tecnología vamos perdiendo la capacidad de observación de tantos elementos que nos ofrece la naturaleza y con los que no deja de sorprendernos.
    Un abrazo, Miguel.

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    1. Es interesante caer en la cuenta de que necesitamos observar lo que ocurre a nuestro alrededor y acentuar esa mirada respecto a la sobreinformación tecnológica. También es sano evitar creernos esos tópicos que son tan fáciles de admitir sin cuestionarlos. Esas observaciones de las golondrinas nos acompañarán siempre, María Pilar.
      Un fuerte abrazo :-)

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