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Todo comenzó con un sueño

La inspiración y la creatividad no tienen límites. Muchas obras de arte de todo tipo han surgido inspiradas por multitud de motivos: Un suceso o un acontecimiento histórico, un viaje, la naturaleza, experiencias propias o ajenas e incluso la contemplación de una obra de arte, pueden servir como fuentes de inspiración para la creación de nuevas obras.
A esta inspiración le suele seguir un trabajo arduo y duro que desarrolla esa idea inicial, basado en el conocimiento de técnicas o métodos relacionados con la disciplina artística de la que se trate. Sin ese trabajo y ese conocimiento del oficio es difícil desarrollar las obras o, al menos, realizarlas siguiendo unas pautas para su desarrollo. Otro tema es romper esas guías establecidas para abrir nuevos caminos a la creación.
Quizás los sueños sean una de las más antiguas manifestaciones relacionadas con la literatura. La realidad nos ofrece diversos puntos de vista, pero los sueños nos acercan de una forma más visceral y enigmática, asociada a nuestro subconsciente, a nuestros sentimientos, miedos y deseos.
En su prólogo a Libro de sueños, Jorge Luis Borges asocia y relaciona los sueños con la noche y, en cierto modo, la creación con el día. De la penumbra de la oscuridad asciende la obra a la luz del día. «El arte de la noche ha ido penetrando en el arte del día».
Podemos afirmar que son cientos las obras que han sido inspiradas por un sueño a lo largo del tiempo. Bien porque quien las creó simplemente las soñó; bien porque su subconsciente las fue madurando hasta hacerlas aflorar, o bien porque un trauma, una emergencia o una necesidad creativa las hizo salir a la luz a través de un sueño.
En esta publicación nos centraremos en algunas obras que surgieron gracias a un sueño que tuvieron sus autores. No nos centraremos en las obras en sí mismas, sino en cómo los propios autores o quienes los conocieron hablaron de las manera en las que surgieron en un sueño que les sirvió de inspiración.
Te propongo acercarte a algunas de las muchas obras que surgieron gracias a un sueño. Nos acompañan obras de Robert L. Stevenson, Coleridge, Mary Shelley, Stravinsky y Héctor Berlioz. Si te gusta...¡Comparte comenta, sugiere!


«La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando» es una frase que se atribuye a Picasso. Todo ese trabajo posterior al momento en que se tiene una idea es fundamental, pero en esta publicación nos centraremos en ese momento en que se produce la inspiración dictada por un sueño.
Publicada en 1886, The strange case of Dr. Jekyll and Mr, Hyde (El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde) fue el libro de Robert Louis Stevenson con el que consiguió alcanzar el éxito entre el público general, tras sus primeros triunfos obtenidos entre el público más joven varios años antes con La isla del tesoro.
Durante gran parte de su vida Stevenson estuvo interesado en temas relacionados con el subconsciente y con la dualidad o la existencia de dos caracteres diferentes dentro de una misma personalidad. Según su esposa, fue un artículo que leyó en una revista francesa lo que le había impresionado por aquella fecha y sirvió de motivación para buscar el tema para su novela. El sueño sirvió como desencadenante.




En El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, con traducción y prólogo de Juan Antonio Molina Foix, éste dedica parte del mismo a relatar cómo fue el sueño y el trabajo posterior a partir de palabras del propio escritor, su esposa Fanny y algunos allegados.
La pesadilla de la que lo despertó ésta, el escrito que realizó de forma inmediata, su destrucción, así como la nueva redacción que realizó más adelante son narrados en el prólogo de esta edición.


La obra que sirvió para consagrar la figura de Igor Stravinsky como uno de los grandes transgresores y genios musicales del siglo XX fue La sacré du printemps (La consagración de la primavera), una obra que supuso uno de los grandes escándalos de la música de comienzos del pasado siglo en su estreno en París el 29 de mayo de 1913.
Cuando se estrenó La Consagración Stravinsky ya había triunfado en el mundo occidental gracias a los Ballets Rusos de Serguéi Diágilev con obras como El pájaro de fuego o Petrushka.
Este ballet surgió también de un sueño al que el compositor ruso supo darle la entidad a partir de sus ideas y la utilización totalmente transgresora de aspectos como el ritmo, la melodía y su superposición en armonías que se apartan de las tonalidades clásicas utilizadas hasta entonces y una orquestación totalmente inusual. 
En el artículo Stravinsky y Carpentier: «La consagración de la primavera», Paco Tovar analiza las obras homónimas de ambos autores, centrándonos en el extracto que nos acompaña en el sueño que originó la obra musical durante la estancia de Stravinsky en San Petersburgo, la búsqueda de la complicidad del polifacético pintor Nikolái Roerich -quien sería el autor de los decorados para el estreno del ballet-, además de centrarnos en el sacrificio de la segunda parte de la obra que comienza con el baile de las muchachas con las indicaciones de tempo que se incluyen en la partitura.


La consagración de la primavera se divide en dos partes: En la primera, titulada Adoración de la tierra, Stravinsky presenta tras la introducción con el fagot en falsete y las melodías que se entretejen a modo de vegetación en una disonancia cada vez más acentuada, la danza de las adolescentes (Augurios primaverales) a la que siguen el juego del rapto, las rondas primaverales, el juego entre las tribus rivales y el cortejo del sabio, para finalizar con la adoración y la danza de la tierra.


Es en la segunda parte, El sacrificio, donde tuvo el sueño Stravinsky. Tras una introducción se suceden diversas secciones: los círculos misteriosos de las adolescentes, la glorificación de la elegida, una evocación a los antepasados, para llegar al clímax con la acción ritual de los antepasados y la danza sagrada que baila la elegida hasta la extenuación en un rito tan ancestral como salvaje.
El enlace nos muestra una recreación de la coreografía original de Nijinsky que se estrenó en mayo de 1913 en el Théâtre des Champs Elysées realizada por el Joffrey Ballet.


Muchas son las obras que han sido inspiradas por un sueño como Los mitos de Cthulhu de H. P. Lovecraft, el cuento Ragnarök de Borges que incluye en su recopilación de relatos Libro de sueños, Casa tomada de Cortázar o algunas obras de Edgar Allan Poe como Un sueño dentro de un sueño o El país de los sueños.
Mucho menos conocido que Stevenson, una de las obras de Samuel Taylor Coleridge también participa de su nacimiento dentro de un sueño.
Coleridge (1772-1834), uno de las voces más intensas y breves del primer romanticismo inglés, muestra en su obra las tensiones éticas y filosóficas del finales del XVIII.


Autor de poemas cargados de una musicalidad particular, entre sus obras destaca Lyrical Balads (Baladas líricas) entre las que se encuentra su poema más representativo, Balada del viejo marinero.
Kubla Khan es un poema inconcluso comenzado en 1798 a raíz de un sueño y que se ambienta en un oriente lejano cargado de ritos mágicos y el palacio de Xanadu del emperador de China.
El propio Coleridge lo narra, con un lenguaje enrevesado que no muestra en ocasiones si habla de sí mismo o de una tercera persona lo vívido e intenso que fue el sueño y las consecuencias que le produjeron al despertarse y ponerse a trabajar.


Hay un momento en el sueño, especialmente cuando este es intenso y vívido en que se diluye la sensación de si se está ante un sueño o la realidad. 
Estos términos los reflejó con una imagen casi filosófica y muy especial el filósofo taoísta Chuang Tzu en el siglo V antes de nuestra era.


Esos sueños o ensoñaciones vienen también reflejados en obras musicales como la Sinfonía fantástica de Héctor Berlioz.
Subtitulada Episodio de la vida de un artista (Op.14), la Sinfonía fantástica está considerada la primera obra de música programática cuyos cinco movimientos -algo inusual en la época, ya que solían tener cuatro- tienen títulos explícitamente descriptivos: Sueños y pasiones, Un baile, Escena en el campo, Marcha al suplicio y Sueño de una noche de aquelarre.
La sinfonía se estrenó en el Conservatorio de París en diciembre de 1830 con una orquesta contratada por el propio autor. Para su composición se basó en las obras literarias de Chateaubriand, especialmente en René, una obra autobiográfica que describe a un artista enamorado como el propio Berlioz. También se basó en su historia personal con la actriz inglesa Harriet Smithson de quien se había enamorado de forma compulsiva en un amor no correspondido.


Aunque no se trata estrictamente de una obra basada en un sueño, el juego en el que el protagonista sueña con su enamorada y cómo este amor se va transformando con el paso del tiempo hasta concluir en un aquelarre en la noche de San Juan participa de esta mirada a los sueños como fuentes de inspiración que nos acompañan en esta publicación.
El texto que viene a continuación está extraído de la página web de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles (LA Phil) y recoge, en un primer momento, las palabras con que el propio compositor se refiere al propósito de su obra y, en un segundo momento describe el momento en que el protagonista sueña en el último movimiento (Sueño de una noche o sábado de aquelarre con brujas) en cómo su apasionado y romántico amor se ha ido transformando hasta encontrarse en la situación en que se haya.
 

La interpretación de este quinto y último movimiento de la Sinfonía Fantástica de Berlioz es una versión que podemos considerar histórica con un ya maduro pero siempre eficaz Leonard Bernstein dirigiendo a la Orchestre National de France en una grabación en directo que se realizó en París en 1976.


El último de los sueños inspiradores que nos acompaña es quizás el más famoso y conocido de todos.
Frankenstein o el moderno Prometeo marcó un hito y un nuevo rumbo dentro del relato de terror y la ciencia ficción, además de crear un personaje y un mito reconocible en la cultura occidental. Escrita como un reto entre un grupo de amigos en la casa Villa Diodati en Suiza de la que tratamos en 1816, el año sin verano. Allí, con la compañía de su pareja Percy Shelley, con quien se había fugado, Lord Byron y el médico de este, Polidori, Mary Shelley contribuyó más que nadie a su parte del reto, con tan solo 18 años la que sería su obra más conocida.
En este caso es la propia autora la que escribió en el prólogo de la edición de 1831 la génesis de su aterrador relato.



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Bibliografía y webgrafía consultadas:

6 comentarios:

  1. Hola Miguel, esta semana es la segunda vez que me encuentro en un blog con Stevenson, está de moda, jeje. Muy buen artículo, has relacionado el sueño con las obras de la literatura y la música más importantes que han tenido que ver con él, a Freud le hubiera gustado también tu entrada. Es inevitable que nuestros sueños se llenen de, quizá, imágenes visionarias de aquello que queremos escribir, a mí me ha pasado y más de una cosa ha salido después de un sueño, despertándome en la noche para apuntarlo o a la mañana siguiente. Y luego hay otro tipo de "sueños", ese sueño que quieres crear y darle forma desde tu corazón y alma, ese personaje ansiado que sueñas con crear, etc. Bueno, que empiezo a divagar y me enrollo.
    Muy buen artículo. Te felicito.
    Un abrazo. :)

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    1. Nuestros sueños desvelan parte de lo que nos preocupa y de lo que tenemos en la mente, por eso hay ocasiones en que hallamos respuesta a nuestras (pre)ocupaciones en ellos.
      Para ese último tipo de sueño que tenemos quizás haya momento en otra ocasión para dedicarle una publicación.
      Me alegra que escritores como Stevenson aparezca por nuestras vidas lectoras de vez en cuando.
      Un fuerte abrazo :-)

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  2. Hola Miguel Ángel,
    Excelente artículo, como siempre. Casualmente, mi última reseña en el blog, es decir, el último libro que he leído, es "El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde", novela que, por cierto, me gustó muchísimo. Me parece muy interesante el modo como surgió, con ese sueño que tuvo el autor y todo lo que aconteció. Y ahora mismo, mi lectura actual, está siendo "Frankenstein", que aunque solo llevo casi un tercio creo que me va a gustar mucho más. Es increíble, por no decir un milagro directamente, como una chica, pues eso es lo que era en esos momentos la autora, de apenas dieciocho años, pudiera crear, a consecuencia de una especie de reto para entretenimiento de los amigos, una obra tan colosal y tan trascendental.
    Un fuerte abrazo!

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    1. Gracias, Antonio.
      Es curioso que coincidan tus lecturas con esta publicación sobre los sueños. Qué decir de esa novela sobre la dualidad de Stevenson o sobre Frankenstein, dos obras maestras del terror. En cuanto a Mary Shelley, también me ha llamado la atención que escribiera su primer historia, una obra con tanto que decir con dieciocho años, o que dos años antes se fugara con Shelley.
      Un fuerte abrazo :-)

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  3. Qué gran artículo, Miguel. Literatura narrativa, poesía, música... con tantas aportaciones y datos que logras una obra excepcional. He leído Frankenstein de Mary Shelley y, precisamente, ahora estoy leyendo El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde.
    Un abrazo!

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  4. Gracias, María Pilar.
    Los sueños aportan mucho, en estos casos en el sentido más literal de la palabra. Disfruta de las dos caras que presenta Stevenson en su novela.
    Un fuerte abrazo :-)

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