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El arte del Lamento

Una situación de pena, dolor o un sentimiento similar produce en nosotros un lamento. En ocasiones es un simple quejido asociado a un dolor momentáneo (un golpe, un susto); en otras, se trata de una queja que, al expresarla, cubre su función terapéutica y nos ayuda al enunciarla a comenzar a plantear nuestra disposición. Mas en otras ocasiones, el lamento expresa un fuerte dolor, una situación que nos supera.
En el título de este publicación no se hace referencia a la inclinación y facilidad que algunas personas tienen para hacer del relato de sus vivencias y problemas una forma de vida.   
Si buscamos la definición en el diccionario, la RAE la define como «queja con llanto y muestras de aflicción», procedente del término latino Lamentum. Y en ese sentido nos acercamos al lamento, basándonos en su aparición en la música como una composición con una temática y estilo propios. Basado en esas características de la lírica, nos acercaremos también a algunos poemas.
Te propongo un paseo por algunos lamentos en la ópera acompañados de poemas con esa temática. Nos dejamos llevar por obras de Monteverdi, Gluck, Purcell, Charlotte Brontë y Lord Byron. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!  

Edvard Munch. El Grito (1893), detalle

El Lamento o Lementazione es un tema recurrente en la ópera desde sus inicios. Asociado a la temática doliente y triste, suele expresar el dolor que se siente ante una pérdida, generalmente amorosa y es habitualmente cantado por personajes femeninos. 
Por su índole, el Lamento tiene forma de aria, en ocasiones acompañada de un recitativo, en otras con estrofas de métrica libre que deja liberar las emociones que transmite el personaje. Es frecuente que estos lamentos se acompañen únicamente con la sección de cuerda de la orquesta, en un tiempo lento como el Adagio, utilizando el denominado «tetracordio descendente», una serie de cuatro notas que van descendiendo en la escala mostrando musicalmente la aflicción.


Herederos de la Camerata Fiorentina, el grupo del que acabó surgiendo la ópera, las primeras obras de Monteverdi ya muestran esta temática y sus características. En su ópera Il ritorno di Ulise in patria (El retorno de Ulises a su patria), Monteverdi muestra alguno de ellos como los de Penélope o Iro. Tanto Monteverdi como la Camerata Fiorentina seguían la idea de Platón de la simbiosis entre lo real y lo bello, buscando una dimensión musical que articulara la expresión verbal, el sonido y el movimiento escénico para crear la verdad poética de la obra.
Pero es en otro lamento donde Monteverdi lleva en grado sumo este tipo de situaciones a la escena. Lasciatemi morire, el conocido Lamento de Arianna, es la única pieza cuya música se conoce de la ópera Arianna, pese a que el libreto de Ottavio Rinuccini se conserva completo.
En Lasciatemi morire, Monteverdi funde la palabra y su expresión en un monólogo que desvela sus sentimientos, abre las contradicciones del corazón herido y transforma lo representado en la escena -la ficción- en esa realidad poética que conmueve al espectador. 


Angelica Kauffmann. Arianna abandonada por Teseo (1771)


La interpretación corre a cargo de la soprano Marie Théoleyre acompañada por el Ensemble La Palatine formada por Noémie Lenhof en la viola de gamba, Nicolas Wattinne en la tiorba y Guillaume Haldenwang al clavecín.


Las hermanas Brontë forman parte de la primera generación de escritoras inglesas del XIX, después de Jane Austen y Mary Shelley.
Hijas del vicario de la aldea de Haworth, los seis hermanos tuvieron un vida corta. Huérfanos de madre desde pequeños, Emily, Elizabeth y Maria fallecieron mientras estaban con Charlotte en una escuela para hijas de clérigos. Su único hermano, Patrick Brandwell se dedicó a la pintura y la literatura, hasta su prematura y precipitada muerte. Las tres hermanas dedicaron su vida a la literatura. Junto a Emily (autora, entre otras, de Cumbres borrascosas) y Anne ( de Agnes Grey o La inquilina de Widfel Hall), iniciaron su camino en las letras en 1846 con un libro conjunto de poesía: Poemas de Currer, Elly y Acton Bell, en el cada una de ellas publicaba con un pseudónimo y el mismo apellido. 
Esta primera pasión de Charlotte la llevó al desánimo un poeta conocido que la convenció de la conveniencia de que las mujeres no escribieran poesía, aún reconociendo su facilidad para la misma. Así, continuó escribiendo, publicando novelas como Jane Eyre, Shirley o Villette. 


Pero el texto que nos acerca a esta publicación sobre los lamentos es uno de esos poemas publicados como Currer Bell. Editado en ocasiones simplemente como Lamento y en otras como Regret (Arrepentimiento), es un regreso a su pasado, a lo desgraciada y solitaria que ha sido su vida, buscando un presente más feliz en la búsqueda del amor y su reciente matrimonio. La escritora asimila su vida a un viaje, navegando en busca de un lugar al que llamar hogar, debatiéndose entre el regreso al antiguo hogar triste y solitario y lo que denomina el reino glorioso de la felicidad.

Charlotte Brontë fue la más longeva de los seis hermanos, falleciendo en 1855, antes de llegar a los cuarenta años, meses después de casarse y mientras estaba embarazada. 

Aunque el reconocimiento y la fama no le llegó por esta obra, Dido and Eneas (Dido y Eneas) es no sólo la ópera más conocida más conocida de Henry Purcell, sino la primera ópera inglesa, frente a algunas de sus semióperas más exitosas como King Arthur o La reina de las hadas.
Con libreto del dramaturgo Nahum Tate, la primera representación se llevó a cabo en la escuela femenina de Josias Priest en verano de 1688, mientras su estreno comercial se produjo en Londres a comienzos de 1700, casi cinco años después del fallecimiento de Purcell.
Como la mayoría de las óperas del barroco, el argumento trata de dioses o seres mitológicos, un elemento fundamental para el público aristócrata. El libreto de Dido y Eneas refleja la historia del héroe que recala en el reino de Dido en Cartago huyendo de Troya, hasta recalar finalmente en la península itálica donde acabará, según las fuentes mitológicas, fundando Roma. El argumento se centra en la historia de amor de ambos personajes y la desesperación de la reina norteafricana cuando Eneas parte en el mar abandonándola.

Joshua Reinolds. Muerte de Dido (1871)
Este Lamento de Dido, The hand, Belinda (Tu mano, Belinda) es, posiblemente, uno de los más bellos y conocidos lamentos de la ópera, reflejando la muerte de la protagonista femenina tras la partida de su gran amor.
Purcell crea la melodía de este lamento a partir de un ostinato en el citado tetracordio descendente en tonalidad de sol menor, la más apropiada para expresar la pena y la muerte. Esta melodía principal se acompaña por un bajo descendente a cargo de los violoncellos que se mantiene durante todo el aria y el coro siguiente, presentando una progresión lenta, como una marcha fúnebre, sin prisas, pero constante.
Una vez finalizada el aria de Dido, el bajo continuo pasa a ser protagonista hasta dar paso a la melodía del coro, basada también en notas descendentes que refuerzan el avance imparable de la muerte.


La interpretación de este impresionante Lamento de Dido pertenece a una producción de la Ópera de Amsterdam con la mezzosoprano neerlandesa Xenia Meijer en el rol de Dido y la dirección musical de Jan Willem de Vriend grabado en la capital de los Países Bajos en 1996. 


Cambiamos de nuevo del lamento musical al poético literario, en esta ocasión de uno de los más grandes escritores ingleses del romanticismo, el inquieto, inconformista y aventurero Lord Byron.
El poema que nos acompaña pertenece a Occasional pieces (Piezas ocasionales), un conjunto de poco más de medio centenar de poesías escritas entre 1809 y 1924, algunas de los cuales fueron publicadas en periódicos o revistas, especialmente el Morning Chronicle, aunque otros solo vieron la luz tras la muerte del escritor. Recogidos en su antología poética Poemas escogidos, en el que se incluyen estas Occasional pieces junto a los poemarios de Horas de inactividad, The childe Harold's pligrimage o sus Melodías hebreas, forman parte de la ingente obra poética del apasionado romántico inglés.


Uno de los primeros poemas de Occasional pieces, escrito en 1808, nos acerca de nuevo al lamento, en esta ocasión no debido a causas o consecuencias tan trágicas como los anteriores, sino como fruto de la distancia que aplaca, aunque no olvida, que deja un dolor que acompaña.
Byron, y con él gran parte del romanticismo, no necesitan ya recurrir a dioses o mitos, a seres idealizados para crear obras y acercarnos a los sentimientos más profundos, sino que ahondan en los propios sentimientos y cuanto de universales tienen.


La última de las piezas que conforman este paseo por los lamentos en la música y la literatura es otra de esas arias que forman parte del acervo cultural. Basada en el mismo mito que Monteverdi llevaba a la primera ópera que nos ha llegado completa, aunque no la primera compuesta, Christoph Willibald Gluck estrenó su Orfeo y Eurídice en 1762.
Narrado por Virgilio en el Libro IV de la Geórgicas y por Ovidio en el Libro X de sus Metamorfosis, tanto Monteverdi como Gluck, entre otros compositores, llevaron la historia a sus óperas. Orfeo, el más afamado de los músicos es capaz de calmar a las fieras e incluso las tempestades con el poder de su lira y su voz. Al morir su esposa Eurídice por la mordedura de una serpiente, Orfeo baja al inframundo a convencer a Caronte para que le deje llegar la mundo de los muertos a por su amada. Tras acallar al can Cerbero llega a convencer al mismísimo Plutón de que libere a Euridíce, aunque con la condición de que no vuelva la vista para mirarla hasta que no llegue al mundo de los vivos.

Alexandre Séon. Lamento de Orfeo (1896)
El aria que nos acompaña, Che farò senza Euridice (¿Qué haré sin Eurídice?) muestra la desesperación inicial del mítico músico ante la noticia de la muerte de su amada esposa. Está escrita para contratenor siguiendo la costumbre de la época según la cual algunos papeles masculinos estaban pensados para esta tesitura, siendo cantada actualmente por este tipo de voz o por la de soprano.




En esta ocasión es el contratenor francés Philippe Jaroussky, quizás el más completo de nuestros días, quien interpreta este aria Que farò senza Euridice de la ópera de Gluck, en una grabación de estudio dirigida en 2018 por Diego Fasolis

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Bibliografía y webgrafía consultadas:
  • Brontë, Charlotte. Poemas de Currer Bell, ebook, Alba Editorial, 2019.
  • Byron, George Gordon, Lord. Poemas escogidos, traducción de José María Martín Triana, Visor Libros, 2007.
  • www.kareol.es: Letras y traducciones de óperas y música vocal.
  • Batta, András. Ópera. Compositores, obras, intérpretes. Könemann Verlagsgesellschaft mbHl, 1999, Colonia (Alemania).

4 comentarios:

  1. Hola Miguel: no es precisamente un lamento lo que me sugiere tu entrada, sino más bien una algarabía... ¡Magnífica entrada! Tocas un montón de palos y combinas música y literatura, como siempre. Refiriéndome a esta última, que es la que a mí me toca, además de la importancia de las hermanas Bronte, el mito de Orfeo y Eurídice me encanta... Y, por último, me ha gustado mucho el título que le has puesto al artículo, a priori, arte y lamento, no quizá podrían estar en la misma frase, pero si lo piensas detenidamente (como tú has hecho), de la acción del lamento se derivan maravillosas piezas musicales y obras literarias y de arte. Así somos los humanos, que las desgracias nos vuelven creativos... Y, a su vez, nos gusta ver esas desgracias en el teatro, en las películas y ver cómo los personajes lidian con ellas y, si hay final feliz, mejor que mejor.
    Un abrazo (sin lamentos). :)

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    1. Gracias, Merche. Me alegra que no te haya parecido lamentable esta publicación. El título surgió a última hora y dudaba entre este y “El lamento en el arte”, pero este me parecía más directo y contundente, aunque pueda tener otras connotaciones. Lo cierto es que el tema del lamento es muy extenso y tiene multitud de manifestaciones en todas las artes.
      Un fuerte abrazo :-)

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  2. Es curioso que el relato de sus vidas y nada más que eso sea el motivo primordial de conversación para mucha gente. Hace poco tuve una experiencia de ese tipo con un conocido a quien comuniqué una noticia de salud no precisamente buena. Pues esa persona, ni corta ni perezosa se explayó contándome todos los males de salud que había padecido en los últimos tiempos. Es eso del "Y yo, más, aunque sea en lo malo".
    Bueno, aparte de esta anécdota, debo felicitarte por el contenido tan completo, detallado y ameno que consigues otorgar a todos tus artículos, Es una muy grata experiencia leerte, . Tu escritura goza además de una factura impecable.
    Saludos cordiales.

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    1. Gracias por tu comentario y tus palabras, Marcos.
      Como comento al inicio de la publicación, es cierto que hay personas que centran su conversación en el lamento de sus problemas y enfermedades, pero en esta ocasión el objetivo era mostrar el lamento como una parte reconocida tanto de la ópera, y la música en general, como de la literatura.
      Un fuerte abrazo :-)

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