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Manipulación e incomprensión con Eco y Britten

Manipular es según la Real Academia Española, en uno de sus varios significados "intervenir con medios hábiles, a menudo arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares"
La incomprensión, por su parte, refleja la incapacidad de comprender, en este caso los argumentos, las razones, las ideas, las vivencias de los otros. Cuando esta incapacidad se agrava con la no aceptación de las diferencias o del diferente nos encontramos con situaciones tan delicadas, dañinas e incaceptables como el bullying, la xenofobia, la homofobia o simplemente con el desprecio a quien no sigue los dictados que marcan algunos grupos en nuestras sociedades. Situaciones que se sufren y agravan cuando se padecen con cierto beneplácito social y cuando ocurren de forma soterrada y no salen a la luz.
Dos formas relacionadas con la manipulación y la incomprensión extremas vienen a esta entrada del blog. Como siempre, una de tipo literario con una reflexión extraída del último libro de Umberto Eco. La otra, de tipo musical, con la que posiblemente es la ópera más conocida del compositor inglés Benjamin Britten. Esta entrada del blog quiere ser una llamada de atención y una reflexión ante estos inaceptables comportamientos. 

Benjamin Britten

Umberto Eco saltó a la fama para el gran público con su novela El nombre de la Rosa, una obra que, según comentó, surgió cuando le propusieron que escribiera una pequeña novela negra. Apasionado por la historia medieval y, también según él, porque le apetecía asesinar a un monje, no dudó cuando se puso a escribir esta descomunal novela, mezcla de estilos, guiños y erudición. Filólogo experto en semiótica, comunicador, filósofo y escritor, la personalidad de Eco abarca tantas facetas como sus obras o los 35.000 libros que llegó a acumular en su residencia.
Autor de un sinnúmero de ensayos sobre una gran variedad de temas y varias novelas como El péndulo de Foucault, La isla del día de antes o El cementerio de Praga, su último libro publicado fue Número Cero, una honda y polémica reflexión sobre el periodismo de los últimos años, Internet, la corrupción o la mentira.


Portada de Número cero y Umberto Eco




El libro parte de la idea de un multimillonario, el Comendattore Vimercate (¿podríamos pensar en algún antiguo político italiano?), quien pretende entrar en el mundo de las finanzas y el periodismo con el fin de aumentar su poder, desacreditar a los rivales con la amenaza de lo que podría ser el periódico Domani (Mañana, hasta el nombre indica lo que puede ser en un futuro), una publicación que no tiene intención de llegar a editar.
El fin del periódico ya no es informar y publicar investigaciones impactantes, sino dirigir, tranquilizar, confirmar a cada persona en sus creencias y opiniones, con mucho deporte y temas de vida social con la llamada prensa del corazón.
Número cero se detiene especialmente en el tema de la manipulación. Los lectores no deben conocer la verdad, les haría daño, es más idóneo fabricar un mundo irreal en que las malas noticias ocurran lejos, o cerca si interesa, en el que no se pueda conocer quién miente y quién no.
Eco se detiene a explicar cómo un periódico puede dar su opinión cuando está escribiendo sobre hechos totalmente objetivos, utilizando el entrecomillado de declaraciones contrastadas. También el procedimiento para invalidar acusaciones descalificando a quienes las han formulado. O cómo convertir en sospechosa a una persona sin necesidad de poner datos en su contra. E incluso en cómo publicar noticias que denuncien comportamientos delictivos cuando no conviene enemistarse con un determinado grupo; o la forma de sugerir elaboradas teorías conspiratorias, algo muy del agrado de los lectores, aunque no tengan una base real.


Es el periódico el que hace las noticias. Umberto Eco


La novela, calificada por su autor como "de temas rápidos" reproduce el ambiente de una redacción de periódicos, con su forma de trabajo, investigaciones variadas, como la forma en que se blanquea dinero de la mafia en un negocio casi inexistente, la manipulación de los horóscopos y la gran noticia, como la supuesta muerte ficticia de Musolini, investigando si fue sustituido por un doble llevando una vida retirada en Argentina. En suma, no es el periódico el que informa de la noticia, sino quien crea las noticias que quiere publicar.


Desde que Henry Purcell compusiera en 1689 Dido y Eneas, no se estrenó en las Islas Británicas una ópera de ningún autor inglés hasta 1945 en que Benjamin Britten llevó a la escena Peter Grimes. Más de dos siglos de ausencia operística significó para Britten que no pudo beber en las fuentes de sus antecesores: ni en los estilos, ni en la fonética de su idioma, ni en la tradición para poder componer su primera obra.
La idea de componer Peter Grimes le surgió a Britten en un viaje a California durante la Segunda Guerra Mundial tras la lectura de un poema de George Crabbe, decidiendo el regreso a su país para centrarse en la creación de la ópera en la que su compañero, el tenor Peter Pears, interpretaría el papel protagonista.
El estreno tuvo lugar en junio de 1945 en el teatro Sadler's Wells de Londres que reabría su escenario tras la guerra con una obra que quería dar continuidad a la interrumpida tradición inglesa, con un compositor novel de la tierra. El éxito fue tan grande como las expectativas y Peter Grimes se ha convertido con los años en la ópera compuesta en el siglo XX más representada en el mundo.  
Nacido en una aldea marítima, Britten quiso reflejar el mundo que tan bien conocía: "un mundo de pescadores, de hombres y mujeres que viven del mar y para la mar". Pero la grandeza de esta obra está en que trasciende este ambiente marinero para ahondar en lo esencial del comportamiento humano. 


Britten ante la maqueta de Peter Grimes. http://www.musicaltoronto.org


Obra siempre turbadora para el público, describe una sociedad que margina y desprecia al diferente, a quien no se siente completamente integrado en ella. Britten se vio muy cerca el personaje, ya que su homosexualidad le hacía sentirse muy identificado con él. Grimes es un pescador solitario, marginado, a quien accidentalmente se le mueren dos grumetes. Personaje rudo y despiadado, compra muchachos en el orfanato para explotarlos de forma cruel y miserable, haciendo que crezcan en torno a él las murmuraciones en una sociedad cerrada en sí misma.
Britten trata el drama de un marginado que se enfrenta a una sociedad hipócrita, cruel y hostil que acaba eliminándolo. Personaje con comportamientos irracionales, sumido en innumerables dudas, acosado por sus vecinos, Grimes termina con su vida. 
Otra de las grandezas de la obra reside en la ambigüedad del protagonista, héroe y antihéroe, verdugo y víctima, poeta sensible y marinero rudo, convirtiéndose en el arquetipo de la persona socialmente repudiada por su comportamiento y, sobre todo, símbolo de la opresión que la mayoría realiza sobre el diferente, conformando una ópera a la que Britten imprime un gran lirismo.
El enlace pertenece al III acto. Trascurren varios días y, al no ver al muchacho, los lugareños comienzan a sospechar que Grimes ha acabado con la vida del nuevo grumete. Los ánimos se van alterando y comienzan a exigir venganza. El texto está dividido en dos fragmentos para poder seguirlos con mayor facilidad. En el primero se van extendiendo las murmuraciones entre los habitantes de la aldea. Tras el vídeo, el texto en que el coro final que repudia a Grimes. Finaliza la escena con el VI interludio musical, La niebla, tras la que aparece la convulsa figura de Grimes.






En esta versión Sir Colin Davis dirige al Coro y Orquesta del Royal Opera House del Covent Garden de Londres.


Libreto y traducción: Kareol.es

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