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De las campanas a la verbena

Nuestro carácter nos invita a salir a la calle, convivir, disfrutar de las temperaturas agradables y festejar con nuestros amigos, conocidos y vecinos. Desde la primavera hasta comienzos del otoño disfrutamos con nuestra vida hacia el exterior.
A lo largo de toda nuestra geografía se llevan a cabo infinidad de festejos que invitan a tomar la calle y a vivirla con toda la intensidad con que en los meses invernales la hemos cambiado por nuestros espacios interiores.






En  esta entrada te propongo una doble mirada. Por un lado, literariamente hacia las campanas, como instrumento de convocatoria, especialmente ligado a las celebraciones y fiestas religiosas. La música viene de una de las obras más conocidas del repertorio de zarzuela, un género que apenas hemos tocado en este blog.

El político y escritor francés François René de Chateaubriand es uno de los autores más reconocidos del primer romanticismo galo, a comienzos del siglo XIX. Partidario en sus comienzos de la Revolución Francesa, al tomar esta un cariz que no compartía marchó a Estados Unidos con la intención de buscar el Paso del Noroeste, cosa que no llegó a intentar. De vuelta a sus país, con nombre falso, se ganó el favor de Napoleón quien le adjudicó algunos cargos diplomáticos, renunciando por desacuerdos posteriores con el emperador francés. Tras la restauración borbónica volvió a ocupar cargos políticos, llegando a ser nombrado ministro de Asuntos Exteriores.
Su aportación a la literatura viene por la introducción de personajes y ambientes exóticos procedentes de los nativos de Norteamérica y una cierta introspección y melancolía de tipo pesimista en su obra. Destacan las novelas Atala y René y su obra póstuma Memorias de ultratumba. En esta entrada, traemos un texto suyo acerca de las campanas.



La música viene de la mano de Tomás Bretón con un libreto de Ricardo de la Vega. Se trata de La verbena de la Paloma una de las zarzuelas más conocidas de todo el repertorio. Aunque toma la referencia de la festividad de la virgen del mismo nombre, el 15 de agosto, puede servirnos para cualquiera de las celebraciones que tenemos a lo largo de nuestra geografía.
Como dato curioso, indicar el subtítulo que lleva la obra, El boticario y las chulapas y celos mal reprimidos.



La interpretación, en versión concierto, está dirigida por el prestigioso Víctor Pablo Pérez en un concierto solidario celebrado en 2014. Interesante cómo transmiten la alegría los cantantes.


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1 comentario:

  1. Las campanas tienen ese toque costumbrista de nuestros pueblos y aldeas en el fragor festivo de las homilías religiosas donde la gente acudía en masa y también su parte lúdico-festiva en las respectivas festividades patronales, con todo su ritual y su música. A colación, las bervenas, síntoma de alegría popular y manifestación del folklore raso de la gente en la calle, son el recuerdo de ese 15 de agosto, festividad de la Virgen y de las vacaciones. Por eso vengo muy a gusto a leer, a día de hoy, significativamente, este post de hace un año. Resurge a bien, como una actividad canónica recordar todo esto, expresión concentrada del fragor y la algarabía lugareñas en un día tan especial. Me encanta el post, muy alegre y dinámico.
    Un abrazo

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