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Una palabra lo cambia todo: De Dino Buzzati a Madame Butterfly

¡Cuánto podemos transmitir con una palabra, una sola palabra! O simplemente sin utilizar ninguna.
¿Qué importancia tiene una palabra, sólo una, en nuestra comunicación con los demás?
Hay ocasiones en que no tiene influencia decisiva en nuestro lenguaje. Podemos sustituirla por otra cualquiera, obviarla, cambiarla por otro término menos preciso y más general, o incluso sustituirla por un gesto de nuestro cuerpo. La idea la hemos podido transmitir con mayor o menor precisión.
Pero hay momentos determinados en que es fundamental la precisión en el uso de nuestro lenguaje para situaciones de tipo laboral o incluso en nuestras relaciones personales. 
En determinadas profesiones se utiliza un lenguaje específico con una serie de términos concretos que dan sentido a su labor.
El escritor, el poeta necesitan el uso de palabras con una precisión de contenidos e incluso con una sonoridad muy determinadas y que son fundamentales para la calidad de su trabajo.


Portada de una edición del libreto de 1924
En esta entrada te planteo un texto y una pieza musical que tienen en común una sola palabra. El escrito nos presenta una narración de Dino Buzzati, dura y cruel, pero que tiene una característica que la hace poco común. Después de contar la historia, la última palabra, sólo la última palabra, hace que el sentido del texto cambie en nuestra mente, para ofrecernos otro significado con matices diferentes a los que nos ofrecía hasta ese momento.
La música nos presenta un coro de la ópera Madama Butterfly de Giacomo Puccini en la que, paradójicamente, no se usa ninguna palabra.



El italiano Dino Buzzati dedicó su vida al periodismo como corresponsal de Il Corriere della Sera. Persona polifacética, estudió derecho mientras lo alternaba con estudios de violín y piano, dibujaba, practicaba su gran afición por la montaña y escribía. Nunca se consideró a sí mismo como un escritor, sino que se definía como "un periodista que escribía de vez en cuando ficciones o novelas" a las que él no daba la importancia que hoy en día se le atribuye a su obra.
Entre su producción destaca Bárnabo de las montañas, El desierto de los tártaros y, sobre todo, una gran cantidad de relatos cortos que han sido recopilados en diversas antologías como Historias del atardecer donde podemos encontrar El colombre o el cuento que nos ocupa ¡Pobre niño!.























































La narración está inconclusa y al comienzo de este post indicaba por qué razón me he decidido a unir las dos piezas. Para no alargar esta entrada, sigue el siguiente enlace para leer el final del cuento. Recuerda que una sola palabra puede dar un giro en una historia: Dino Buzzati ¡Pobre niño!


La historia de Cio-Cio-San se desarrolla en su casa, sobre una colina que domina Nagasaki y su puerto. Allí centró Giacomo Puccini la historia de Madama Butterfly, una de sus óperas más conocidas y en la que enfrenta el ambiente oriental de la exquisita y dulce protagonista frente al mundo occidental del arrogante Pinkerton, convencido de la superioridad de la raza blanca y la cultura americana.
Puedes seguir una rápida sinopsis de la obra desde el enlace a Cuéntame una ópera: Madama Butterfly



El acto segundo finaliza con la escena de la espera nocturna de Madame Butterfly, sin duda la parte más poética de la obra desde el punto de vista musical. Tras oír el cañón del puerto en que se anuncia la llegada de un barco, Cio-Cio-San se da cuenta de que es el de su esposo Pinkerton de quien está segura no la ha abandonado. Decora su casa para celebrar su llegada y dice a Suzuki, su criada, que llene la habitación de flores. Más tarde se pone el traje de novia para esperar a su marido.
Esta es la escena de transición entre el segundo y tercer acto, la noche en vela hasta el esperado amanecer. Puccini nos hace presenciar la tensa espera de la protagonista, con los momentos de calma en los que la ansiedad de Butterfly y su impaciencia habían quedado en el aire y finalizan de golpe, sabiendo el espectador antes que la protagonista que la esperanza era vana.
Muy seguro tenía que estar el compositor para describir este momento con el acompañamiento de un coro al que hace cantar, por un lado fuera del escenario y, por otro, a boca cerrada (Coro a bocca chiusa). Sin duda se trata de uno de los momentos más emotivos de la producción operística.


El primer enlace corresponde a una grabación en concierto de 2010 celebrado en el Auditorio Nacional de Música de Madrid bajo la dirección del recientemente fallecido Miguel Roa.


El último enlace nos sitúa en escena en el momento en que finaliza el segundo y comienza el tercer acto. En algunos montajes se unen los dos actos para dar continuidad a la acción. Se trata de una grabación realizada para conmemorar el 150 aniversario del nacimiento de Puccini.


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