No hay experiencia más propia del ser humano que el arte. Ningún ser vivo es capaz de una abstracción de este estilo. Desde los primeros seres humanos que poblaron nuestro planeta hasta la actualidad la humanidad ha ido representando, en muy distintos niveles, estilos y capacidades su visión del mundo, de la vida.
La Real Academia Española de la Lengua, entre sus muchas acepciones, define el arte como la "Manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros". A propiciar una reflexión sobre estos últimos está dedicada esta entrada.
Te propongo una doble reflexión sobre el arte, su función, su finalidad y la dedicación que algunas personas realizan y hacen suya del arte en la vida. El escritor Francisco Ayala escribe sobre la finalidad del arte dentro de la literatura, mientras Puccini presenta en Tosca uno de sus momentos más dramáticos en los que la protagonista se plantea el sentido de toda una vida dedicada al arte.
Tenemos la edad que tenemos y la que queremos. Francisco Ayala lo dijo la víspera de su 102 cumpleaños: "Nosotros los jóvenes somos así". Granadino, su vida transcurre durante más de un siglo, con ocho décadas dedicadas a la literatura. Toda la vida escribiendo, como él mismo decía: "Yo he escrito desde siempre; claro, primero serían pavadas, tonterías, pero siempre estuve escribiendo. El sentido de mi vida está en la literatura, esa es la verdad y creo que la literatura es la verdadera realidad".
La Real Academia Española de la Lengua, entre sus muchas acepciones, define el arte como la "Manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros". A propiciar una reflexión sobre estos últimos está dedicada esta entrada.
Te propongo una doble reflexión sobre el arte, su función, su finalidad y la dedicación que algunas personas realizan y hacen suya del arte en la vida. El escritor Francisco Ayala escribe sobre la finalidad del arte dentro de la literatura, mientras Puccini presenta en Tosca uno de sus momentos más dramáticos en los que la protagonista se plantea el sentido de toda una vida dedicada al arte.
Tenemos la edad que tenemos y la que queremos. Francisco Ayala lo dijo la víspera de su 102 cumpleaños: "Nosotros los jóvenes somos así". Granadino, su vida transcurre durante más de un siglo, con ocho décadas dedicadas a la literatura. Toda la vida escribiendo, como él mismo decía: "Yo he escrito desde siempre; claro, primero serían pavadas, tonterías, pero siempre estuve escribiendo. El sentido de mi vida está en la literatura, esa es la verdad y creo que la literatura es la verdadera realidad".
Ese amor a la literatura hizo de él un humanista, un observador de la realidad, un entusiasta curioso, una persona que amaba la belleza, que escribió desde ensayos a relatos, de novelas a libros de memorias. Un autor, una persona, que se movió entre el clasicismo y las vanguardias, que vio cómo el siglo XX comenzaba a abrir posibilidades de mejoras para la humanidad, pero que fueron difuminándose con las guerras, las mundiales y la civil de nuestro país, que avanzaba para luego retroceder.
Desde su debut con Tragicomedia de un hombre sin espíritu en 1925, pasando por obras contra la guerra o la dictadura como La cabeza del cordero y Muertes de perro, libros de memorias, recuerdos y vivencias como El jardín de las delicias o Recuerdos y olvidos; publicaciones de artículos sobre la gran novela de Cervantes en La invención del Quijote; ensayos sobre una gran variedad de temas, desde los sociales a la política, desde la música al cine o la literatura, como La estructura narrativa. La obra de Ayala abarca un amplio espectro, una multiplicidad de intereses y muestran la personalidad del escritor que recibió, entre otros galardones, los Premios Príncipe de Asturias de las letras en 1998, el Nacional de Narrativa en 1883 o el Cervantes en 1991.
Su mirada se posó en la reflexión sobre la esencia misma de la literatura en particular y el arte en general. ¿Cuál es la función del arte? El texto que nos acompaña pertenece a su obra Interpretaciones.
Sara Bernhardt, la gran actriz francesa, llevó a los escenarios de todo el mundo personajes fuertes, de un gran vigor visual, generalmente heroínas con unas características que pudieran servir de modelos a los espectadores. Era la forma de ser de los personajes lo que más le interesaba, llevando a escena obras de gran calidad junto a otras menos importantes, siempre que pudiera representar la fuerza de las protagonistas. Interpretó personajes como Fedora, Madame Sans-Gêne o La Tosca todos ellos de Victorien Sardou.
Desde su debut con Tragicomedia de un hombre sin espíritu en 1925, pasando por obras contra la guerra o la dictadura como La cabeza del cordero y Muertes de perro, libros de memorias, recuerdos y vivencias como El jardín de las delicias o Recuerdos y olvidos; publicaciones de artículos sobre la gran novela de Cervantes en La invención del Quijote; ensayos sobre una gran variedad de temas, desde los sociales a la política, desde la música al cine o la literatura, como La estructura narrativa. La obra de Ayala abarca un amplio espectro, una multiplicidad de intereses y muestran la personalidad del escritor que recibió, entre otros galardones, los Premios Príncipe de Asturias de las letras en 1998, el Nacional de Narrativa en 1883 o el Cervantes en 1991.
Su mirada se posó en la reflexión sobre la esencia misma de la literatura en particular y el arte en general. ¿Cuál es la función del arte? El texto que nos acompaña pertenece a su obra Interpretaciones.
Asistir a una representación de esta última inspiró a Gacomo Puccini para llevar al personaje a la ópera. Inmediatamente escribió a su editor Giulio Riccordi: "¡Sólo pienso en La Tosca! Te ruego que hagas lo que consideres oportuno para obtener el permiso de Sardou antes de abandonar la idea, pues en esta Tosca veo la ópera que me gustaría hacer".
Como curiosidad, una representación teatral de Tosca en 1905 en Río de Janeiro, después del estreno de la ópera, un operario nuevo retiró inconscientemente la colchoneta donde debía caer Sara Bernhardt al lanzarse en el último acto desde la torre del Castel Sant'Angelo, fracturándose las piernas. Con la premura del viaje de vuelta no recibió una asistencia médica adecuada y a la gran actriz, pasado el tiempo, tuvieron que amputarle una pierna.
Puccini contó con sus libretistas habituales, Ilica y Giacosa (La Santísima Trinidad como él llamaba al grupo) para crear una obra que recrea un momento histórico concreto: desde poco antes del mediodía del 17 de junio de 1800 al amanecer del día siguiente, situando la acción en tres lugares concretos: El primer acto en la Iglesia de Sant'Andrea della Valle; el segundo en el despacho del barón Scarpia en el Palacio Farnese, y el tercero en la prisión del Castel Sant'Angelo. La obra transcurre en una Roma sin Papa, en el interregno entre el fallecido Pío VI y su sucesor Pío VII; una ciudad ocupada por las tropas napolitanas. La victoria de Napoleón en la batalla de Marengo trastoca la situación y los ocupantes abandonan la ciudad. En este inestable tablero domina la trama el barón Scarpia, jefe de la policía romana, un personaje que, en su interpretación, debe ser odioso, debe transmitir miedo, ser cruel, mentiroso para conseguir lo que quiere, maquiavélico, despiadado y lujurioso.
Uno de los momentos más sobrecogedores del personaje de Scarpia se trató en este blog en De Kant a Tosca: La expresión de los opuestos.
Visi d'arte es el único aria de Tosca en toda la obra, un momento en que Puccini detiene el vertiginoso desarrollo del segundo acto, en una concesión a la tradición, a la pieza melódica. Se trata de una declaración de principios de la protagonista, una justificación personal, una especie de declaración de clemencia. Es una pieza que se canta lenta, con pasión y amargura, con mucho dolor. Tosca acaba de poner su vida en manos de Scarpia para salvar a Cavaradossi, su enamorado condenado a muerte.
Aunque algo modificada, tiene la estructura propia del aria: una introducción en arioso (entre declamado y cantado) a la que sigue una exposición, su sección media y una repetición con una subida a la zona aguda (un si bemol) que hay que cantar con fuerza, pero sin que esta especie de discurso interior se convierta en un grito exterior, para finalizar cerrándose con una frase delicada, recogiéndose sobre su pensamiento.
Como anécdota, en el ensayo general para una reposición de Tosca en Viena en presencia de Puccini, la soprano Maria Jeritza cayó al escenario y cantó desde el suelo su aria. El compositor quedó impresionado y comentó que la había imaginado en esa posición cuando compuso la escena, por lo que en ocasiones suele cantarse desde el suelo.
El enlace que acompaña esta entrada es la que se considera, posiblemente, la mejor interpretación de esta ópera con la cantante que ha hecho suyo el personaje en el siglo XX, María Callas.
Como curiosidad, una representación teatral de Tosca en 1905 en Río de Janeiro, después del estreno de la ópera, un operario nuevo retiró inconscientemente la colchoneta donde debía caer Sara Bernhardt al lanzarse en el último acto desde la torre del Castel Sant'Angelo, fracturándose las piernas. Con la premura del viaje de vuelta no recibió una asistencia médica adecuada y a la gran actriz, pasado el tiempo, tuvieron que amputarle una pierna.
Puccini contó con sus libretistas habituales, Ilica y Giacosa (La Santísima Trinidad como él llamaba al grupo) para crear una obra que recrea un momento histórico concreto: desde poco antes del mediodía del 17 de junio de 1800 al amanecer del día siguiente, situando la acción en tres lugares concretos: El primer acto en la Iglesia de Sant'Andrea della Valle; el segundo en el despacho del barón Scarpia en el Palacio Farnese, y el tercero en la prisión del Castel Sant'Angelo. La obra transcurre en una Roma sin Papa, en el interregno entre el fallecido Pío VI y su sucesor Pío VII; una ciudad ocupada por las tropas napolitanas. La victoria de Napoleón en la batalla de Marengo trastoca la situación y los ocupantes abandonan la ciudad. En este inestable tablero domina la trama el barón Scarpia, jefe de la policía romana, un personaje que, en su interpretación, debe ser odioso, debe transmitir miedo, ser cruel, mentiroso para conseguir lo que quiere, maquiavélico, despiadado y lujurioso.
Uno de los momentos más sobrecogedores del personaje de Scarpia se trató en este blog en De Kant a Tosca: La expresión de los opuestos.
Visi d'arte es el único aria de Tosca en toda la obra, un momento en que Puccini detiene el vertiginoso desarrollo del segundo acto, en una concesión a la tradición, a la pieza melódica. Se trata de una declaración de principios de la protagonista, una justificación personal, una especie de declaración de clemencia. Es una pieza que se canta lenta, con pasión y amargura, con mucho dolor. Tosca acaba de poner su vida en manos de Scarpia para salvar a Cavaradossi, su enamorado condenado a muerte.
Aunque algo modificada, tiene la estructura propia del aria: una introducción en arioso (entre declamado y cantado) a la que sigue una exposición, su sección media y una repetición con una subida a la zona aguda (un si bemol) que hay que cantar con fuerza, pero sin que esta especie de discurso interior se convierta en un grito exterior, para finalizar cerrándose con una frase delicada, recogiéndose sobre su pensamiento.
Como anécdota, en el ensayo general para una reposición de Tosca en Viena en presencia de Puccini, la soprano Maria Jeritza cayó al escenario y cantó desde el suelo su aria. El compositor quedó impresionado y comentó que la había imaginado en esa posición cuando compuso la escena, por lo que en ocasiones suele cantarse desde el suelo.
El enlace que acompaña esta entrada es la que se considera, posiblemente, la mejor interpretación de esta ópera con la cantante que ha hecho suyo el personaje en el siglo XX, María Callas.
La interpretación anterior es un registro histórico, que se llevó al disco en el Royal Opera House del Covent Garden de Londres el 24 de enero de 1964 con la interpretación en los papeles estelares de María Callas en el rol de Tosca, Tito Gobbi como el barón Scarpia (posiblemente la mejor pareja de Tosca/Scarpia de la historia), Renato Scioni como Cavaradossi con la dirección escénica de Franco Zefirelli y la musical de Carlo Felice Cillario.
De esta obra se grabó en vídeo el acto II completo que no está disponible en internet, pero del que puedes disfrutar a continuación el comienzo del mismo con la presencia de Tito Gobbi, antes de la aparición de María Callas.
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Hola Miguel.
ResponderEliminarHabía oido hablar de María Callas como una maravillosa soprano, pero nunca había escuchado ninguna grabación suya, por lo que te agradezco que la hayas incluido en este post para poder disfrutar de su magnífica voz.
Un abrazo :-)
Hola Javier
ResponderEliminarEs una de las más grandes de la historia por la versatilidad de su voz, ya que era capaz de cantar en una gran variedad de registros. De los vídeos que quedan de ella este es uno de los que mejor la recogen en todo su esplendor y antes de su decadencia.
Gracias por tu comentario.
Un abrazo :-)
Maravilloso. De Callas poco hay que decir. Tengo muchísimas grabaciones en CD y pocas en DVD,pero siempre son perfectas.
ResponderEliminarLa grabación segunda del acto II, no está disponible por reclamación de derechos de autor.
Gracias, Urbano
EliminarHan eliminado la grabación del II acto completo, pero han dejado algunos momentos, como este inicio que enlazo al blog.
Un abrazo :-)