El comienzo de la primavera de 2020 no se nos olvidará jamás.
Doblegados momentáneamente por uno de los virus que han asolado a la humanidad en los últimos siglos, no más letal que otros, pero sí más persistente en el contagio, nos hemos encontrado en una situación inédita en nuestras vidas.
Encerrados en nuestros domicilios, con un creciente número de contagiados y fallecidos, aunque con pacientes que superan la enfermedad, rodeados de dramas humanos relacionados con la pérdida de trabajo, la soledad de algunas personas o la preocupación por la enfermedad en personas pertenecientes a grupos de riesgo.
Convivir durante un tiempo indeterminado sin salir al exterior se vuelve un reto en nuestras vidas cuyo fin es el logro de un bien común y del que confiamos salir con el menor número de bajas posibles.
Mantener el ánimo, la capacidad de convivir y la ilusión cada día y cada hora es una tarea que se vuelve necesaria para superar este momento de crisis. Así, cuidar las relaciones, colaborar entre todos los que compartimos el mismo espacio o atender a los pequeños detalles son esenciales en esta situación.
En estos días comienza la primavera, una estación que se venía anunciando las últimas semanas y que, apenas si podemos atisbar desde nuestros hogares. Un parque en la distancia, un jardín, algunas plantas en la casa o el volar de los pájaros son algunos de los indicios que nos recuerdan que comenzó la estación. Acostumbrados a salir en esta época, a encontrarnos con los cambios que la primavera nos ofrece desde la naturaleza o en las mismas ciudades, te propongo unas miradas hacia esta estación. Nos acompañan, como siempre, obras literarias y musicales. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
Si pensamos en la primavera y en música lo primero que se nos viene a la cabeza es el comienzo de Las Cuatro Estaciones de Vivaldi, aunque los lectores de este blog saben que no es habitual que aparezcan versiones sin música vocal salvo que tengan una relación directa con textos escritos.
Antonio Vivaldi publicó en 1725 su Opus nº 8 con el título de Il cimento dell'armonia e dell'inventione (La lucha entre la armonía y la invención). En ella aparecían doce conciertos, de los que los cuatro primero corresponden a Las cuatro estaciones.
En sus conciertos dedicados a las estaciones, Vivaldi no pretende sólo imitar o describir la naturaleza y sus sonidos, sino que, además, su interés parece encaminado también a sugerir estados de ánimo, relacionar momentos y faenas de las estaciones o los sentimientos de campesinos o ciudadanos. De tal manera, el compositor veneciano realiza algunas indicaciones para la interpretación, como en el segundo movimiento de la primavera que señala que debe tocarse como "un perro que ladra".
No tienen claro los estudiosos de la música de Vivaldi si los conciertos surgieron a partir de unos sonetos ya existentes o fueron los sonetos los que se escribieron para exponer y explicar la música. El caso es que cada una de las estaciones tiene un soneto que lo acompaña y cuya distribución en los habituales dos cuartetos y dos tercetos coincide en todos los casos con los tres movimientos de cada estación: Los dos cuartetos inspiran el primer movimiento, un allegro. El primer terceto, el segundo movimiento, que es un adagio o un largo. El último de los tercetos para el tercer movimiento, un allegro o un presto. Una de las hipótesis de trabajo de los musicólogos atribuye al propio Vivaldi la composición de los sonetos que se funden en perfecta simbiosis con los conciertos.
La Primavera es de todos estos conciertos el más interpretado y deseado por los violinistas, convirtiendo esta obra musical en una de las más representadas, oídas y grabadas de toda la historia de la música clásica.
La Netherlands Bach Society con Shunske Sato al violín y la dirección nos acompaña en una grabación que se realizó en octubre de 2016 en el Muziekgebouw aan 't IJ de Amsterdam. En el enlace se separan los movimientos por aplausos del público, algo poco habitual, pero que ayuda a seguir con más facilidad el soneto que acompaña a la obra de Vivaldi.
Doblegados momentáneamente por uno de los virus que han asolado a la humanidad en los últimos siglos, no más letal que otros, pero sí más persistente en el contagio, nos hemos encontrado en una situación inédita en nuestras vidas.
Encerrados en nuestros domicilios, con un creciente número de contagiados y fallecidos, aunque con pacientes que superan la enfermedad, rodeados de dramas humanos relacionados con la pérdida de trabajo, la soledad de algunas personas o la preocupación por la enfermedad en personas pertenecientes a grupos de riesgo.
Convivir durante un tiempo indeterminado sin salir al exterior se vuelve un reto en nuestras vidas cuyo fin es el logro de un bien común y del que confiamos salir con el menor número de bajas posibles.
Mantener el ánimo, la capacidad de convivir y la ilusión cada día y cada hora es una tarea que se vuelve necesaria para superar este momento de crisis. Así, cuidar las relaciones, colaborar entre todos los que compartimos el mismo espacio o atender a los pequeños detalles son esenciales en esta situación.
En estos días comienza la primavera, una estación que se venía anunciando las últimas semanas y que, apenas si podemos atisbar desde nuestros hogares. Un parque en la distancia, un jardín, algunas plantas en la casa o el volar de los pájaros son algunos de los indicios que nos recuerdan que comenzó la estación. Acostumbrados a salir en esta época, a encontrarnos con los cambios que la primavera nos ofrece desde la naturaleza o en las mismas ciudades, te propongo unas miradas hacia esta estación. Nos acompañan, como siempre, obras literarias y musicales. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
Si pensamos en la primavera y en música lo primero que se nos viene a la cabeza es el comienzo de Las Cuatro Estaciones de Vivaldi, aunque los lectores de este blog saben que no es habitual que aparezcan versiones sin música vocal salvo que tengan una relación directa con textos escritos.
Antonio Vivaldi publicó en 1725 su Opus nº 8 con el título de Il cimento dell'armonia e dell'inventione (La lucha entre la armonía y la invención). En ella aparecían doce conciertos, de los que los cuatro primero corresponden a Las cuatro estaciones.
En sus conciertos dedicados a las estaciones, Vivaldi no pretende sólo imitar o describir la naturaleza y sus sonidos, sino que, además, su interés parece encaminado también a sugerir estados de ánimo, relacionar momentos y faenas de las estaciones o los sentimientos de campesinos o ciudadanos. De tal manera, el compositor veneciano realiza algunas indicaciones para la interpretación, como en el segundo movimiento de la primavera que señala que debe tocarse como "un perro que ladra".
No tienen claro los estudiosos de la música de Vivaldi si los conciertos surgieron a partir de unos sonetos ya existentes o fueron los sonetos los que se escribieron para exponer y explicar la música. El caso es que cada una de las estaciones tiene un soneto que lo acompaña y cuya distribución en los habituales dos cuartetos y dos tercetos coincide en todos los casos con los tres movimientos de cada estación: Los dos cuartetos inspiran el primer movimiento, un allegro. El primer terceto, el segundo movimiento, que es un adagio o un largo. El último de los tercetos para el tercer movimiento, un allegro o un presto. Una de las hipótesis de trabajo de los musicólogos atribuye al propio Vivaldi la composición de los sonetos que se funden en perfecta simbiosis con los conciertos.
La Primavera es de todos estos conciertos el más interpretado y deseado por los violinistas, convirtiendo esta obra musical en una de las más representadas, oídas y grabadas de toda la historia de la música clásica.
La Netherlands Bach Society con Shunske Sato al violín y la dirección nos acompaña en una grabación que se realizó en octubre de 2016 en el Muziekgebouw aan 't IJ de Amsterdam. En el enlace se separan los movimientos por aplausos del público, algo poco habitual, pero que ayuda a seguir con más facilidad el soneto que acompaña a la obra de Vivaldi.
El poeta moguereño Juan Ramón Jiménez, Premio Nobel de Literatura en 1956, fijó su mirada en la primavera en diversas ocasiones.
Escrito en su retiro de Burdeos, Primavera y sentimiento es un extenso romance en que el escritor realiza una hábil mezcla de precisión y vaguedad. El poeta se fija en el crepúsculo, un momento cambiante del día que le hace transitar hacia la oscuridad y la tristeza cargado de imágenes simbólicas (holocausto de escarlata) para abrirse de nuevo a la esperanza (¡Ah, si el mundo fuera siempre una tarde perfumada!), realizando un tránsito de la muerte a la inmortalidad. Juan Ramón Jiménez crea un ambiente de tipo elegíaco cargado de misterio, logrando que la tristeza se convierta en soledad creadora haciendo que esa melancolía le ayude a abrirse a los demás, logrando la armonía con cuanto le rodea.
Cuando sugirieron a Joseph Haydn que compusiera una ópera para estrenar en Praga su respuesta fue clara y contundente: "No soy como Mozart, no tengo capacidad para crear óperas". Al recordarle que había compuesto algunas de ellas, insistió en su negativa: "Las que he compuesto fueron hechas para ser interpretadas dentro del palacio de los Eszterhazy. Fuera no tendrían ningún éxito".
En sus dos estancias en Inglaterra, donde fue galardonado por la Universidad de Oxford como Doctor Honoris Causa, Haydn tomó buena nota de la obra de Händel, especialmente su oratorio El Mesías. A su regreso compuso otro oratorio, La creación entre 1796 y 1798. Fue tal el éxito que se dejó embarcar en sus últimos años de vida en otro oratorio, en este caso no religioso, por el que no tenía demasiado interés. El libretista de La Creación, el Barón Gottfried van Swieten le propuso trabajar sobre el poema de James Thomson Les Saisons.
Una vez convencido Haydn tardó en realizar la composición dos años plagados de roces, indicaciones con detalles excesivamente descriptivos en los que no faltaban las imitaciones de sonidos de la naturaleza o de animales, como el croar de una rana que suscitó una fuerte tensión entre libretista y compositor.
Así, tras un pase privado, en mayo de 1801 se estrenó Die Jahreszeiten (Las estaciones) con un éxito que no fue tan abrumador como el de La Creación, en la que Haydn mostraba un fresco pictórico de la naturaleza.
Dividida, lógicamente, en cuatro partes, Las estaciones está formada por 39 números de los que nos vamos a fijar en esta publicación en el segundo de ellos Komm Holder Lenz (Ven, linda primavera). Se trata de una pieza coral en que se canta a la primavera entrante que comienza un coro de campesinos, continúa un coro de mujeres y niños al que sigue un coro de hombres para finalizar con todos cantando a la primavera.
La interpretación de este coro Komm Holder Lenz de Las estaciones de Haydn pertenece a una grabación de audio con The English Baroque Soloistis y The Monteverdi Choir bajo la dirección de John Eliot Gardiner.
Galardonado con el Premio Cervantes en 1981 y el Premio Nobel de Literatura en 1990, Octavio Paz es un escritor al que es difícil de etiquetar en algún movimiento literario o artístico. Su poesía muestra su interés por la experimentación convirtiéndose en una obra a la vez personal y original, cargada de lirismo e imágenes profundas en las que desembocó en temas de tipo existencial como la soledad o la incomunicación en nuestra sociedad.
En Libertad bajo palabra, publicado en 1949 recoge una serie de poemas escritos desde 1935 y que fue ampliando hasta la edición de 1968. En Primavera a la vista, uno de los poemas incluidos en Bajo tu clara sombra, la primera de las cinco partes del libro, Paz nos acerca su inquieta mirada a la llegada de la estación.
Acostumbrados a escuchar la música de Johann Strauss hijo en conciertos como el de Año Nuevo, sus obras las asociamos a valses, polkas, marchas o mazurkas.
Finalizamos este acercamiento a la primavera con uno de sus valses más conocidos: Frühlingsstimmen (Voces de Primavera). La versión original de la pieza estuvo concebida como vals para solista y acompañamiento de coro para ser interpretado en un concierto benéfico que se celebró en el mismo Theater an der Wien en que Mozart y Beethoven estrenaron la Flauta Mágica y Fidelio, entre otras obras.
La soprano sudafricana Pretty Yende interpreta Voces de primavera en un concierto perteneciente al Festival de Verbier. con el que nos despedimos, confiando en que la primavera que no hemos podido comenzar a disfrutar nos llegue por la literatura y la música y que, más temprano que tarde, podamos apreciarla en todo su esplendor.
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Se nota que heydn tenía un nivel de exigencia que solo un artista puede tener. (Algunos lo sufren) Vivaldi me recuerda a mi juventud, cuando las ponía por las mañanas, precisamente en primavera, y ya las voces de primavera, son esplendidas, me he quedado maravillada, en serio. Lástima que estemos confinados para ir por la calle escuchando lo que nos muestras. Visoonar el paisaje, los que tenemos vegetación por los alrededores los disfrutaríamos mucho. Y al verde que te quiero verde, y las flores en su punto más explosivo de la estación. Me ha gustado mucho, me he emocionado.
ResponderEliminarUn saludo!!!
Hola Keren.
ResponderEliminarSí que echamos de menos la primavera. Ambos estamos acostumbrados a pasear por ella y ver cómo cambia cada día. Por eso escribí esta entrada. Tenemos la capacidad de evocarla, sentirla desde nuestra memoria o nuestras sensaciones casi como si la viéramos. Gracias por tu comentario.
Un abrazo :-)