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El olor de las olas del mar

Asociamos el verano con el concepto de vacaciones y el de playa, independientemente de que las tengamos o no en esta época y de que éstas se desarrollen junto a la playa.
En una cultura donde las temperaturas marcan una pausa en el periodo estival, que dividen el calendario entre el final de una temporada o curso y el inicio del siguiente, siendo más significativa esta pausa con reinicio que el mismo comienzo de año que celebramos en enero, incluso quienes no disfrutan en esta época de vacaciones, por la razón que sea, tienen marcada esta época en su calendario.
Y como símbolo de ellas el mar, por un lado como lugar de destino, un destino mayoritario en nuestro país que, además es receptor de viajeros de todo el mundo. También tenemos el mar como símbolo de los viajes a lo desconocido, lo exótico, ese horizonte que nos esconde lo que existe al otro lado y que en estos tiempos, aunque sepamos qué hay más allá, siempre se nos presenta como algo distinto a nuestra vida, un reto, una aventura por descubrir. Ese mismo mar que llevó a tantos, fueran navegantes o no, a descubrir nuevos lugares, buscar un lugar donde encontrar una oportunidad de iniciar una nueva vida o encontrar un clima más saludable.
En esta entrada dedicada al mar y las sensaciones que nos evoca como símbolo de las vacaciones y el verano, te propongo un texto de Robert L. Stevenson y una de las músicas que más identificamos con el mar, una habanera que nos cuenta sobre el placer de navegar.



Robert Louis Stevenson es un autor que nos evoca muchos recuerdos, tanto si se han leído sus obras como si no, ya que algunas de sus historias forman parte de nuestra cultura literaria o cinematográfica. Escocés, vivió algo más de cuatro décadas entre 1850 y 1894 en las que estudió ingeniería, como su padre, además de derecho, antes de dedicar su vida a la literatura.
Enfermo de tuberculosis, buscó incansablemente un clima adecuado para su salud, llegando a la isla de Samoa donde pasó sus últimos años. Allí lo conocieron como Tusitala, El que cuenta historias.
Admirador en su juventud de la obra de Walter Scott nos ha legado novelas que han sido llevadas al cine como La isla del Tesoro, en la que el joven Jim Hawkins descubre por sí mismo las caras del bien y del mal en sus amigos y piratas como Long John Silver. El tema del bien y el mal lo vuelve a tratar en su novela El doctor Jeckill y Mr. Hyde, en este caso ambos extremos se unen en el médico Jeckill que descubre una sustancia que lo hace transformarse, primero a voluntad y más adelante de forma incontrolada, en el monstruoso Hyde.





Escritor polifacético, escribió ensayos como Estudios familiares de hombres y libros Memorias y retratos; libros de poemas como Jardín de versos para niños o De vuelta al mar; relatos breves como Narraciones maravillosas, El diablo de la botella y otros cuentos. Pero lo que nos trae a Stevenson en esta publicación son sus libros de viajes, en alguno de los cuales se encuentra una gran veta autobiográfica, como La casa solitaria, A través de las llanuras, Islas del Sur o Cuentos completos, en el que se recoge el texto que no acompaña.
En él describe las sensaciones con que la playa de Falesá recibe a quien va a establecerse allí. ¿Podemos recordar y evocar con nuestros sentidos y emociones los lugares que han sido significativos en nuestros viajes?


Basada en la novela de aventuras Los hijos del capitán Grant de Julio Verne, Manuel Fernández Caballero puso música a un libreto de Miguel Ramos Carrión para componer la zarzuela Los sobrinos del capitán Grant, catalogada por sus autores como novela cómico-lírico-dramática.
Obra de mucho éxito, estuvo varios años en cartel destacando la variedad de ambientes que toca: desde las castizas corralas, las aventuras por todo el planeta, con escenas que se desarrollan por Sudamérica, Australia u Oceanía, con coros chilenos o maoríes, buscando el tesoro que el capitán Grant promete compartir con quien acuda a socorrerlo.



Para completar esta entrada te propongo una pieza de esta zarzuela con una doble relación con la evocación al mar. Se trata de la habanera Así escuchando de la mar con que los tripulantes del navío Escocia ensayan para cantar en mejor ocasión, una pieza que los acerca a las agradables sensaciones que el mar, la navegación y los paisajes marinos les traen. Las habaneras son composiciones de ritmo pausado y originarias de Cuba desde donde han llegado a nuestro país para ser unas de las piezas más interpretadas por agrupaciones corales, especialmente las de localidades próximas al mar. El ritmo cadencioso en compás binario imita el suave balanceo de las olas del mar.


La interpretación, totalmente amateur, pertenece a la Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo bajo la dirección de Miguel Ángel Campos y fue grabada en noviembre de 2012.


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4 comentarios:

  1. ¡Hola Miguel!

    Llegado el verano, época en la que el calor reduce nuestra actividad tanto física como mental, sobre todo este año en que las temperaturas estan alcanzando elevadísimas cotas, es muy de agradecer que hayas elegido a un autor como el escocés R.L. Stevenson que en sus obras hace volar nuestra inaginación por paisajes exóticos perfectamente descritos.

    La zarzuela (género musical escénico surgido en España, similar al singspiel alemán o a la opéra-comique francesa) que has elegido y sobre todo la habanera que completa el post maridan perfectamente haciéndonos soñar con las brisas marinas.

    Estupendo Miguel, me ha gustado mucho.

    Un abrazo :-)

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  2. Hola Javier
    El mar, las olas, el horizonte son una promesa del viaje, la aventura, lo desconocido... La idea de evocarlos en esta época no podía faltar en el blog.
    Gracias por tu comentario.
    Un abrazo :-)

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  3. Hola Miguel,
    Fantástico post veraniego y marinero. El mar forma parte de nuestra idiosincrasia en España. La época vacacional es admirada por todos, aunque como bien dices, algunas personas no tengan las vacaciones en esta época del año. Es más significativa la reanudación en septiembre que en enero, totalmente de acuerdo.
    Stevenson marca la pauta del sol, la aventura, la tradición marinera, el exotismo en sus libros, algunos de ellos llevados al cine innumerables veces, como Dr. Jeckill y Mr. Hide.
    La habanera final es una pieza preciosa, como colofón a este bonito post.
    Un abrazo ;-)

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    1. Hola Marisa
      Aunque el mar y la playa estén tan domesticados y masificados siguen teniendo esa promesa de aventura y exotismo que se pueden disfrutar si lo deseas. Pienso que este tema tan refrescante viene muy a propósito en estas fechas.
      Gracias por tu comentario y... ¡a disfrutar!
      Un abrazo :-)

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