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El (en)canto de las sirenas

Se atribuye a Heráclito la idea de que todo cambia y la frase, no textual, de que "no podemos bañarnos dos veces en el mismo río". Hay ideas y conceptos que han ido cambiando su esencia, su contenido o su aspecto externo con el devenir de los tiempos, con las concepciones que se han ido teniendo a lo largo de los distintos momentos.
Las sirenas se nos aparecen como uno de los primeros mitos de la cultura occidental, cuyo aspecto, significado e iconografía ha ido cambiando con el paso por las distintas culturas y civilizaciones. Te propongo un recorrido por algunas de sus apariciones en las distintas artes. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!



De entre las músicas de Claude Debussy se encuentran algunas de las que mejor describen atmósferas sonoras y matices, aunque él siempre huía de clasificarlas como impresionistas, pese a que la siguiente obra esté basada en unos cuadros de ese estilo pictórico. En su Trois nocturnes: Nuages, Fêtes et Sirènes (Tres nocturnos: Nubes, Fiestas y Sirenas), el compositor francés que metió de lleno la música en la modernidad del siglo XX, compone  en una obra para violín solista, orquesta y coro atmósferas casi etéreas, como oídas desde la lejanía. El enlace no presenta una grabación en vídeo, sino una interpretación para disco de The Cleveland Orchestra dirigida por el gran Vladimir Ashkenazy.
Te propongo oír el tercero de los nocturnos, estas Sirenas, a las que no es necesario divisar, sino sentirlas en la lejanía, acompañando a esta lectura.


Su aparición en la Odisea, durante el viaje de regreso de Ulises a su Ítaca natal, las presenta como seres relacionados con el submundo del Hades y, como tales, atraían a los marineros para hacerlos naufragar contra los arrecifes, devorarlos y llevar sus almas al Averno
Contrariamente a lo que solemos conocer en sus representaciones iconográficas, eran seres híbridos con cabeza y torso de mujer y emplumado cuerpo de ave, cuya voz prodigiosa embelesaba a quienes las oían y se sentían irremediablemente atraídos, de forma literal, hacia los escollos donde se encontraban, identificados por algunos estudiosos como en algunos lugares como cercanos a las costas mediterráneas de Sorrento o Capri.

Vasija griega clásica  decorada con imagen de la Odisea y sirenas con su aspecto original

Homero narra en el Canto XII de su Odisea cómo Circe, la hechicera con quien Ulises convivió un tiempo, aquella que convertía a quienes deseaba en animales, viendo la irremediable partida de éste, lo advierte sobre el peligro que suponen para los navegantes.




También aparecen en la cultura griega clásica en otra de las obras que presentan uno de esos viajes al confín del mundo. En su viaje a la Cólquida en busca del Vellocino de Oro que se relata en Jasón y los argonautas, el navío de Argos se acerca a los escollos de las sirenas, donde la forma de conjurar el llamamiento imperioso del canto es con otro aún mejor. Orfeo, el mítico cantante, el único ser humano que ha podido regresar del Hades gracias a su prodigiosa voz, canta sobre el canto de las sirenas hasta hacer que los marineros sobrepasen los escollos. Sólo Butes se dejó seducir por el melodioso canto y se arrojó al agua, siendo recogido por sus acompañantes.


Ulises y las sirenas. John Waterhouse (1891). National Galerie of Victoria. Melbourne

En el relato de Homero, el más conocido de todos, Ulises sigue las instrucciones de Circe preparando su encuentro con las sirenas, que se desarrolla como se preveía, aunque con el protagonista al límite de caer en sus encantos.


En su erudito y ameno estudio Sirenas, seducciones y metamorfosis, Carlos García Gual traza un recorrido por el mundo cultural de las sirenas, sus apariciones en distintas historias y culturas, sus diversas formas, aunque siempre ligadas al juego de la seducción. Las sirenas atraen irremediablemente, pero no con engaños, ardides o fuerza, sino con la fuerza de su melo(dio)so canto.
A partir del medievo cambia la concepción y aspecto físico de las sirenas. Ya no poseen cabeza y torso de mujer con cuerpo de aves, sino que se amoldan al aspecto pisciforme con que las conocemos en la actualidad con una cola de pez en lugar de piernas, que siempre ocultan en el mar. Con sus voces seductoras, los largos cabellos (que en algunas iconografías aparecen con peines y espejos para cuidarlos ante la espera de nuevas víctimas), las sirenas engañan con sus cantos a cuantos navegan por sus escollos.



En lugares más alejados del mar con grandes corrientes de agua surgen, como si de sirenas de agua dulce se tratara, las ondinas y nereidas. Con su mismo aspecto, viven en los ríos del continente, aunque pasaron a representar un cierto grado de seducción, como sutiles cortesanas a la caza de hombres adinerados o jóvenes ingenuos, seduciendo más por su belleza y placer sensual que por su bello canto. A esta línea pertenece el texto del escritor centroamericano Augusto Monterrosso



Richard Wagner inicia El oro del Rhin, la primera de las óperas de su Tetralogía El anillo de los Nibelungos, bajo el fondo rocoso del Rhin, leve e irregularmente iluminado por la luz del amanecer. Allí nadan y se recrean entre las ondas las Hijas del Rhin, Woglinde, Wellgunde y Flosshilde. Del mundo subterráneo surge Alberich, el rey de los nibelungos, un enano repulsivo y deforme que trata de seducirlas. Ellas se burlan de él, provocándolo hasta enfurecerlo, ya que no puede desenvolverse por el agua como ellas. Un fugaz rayo de sol atraviesa las aguas dejado ver los destellos del oro que vigilan las ondinas. A la pregunta del nibelungo, las ninfas le revelan que el oro reposa en su lecho natural y que sólo quien reniegue del amor y forje con él un anillo, se convertirá con su poder en el dueño del mundo. En esta escena, Wagner hace jugar a las Hijas del Rhin con su poder de seducción sobre el nibelungo.
El enlace pertenece a un montaje de La Fura dels Baus que se representó en el Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia en 2007, con Silvia Vázquez, Ann-Katrin Naidu Hannah Ester Minutillo como las Hijas del Rhin y Franz-Josef Kapellmann en el rol de Alberich.



García Gual apunta en su prolífico estudio la nueva transformación que el mito de las sirenas sufre en el período romántico, una metamorfosis que, como suele acontecer, las adapta a las circunstancias estilísticas de esta corriente artística.




El siglo XX vio el nacimiento de una de las más conocidas de las ninfas, aún bajo el signo del romanticismo. En marzo de 1901, Antonín Dvorák estrenaba su ópera Rusalka con un libreto de Jaroslav Kvapil que se inspiraba en la mitología eslava, cuentos checos del siglo XIX y, de modo especial, en La sirenita de Hans Christian Andersen, la más recurrida de las fuentes que conocemos y se utilizan en la actualidad.
En Rusalka, Dvorák alterna la presencia de seres humanos con los procedentes del mundo de las profundidades acuáticas, en una ópera que narra la historia de una ninfa de los arroyos y manantiales, una rusalka como se denomina en checo que, cuando se enamora de un príncipe humano, termina encontrando su perdición.
De toda la ópera el fragmento más conocido es Mêsíčku na nebi hlubokém (La Canción de la Luna) en la que la rusalka pide al astro que le cuente al príncipe su amor por él.
La versión de La canción de la Luna está interpretada por la soprano letona Kristine Opolais en una representación de la Bayerische Staatsoper de Munich grabada en 2012 bajo la dirección musical de Tomás Hanus


Si esta entrada peca de un excesivo tono androcéntrico, nada mejor que desprendernos de él con el texto de Marco Deveni con el que finalizamos.



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Páginas web interesantes:

  • https://mitosyleyendascr.com/mitologia-griega/las-sirenas/ 
  • https://elpais.com/cultura/2014/07/24/actualidad/1406184846_835813.html 

2 comentarios:

  1. Vaya que interesante Miguel Ángel, acabo de aprender un sinfín de cosas nuevas sobre las sirenas. Que completo tu post, he disfrutado mucho leyéndolo.
    Un abrazo!

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    1. Hola Bibiana.
      Me alegra que te haya gustado. Es curioso como un mito como el de las sirenas ha ido evolucionando tanto con el paso del tiempo.
      Gracias por tu comentario.
      Un abrazo :-)

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