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El confinamiento de Ana Frank

Espero poder confiártelo todo como aún no lo he podido hacer con nadie, y espero que seas para mí un gran apoyo.
Ana Frank
2 de junio de 1942

Los seres humanos tenemos cierta capacidad para adaptarnos a las situaciones que nos tocan vivir. Adaptarnos a esas circunstancias que, en unos primeros momentos no imaginábamos que pudieran suceder, es una tarea que nos acerca a la reflexión sobre nosotros mismos, quienes nos rodean y quienes nos importan, así como sobre las escalas de valores en los que asentamos nuestra vida.
Te propongo un acercamiento a una obra que pertenece a nuestro imaginario colectivo, la hayamos leído o no, y que nos puede aportar luces a nuestras reflexiones en periodo de confinamiento por covid-19: El diario de Ana Frank. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere.



Annelies Marie Frank, conocida como Ana Frank, fue una adolescente alemana de origen judío que vivió entre 1929 y 1945 y a la que conocemos por haber escrito un diario mientras estuvo estuvo escondida en una casa situada en los números 263-265 de la Prinsengracht de Amsterdam. La casa, un bloque de pisos en el que se encontraba la que Ana llamaba Achterhuis (Casa de atrás) cuyo acceso estaba escondido tras una estantería, en la actualidad acoge el museo Casa de Ana Frank, a la que se puede acceder y realizar una visita virtual
Ana escribía en su diario dirigiéndose a una amiga imaginaria, Kitty, a la que realizaba las confidencias sobre sus sentimientos, los hechos que ocurrían durante el encierro y las rutinas que tenían en la casa durante los meses que estuvieron escondidos huyendo de los alemanes.


El 11 de abril de 1944, Ana Frank dejó escrito en su diario: 


"De seis a siete y cuarto pasaron por la radio un concierto muy bonito de Mozart. Sobre todo me gustó mucho la Pequeña serenata nocturna. En la habitación casi no puedo oír música, porque cuando es música bonita, dentro de mí todo se pone en movimiento."

En un confinamiento como el que Ana Frank y su familia tuvo en aquella casa de Amsterdam no se pueden elegir según qué cosas. Ahora disponemos de dispositivos conectados a la red que nos permiten seguir cualquier tipo de música o ver televisión o películas. En aquella situación, la única manera de escuchar música era a través de la radio en los momentos en que ésta podía ponerse.
Las músicas que nos acompañan en esta reflexión sobre el Diario de Ana Frank son obras y grabaciones que ella y quienes le acompañaban pudieron escuchar en aquellos días.
Esta popular Serenata nº 13 para cuerdas, Kv 525, conocida como Eine leine Nachtmusik (Pequeña serenata nocturna) está fechada en Viena en agosto de  1787. La versión que nos acompaña pertenece a una grabación que Bruno Walter realizó con la Vienna Philharmonic Orchestra el 17 de diciembre de 1936 y que recoge los dos primeros movimientos de la obra: Allegro y Romance andante.



Casi un mes y medio después de haber recibido y comenzado a escribir en su diario, Ana Frank, sus padres y su hermana Margot, en compañía de algunos amigos comenzaron la reclusión clandestina en una casa que se prolongaría por algo más de dos años. En total eran ocho las personas que compartieron escondrijo.
Ana se dirige a su diario con el nombre de Kitty y va desgranando sus pensamientos, los altibajos emocionales y los hechos que fueron aconteciendo desde su mirada inquieta y juvenil.
La primera mirada a su diario nos muestra parte de lo que escribió el día en que comenzó el confinamiento, un hecho que hubo que adelantarse unos días, ya que su madre había recibido una citación para presentarse ante las SS, un hecho que todos sabían en ese tiempo qué significado tenía.



En un confinamiento nos replanteamos las actividades habituales, se crean rutinas nuevas que sustituyen a otras que realizábamos por costumbre, aunque no terminen de desaparecer.
Se es consciente, en mayor o menor medida, de lo que ocurre en el exterior, una circunstancia que nos ayuda a conocer y relativizar nuestra realidad. Si nos acordamos y preocupamos de nuestros allegados y aquellos a quienes conocemos, también tenemos presentes a aquellos anónimos que están sufriendo las más directas consecuencias de la situación.
Algo tan natural y sano como realizar planes de futuro, una necesidad y un ejercicio de positivismo, puede llegar a parecernos en determinados momentos fuera de lugar, aunque nos sirve para ayudarnos a aceptar la realidad y la situación en la que nos desenvolvemos.
A comienzos de 1943, casi medio año después de comenzar el confinamiento, Ana, a sus trece años, enlaza en su diario estas reflexiones.



Una estancia prolongada en la vivienda puede provocar cambios en muebles y enseres para adaptarse a la situación, además de la creación de rutinas para necesidades básicas una vez que se comparten espacios y tiempos prolongados. Los turnos, el respeto por los de los demás y cierta falta de intimidad condicionan estos momentos. 
La pequeña de los Frank comienza a describir en el segundo agosto de estancia en la casa las rutinas diarias que se prolongarán en sus reflexiones a lo largo de varios días. Este texto del 4 de agosto inicia la descripción de las rutinas nocturnas del que por su extensión extractamos su inicio y que le lleva a relatar hasta el repetitivo despertar del día siguiente. 



El 9 de junio de 1944 el diario recogía estas frases de su autora dirigidas, como siempre a Kitty:


"La casa de atrás en su conjunto, salvo Van Dann y Peter, ha leído la trilogía Rapsodia húngara. El libro relata la historia de la vida del compositor, pianista y niño prodigio Franz Liszt. Es un libro muy interesante, pero para mi gusto contiene demasiadas historias de mujeres; Liszt no fue tan solo el más grande y famoso pianista de su época, sino también el mayor de los donjuanes aún hasta los setenta años."

Otra interpretación histórica nos acompañará hasta el final de esta publicación.
El pianista, compositor, profesor de música y director de orquesta Ferruccio Busoni grabó, nada menos que en marzo de 1907, esta versión de la fantasía Réminiscences de Norma de Franz Liszt, una obra en la que el pianista y compositor húngaro recoge algunos de los temas más populares de la ópera de Bellini



Solemos tener predilección por algún objeto que posee para nosotros un determinado valor sentimental y lamentamos su desaparición. En otras ocasiones, hasta la pérdida de un objeto cualquiera de uso cotidiano se puede convertir en una situación delicada para reponerlo en momentos de confinamiento y adquiere un valor desproporcionado al que posee. Cualquier objeto altera su valor económico y funcional dependiendo de la situación.

El siguiente texto lo dedica Ana Frank a su estilográfica, uno de sus tesoros y su desaparición.



Los estados de ánimo oscilan como un péndulo en momentos de tensión y enclaustramiento. Aún rodeados de personas, conectados a redes sociales o medios de comunicación, hay momentos en que se oscila entre la euforia y la aflicción.

En una fecha tan señalada para nuestra cultura como el 24 de diciembre, incluso con significado en el encierro de unos judíos como los Frank y su compañeros, Ana reflexiona, a partir de una frase de Goethe "Himmelhoch jauchzend, zu Tode berübt" ("De la más alta euforia a la más profunda aflicción") sobre sus estados de ánimo. La desesperación por un prolongado encierro la canaliza en el hecho de imaginar qué poder hacer una vez que salga a la vida normal y el diario como método de reflexión y expresión de sentimientos y sensaciones que le sirve como catarsis.



Dejar la vida cotidiana y sus rutinas, modificar ciertos hábitos y las relaciones con los más allegados suponen una oportunidad de acercarnos a nosotros mismos si somos capaces de obviar el ruido exterior y centrarnos en nuestro conocimiento. Quizás, en el mundo en que vivimos sea tanto ese ruido exterior que esta sociedad de consumo rápido y preparado para no pensar demasiado se introduce en cada uno de nosotros, que no nos permitamos profundizar en nuestro autoconocimiento, que los árboles no nos permitan ver el bosque.



Segundo año de encierro en la Casa de atrás de Amsterdam. A sus quince años Ana Frank habla a su diario con una madurez que ha ido adquiriendo con el paso de los meses. Se descubre a sí misma en su doble faceta hacia el exterior, en las relaciones con quienes le rodean y hacia su interior, con un pudor que la hace dudar de si esta personalidad madura y seria sería bien acogida y aceptada por su entorno. Es un periodo de madurez que la adolescente alcanza a revelar su personalidad, a mirarse a sí misma de frente, una mirada hacia el interior que todo ser humano debe hacer siempre.


Esta es la última anotación en el diario. 

Tres días más tarde, el 4 de agosto de 1944, un delator holandés guió a la Gestapo hasta el escondite. La Grüne Polizei arrestó a los ocho ocupantes de la vivienta y la familia Frank fue trasladada al campo de concentración de Auschwitz. Todos murieron en campos de concentración salvo Otto, el padre de Ana
Dos de los amigos que los protegieron encontraron, escondieron y guardaron el diario de Ana Frank. Una vez liberado, Otto Frank visitó y recibió el diario de su hija de manos de uno de ellos, Miep Gies, y lo publicó en Amsterdam en 1947. Esta y las siguientes ediciones consistían en una versión abreviada y con correcciones de estilo, más accesible al público.
En 1986 el RIOD (siglas del Instituto Holandés de Documentación de Guerra) publicó una versión crítica con todos los textos escritos por Ana Frank con un enfoque de análisis científico. El libro que hemos utilizado para esta publicación está basado en la traducción de esta versión.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

2 comentarios:

  1. Buen momento para darle un repaso a esta lectura 🐾

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    1. Hola Rosa
      Este libro siempre tiene qué decirnos y en estos momentos más. No son situaciones equiparables, pero podemos reflexionar y obtener nuestras conclusiones para estos momentos.
      Un abrazo :-)

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