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Sueños que nos hacen crecer

 «Nunca sueño cuando duermo, sino cuando estoy despierto»
Joan Miró

Nuestro idioma posee un vocabulario extenso, con una gran riqueza de palabras, acepciones y expresiones que nos ayudan a definir, modelar y comunicar nuestro pensamiento. Un vocabulario más rico y preciso es signo de un pensamiento en el que se aprecian esas características.
Si buscamos en el Diccionario de la Real Academia Española el término sueño podemos encontrar, entre otras, las siguientes acepciones:
1. Acto de dormir. 2. Gana de dormir. 3. Acto de representarse en la fantasía de alguien, mientras duerme, sucesos o imágenes. 4. Sucesos o imágenes que se representan en la fantasía de alguien mientras duerme. Estos significados para la palabra sueño nos acercan a una de las actividades que compartimos entre el descanso y la imaginación, entre el reposo y el subconsciente y del que tanto se ha escrito y tratado en distintas disciplinas y corrientes como el psicoanálisis.
Además de un baile del siglo XVIII calificado como licencioso, el Diccionario de la R.A.E. define, entre otras, la palabra sueño como «cosa que carece de realidad o fundamento, y, en especial, proyecto, deseo, esperanza sin probabilidad de realizarse».
Mas, si nos centramos en el verbo soñar, el diccionario nos lo define en términos similares y diversos a los anteriores. 1. Representarse en la fantasía imágenes o sucesos mientras se duerme. 2. Discurrir fantásticamente y dar por cierto lo que no lo es. Aunque la acepción en la que nos basamos en esta publicación es la que se recoge en el cuarto lugar: «Anhelar persistentemente algo».
Así, dejamos de lado esos sueños que nos acompañan ocasionalmente mientras dormimos, ya sean en forma agradable o como pesadillas, de manera ocasional o recurrente; y obviamos ese quijotesco discurrir para dar por cierta nuestra fantasía lo que no es y que camina con todos nosotros, sea cual sea nuestra condición. 
Nuestra mente ha sido siempre una gran desconocida, puesto que, aunque sabemos muchas de sus funciones, vamos conociendo cómo sinaptan unas células con otras, también es cierto que aún desconocemos muchas de sus capacidades, pese a los últimos avances en neurociencia. Leer el blog Sinaptando que escribe Estrella Pisa es una de recomendable actividad que ayuda a conocer, oxigenar y crecer en el conocimiento de nuestro pensamiento.
Te propongo un paseo por esos sueños que nos ayudan a anhelar algo de forma persistente y trazar límites que van más allá de lo estrictamente razonable para conseguir nuestras metas. Nos acompañan obras de Mozart, la Premio Nobel de Literatura Wislawa Szymborska y un cuento anónimo oriental. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


En innumerables ocasiones hemos puesto nuestros anhelos y deseos en la persona con la que compartir nuestra vida. Han sido sueños que, en la parte teórica, han trazado un futuro de vida común y un camino compartido, aunque a lo largo de la historia en la mayoría de ocasiones no ha sido el amor la fuerza que ha dirigido esos proyectos, sino los intereses económicos, familiares, la necesidad o cualquier otra razón más o menos confesable.
Con más frecuencia de la deseada esos sueños han quedado rotos, quedando la relación destruida o, en el peor de los casos, continuando con la certeza de que es una relación muerta.

Joan Miró, Ceci est le couleur de mes rêves (Este es el color de mis sueños), 1925. Museo Metropolitano, Nueva York

En Las bodas de Fígaro Mozart nos muestra en una de sus arias más sentidas, Dove sono i bei momento (Dónde están esos bellos momentos) la desilusión en que la Condesa está sumida por las relaciones con su esposo, el Conde de Almaviva. Comparando la idílica relación entre ambos en la primera ópera de la serie basada en las obras teatrales de Beaumarchais, El barbero de Sevilla, con Mozart nos encontramos la relación entre ambos personajes en un delicado momento por la lujuriosa vida del Conde, sus infundados celos, que vienen a ser un reflejo de su comportamiento, y la intervención que Figaro organiza con la complicidad de todos para llevar las aguas a su cauce.
La soprano Dorothea Röschmann nos acompaña interpretando este aria del Acto III de Las bodas de Fígaro de Mozart correspondiente a una representación llevada a cabo en el Festival de Salzburgo de 2006.


En ocasiones es complejo encontrar el origen de algunos relatos que se sumergen en las profundidades de los tiempos. Algunos cuentos populares tienen su origen, como su propio nombre indica, en la tradición de los pueblos que los han ido creando, modificando y adaptando a las necesidades de esta tradición, en ocasiones como forma de servir de advertencia ante peligros y dificultades, en otras como forma de transmitir las normas, cuidados y reglas propias de la sociedad y, también, como ejemplificaciones de tipo moral, reflexiones, consejos prácticos y razonables ante situaciones vitales. 
Este es el caso del cuento que nos acompaña, en el que se cruza la línea de los sueños con el de los deseos, el día con la noche y surge la inevitable moraleja. Se trata de uno de esos cuentos de origen chino que tanto abundan en la literatura oriental, con escenas que los grandes maestros utilizaban para desplegar y transmitir su ideas y que, con el paso del tiempo, fueron llegando a conformar también nuestra literatura europea.
Sueños es un anónimo cuento chino -qué desprestigiada esta denominación- donde el paralelismo entre los personajes, el día y la noche o las situaciones sociales de los protagonistas abocan a la moraleja.


Compuesto también como un cuento protagonizado por un príncipe oriental, con pocas indicaciones más, Mozart nos dejó su última ópera La flauta mágica, con libreto de Emanuel Schikaneder, como una mezcla singular entre ese cuento oriental y la masonería a la que pertenecía, los grandes ideales y la satisfacción de las necesidades básicas, un Tamino que aspira a las más altas metas y a su amada Pamina a la que sólo conoce por un retrato frente a un Papageno extraído de las capas más populares cuya aspiración es tener saciada su hambre y sed junto a una amada Papagena que colme su vida, con un emblema de la virtud, el bien y la sabiduría como Sarastro, frente a la oscura Reina de la Noche. Una mezcla explosiva que llevó la última gran obra de Mozart, anterior a su Réquiem inconcluso, al éxito en una Viena que casi lo había comenzado a olvidar.

Henri Rousseau, Le rêve, 1910. Museum of Modern Art (MoMA), New York

Si a esta extraña y exitosa combinación se le añaden algunos elementos, se pueden alcanzar resultados en los que convergen distintos sueños, homenajes y evocaciones. En los últimos años se han representado en algunos teatros de ópera una versión de La flauta mágica que aúna, en una arriesgada producción el trabajo mozartiano con el homenaje al cine mudo de comienzos del XX y dos personajes singulares: Buster Keaton, el inolvidable Maquinista de la General, la elegante Betty Boop y el antecedente de uno de los mitos más cinematográficos, Nosferatu, el Vampiro. El primero está homenajeado en el personaje de Papageno, la segunda en Pamina, mientras el tercero lo hace en el del malvado acólito Monostatos, con toda la producción en la estética de las películas del cine de sus primeros años.
Así, en la escena en que Papageno y Pamina se salvan de ser apresados por los sicarios de Monostatos gracias al carrillón mágico que han regalado al pajarero, se une el anhelo de escapar del peligro con una ensoñación de cine cómico en que los intérpretes han de estar en un escenario sobre el que se proyectan las imágenes y cantar e interpretar en directo con esa condición. Tras las notas procedentes del carrillón, los acólitos y el propio Monostatos se transforman y bailan olvidando sus intenciones. Todo un sueño dentro de un sueño.
El trío Schnelle Füsse, rascher Mut (Pies rápidos y coraje) pertenece a una de las representaciones realizadas en 2016 por el Teatro Real de Madrid con una idea original de Suzanne Andrade, Paul Barritt y Barrie Kosky con Joan Martín Royo como Papageno-Keaton, Sylvia Schwartz como Pamina-Betty Boop y Mikeldi Atxalandabaso como Monostatos-Nosferatu


Soñar con lo imposible, con aquello que no se vislumbra con la razón es una de las formas de hacer que nuestra mente se fije en lo inalcanzable para llegar a lo que se puede conseguir, mirar a lo imposible para conseguir lo complicado, aspirar a lo utópico para alcanzar lo real. 
En este ámbito se desenvuelve Wislawa Szymborska, la Premio Nobel de Literatura polaca, una escritora que se mueve entre una mirada asombrada a lo cotidiano y unas indagaciones que se acercan a lo filosófico, sin llegar a tomarse del todo en serio con sus escritos y que la hemos traído en varias ocasiones a este blog.


Su poema Alabanza de los sueños pertenece a Acaso, un libro publicado en 1972 y se encuentra recogido en su antología Paisaje con grano de arena. Las limitaciones que tenemos y las que acogemos, lo trascendental y lo anecdótico, lo extravagante y lo superfluo se dan cita, amalgamado como los sueños, en este poema con el que nos despedimos de los sueños. 


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Bibliografía y webgrafía consultadas: 

2 comentarios:

  1. ¡Qué interesante entrada! Una auténtica biblioteca con obras emocionantes tanto anónimas como de premios Nobel de Literatura.
    Estoy de acuerdo que "Soñar con lo imposible, con aquello que no se vislumbra con la razón es una de las formas de hacer que nuestra mente se fije en lo inalcanzable para llegar a lo que se puede conseguir, mirar a lo imposible para conseguir lo complicado, aspirar a lo utópico para alcanzar lo real".
    Y qué decir de la "Alabanza de los sueños" de Wislawa Szymborska.
    ¡Saludos!

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    1. Muchas gracias por el comentario, María Pilar.
      Una cosa son esos sueños que nos llevan a una irrealidad quijotesca y otra es el plantearnos alcanzar lo imposible. El poema de Szymborska es totalmente evocador en este sentido.
      Un abrazo :-)

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