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El día más triste

“-Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias.”
Miguel de Cervantes, El Quijote

La vida es una sucesión de momentos felices y desdichados. Cada uno de nosotros los vive en número y condiciones diferentes, además del talante con que los aceptamos, buscamos o actuamos sobre ellos.
En un tiempo en que se desarrollan estudios, investigaciones y publicaciones sobre todo tipo de temas, uno de ellos determina cuál es el día más triste del año.
Cada uno de nosotros tendrá unos momentos más tristes dependiendo de muchos factores tanto personales como externos, lo que determinará cuál o cuáles serán los más tristes a lo largo del año.
Así, estudios como cuál es el día más triste del año, ¿nos aporta algo? ¿tiene alguna certeza o utilidad? En una época en que nos movemos por los tópicos y la presencia de ideas que se convierten en certezas cuando entran en el terreno de lo posible y lo creíble, un estudio como este convierte un día concreto en el más triste del año.
Los días cortos y oscuros invitan a la tristeza y la melancolía, llegando a unos momentos en que desplazamos nuestros pensamientos hacia nuestro interior y los acomodamos a la oscuridad que nos rodea. 
Busca unos minutos lejos de la rutina diaria, el ruido y las obligaciones, un momento que dedicarte a ti y déjate llevar por una reflexión sobre el día más triste del año. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

Vincent van Gogh. Anciano en pena (en las puertas de la eternidad), 1890.

A partir de una campaña publicitaria de la agencia de viajes Sky Travel, el psicólogo Cliff Arnall ideó una fórmula para saber cuál podría ser el día más triste del año. 
Así, surgió la fórmula 
(C+(D-d) 3/8xTI MxNA) 
en la que C es el factor del clima, D se refiere a las deudas que se adquirieron durante las fiestas navideñas, d es el dinero que se cobrará a final de mes, T corresponde al tiempo que ha transcurrido desde la Navidad, la I indica el período transcurrido desde la última vez que se intentó abandonar un mal hábito, M son las motivaciones que aún quedan y NA se refiere a la necesidad que tenemos de actuar para cambiar nuestra vida. 
Así, según Arnall, después de los festejos de la Navidad y fin de año, muchas personas no se han recuperado de los excesos ni económicos, ni emocionales, ni alimentarios. El hecho de que en ese tiempo se han desanimado al caer en la cuenta de que los propósitos que realizaron al comienzo del año se han convertido en objetivos difíciles de lograr y que el lunes es considerado por muchos el día más duro de la semana, llevó a la conclusión al psicólogo que el tercer lunes del año es el día en que más falta de energía y cansancio se acumulan, llevando a más personas a la tristeza y la depresión.
Así, desde 2005, cada tercer lunes de enero se denomina Blue Monday, Lunes Triste o el Día más triste del año, un día en el que las redes sociales y los medios de comunicación se llenan de mensajes optimistas para ayudar a sobrellevar tan deprimente jornada, además de que empresas como la promotora del estudio, Sky Travel, proponen organizar algún viaje como antídoto a tan nefasta efemérides, o bien las marcas comerciales ofrecen descuentos y ofertas como si de un nuevo Black Friday se tratara.
Independientemente de tan particular efemérides y del hecho de que vivimos rodeados de celebraciones de este tipo, y que cada vez nos movemos más en un pensamiento en el que se desenvuelven con fluidez este tipo de tópicos en los que al parecer nos gusta creer, cada uno de nosotros tendrá unos momentos personales en los que se podría encuadrar el día más triste -o más alegre, o divertido, o especial- del año, o de nuestra vida.

Confieso que no conocía a la escritora Rosario Barros Peña, una valenciana afincada en Galicia desde su infancia. Licenciada en psicología, trabajó durante años en una imprenta y más adelante como funcionaria, alternando su trabajo con la práctica de la psicología y la afición a la literatura. 
Ha participado en certámenes de poesía y publicado varias novelas cortas como Isabel (1964) o El sol en el asfalto (1969), aunque se desenvuelve con mayor soltura en el relato corto, un género con el que puede captar unos instantes en la vida de los protagonistas. Sus relatos se encuentran en diversas páginas literarias de internet.
Para muchos de nosotros, días como el Blue Monday son momentos circunstanciales que nos hacen variar nuestro ánimo hacia estados más tristes, pero hay quienes tienen ese sentimiento como norma habitual y permanente en sus vidas. Incluso en etapas como la infancia o la adolescencia, esos estados de tristeza pueden llegar a ser considerados por quienes los padecen algo habitual, la rutina que les marca su único horizonte. Al día siguiente del Blue Monday, cuando a otros nos desaparece la tristeza -si acaso la hemos llegado a tener-, otros siguen con ella como modo de vida.


Como una ostra que encuentra un grano de arena que le molesta con sus aristas y lo cubre de nácar para que no la dañe, con sus aristas redondeadas y se convierte para nosotros en una joya, con demasiada frecuencia el arte -la música, la literatura, la pintura...- muestra la realidad con un velo que le quita su crudeza. 
La literatura francesa del XIX está repleta de poesía que cumple, unas veces intencionadamente, otras no, esta tarea. La mayoría de sus poetas transita, de una u otra forma, entre el dolor vistiéndolo con mayor o menor dosis de belleza o crudeza. La poesía de Baudelaire, Malarmé, de Musset, el propio Victor Hugo, Paul Valéry, Rimbaud o Verlaine transitan por estos senderos, en ocasiones llevando su vida a los extremos que reflejaban sus obras.

Pablo Picasso. Femme au mouchoir (1937)

Alfred de Musset no es ajeno a esta situación. De familia liberal y culta, dejó sus estudios de derecho y medicina para dedicarse a la literatura, donde llevó su hastío vital. Amante fugaz de George Sand y efímero de la cantante María Malibrán, a quien compuso su desgarrador A la Malibrán tras su accidentada muerte, su obra se mueve entre la poesía y el teatro románticos con el que triunfó con obras como Lorenzaccio que fue estrenada por la gran Sarah Bernhardt
En Confesiones de un hijo del siglo, define lo que denominó El mal del siglo como "la desorientación de la juventud postnapoleónica que, después de embriagarse con las ideas Voltaire se lanzó a la disipación y el desenfreno buscando llenar el vacío que les quedó." Nada que no haya sucedido en otros momentos.
Tras cuatro o cinco años de verdadera creación literaria, pasó los últimos años de su vida alcoholizado, desaparecido de las letras, con algunas publicaciones puramente alimenticias en varias revistas. 
La tristeza que lo acompañó se deja ver en poemas como este Tristesse que comienza con un explícito J'ai perdu ma force et ma vie.


Un texto como este no podía pasar desapercibido para que algún compositor le pusiera música, siendo llevado al pentagrama por media docena de autores, entre los cuales se encuentra uno de los grandes intérpretes de piano de ese mismo siglo, Franz Liszt.
A él pertenece la versión que nos acompaña de Tristesse, titulado por el compositor de origen húngaro como su primer verso, J'ai perdu ma force et ma vie en una interpretación de lujo. Daniel Barenboim al piano y la voz del mejor intérprete de lieder del siglo XX, el barítono alemán Dietrich Fischer-Dieskau, en una grabación para la Deutsche Grammophon realizada en 1981.


Paul Eugène Grindel apenas vivió en el siglo XIX, ya que nació en 1895 en Saint-Denis. Con André Breton y Louis Aragon participó en la creación y difusión del surrealismo, publicando sus obras con el pseudónimo de Paul Eluard. Casado con Elena Ivánovna Diákonova, su traumática separación finalizó con ella como esposa y musa de Dalí y mundialmente conocida como Gala.

Salvador Dalí. Retrato de Paul Eluard (1929)

Tras una infancia feliz contrajo la tuberculosis participando en la I Guerra Mundial como enfermero y en la II Guerra colaboró con la Resistencia francesa. Sus primeras obras Le devoir et l'inquiétude (El deber y la inquietud) o Les animaux et leurs hommnes (Los animales y sus humanos) participan del dadaísmo, grupo con el que comenzó a trabajar con Tristán Tzara. Del periodo surrealista publicó obras  como La vida inmediata, Evidencia poética o Diccionario abreviado del surrealismoTras la contienda, sus obras comenzaron a tener un tono cada vez más comprometido como en Poèmes politiques, Poemes pour tous, llegando a ser el poeta más popular de Francia y el más influyente de los surrealistas.
Para esta reflexión sobre el día más triste nos acompaña el poema de Paul Eluard À peine dèfigurée (Apenas desfigurada) perteneciente a su poemario La vie immédiate (La vida inmediata), unos versos en los que el escritor nos recuerda que la tristeza nos acompaña y que, mezclada con otras emociones, forma parte de nosotros y aflora en ocasiones.


Paul Verlaine nos ha acompañado en este blog en Las canciones grises, mostrándonos las obras que surgían de su agitado mundo interior. En sus últimos años los hospitales, las prisiones y prostíbulos, las intemperies y vagabundeos que hubo de soportar y que llegó a relatar con más pena que gloria terminaron convirtiendo al poeta en un despojo humano que deambulaba por las calles anegado en absenta y antes de quedar tirado lamentablemente por el barro entre la cada vez menor admiración y la mayor burla de sus paisanos
Autor de un vasto corpus poético, su primer libro Poemas saturnianos aludía al temperamento melancólico que se atribuía en el renacimiento al citado planeta. De su tercera y penúltima parte Les paysages tristes, procede el poema que nos acompaña.

Pablo Picasso. El hombre triste azul (1901)

La puesta de sol como punto de fuga, como momento en que se desvanecen las luces y surgen las tinieblas aparecen en Des soleis couchants (Puestas de sol), en un poema que nos acerca a la tristeza vestida de melancolía que avanza de modo sutil, dejando ese regusto por el que dejamos asomarla, aunque sabiendo que a la puesta de sol le sucederá un amanecer.


Al menos han sido cincuenta compositores entre los que encontramos a Nadia Boulanger -que nos visitará en este blog próximamente-, Déodat de Séverac o Alfredo Casella, los que han sucumbido a estos versos de Verlaine para ponerles música, la mayoría de las ocasiones para voz y piano en la tradición de las chansons francesas o los lieder alemanes. 
De todas las versiones, nos despedimos de este día más triste del año con la versión de Marie-Joseph-Alexandre Déodat de Séverac, un compositor francés que vivió a caballo entre los siglos XIX y XX. Su versión de Soleils couchants la tituló como el apartado de Poemas saturnianos en que se encuadraba, Paysages tristes y fue compuesta para piano y voz alrededor de 1898, aunque su estreno no se produjo hasta 1901.
La interpretación corre a cargo de la pianista Sarah Ristorcelli y la soprano Victoire Bunel y pertenece al disco de 2019 Melodies de Séverac, Fauré y Chausson dentro de la colección Prima Verba de Harmonia Mundi.


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Bibliografía y webgrafía consultadas:

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