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Más calor que en el infierno

Dante, la Divina Comedia y el viaje de Orfeo al infierno

Desde la antigüedad nos encontramos con religiones en las que existen dos principios contrapuestos y complementarios. El maniqueísmo y el zoroastrismo contemplan los dos principios del Bien y el Mal asociados a la luz y las tinieblas, considerando que el espíritu es de Dios mientras el cuerpo es del demonio. Este espíritu o alma se encuentra cautivo en el cuerpo y sus necesidades, por lo que es preciso un comportamiento ascético para liberarlo.
Así, en nuestra civilización, frente al concepto de cielo, el infierno surge como entidad teológica y metafísica, entrando a formar parte de la cultura colectiva, así como del imaginario popular, llegando a tomar forma en la literatura de tipo popular con historias que se han repetido durante siglos.
Muchas narraciones populares tienen el infierno como un lugar concreto en el que se desarrollan historias. Las calderas de Pedro Botero, ese lugar subterráneo con un fuego imperecedero, el Diablo Cojuelo y otras narraciones protagonizadas por demonios o diablos han servido para inculcar creencias, comportamientos y una moralidad que acercaban al ser humano a una ética que parte de no hacer daño a quienes le rodean. 
Aprovechando esta época de calor infernal te propongo dar un paseo por el infierno con billete de ida y vuelta, acompañados por la Divina Comedia de Dante y el viaje de Orfeo con óperas de Monteverdi y Offenbach. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

Montaje basado en la ilustración de Gustave Doré de la Divina Comedia (1892)

Casi con toda seguridad la obra más conocida que trata sobre el infierno es la Divina Comedia. Dividida en tres partes, dedicada la primera al infierno, la segunda al purgatorio y la tercera al paraíso, Dante Alighieri la tituló Comedìa (así, con la i acentuada y pronunciación a la griega) y no fue hasta 1555 en Venecia que se publicó por primera vez como Divina Comedia.
Los números son simbólicamente importantes en este extenso poema: Una obra que se encuentra dividida en 3 cánticas, cada una de ellas dividida en 33 cantos (salvo el infierno que, con la introducción son 34) que suman 100 en total. Está escrita con tercetos endecasílabos encadenados con rima ABA-BCB-CDC, etc. 
Dante es el narrador y protagonista de la obra y describe su huida de la selva en que se encuentra perdido, el pecado, acompañado del poeta Virgilio, representante de la razón, desde el subsuelo, a través del Infierno, subiendo por una montaña que simboliza el Purgatorio y ascendiendo a su cumbre, desde donde pasa del Paraíso terrenal de Adán y Eva al Paraíso celestial. Dante, que ha terminado su recorrido cuando comienza la obra, lo narra en pasado, consciente de su logro y comenzando en una fecha concreta: el 7 de abril de 1300, Jueves Santo.
Bajando al Infierno, que es el tema de esta publicación, Dante lo presenta como un cráter o cono invertido en el que se desciende a través de círculos cada vez más estrechos y agobiantes. Los círculos superiores castigan los pecados menos graves, los de incontinencia que son causados por el instinto: la lujuria, la gula o la avaricia. Más abajo encontramos los pecados cometidos de forma voluntaria por maldad o deseo de quebrantar la ley moral.
El inicio de la Divina Comedia nos presenta a un Dante que con treinta y cinco años considera que se encuentra en la mitad de su vida narrándonos cómo se encontró en el camino de esta singular aventura.



El Canto IV del Infierno, Dante lo dedica a los justos no bautizados y podemos encontrar allí a personajes tan significativos para él y para los lectores de aquella y esta época como VirgilioHomeroHoracioOvidio, Aristóteles, Sócrates,  
Platón, Orfeo, Séneca, Euclídes, Avicena o Averroes.

Visión del infierno de Sandro Boticelli.
Si hay un tema adecuado para poner música y bajar al infierno, ese es el mito de Orfeo. Compañero de viaje con Jasón como uno de los argonautas que buscaron en La Cólquida, en el confín del mundo conocido el Vellocino de Oro, Orfeo era hijo del rey tracio Eagro (o de Apolo, según otras fuentes) y Calíope, musa de la poesía épica y la elocuencia. Su hermosa voz le hacía cantar de modo tan admirable que conmovía a quien le oyera, fuera persona, animal, dios, árbol, montaña o río. 
Orfeo descendió a los infiernos, al inframundo, en busca de su fallecida amada Euridice, haciendo que Cerbero, el monstruoso ser que defendía la entrada quedara dormido con su canto, Hades y Perséfone quedaran conmovidos por su hermoso canto y rescatara a su amada, con la única condición de caminar delante de ella y no volver la vista atrás hasta que no salieran a la superficie y los rayos de sol la envolvieran. 
Claudio Monteverdi  utilizó este mito y el tema de la música para la primera ópera que se conserva, ya parece que hay alguna de Peri que es anterior, aunque está desaparecida. 
¿Cómo y por qué se inicia este viaje de Orfeo al infierno? Mediado el segundo acto de La favola d'Orfeo, aparece una mensajera exclamando Ahi, caso acerbo! (¡Ah, suerte funesta!) que es acogida por los pastores y Orfeo. Tras reconocerla uno de ellos, el protagonista le pregunta qué desea, trayéndole el funesto mensaje de que Euridice ha muerto.



Continúa la mensajera con la narración del accidental fallecimiento con el aria In un fiorito prato que es contestado por dos pastores con el inicial Ahi, caso acerbo! y A l'amara novella (Con esta amarga noticia).



El lamento de Orfeo con Tu se' morta, mia vita ed io respiro? (¿Tú estás muerta, mi vida, y yo respiro?) nos muestra el inmenso dolor que le invade. Le sigue un coro de ninfas y pastores con el recurrente Ahi, caso acerbo! y una última intervención de la mensajera con el inconsolable Ma io ch' in questa lingua (Pero yo, cuyas palabras) antes de abandonarnos durante la sinfonía con que finaliza.

El enlace pertenece a una grabación de La favola d'Orfeo de Monteverdi que se representó en el Gran Teatro del Liceu de Barcelona en 2002 con una producción historicista que corrió a cargo de Le Concert des Nations y La Capella Reial de Catalunya bajo la dirección de Jordi Savall y las intervenciones de la mezzosoprano veneciana Sara Mingardo como la Messaggiera y  el barítono romano Furio Zanasi como Orfeo.
Si nunca habéis visto llorar a una mensajera mientras proclama su mensaje y su desgraciado porvenir, esta es la ocasión para verlo en sus últimas palabras.



Muchos y grandes logros se encuentran en la Divina Comedia, una de las obras fundamentales de la cultura occidental: Por un lado, fija el idioma italiano, siendo Dante, como en nuestro país Cervantes, el primer gran escritor del país y teniendo el honor de dar nombre a la sociedad que promueve el idioma tanto en su país como en el exterior, la Societá Dante Alighieri, de la misma forma que en nuestro país lo es el Instituto Cervantes. Dante, que se inicia en la literatura con la escuela poética del Dolce Stil Novo de Guido Cavalcanti, es el primer autor que comienza a pasar a categoría universal lo que es la experiencia personal. Tiene también en su haber el utilizar la toponimia que conocía, muchos personajes históricos y, sobre todo, personas reales conocidas por él y sus contemporáneos para convertirlos en personajes de su obra, para bien o para mal. Igual están en el paraíso que han sido condenados a las penalidades eternas.

Museo Casa di Dante. Florencia
Francesca, uno de los personajes reales que aparecen en la Divina Comedia, era pariente de Guido da Polenta, un amigo personal del autor. Natural de Rimini, se casó con Gianciotto Malatesta, enamorándose de su cuñado Paolo. Sorprendidos por su esposo, este les quitó la vida y ambos se aparecen al poeta en el Canto V del Círculo II que dedica a los que han caído en el pecado de la lujuria. 



Esta Francesca de Rímini es uno de los personajes que han trascendido a la obra de Dante y han aparecido en otras obras. Como diríamos con términos que se utilizan en la actualidad, ha tenido su spin-off fuera de la Comedìa.
Hay al menos hasta ¡dieciseis óperas! con el título de Francesca da Rímini, entre las que destacan las de Riccardo Zandonai, Saverio Mercadante o Sergei Rachmaninoff, además de una composición instrumental del mismo título subtitulada "Fantasía sinfónica después de Dante" por Tchaikovsky.

Monumento a Dante. Plaza de la Santa Croce. Florencia

La última que se estrenó fue la de Zandonai que se llevó a escena por primera vez en 1914 en el Teatro Regio de Turín y en la que Titto Ricordi creó un libreto basado no en la Divina Comedia, sino en una obra teatral inspirada en la misma de Gabriele d'Annunzio.
Con un argumento que, en líneas generales damos por supuesto, nos acercamos al final de la ópera.








El enlace pertenece a una representación que se llevó a cabo en L'Opera National du Rhin de Strasbourg en 2017 con Saioa Hernández como Francesca, Marcelo Puente como Paolo il Bello y Marco Vratogna como su hermano Giovanni Malatesta, todos bajo la dirección de Giuliano Carella.



Igual que Dante salió del infierno nosotros también lo abandonamos con placer. El original poeta, antes de abandonarlo pregunta a su acompañante Virgilio por alguna de las dudas que le suscita.




La última visión del infierno nos vuelve a traer al personaje de Orfeo, aunque con una óptica radicalmente diferente a la de Monteverdi.
Jacques Offenbach fue uno de los primeros que ingresó en el conservatorio de París gracias al empeño de Cherubini, que apreció en él un gran talento para el violonchelo. Tras entrar a formar parte de la orquesta de la Opera Comique y dirigir la orquesta de la Comedie Française en los intermedios de las obras que allí se representaban, comenzó a componer operetas que sólo pretendían ser como las hermanas pequeñas de las grandes óperas y que llegaron a gozar de una enorme popularidad entre el público. 

Cartel de Jules Chéret para Orfeo en los Infiernos (1858)

Sus operetas suelen tratar de héroes y relatos de la mitología antigua, especialmente la griega, en las que incorpora siempre alusiones, más o menos sutiles, cargadas de sátira política y social sobre la vida en el Segundo Imperio y la Tercera República Francesa. Si Wagner compone su Tetralogía para mostrarnos que la ambición y la avaricia de la humanidad la lleva hacia el Crepúsculo de los dioses, Offenbach describe un mundo decadente y falso en su Orphée aux Enfers (Orfeo en los infiernos=). Otro crepúsculo, pero como una opereta francesa.
Júpiter, el padre de los dioses, se transmuta en mosca para conquistar a Euridice, mientras los demás dioses se divierten bailando entre volcanes, mostrándose tan inmorales como los mortales. Su verdadero acto honrado es querer ocultar y olvidar la verdad en una enorme bacanal, ese galop infernal con que finaliza la obra.
Orfeo en los infiernos busca, como decía Karl Kraus, "remediar la estupidez de la vida, dar un respiro a la razón y estimular la actividad mental." Opinaba que las operetas se rigen por las leyes del caos, que las convertían en obras de continua actualidad. "El hecho de que se unan la ligereza que provoca la música con una alegría irresponsable, hacen que en esta confusión se intuyan nuestras hipocresías."

Caricatura de Jacques Offenbach por Amand.

Este final apoteósico, un verdadero pandemonium, es el Galop final de Orfeo en los infiernos. Estoy convencido de que no hay nadie de entre los que están leyendo y escuchando esta publicación que no reconozca esta música o que pueda decir que no la haya escuchado en su vida. 



La orquesta y coros de l'Opéra de Lyon y la Grenoble chamber orchestra dirigidos por Marc Minckowski grabaron esta representación en la ciudad francesa en 1998 con Natalie Dessay como Eurydice.
Antes de abandonar definitivamente el infierno, no dejéis de admirar el final que continúa después de que finaliza la obra y se apagan las luces.



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Bibliografía consultada:

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