Hay autores que triunfan con sus obras en su vida y permanecen más allá en el tiempo. Son creadores que trascienden a su época y sus circunstancias para dejar un legado que se mantiene y disfruta con el paso de los años.
Cuando escribo esta publicación se cumplen cien años del fallecimiento de Giacomo Puccini en 1924, el compositor italiano que nos dejó obras como La bohème, Tosca, Madama Butterfly o Turandot, entre otras muchas.
Aunque algunos lo consideran el último compositor del siglo XIX, pese a haber estrenado obras durante el primer cuarto del XX, su vigencia en la actualidad trasciende al ámbito de sus obras para influir en otros ámbitos como la concepción de la creación cinematográfica.
Te invito a acercarte a la figura de Giacomo Puccini al cumplirse cien años de su fallecimiento el 29 de noviembre de 1924. Nos acompañan algunas de sus obras y textos de Mauricio Wiesenthal y Adriano Lualdi. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
Con un nombre tan sonoramente italiano como Giacomo Antonio Domenico Michele Secondo Maria Puccini era fácil suponer que su vida tendría ecos musicales.
Nacido en Lucca el 22 de diciembre de 1858, dentro de una familia de tradición musical y tras perder a su padre a los cinco años, recibió clases de su tío Fortunato Magi y del director del Instituto Musicale Pacini. Aunque en estas primeras clases no le vieron especiales aptitudes para la música, con 14 años se convirtió en organista de San Martino y San Michele y otras iglesias de Lucca, demostrando en este tiempo su falta de disciplina hacia el estudio musical y una gran afición al tabaco desde muy joven.
Se cuenta que su decisión de dedicarse a la ópera proviene del impacto que le causó asistir a una representación de Aida en Pisa cuando contaba dieciocho años y a la que llegó caminando después de averiarse el tren en el iba a la ciudad.
Puccini representa un punto de inflexión en la historia de la ópera, un arte que comenzó en Florencia a finales del siglo XVI y que él concluiría con una mezcla entre el romanticismo tardío y la intuición e implantación de las normas que tendría la música escénica del futuro, nuestro presente actual. Óperas como Tosca, La bohème, Madama Butterfly, Manon Lescaut o Turandot adelantan -como las obras de Wagner- lo que serán la música del cine o las óperas del siglo XX.
Puccini al piano. Película realizada en el verano de 1915 por Forzano, uno de sus libretistas. La melodía fue reconstruida y grabada con posterioridad.
En el centenario del nacimiento del compositor, celebrado en 1958, la revista Piazza delle Bella Arti de la Accademia Nazionale publicó en su Volumen V el artículo Giacomo Puccini i suoi detrattori (Puccini y sus detractores) escrito por Adriano Lualdi. En él desarrolla una serie de argumentos para luchar contra el olvido que la obra de Puccini había tenido en Italia desde su fallecimiento hasta entonces.
El extracto que nos acompaña trata la determinación del compositor de dedicarse a la música escénica, el trabajo con sus libretistas Illica y Giacosa y su editor Gulio Ricordi y cómo trabajaban a través de cartas para dar forma a los personajes, las escenas o reducir los textos para llegar con mayor eficacia a los espectadores. Trata, además, del uso de la estructura convencional en base al uso de recitativo y aria, insistiendo en el uso de la melodía cuyas leyes deben llevar a transmitir emoción.
La ayuda económica de un tío de Puccini y una beca facilitaron su ingreso en el Conservatorio de Milán donde estuvo tres cursos. Mientras estudiaba se presentó a un concurso con Le Villi, una ópera en un acto con la que no ganó, pero que llamó la atención del editor musical Gulio Ricordi que organizó una producción en el Teatro del Verme milanés y le encargó una nueva ópera, Edgar, con un libreto que no se adaptaba a sus características y no tuvo ningún éxito, pero que afianzó la unión de Puccini y la casa Ricordi para toda su vida.
Tras las citadas dos primeras óperas, la siguiente obra le proporcionó el mayor éxito en un estreno en toda su carrera. Manon Lescaut se estrenó en Turín en 1893 y lo hizo famoso en Italia y el resto de países que seguían las óperas. En el libreto colaboraron Luigi Illica y Giuseppe Giacosa quienes serían su guionistas en las siguientes obras.
La importancia de Puccini en la música contemporánea se circunscribe a la forma en que sigue transmitiendo cuando utiliza los pasajes musicales reemplazando al texto. El uso de la tonalidad o atonalidad, los pasajes modales o los recursos politonales los emplea en función de la necesidad dramática de la escena. En determinados momentos de Tosca, La bohème o Madame Butterfly la música anticipa la acción, lo que lo sitúa como un compositor que crea una serie de ideas y conceptos que serán utilizados en el cine.
Como he comentado, su primer gran éxito fue la adaptación de la novela Historia del caballero Des Grieux y de Manon Lescaut, de la que Jules Massenet había estrenado en 1884 una ópera denominada Manon y Puccini llevó la suya a los escenarios en 1893 con el título de Manon Lescaut.
Para evitar la comparación con la obra de Massenet que había triunfado una década antes, Puccini elimina pasajes de la novela original haciéndola menos comprensible, pero más intensa dramáticamente. Así, el enamoramiento impetuoso con Des Grieux, su huida a Paris para pasar de pronto a la casa del adinerado Geronte no nos deja conocer qué había pasado con ellos.
De la obra que lo dio a conocer en todo el mundo nos acompaña una de sus arias más conocidas, Sola, perduta, abbandonata situada en el Acto IV de esta ópera. En ella, Manon se desespera en el desierto mientras Des Grieux ha ido en busca de agua, mostrándonos su carácter pasional, caprichoso e intenso.
La interpretación corresponde a la gran Renata Scotto en una representación que se realizó en el Met de Nueva York en 1980. La versión tiene subtítulos en castellano.
A esta ópera le siguieron La bohème (1896) que no alcanzó en su estreno el éxito que ha tenido hasta nuestros días, Tosca (1900), su primera obra en el estilo del Verismo, que se estrenó en el Teatro Constanzi romano.
Tras estas obras que se interpretan con éxito en la actualidad Puccini visitó Londres donde vio una obra de teatro de David Belasco a la que pondría música: Madama Butterfly, otra obra con libreto de Illica y Giacosa que también resultó un fiasco en su estreno en 1904 en La Scala de Milán y que hubo de revisar para volver a estrenar en Brescia en una nueva versión diferente a la que conocemos actualmente.
Varios años tardó en estrenar su siguiente obra -en esta ocasión por un problema de infidelidad-, basada también en un drama de Belasco y ambientada en Estado Unidos, La fanciulla del west (La muchacha del oeste), estrenada en el Metropolitan Opera House de Nueva York en 1910.
Su siguiente obra fue una exigencia del nuevo director de la editorial musical Tito Ricordi para un encargo del Karltheater de Viena. La rondine (La golondrina) se estrenó en Montecarlo en 1917 con gran éxito, aunque no ha llegado a afianzarse en el repertorio con su oscilación entre ópera y opereta.
Mayor éxito tuvieron un grupo de obras breves que agrupó bajo el nombre de Il trittico (El tríptico). Il tabarro (El tabardo), una ópera en un acto según la tradición del gran guiñol francés: Suor Angelica (Sor Angélica) una tragedia sentimental y Gianni Schicchi, una farsa basada en unos versos de la Divina Comedia y a la que pertenece una de sus arias más conocidas: O mio babbino caro (Mi querido papaíto). Aunque se suelen representar juntas en una sesión, esta última suele hacerlo independientemente en programas dobles con otra obra corta.
Representación de Turandot en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, 16/11/2024 días antes del centenario del compositor. |
Una de las grandes aficiones de Puccini influyó en la demora que el compositor tuvo para la gestación de Madama Butterfly. Aficionado a la velocidad, coches y motos le proporcionaban una gran pasión. La noche del 23 de febrero de 1903 su chófer lo llevaba a su residencia de Torre del Lago para continuar componiendo su ópera pese al mal tiempo. En una de las curvas, el coche derrapó por el camino helado y cayó varios metros por un terraplén hasta que un árbol frenó el coche que quedó sobre su cabeza. Pese a lo aparatoso del accidente salió con una complicada fractura de fémur que le dejó una leve cojera permanente y le tuvo más de ocho meses apartado de la composición por prohibición médica, aunque él no dejaba de dar vueltas a su personaje japonés.
"Un giorno con Puccini" imágenes en su residencia y alrededores de Torre del Lago. La música, añadida posteriormente, pertenece a Turandot.
Retomo de nuevo el texto de Adriano Lualdi en el que narra cómo transcurrió la velada en su casa de Torre del Lago en la que podíamos decir que presentó a sus amigos el comienzo del tercer acto de Tosca de una forma peculiar.
El siguiente enlace nos muestra ese comienzo del Acto III de Tosca, con una introducción a la que sigue el aria Io de sospiri te ne rimanno tanti. Se trata del amanecer romano junto al Castel Sant'Angelo la mañana en que Cavaradossi va a se fusilado. Un joven pastor lleva su rebaño por las calles aledañas mientras canta esta cancioncilla.
Aunque el canto del pastor sucede fuera de escena y se escucha desde la celda del prisionero al amanecer, en esta producción del Festiwalu Bregenz de 2007, el pastorcillo lo hace desde el escenario. La interpretación corre a cargo de la soprano Katia Velletaz. En la parte final, mezcladas con la música se oyen las campanas que interpretaron los amigos de Puccini en aquella singular velada.
Donde más cómodo se sentía Puccini era componiendo, especialmente en su casa de Torre del Lago. Las cartas que se cruzaba con Illica, Giacosa o Ricordi le servían para moldear y modelar escenas y personajes. En cambio, hablar en público e incluso aceptar una invitación a una cena por compromiso lo ponían nervioso. Tras la presentación de La Bohème, por ejemplo escribió a su editor: «Una invitación a una cena me tiene nerviosos una semana, así soy y no puedo cambiar ya. No he nacido para vivir entre salones y fiestas».
Cumplidos los sesenta años, Puccini se lanzó a abrir nuevos caminos con Turandot, una fábula oriental basada en una obra de Carlo Gozzi que cumplía sus anhelos y expectativas: un tema de ambiente fantástico, casi de cuento, pero con personajes de carne y hueso. Durante su composición, a este fumador empedernido se le diagnosticó un cáncer de garganta que fue tratado en una clínica de Bruselas. Aunque el tratamiento parecía avanzar adecuadamente, su corazón no pudo soportarlo y falleció el 29 de noviembre de 1924. Solo una de sus hijas estaba informada de la gravedad de la enfermedad, sorprendiendo a todos el fatal desenlace.
En la concepción de esta obra vuelve a mostrar esa relación entre la ópera y el cine: la creación de un espectáculo de masas, la unión de distintas especiales artísticas -decorado, vestuario, escenografía...- y la preponderancia de las emociones que lleguen a los espectadores. También en ambas se pueden crear escenas de transición que lleven al público de una a otra e incluso la música puede llegar a anticiparlo que va a suceder. Por último, ambas artes tienen la facultad de mostrar en una escena a multitudes de participantes que muestran distintas emociones, a veces contradictorias.
Turandot quedó inconclusa y le encargaron a Franco Alfano que la finalizara. Se estrenó en el Teatro Alla Scala de Milán el 25 de abril de 1926 con la dirección de Arturo Toscanini, quien al llegar a la antepenúltima escena (aquella en la al morir Liù el coro canta ¡Liù, bontá, perdona!, Liù docezza dormi!, Liù, Poesía!) paró la orquesta, se volvió hacia el público y dijo mientras descendía el telón: «Aquí termina la obra, porque en este lugar murió el Maestro». A partir de la siguiente representación se interpretaron las dos escenas que había añadido Alfano.
El Castell Sant'Angelo donde se desarrolla el Acto III de Tosca |
El último texto que te traigo está escrito por Mauricio Wiesenthal (Barcelona, 1943), un humanista, viajero, enólogo y polifacético profesor que ha cultivado multitud de géneros literarios. De una gran cultura y facundia, entre sus obras podemos disfrutar la novela El testamento de Nobel, la poesía en Chandala Sutra o Escucha Israel, los libros de viaje en Yucatán y los mayas, Perú o Memorias de México. También cultiva el ensayo en La hispanibundia o Memorias del Orient Express.
En Libro de Réquiems (2004), Wiesenthal reúne una multitud de artistas que han marcado su trayectoria vital. Personajes a los que conoció, los objetos que poseyeron, esos hoteles que visitaron o las casas en que vivieron.
Unos extractos de su capítulo dedicado a Puccini, La bohemia en un cristal (Recordando a Mimí) nos evoca con un lenguaje lírico algunos momentos de su existencia, principalmente en su residencia de Torre del Lago, alguno de los cuales has podido conocer en esta publicación.
Su personalidad solitaria y depresiva, la gente sencilla con la que se relacionaba, sus costumbres, la elegancia en su vestimenta, sus amantes desfilan por estas líneas hasta acercarse hasta el momento de su muerte.
Si en sus obras Wagner se centró en los temas y personajes míticos recreando el universo de las leyendas medievales germánicas, Puccini optó por un camino diametralmente diferente. Inmerso en el verismo como Mascagni o Leoncavallo, sus obras están atravesadas de melodías populares mezcladas con una orquestación de tipo melodramático por el que transitan personajes contemporáneos, tremendamente humanos y vulnerables, especialmente los femeninos, que son las grandes protagonistas de sus obras.
Pese a que sus obras no están creadas en base a arias, dúos, cuartetos o coros que se puedan separar de las óperas a las que pertenecen, Puccini nos ha legado también un gran número de piezas que se reconocen por sí mismas independientemente de esas obras aunque no conozcamos las óperas a las que pertenecen.
Así, arias como Vissi d’arte, Recóndita armonía o E lucevan le estelle de Tosca, Me llamo Mimí, Che gelida manina o el Vals de Mussetta de La Bohème, Un bel di, vedremo de Madama Butterfly, Nessun dorma de Turandot y O mio babbino Caro de Gianni Schichi forman parte de nuestra cultura musical.
Funeral de estado de Puccini en Bruselas antes de que su cuerpo fuera trasladado a Italia.
Finalizo este recuerdo a Puccini al cumplirse años de su fallecimiento con lo último que dejó escrito, el final de la primera escena del Acto III en el que, al pedir Turandot el nombre de quien la ha vencido, es Liù quien manifiesta conocer el nombre, aunque se niega a pronunciarlo. Justo en el momento en que finaliza el enlace se pronuncian las palabras que escribió el Maestro: ¡Liù, bontá, perdona!, Liù docezza dormi!, Liù, Poesía!
El personaje de Liù lo interpreta Leona Mitchell, Plácido Domingo es Calaf, Eva Marton es la princesa de hielo Turandot y Paul Plishka es Timur en una producción del Metropolitan Opera de Nueva York de 1987 producida por Franco Zefirelli y la dirección musical del otrora director del coliseo neoyorkino James Levine. Pese a la poca calidad de la imagen la enlazo al estar la escena subtitulada en castellano.
Parafraseando al propio compositor en Turandot: Diecimila anni al nostro Maestro! Inmortal Puccini.
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Bibliografía y webgrafía consultadas:
- Lualdi, Adriano. Giacomo Puccini i suoi detrattori (en italiano) Volumen V de Piazza delle Bella Arti de la Accademia Nazionale (1957-1958). Página web.
- Wiesenthal, Mauricio. Libro de Réquiems, Editora y Distribuidora Hispano Americana, S. A. (2009). ISBN: 978843518241.
- www.kareol.es: Letras y traducciones de óperas y música vocal.
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