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Entre bosques y árboles

Un árbol es nuestro contacto más íntimo con la naturaleza.
Fiedrich Nietzsche

Nuestra vida se distancia cada vez más de la naturaleza, entrando de lleno en los avances que la tecnología, la cultura o la ciencia nos propone y que nos hacen mejorar, en muchos casos, nuestras condiciones de vida. Pero este avance nos hace perder el contacto con lo más natural, alejarnos en lo físico y lo emocional de aquello que nos rodea. Los árboles, las plantas, los animales, la tierra se vuelven exóticos a nosotros. Apenas si podemos atisbar en nuestro entorno los árboles que nos acompañan en las calles, los pájaros que viven en nuestras ciudades y pueblos que se vuelven invisibles a nuestros ojos y sentidos.
Te propongo un paseo literario y musical alrededor de los árboles y los bosques para poder acercarnos a las sensaciones que nos proponen sus autores. ¿Y si recuperamos la opción de acercarnos y pasear entre árboles y sentirlos junto a nosotros? Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!



Redactor periodístico, cronista parlamentario desde que sucedió a Azorín en esta tarea publicando sus reseñas parlamentarias en sus Acotaciones de un oyente, Wenceslao Fernández Flórez es uno de esos escritores que se hicieron tremendamente populares y leídos en la primera mitad del siglo XX. Gallego de nacimiento y memoria, aunque instalado en Madrid desde 1915, compartió el Premio Nacional de Literatura con Concha Espina en 1926, recibió la Medalla de Oro de Madrid en 1934 junto con Ortega y Gasset y Américo Castro. En la Real Academia Española fue elegido para la silla S ese mismo año, aunque no tomó posesión de la misma en 1945 con un discurso centrado en uno de sus temas predilectos, El humor en la literatura española.
Además de su labor periodística, Fernández Flórez dedicó buena parte de su trabajo a la escritura de unas novelas que se desenvolvían entre el naturalismo, un tono que oscila entre un humor que relativiza lo que trata y un cierto estilo moralizante, con ciertos toques simbólicos. Novelas como Volvoreta, El secreto de Barba Azul, Las siete columnas, El malvado Carabel, El bosque animado o El sistema Pelegrin forman parte de la cuarentena de novelas cortas que le dieron popularidad en su tiempo y que ahora están más cercanas a un olvido del que sería interesante rescatar.
Varias de sus novelas fueron llevadas al cine y él mismo llegó a colaborar en algunos guiones. El bosque animado se adaptó para el séptimo arte en la década de los 80 del siglo pasado por José Luís Cuerda.



En El bosque animado, Fernández Flórez crea un relato protagonizado por uno de esos bosques vírgenes, inexpugnables y cerrados que antes abundaban en las zonas atlánticas, la Fraga de Cecebre. Allí transitan las vidas de sus habitantes moviéndose entre un lirismo que oscila entre lo nostálgico y lo mágico, un cierto simbolismo naturalista y esa prosopopeya que atribuye a los animales y plantas del bosque cualidades humanizadas.


La segunda parte de la Tetralogía El anillo del Nibelungo, Richard Wagner la titula La walkiria y la centra en la figura de Brunilda, la preferida entre las nueve hijas del dios Wotan con este apelativo. El primer acto se centra en la relación que se establece entre Siegmund y Sieglinde que lo acoge en la casa de su esposo Hunding. Este lo reconoce como al fugitivo al que ha estado persiguiendo con sus cazadores pero se ve obligado a seguir las leyes de la hospitalidad y lo acogerá durante la noche. La sala donde está el huésped está presidida por un fresno, alrededor del cual se ha construido la vivienda, con una espada clavada en su tronco. Sieglinde entra en la sala y le cuenta que ha dado un narcótico a su esposo. La conversación se centra en el árbol y el arma que tiene clavada.
El enlace corresponde a una interpretación de Susanna Levonen como Sieglinde y Jan Kyhle en el rol de Siegmund que se llevó a cabo en la Wermland Opera Ring en 2011 con la dirección de Henrik Schaefer.



Uruguayo de ascendencia italiana, Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia no podía sino tener relación con el mundo de los libros habida cuenta de esos cinco nombres que, según la costumbre, le pusieron sus padres al bautizarlo y que tantas evocaciones literarias nos traen.
Después de trabajar desde los catorce años en una empresa de repuestos de automóviles en distintas localidades uruguayas, su traslado a Buenos Aires le hizo descubrir su vocación de poeta que reforzó al regreso a Montevideo donde obtuvo una plaza de funcionario. 
Desde su primera publicación La víspera indeleble de 1945, la obra de Mario Benedetti es difícil de clasificar y etiquetar moviéndose entre la poesía, el ensayo, la crónica periodística, las letras de canciones o la narración. Pero es esa variedad la que crea un estilo personal e inconfundible, una labor en que el escritor logra que el lector se sienta implicado en un diálogo con el autor.
De toda su producción el libro que nos acompaña en este paseo entre los árboles es Preguntas al azar (1986), su primera publicación tras el exilio en diversos países hispanoamericanos y España. En este libro, Benedetti se despide de su pesimismo con un humor que parte de la reflexión y un cierto desencanto.

Ya sos mayor de edad
tengo que despedirte
pesimismo
       (de Chau pesimismo)

Sus ochenta poemas están divididos en capítulos: ExpectativasRescatesPaís despuésLa nariz contra el vidrioLa vida ese paréntesisLugaresOdres viejos y el más conocido de todos El sur también existe. Este último está formado por las diez canciones que escribió para que Joan Manuel Serrat pusiera música a un álbum inolvidable. El hilo conductor es la desigualdad existente entre las economías y culturas del Norte y el Sur de nuestro planeta, mostradas desde la crítica social, la parodia y la paradoja y resumidas entre "quienes se desviven" y "quienes se desmueren". En los ochenta poemas de Preguntas al azar y, especialmente este último capítulo, queda recogido uno de los pensamientos y principios de Benedetti: "No escribo para el lector que vendrá, sino para el que está aquí, poco menos que leyendo el texto sobre mi hombro."
De todos las letras de canciones que forman El sur también existe, se nos hace imprescindible en esta reflexión sobre árboles y bosques el poema De árbol a árbol, un canto a la solidaridad, una nueva humanización de estos seres proveniente de la fértil mente de Mario Benedetti.




Si hablamos de la colaboración entre ambos, no podemos dejar de recordar cómo suena la música que Joan Manuel Serrat puso a la letra creada por Benedetti y que, según las palabras del escritor uruguayo "Las letras musicalizadas suelen tener como antecedente poemas anteriores, pero al adoptar la forma de canciones debí efectuar cambios sustanciales en su texto, en su extensión o en su estructura."


Tras una concesión a los males y los peligros de las fragas y los bosques en general, Fernández Flórez continúa en El bosque animado su relato sumergiéndonos en la música y el canto -no en el de los pájaros, como podríamos suponer- que nos proporcionan los árboles, una emoción que cada vez es más difícil de sentir y que debemos buscar para dejarnos llevar por su sutil belleza.


Lector incondicional de Shakespeare desde su juventud, Giuseppe Verdi llevó a escena tres óperas basadas en obras del escritor inglés: Macbeth, Otello y Flastaff, estas dos últimas una vez retirado y cumplidos más de setenta años.
En Otello, basada en Otelo, o el moro de Venecia, este personaje tiene el carácter de hombre noble, casado con Desdémona, mientras Iago representa la hipocresía y la maldad, uno de esos caracteres que reflejan un profundo estudio del mal. Tanto la obra de Shakespeare como la de Verdi conforman la tragedia que marca la incomprensión en la que combaten el más puro amor con la pasión, la venganza y los celos.
En el cuarto y último acto de la ópera, Desdémona cuenta a su criada Emilia la historia que se esconde tras la Canzon del Salice (Canción del sauce).
El enlace está interpretado por Barbara Frittoli en el rol de Desdémona en Florencia en 2003 con la dirección musical de Zubin Mehta.





Jiří Weil nació casi con el siglo XX, en 1900, cerca de Praga. Sus estudios de Filosofía, Filología Eslava y Literatura Comparada lo llevaron a Rusia a estudiar la obra de los escritores de aquel país, volviendo y regresando en diversas ocasiones. Tras conocer y denunciar las purgas realizadas en la Unión Soviética fue enviado a un campo de reeducación en Kazajistán. Regresó a la capital checa en 1935 para llevar la dirección del Museo Judío de Praga. Cuando iban a internarlo en un campo de concentración ideó un suicidio ficticio, se le dio por muerto y quedó escondido en la ciudad hasta el final de la contienda. Pese a salir al finalizar la contienda con cuarenta y cuatro kilos de peso y una salud deteriorada, volvió a su cargo en el museo. Vida con estrella (1949) es una de las mejores obras sobre la opresora vida en la ocupación alemana. Su novela Mendelsshon en el tejado fue publicada póstumamente. 

Mendelsshon en el tejado comienza de forma inocente para finalizar de una manera cruel. Parte de una anécdota que muestra la vacuidad de la guerra, lo inútil de la burocracia -relacionada o no con lo bélico- y la subversión de valores. Los mandos del ejército alemán invasor de Checoslovaquia descubren que en el tejado del Rudolfinum de Praga entre las estatuas dedicadas a los grandes compositores hay una de Félix Mendelsshon un músico judío, algo inaceptable y hay que quitarla. Pero nadie sabe cuál de las efigies es. La forma en que indagan, acusan, maltratan, temen o mandan da pie a la descripción de las formas que utilizaron en la guerra los ejércitos alemanes (y en cierto modo, muchos). Esa anécdota que llena la primera parte del libro nos va abriendo los ojos a las atrocidades realizadas por los nazis en un ir y venir entre lo que piensan los opresores y los oprimidos, lo que nuestra conciencia nos quiere dejar pensar y lo que sabemos que pensamos, los eufemismos y la realidad, la verdad y la mentira con que nos queremos engañar. 
En la parte final del libro la mirada de Jiří Weil pasa de dos niñas, Adéla y Gréta al bosque, de las personas a los árboles, de la masa de individuos a la del bosque, en una memoria que nos recuerda que de la destrucción crece con mayor fuerza la naturaleza, que si los árboles mueren, otros árboles los hacen triunfales e inmortales.  



La ópera Jerjes de Georg Friedrich Händel tiene uno de los comienzos más bellos de cuantos se han compuesto. El rey persa, recostado bajo un plátano canta a la emoción y el placer que le proporciona sentarse junto a su sombra, mayor que ninguna de sus riquezas.
Pensada para las voces de castrati, Ombra mai fu (Nunca hubo sombra) se suele interpretar por sopranos, mezzosopranos, tenores y contratenores, aunque también en la versión instrumental conocida como El largo de Händel. Recordamos que largo en música se refiere a un tiempo lento, el más lento tras el grave.
La interpretación corre a cargo de la mezzosoprano Cecilia Bartoli en una grabación de vídeo que se realizó para su disco Sacrificium dedicado a los castrati y en la que está acompañada por Il Giardino Armonico bajo la sempiterna dirección de Giovanni Antonini.




Los árboles son santuarios. Quien sabe hablar con ellos y sabe escucharlos, descubre la verdad.
Herman Hesse 
El caminante

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Bibliografía consultada:
  • Batta, András. Ópera. Compositores, obras, intérpretes. Könemann Verlagsgesellschaft mbHl, 1999, Colonia (Alemania).
  • Alier, Roger. Guía universal de la Ópera. Ediciones Robinbook, S. L. 2007, Barcelona. Ma non troppo.
  • Fernández Flórez, Wenceslao. El bosque animado. S. L. U. Espasa Libros. Barcelona 1999.
  • Benedetti, Mario. Preguntas al azar. Visor Libros. Colección Biblioteca Mario Benedetti. 1998.
  • Weil, Jiří. Mendelsshon en el tejado. Impedimenta. Madrid 2016.
Webgrafía:

2 comentarios:

  1. Hola Miguel,
    sensacional entrada, nos transporta al paisaje bucólico y natural del medio rural de los bosques y la fraga gallega, en concreto, a través de obras literarias y musicales representativas, que enlazan dialécticamente mediante analogías preciosas: el lenguaje de los árboles y su solidaridad con todas sus especies entre sí, como vemos en El Bosque Animado o en un acto de Otelo, por ejemplo. Me leí Otelo hace muchos años, no conocía la ópera de Verdi; controvertido personaje lleno de contradicciones y que personifica uno de los sentimientos más ambivalentes y gradados al máximo de su emotividad entre grupos de hombres desde que éste existe. Las piezas musicales son soberbias, geniales. Por sintetizar, considero este alegato contra la destrucción del medio ambiente, el refuerzo a nuestros ecosistemas verdes y el amor filantrópico por la naturaleza, cuna del hombre, una muestra de la alienación que sufrimos en ese sentido, es decir, del acercamiento al progreso tecnológico, muchas veces desvirtuado de lo natural y esencial, pero otras veces, sumamente útil en este mundo globalizado, sobre todo, en esta coyuntura que ahora nos toca vivir. Tu introducción es necesario remarcarla, estaría de acuerdo.
    Gracias por la entrada y por la sensibilidad que nos transmite.
    Un fuerte abrazo

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    1. Hola Marisa.
      Gracias por tu comentario. No podemos decir que seamos irresponsables en el trato con los árboles y la naturaleza en general. Más bien, que somos inconscientes, por no ser capaces de entender que nuestra relación con ellos nos aboca a su destrucción que es, sin duda, la nuestra. Nos tenemos por seres inteligentes, pero no somos conscientes.
      Tenemos que conseguir la concienciación por el respeto a la naturaleza.
      Un abrazo :-)

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