expr:class='"loading" + data:blog.mobileClass'>

#OperaEnZapatillas: Madama Butterfly

Hay obras que entran a formar parte de nuestra cultura y terminan siendo parte de nosotros cuando la conocemos, apreciamos y descubrimos una serie de factores que la hacen próximas a nuestra condición.
¿Quién de nosotros no ha sufrido los momentos de espera? ¿Quién no ha experimentado en algún momento la sensación de abandono? ¿Acaso no forma parte de nuestras vidas la ilusión sobre los proyectos que tenemos en mente? ¿No nos hemos enfrentado todos a momentos de decepción respecto a personas o a situaciones? Estas sensaciones y sentimientos los podemos encontrar en algunas obras que nos hacen que nos sintamos identificados cuando las apreciamos.
La ópera Madama Butterfly refleja todas estas sensaciones de una manera singular que hace que cuando la conozcamos la sintamos cercana a nosotros, como si fuera una obra que estuviera compuesta pensando en situaciones y problemas que, aunque llevados al extremo, forman parte de nuestra forma de ser y sentir.
En esta nueva publicación de la serie Ópera En Zapatillas nos acercaremos a Madama Butterfly con la idea de disfrutarla y poder asistir a una representación en directo si se te presenta la ocasión en algún momento. Si no lo has hecho nunca, es una ocasión inolvidable. 
Te propongo un acercamiento a la ópera Madama Butterfly de Puccini con textos relacionados con la creación de la obra a partir de la correspondencia que se cruzó entre el compositor y sus colaboradores y algunos de los momentos musicales más destacados. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


En las estadísticas de los últimos años, Madama Buttefly aparece siempre en los primeros lugares en cuanto al número de producciones y representaciones que se han llevado a cabo. En los últimos cinco años se ha llevado al escenario en una media de unas cuatrocientas setenta representaciones en más de un centenar de producciones en cada uno de esos años, situándose entre el quinto y séptimo lugar en cuanto al número de representaciones que se han llevado a cabo a lo largo de nuestro planeta.
La historia de la joven japonesa Cio-Cio-San y el teniente americano B. F. Pinkerton no ha cesado de representarse desde su malogrado estreno en el Teatro Alla Scala de Milán en 1904.
Tras el exitoso estreno de Tosca en 1900, Giacomo Puccini se planteó realizar una ópera que rompiera con las que había compuesto anteriormente. A partir de ahí, comenzó una búsqueda errática para hallar un tema, un estilo y ese lugar tan difícil de encontrar en que la música llega donde no llegan las palabras.
Finalmente encontró un argumento a partir de un texto que había sufrido diversas transformaciones. En 1887, el escritor y oficial de la marina francés Pierre Loti publicó una obra semiautobiográfica con sucesos acaecidos en Nagasaki, Madame Chrysanthème cuya protagonista femenina era Ki-Hou-San. Basado en ese texto y en los recuerdos de su hermana, que estaba casada con un misionero metodista en Japón, el autor abogado y escritor John Luther Long escribió el cuento Madame Butterfly, publicado en 1898. Fue a partir de esta obra que uno de los dramaturgos más innovadores de Broadway, David Belasco escribió y llevó al escenario del Teatro Herald Square neoyorquino la obra homónima en 1900.
Meses después la llevó al Duke of York's Theatre de Londres, donde Puccini fue a presenciarla, quedando impresionado por la historia.

Reparto de la obra de David Belasco para el estreno en Nueva York y Londres

Cruce de miradas, relaciones e intercambios. Zaragoza 2010 es un libro presentado y coordinado por el profesor especializado en pensamiento chino de la Universidad de Granada y editado por esta institución en el que se recogen en cincuenta y cinco capítulos elaborados por distintos profesores universitarios que tratan temas relacionados con los países del lejano oriente que abarcan la antropología, arquitectura, el arte, las ciencias de la salud, los estudios de género, la historia, la lengua y la literatura, el pensamiento, la política y la traducción. 
En tan vasto y detallado estudio, el Capítulo 15 tiene un título que describe a la perfección su contenido: Madama Butterfly, una aproximación a la ópera a través de las fuentes epistolares y está escrito por la profesora de la Universidad de Zaragoza Luisa María Gutiérrez Machó
Para conocer más sobre la génesis de Madama Butterfly nos acercamos al siguiente texto por el que transitan el propio Puccini y Giulio Ricordi, el más importante de los editores musicales italianos -o mundiales- de la época.


Cio-Cio-San, la Butterfly de Puccini, es uno de esos personajes que transitan entre un crecimiento y una maduración dignos de admiración durante el transcurso de la obra y una vulnerabilidad tremenda.
En alguna ocasión, Puccini llegó a manifestar que él no estaba hecho para realizar acciones heroicas: «Me gustan los seres que tienen un corazón lleno de ilusiones y esperanzas, como el nuestro, con sus momentos de melancolía y alegría, que lloran sin sollozar, que sufren con una amargura interna». Estas palabras se adaptan de manera singular a protagonista de esta ópera, a la dignidad con la que se enfrenta a su situación, a las ilusiones que muestra y a la fortaleza y debilidad con que, simultáneamente, afronta las situaciones.
Cio-Cio-San es una de las protagonistas mas jóvenes del repertorio operístico, pues en el primer acto tiene quince años, mientras en el segundo y tercero cuenta ya con dieciocho. Con esta edad vive un auténtico drama, una debacle personal que oscila entre el ostracismo al que la somete su familia por casarse con un occidental, la soledad al que la ausencia de su esposo la condena y el engaño amoroso que su inocencia no le hace advertir, dolorosa y cruelmente, hasta el final de la obra.
El Acto I finaliza con un gran dúo de amor entre la protagonista y su esposo Pinkerton antes de partir y que es una de las piezas más bellas de esta obra. Una Madama Butterfly enamorada, pide su amor, casi suplicante, como si, de alguna forma intuyera el abandono y la traición que va a padecer, pero que, bajo ningún concepto, puede dejar de sentir una pasión que lo llena todo. Puccini logra transportar a los espectadores con su música en un carrusel de emociones del que es imposible evadirse.
La soprano Ermonela Jaho, una de las voces más consolidadas del momento actual, interpreta el dúo final del primer acto Vogliatemi bene (Ámame, por favor) con el tenor Marcelo Puente como Pinkerton en una representación que se llevó a cabo en el Royal Opera House de Londres.



La composición de Madama Butterfly no estuvo exenta de dificultades. Tras el éxito de Tosca, Puccini volvió a contar con los libretistas Luigi Illica y Giuseppe Giacosa con los que había colaborado en La Bohème y que se volverían habituales en las siguientes producciones. 
Más de un año se demoró el acuerdo económico en que Belasco cedía los derechos al compositor nacido en Luca y que se amplió cuando este último tuvo un accidente con uno de los primeros automóviles que llegaron a Italia y hubo de permanecer varios meses convaleciente, aunque no dejó de trabajar en la nueva producción.
Alrededor de tres años duró la composición de una obra que, en un primer momento, iba a desarrollar el primer acto en Estados Unidos, el segundo entre la casita de Cio-Cio-San y la casa del embajador y el tercero, de nuevo en la residencia de Butterfly.
Se van perfilando los personajes principales que acompañan a la geisha: Benjamin Franklin Pinkerton, teniente de la marina, el esposo americano que la abandona para casarse en su país tras el primer acto. Un personaje que adquiere una casa a perpetuidad con la opción de anular la compra cada mes o que promete a su joven esposa regresar con una mentira dolorosa ("volveré cuando haga el nido el petirrojo").
Sharpless, el cónsul de Estados Unidos en Nagasaki, un personaje que no tiene una intervención vocal importante, pero cuyo valor estriba en que, en cierto modo, actúa sobre la conciencia de cada personaje: aconseja a Pinkerton que no rompa el corazón de Butterfly, o se duele y conmueve cuando acude a leerle a ella la carta de su desaparecido esposo tres años más adelante.
Goro, el casamentero del que hablarán los protagonistas en el texto siguiente, o Suzuki, la abnegada criada de Cio-Cio-San van tomando forma y personalidad.
Continuando con el relato de Luisa María Gutiérrez, asistimos a algunos momentos en que relata cómo se llevó a cabo la creación de esta ópera que quedó reducida para su estreno en Milán en dos actos en lugar de los tres inicialmente pensados.


Durante gran parte de la ópera, Puccini desarrolla la técnica del parlato en la que los personajes van interviniendo en diálogos que se acercan más al habla habitual que al canto melódico y virtuosístico del periodo belcantista y en el que van dando a conocer su personalidad y su forma de ser en momentos cargados de languidez y lirismo.
Esta técnica no impide que se desarrollen momentos tan intensos como el dúo final del acto I que nos acompañó anteriormente o el que quizás sea el más reconocido de Madama Butterfly.
Un bel di vedremo (Un hermoso día veremos) es uno de los momentos más emocionantes, sobrecogedores e inolvidables de la música operística. El aria se desarrolla en una dicotomía extrema en la que, por una parte, Butterfly sostiene una actitud optimista e ilusionada mientras busca en el horizonte marino el barco que traerá a su amado esposo, idealizado después de tres años de ausencia, mientras, por otra, el espectador sabe que Pinkerton ha abandonado a Cio-Cio-San por la que él considera una auténtica esposa americana.
Puccini comienza la melodía con un pianissimo, algo inusual para la pieza sobre la que girará la obra. Poco a poco crea un crescendo que culminará con un forte en la parte final, un grito desgarrador que muestra la esperanza sin límites de la protagonista. Esta confianza desaparece poco a poco, cambiando la armonía a fa menor y con la presencia de las trompetas con sordina que anuncian la tragedia que se avecina inmediatamente.



La versión que nos acompaña de Un bel di vedremo está interpretada por la soprano Ying Huang perteneciente a la adaptación cinematográfica de la ópera dirigida por Frédéric Mitterrand en 1995 y coproducida entre Francia, Alemania y el Reino Unido.


Tras unos ensayos memorables y en contra de lo que los autores pensaban, el estreno de Madama Butterfly fue el mayor fracaso en la carrera de Puccini. Aún así, el compositor, sus libretistas y el editor Ricordi estaban convencidos de la calidad de la obra y se aprestaron a realizar algunas modificaciones. El segundo acto que tenía una duración de más de noventa minutos fue dividido en dos actos y se llegaron a realizar modificaciones que no cambiaron la obra en lo esencial.
De todas formas, Puccini solía realizar algunos cambios cada vez que la obra se estrenaba en un nuevo escenario para adaptarla al lugar y los intérpretes. Finalmente llegó a realizar hasta cuatro nuevas versiones para llegar a la que se consideró la definitiva, consiguiendo que la obra quedara como una de las más queridas del maestro de Luca y que ha recorrido todos los grandes escenarios operísticos del planeta.
La creencia en la ópera, la lucha del compositor y sus libretistas Giacosa e Illica -La Santísima Trinidad les llamaban- junto con el editor lograron llevar hacia el triunfo una obra que sabían tenía una calidad insuperable.
Continuamos con el trabajo de Luisa María Gutiérrez Machó en el que relata el fiasco del estreno y la lucha por llevar al triunfo la obra. Finaliza su trabajo con una reflexión a partir de una conversación de un comentarista de la obra con un japonés al que le pregunta si considera válida la obra para representar la cultura japonesa.
Una anécdota nos acerca a su complicidad con quienes asisten a presenciarla. Tras el ataque japonés sobre Pearl Harbour durante la Segunda Guerra Mundial, el Metropolitan Opera House de Nueva York decidió no programar esta ópera al considerar que el público no empatizaría con una joven japonesa despreciada por un militar americano. Sin embargo, a pesar del conflicto continuó programando las óperas de Wagner durante ese periodo bélico.




Para poder apreciar y disfrutar más esta ópera, te presento algunos consejos para tener en consideración:
-Conoce la obra, su creación y argumento. Saber de qué trata la obra, cuál es su desarrollo ayuda siempre a disfrutarla. En los teatros de ópera siempre se entregan folletos con el argumento y se conoce el desarrollo de la obra completa antes de comenzar. Aquí no hay spoilers.
-Elige el momento adecuado para verla en casa. Sabiendo la duración, siempre es interesante planificar cuándo verla, dedicándole una tarde o una noche en que podamos seguirla completa.
-Elige el dispositivo que mejor te venga. Los enlaces de este blog están en Youtube, por lo que puedes verlos siempre en el que desees, incluso en la pantalla de una SmartTV.
-En cuanto a los idiomas, habitualmente están subtituladas en nuestro idioma o pueden elegirse desde la función de ajustes y en los teatros, suelen estar subtituladas para los espectadores.


Aunque se puede encontrar en la red en multitud de páginas web, te enlazo un argumento de Madama Butterfly en una publicación del Teatro Real de Madrid.
Busca ese momento que mejor te dé la oportunidad de disfrutar de esta ópera con la tranquilidad y comodidad de estar en casa, en zapatillas y, si tienes la oportunidad, asiste a una representación conociéndola. Será una experiencia inolvidable.

El enlace con la obra completa, con subtítulos en castellano pertenece a una representación que se llevó a cabo en el Teatro Bellas Artes de México con Maribel Salazar como Cio-Cio-San, José Ortega en el rol de B. F. Pinkerton, Encarnación Váquez como Suzuki y Jesús Suaste en el papel el embajador Sharpless entre los intérpretes principales, con la dirección musical de Ivan Anguélov

Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Bibliografía y webgrafía consultadas:

¡Bienvenido, otoño!

¡Delicioso otoño! Mi alma está muy apegada a él, si yo fuera un pájaro volaría sobre la tierra buscando los otoños sucesivos.
George Elliot

Con rigurosidad y puntualidad astronómica, cada 21 de septiembre se produce el equinoccio de otoño en el hemisferio norte, coincidente con el de primavera en el austral. Son días equivalentes, convergentes y con idénticas connotaciones de duración e inclinación del eje en ambos mitades terrestres, pero que marcan un devenir divergente en el tiempo que le sigue: mientras en la zona boreal del planeta los días se acortan hasta llegar al solsticio de invierno, en la zona austral aumentan hasta el solsticio estival, cada uno de ellos con sus consecuencias asociadas.
Aunque comience el otoño astronómico y los días se vayan acortando, las características que lo acompañan como temperaturas menos cálidas, mayor frecuencia de precipitaciones o la paulatina caída de las hojas en los árboles de follaje caduco no siguen, en ningún caso, un calendario regular.
Sabemos que una de las características del tiempo atmosférico es la irregularidad y que, con el cambio climático que se está produciendo por la acción de los seres humanos, esta irregularidad se acentúa y radicaliza aún más con fenómenos atmosféricos inusualmente potentes.
Nuestra atención pretende detenerse en esta ocasión en cómo recibimos a la estación entrante, cómo la percibimos a través de nuestros sentidos o nuestras emociones, centrándonos en ella o en el camino que finalizará en el invierno. 
Te propongo una mirada al otoño y las sensaciones que nos evoca a través de obras de autores como Machado, Benedetti, Schubert, MahlerThoreau y Pfitzner. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Después de un verano que viene marcado por las altas temperaturas y la época en que con mayor asiduidad se desarrollan las vacaciones, la llegada del otoño supone un regreso a la rutina y los horarios habituales. Poco a poco se irán produciendo cambios en la vegetación, tanto la que se haya en plena naturaleza como la que nos acompaña en las calles, plazas y parques de nuestras ciudades. Una mirada atenta nos facilitará la admiración de estos cambios.
Henry David Thoreau cambió radicalmente cuando decidió abandonar la vida que llevaba e instalarse en una pequeña cabaña construida por él mismo en el pantano de Walden, cerca de su natal Concord en el estado de Massachussets. Allí buscó simplificar su vida y dedicar todo el tiempo a la contemplación de la naturaleza y la escritura. Fruto de esta experiencia surgieron libros como Una semana en los ríos Concord y Merrimack, Walden o Autumnal Tints (Colores de otoño) o La desobediencia civil, un rechazo a pagar impuestos por la esclavitud que se practicaba en el país y que lo llevó a la cárcel.
Colores de otoño (1862) es un libro singular en el que Thoreau muestra al lector toda la belleza y la riqueza que nos aporta la naturaleza. De él y la experiencia del escritor estadounidense tratamos en Los colores del otoño, una mirada a la variedad y riqueza que la naturaleza, de forma especial la otoñal, nos ofrece.


Nacido poco después de publicar su libro Thoreau, Hans Erich Pfitzner fue un compositor, pianista y director de orquesta ruso que desarrolló la mayor parte de su vida profesional en Alemania, hubo de abandonar el país por su oposición al nazismo, finalizando su existencia en Salzburgo en 1949.


De carácter un tanto tosco para las relaciones sociales y prácticamente olvidado en la actualidad, estuvo influido por la obra de Wagner, compuso algunos conciertos para piano, violín o violonchelo, sinfonías, obras de cámara y varias óperas entre las que destaca Palestrina, considerada su obra maestra y por la que es recordado.
Además, compuso casi medio centenar de lieder entre los que traemos Herbstbild (Imagen de otoño), un lied de 1907 para voz de tenor o soprano basado en un poema de Friedrich Hebbel que nos ofrece, como su título indica, una instantánea de un día otoñal centrado en lo que denomina «la fiesta de la naturaleza.»


La interpretación de Herbstbild corresponde al tenor alemán Christoph Prégardien acompañado al piano por Michael Gees en un audio grabado en 2001 para Naxos of America.

La rutina nos trae y nos lleva, nos pone una suerte de gafas que sólo nos permiten ver lo que tenemos delante y el lugar hacia el que nos encaminamos, sin tiempo para derivar nuestra mirada a lo que nos rodea, a los cambios que se producen a nuestro alrededor.
Busquemos los momentos en que podamos apreciar las sensaciones que nos producen en este tiempo cambiante.
En Campos de Castilla, Antonio Machado dedica uno de sus poemas al pintor Julio Romero de Torres. Amanecer en otoño refleja esas mañanas, imprescindibles y necesarias, para buscar en algunas de las fechas en las que tenemos la posibilidad de apreciar como surge el día.


En ocasiones, el otoño está revestido de un halo de tristeza provocado, indudablemente por el acortamiento de los días, la paulatina desaparición de la luz y el anuncio del cercano invierno que se traduce en obras cercanas a la melancolía que nos puede acompañar.


Escrito en su último año de vida (1828), Franz Schubert utilizó un texto del crítico musical berlinés Ludwig Rellstab, que había visitado en Viena a Beethoven varios años antes con la intención de colaborar en alguna obra. Al parecer, envió al músico de Bonn algunos poemas inéditos suyos para que los llevara al pentagrama y Schindler los derivó a Schubert tras su muerte. Así surgió, entre otros, Herbst (Otoño), un lied que se adecúa al estado emocional del compositor en sus últimos meses de vida, acosado por la enfermedad y que siente el otoño como un tiempo que le acerca al momento en que se marchita la flor de la vida.


El inigualable especialista en lieder Dietrch Fischer-Dieskau interpreta este lied, catalogado como D 945 con el acompañamiento al piano de Alfred Brendel en una grabación de 1983 para Universal Music Group.


Durante mucho tiempo, hasta la edad media, el otoño se consideraba un mero tiempo de paso hacia el invierno, una época cuyo significado fue creciendo con la enumeración de faenas y tareas que se realizaban en el tiempo tanto en los momentos de la recolección de algunos frutos y cosechas tras el verano, como de la preparación para el invierno cercano. 
En un mundo cada vez más alejado de estas labores en el entorno natural, el otoño se ha visto también como una metáfora de la vida, unos años previos al invierno de la vejez, una etapa de tránsito cuya importancia radicaba precisamente en esa espera.
No dejemos que estas ideas impregnen de melancolía los días que se acortan, las temperaturas que dejan de ser exageradas o las precipitaciones que vuelven -o deben volver-, sino que acojamos con ilusión renovada los detalles, los momentos, las sensaciones que el otoño nos ofrece.

En Insomnio y duermevelas, el poeta uruguayo Mario Benedetti nos invita a aprovechar aquello que el otoño nos ofrece antes de la llegada del invierno, pensando lógicamente en los meses de marzo, abril y mayo del hemisferio austral, pero que podemos y debemos acoger en nuestro tiempo de otoño. 


Nuestra última mirada al otoño rebosa de melancolía y soledad, pero se desarrolla plena de la belleza y la sensibilidad que caracterizan a su autor.
Todo comenzó cuando Theobald Pollack regaló a Gustav Mahler el libro Die chinesische Flöte (La flauta china), una recopilación de antiguos poemas del país asiático del que el compositor seleccionó algunos de ellos y los publicó al año siguiente con el nombre de Das Lied von Erde (La canción de la Tierra), un ciclo que acabó formado por seis de esos poemas en una composición para orquesta y dos cantantes.


Escrita en uno de los momentos más trágicos de su vida, cuando acababa de fallecer su hija mayor, cuando cesó en su cargo de director de la Ópera de Viena y fue diagnosticado de una enfermedad del corazón que acabaría con su vida pocos años después, La canción de la Tierra es una obra dividida en seis movimientos, cada uno de ellos formado por una canción que funciona como un gran conjunto y que también puede interpretarse cada una de sus partes independientemente.
En su orquestación, Mahler incluyó algunos rasgos como el uso de la escala pentatónica o la utilización de algunos instrumentos propios del país oriental.
El segundo de los movimientos, Der Einsame im Herbst (El solitario en otoño) se basa en versos de Tchang-Tsi, el más conocido poeta errante de la dinastía Tang que vivió en el siglo VIII y se interpretan con el tempo Etwas Schieichend Ermudet (algo así como Ligeramente arrastrándose), una indicación que refleja el sentimiento y estado de ánimo que acoge al solitario protagonista y que, indudablemente, era compartido por el propio compositor. 


La contralto Anna Larsson interpreta este segundo movimiento de La canción de la Tierra de Mahler acompañada por la Royal Concertgebouw Orchestra de Leipzig dirigida por Fabio Luisi en una interpretación que se grabó en la ciudad alemana en mayo de 2011.

Feliz otoño.

Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Bibliografía y webgrafía consultadas:

Centenario dantesco

En los setecientos años de la muerte de Dante


Hay obras maestras que se convierten en universales y representan la época en que se produjeron, sus características y circunstancias, además de tener el valor que estas obras aportan a los seres humanos por su capacidad de tratar temas, situaciones y sentimientos valores universales.
Si estas obras llegan a ser posesión y patrimonio de toda la humanidad, sus autores, quienes las crearon, se nos convierten en personas imprescindibles por haber sido capaces de reflejar todas estas condiciones.
Así, se nos antoja necesario e imprescindible para nuestro propio conocimiento autores y obras como Homero y sus poemas épicos, Dante y La divina comedia, Cervantes y El Quijote, Shakespeare Hamlet, Macbeth o Romeo y Julieta, las esculturas de Michelangelo Buonarroti o sus pinturas de la Capilla Sixtina, así como las de Leonardo, Velázquez, Goya o Picasso, la música de Bach, Mozart, Beethoven, Verdi o Wagner entre otros muchos compositores, las novelas decimonónicas que reflejan magistralmente las luces y sombras de la sociedad de su época o tantos autores y obras que nos muestran como somos en cada momento y en cualquier momento.
Hace setecientos años, el 14 de septiembre de 1321 fallecía uno de esos autores que tienen una importancia capital en su tiempo y en cualquier época. Te invito a recordar la figura y la importancia de Dante en su época y en la actualidad. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

Domenico di Michelino. Dante y la divina comedia(1465). Catedral de Santa Maria dei Fiore (Florencia)
Siete siglos después de su muerte, aún hay muchas dudas y lagunas sobre la vida y la personalidad de Dante. ¿Quién fue en realidad? ¿Era un padre de familia, un intelectual sumergidos en sus estudios y pensamientos, un poeta, un activista político o un hombre de acción que se debatía entre su amor a la patria o a la humanidad?
Si no consideramos estas cuestiones, al menos una idea está clara. La palabra dantesco la tenemos incorporada a nuestro vocabulario más o menos habitual en sus dos acepciones: como una cuestión referida a Dante y su obra y como una escena o situación que causa espanto o impresiona y causa horror. Esta última proveniente indudablemente de el Infierno de su Divina comedia.
Nacido en Florencia, posiblemente en 1265, con el nombre de Durante di Alighiero degli Alighieri es universalmente conocido como el poeta y escritor autor de La divina comedia, una de las obras capitales de la literatura mundial, como «el padre del idioma italiano», además de representar su obra más conocida la transición entre el pensamiento del medievo al Renacimiento
Hijo de Alighiero de Bellincione y Bella (Gabriella) degli Abatti, que falleció cuando el poeta contaba con cinco o seis años, la familia formaba parte de la burguesía güelfa de Florencia, opuesta a los gibelinos. Los pocos datos que se conocen de su nacimiento e infancia surgen de algunas de las alusiones autobiográficas que aparecen en obras como La vita nuova y La divina comedia.

En sus años de estudio, Dante coincidió con Guido Cavalcante, el máximo representante del Dolce stil nuovo (Dulce estilo nuevo), un poeta unos quince años mayor que él y del que se convirtió en discípulo.
Fruto de esta formación, Dante escribió entre una de sus primeras obras, Vita nuova (La vida nueva), un conjunto de poemas y textos en prosa que tratan del tema amoroso, en la que el escritor relata a través de su autobiografía su transformación interior que es capaz de dar una forma nueva a sus sentimientos gracias a la poesía.
Dividida en algo más de cincuenta capítulos desarrollados en formas de glosas que culminan en la mayoría de las ocasiones con sonetos y otros poemas Dante se refiere como figura central a su amada ideal Beatriz.
Nos acompaña un texto de La vita nuova, el III de ellos en que el poeta narra que se le apareció una dama, Beatriz, que, por primera vez lo saludó y le produjo tanta impresión que le ocasionó un sueño que califica de agradable, Esta visión maravillosa le inspiró para componer el soneto A ciascum'alma presa (A toda alma cautiva).


Escrita en 1293, Vita nuova tiene como protagonista al propio escritor que recrea, de un modo poético, su propia vida contando, además, con la presencia esencial de Bice Portinaria, la Beatriz que el autor conoció en su infancia y que significó, más allá de su temprana muerte, el ideal de amor que atraviesa toda su producción literaria y que a tantos escritores posteriores sirvió como fuente de inspiración.
En los años previos a este libro, Dante había participado en acciones guerreras como el asedio de Poggio di Santa Cecilia o la batalla de Campaldino entre güelfos y gibelinos, además de instalarse en Bolonia donde posiblemente estudió en su universidad.

Stephane Pannemaker. Grabado de Dante (1860)
Es interesante destacar la importancia de toda la obra de Dante desde el momento que unas publicaciones que tienen más de setecientos años siguen siendo fuente de inspiración para diversos autores.
A partir del material presentado anteriormente, Patrick Cassidy, un compositor de música coral irlandés compuso el aria Vide cor meum (Mira mi corazón) para Hannibal, la película de Riley Scott protagonizada por Hannibal Lecter como continuación de El silencio de los corderos
La escena se sitúa en una interpretación operística al aire libre en la que tanto el caníbal personaje encarnado por Anthony Hopkins como el inspector Pazzi se hallan presentes. En lugar de una obra concreta se creó esta música para la película como si formara parte de una ópera.
El texto se basa en los textos del soneto, especialmente los versos 10 a 12 de Dante y la glosa que lo precede. Las expresiones Eo dominus tuus y Vide cor tumm corresponden a las palabras que el poeta oye de la visión, aunque el penúltimo de los versos Io sono in pace (Yo estoy en paz) no aparezca en el texto del poeta florentino. El tema musical debía basarse, según Cassidy, en el primero de los sonetos de La vita nuova, ya que posee una metáfora sobre comerse el corazón, un hecho que Hannibal Lecter podría tomar en un sentido literal.
La música compuesta por Cassidy está escrita a partir de este material en forma de dialogo entre Dante, una dama (posiblemente Beatriz) y un coro.


La interpretación corre a cargo del Chór Libera & Lyndhurst Orchestrathe, la soprano Danielle de Niese y el tenor Bruno Lazzaretti bajo la dirección de Gavin Greenaway para la película Hannibal de Riley Scott.


El siguiente enlace nos muestra de forma íntegra Vide cor meum con subtítulos en castellano.


La vita nuova concluye con un texto en que Dante anuncia que escribirá un gran poema épico como nunca se ha escrito y que estará dedicado a la memoria de Beatriz.
Después de escribir este soneto se me apareció una maravillosa visión, en la que vi cosas que me persuadieron a no hablar más de mi bendita dama hasta que pudiese tratar de ella más dignamente. Y me esfuerzo cuanto puedo por conseguirlo, como de verdad sabe ella. Así, si quiere Aquel por quien todas las cosas viven que mi vida dure algunos años, espero decir de ella lo que nunca fue dicho de ninguna. Y luego quiera Aquel que es señor de la cortesía que mi alma pueda ir a ver la gloria de su dama, esto es, de la bendita Beatriz, la cual gloriosamente contempla el rostro de Aquel que est per omnia saecula benedictus.

Si nos atenemos a la narración de La vita nuova, Dante vio por vez primera a Beatriz Portonari en 1274 cuando él tenía nueve años y ella uno menos, y su apasionado amor platónico ocurriría nueve años más tarde.
En 1290 murió Beatriz y el año siguiente Dante se casó con Gemma di Manetto con quien tuvo cuatro hijos. Años más tarde se inscribió en el gremio de médicos y boticarios, comenzó a participar en la política local de Florencia donde llegó a formar parte del Consejo de los Ciento y participó en la firma del tratado de paz con Arezzo, participó en algunas negociaciones y ocupó durante unos meses el cargo de Prior, la máxima autoridad de la magistratura florentina. Al comienzo del nuevo siglo fue nombrado embajador ante el papa Bonifacio VIII, quien lo retuvo en Roma para ayudar a los gibelinos, la facción opuesta a Dante, que se adueñó del poder y acabó desterrando a todos sus oponentes. Bajo la acusación de malversación de fondos, Dante fue expropiado de sus posesiones y exiliado bajo la condena a muerte en caso de regresar a su Florencia natal. 

Sandro Botticelli. Retrato de Dante (sobre 1495)
Sin lugar a dudas, esta obra de Dante a la que aludía al término de La vita nuova, una de las cumbres de la literatura universal es La divina comedia.
Publicada inicialmente con el título de Commedia (pronunciada a la griega, commedía), acogió el nombre que designaba a aquellas obras que tenían un final feliz como oposición al concepto de tragedia. Fue Boccaccio quien acuñó la denominación Divina comedia para destacar tanto su grandeza como la presencia de los valores cristianos en ella.
Comenzada a escribir en 1304 y finalizada en 1321, meses antes del fallecimiento del autor, La divina comedia supone una suma y compendio de la cultura y el conocimiento medieval, en los aspectos religioso, científico, filosófico y moral.
Escrita en terza rima, un tipo de verso creado por el propio poeta, está formado tercetos endecasílabos de rima entrelazada ABA, BCB, CDC, etc., posee una estructura claramente delimitada en la que el número 3 tiene una importancia capital. Está formada por un canto introductorio, tres capítulos dedicados al Infierno, Purgatorio y Paraíso, dividido cada uno de ellos en 33 cantos que suman un total de cien (1+33+33+33). El Infierno está formado por nueve círculos 3 veces 3), el Purgatorio por nueve estancias: antesala, siete gradas y paraíso terrenal, y el Paraíso se haya configurado por nueve esferas. 
Otra de las genialidades de Dante consiste en la participación de los personajes. Los más importantes son el propio poeta, un peregrino que atraviesa los tres lugares citados y representa la condición humana, que es conducido por el poeta romano Virgilio que representa tanto el pensamiento racional como la virtud. El tercero de los protagonistas, quien sirve de referencia en la obra, es Beatriz, el amor idealizado de la adolescencia del escritor, que viene a representa la fe.
Junto a estos tres grandes personajes, Dante incorpora a lo largo del poema a diversos personajes reconocibles de la antigüedad y la mitología clásicas, así como la Biblia, mientras, en un nuevo alarde de originalidad, desfilan por la obra o hace referencia a figuras reconocibles de la actualidad florentina de su época.

El siguiente texto corresponde al Canto III, en el que el poeta con la compañía de Virgilio se acerca a la puerta del Infierno y oye los gemidos de quienes se hayan en el vestíbulo que da acceso al mismo.


Dante está considerado el padre del idioma italiano, al ser quien influyó más desde sus escritos en el uso del idioma volgare frente al latín en sus obras y, de modo especial, en el Convivio (Banquete), un texto quizás algo cargado y pedante y cuya finalidad era brindar a los lectores un «banquete de sabiduría» a todos aquellos que desconocían el latín oficial. 
A finales del siglo XIX se creó en Italia la Societá Dante Alighieri, una institución que tiene la finalidad de promocionar el idioma italiano y difundir la cultura del país trasalpino alrededor del mundo y que podríamos equiparar con el Instituto Cervantes de nuestro país.


La importancia, tanto de la obra de Dante como del propio autor en el mundo de la música es evidente, numerosa y rica en obras inspiradas en ambos. 
Por citar algunas entre muchas obras, Ermanno Wolf-Ferrari compuso la cantata La vita nuova (1902), el madrileño Conrado del Campo su sinfonía La divina comedia (1910) y la ópera La tragedia del beso (1915), mientras que a Godard le debemos una ópera sobre el poeta y su amada.
El violinista y compositor francés Benjamin Godard vivió en la segunda mitad del siglo XIX, estrenando en 1890 su ópera Dante e Beatrice en la Opéra-Comique del Théâtre du Châtelet de Paris a partir de un libreto  de Édouard Blau.
En Dante e Beatrice, Godard se fija en la figura del poeta en su triple vertiente como escritor, político y enamorado, en el marco histórico de una Florencia en que se enfrentan las facciones de güelfos y gibelinos y en una obra de una fuerza dramática y épica inigualables.

La música que nos acompaña está formada por una pequeña recopilación de diversos arias y coros. En primer lugar, el aria La nuit! A continuación el coro de condenados con la aparición de Ugolin, Dante y la sombra de Virgilio, a la que sigue el Tourbillon infernal con los mismos personajes y la aparición de Paolo y Francesca
Dante está interpretado por Edgaras Montvidas, la sombra de Virgilio por Andrew Foster-Williams y el coro de condenados por el Chor des Bayerischen Rundfunks, acompañados por la Münchner Rundfunkorchester y la dirección de Ulf Shcirmer.


A partir de su destierro de por vida de su Florencia natal,  Dante fue deambulando por ciudades como Verona, Padua, Rímini, Lucca o Rávena. Su condena llevaba implícita su condena a muerte si regresaba, situación que fue ampliada a sus hijos. Aunque acogido finalmente en Rávena por el príncipe Guido Novello da Polenta, este exilio lo percibía el escritor como una forma de condena a muerte al eliminar parte de su personalidad. Tras una misión diplomática en Venecia, el 14 de septiembre de 1321 falleció por la malaria a su regreso a Rávena. Sus restos fueron en la iglesia de San Pier Maggiore, mientras que en 1829 la ciudad de Florencia preparó una tumba para trasladar sus restos a la Basílica de la Santa Croce en la que se puede leer: «Onorate l'altissimo poeta» (Honrad al más alto poeta). Una tumba que siempre ha estado vacía, pues los restos mortales de Dante no han salido de su sepulcro de Rávena.

Tumba (vacía) de Dante. Basílica de la Santa Croce (Florencia). Foto @tereguerra58
Algunos personajes de La divina comedia solo han llegado al conocimiento de los lectores y el nuestro por haber aparecido en la obra de Dante, como algunos de sus contemporáneos que transitan por la obra por alguna anécdota o referencia. Incluyo alguno de ellos ha llegado a tener vida propia en diversas obras posteriores, especialmente en el mundo de la ópera.
En el segundo círculo del Infierno destinado a los pecadores por lujuria aparecen Francesca da Rimini y su amante Paolo, aunque Dante los presenta como ejemplo y símbolos del amor. Francesca, pariente de Guido Novello da Polenta que lo acogió en Rávena, estaba casada con Gianciotto Malatesta, una de las uniones por conveniencia que se realizaban en la época, aunque se hizo amante de su hermano menor Paolo Malatesta, conocido como Il Bello. Cuando Gianciotto sorprendió a los amantes les quitó la vida, un hecho que sucedió en 1285.
Esta historia tiene todos los elementos para ser llevada en multitud de ocasiones a los escenarios y pentagramas. 
El escritor Gabriele D'Anunzio compuso su drama Francesca da Rimini que sirvió a Riccardo Zandonai para componer su ópera homónima, mientras que la fantasía orquestal del mismo título de Tchaikovsky se inspira en estos personajes. La escultura El beso de Rodin se inspira en los mismos personajes. Compositores como Saverio Mercadante o Rachmaninof también compusieron obras sobre esta historia procedente de La divina comedia.
Otro personaje que aparece en la obra de Dante es Gianni Schicchi dei Cavalcanti, un florentino especializado en remedar al prójimo y sacar beneficio. Según Sione de D'Onati a partir de un comentario sobre La divina comedia aparecido en el siglo XIX, Gianni Schicchi se hizo pasar por Buoso Donati en su lecho de muerte realizando testamento a favor de su sobrino y reservándose para sí una mula (o yegua, según Dante) famosa en toda la Toscana y uno cientos de florines.


A partir de este comentario, Giacomo Puccini compuso la ópera en un acto Gianni Schicchi que formó parte de su Trittico (Tríptico) junto con Il tabarro y Suor Angelica en un momento en que este tipo de obras breves se pusieron de moda en Italia para ser representadas juntas en una sola velada.
A partir de este personaje real y con libreto de Giovacchino Forzano se estrenó en el Metropolitan Opera House de Nueva York en 1918, siendo la obra más representada de la trilogía.
La acción se desarrolla en Florencia en 1299. Buoso Donati acaba de fallecer y su familia lo llora hasta que se enteran de que había dejado toda su herencia a un monasterio. Comienza una carrera por buscar el testamento hasta que lo encuentra su sobrino Rinuccio, quien se niega a dárselo a su tía hasta que acepte una condición: Si el testamento favorece a la familia, debe dejarle casar con Lauretta, la hija de Schicchi. Cuando esta acepta, leen el testamento y confirman el rumor de que han sido desheredados, además de no permitir la boda.
Al llegar Lauretta y su padre, Rinuccio insiste a Schicchi que solucione el problema. Así, cuando llega el médico, le dicen que Donati se encuentra mejor y puede marcharse, el sobrino acude a buscar un notario y Gianni Schicchi se pondrá en el lugar del difunto para dictar el nuevo testamento convenido con la familia, dejando que él mismo decida quién se quedará con la mula, una casa y un molino y los florines. Cuando llega el notario y dicta el falso testamento, Schicchi se queda para sí mismo estos últimos bienes ante la furia y la impotencia de los familiares.
La pieza más conocida de esta ópera es O mio babbino caro (O mi querido papá), al aria en que Lauretta despega sus dotes de zalamería y amenaza fingida para ablandar el corazón de Gianni que, entre las tensiones con la familia de Donatti, se niega a la boda de su hija.
La negativa tajante del padre, como en muchas ocasiones, cede ante la mezcla de súplicas y amenazas de la hija, cuyas miradas, entre sinceras y burlonas forman parte esencial de esta escena.

La soprano Sally Matthews interpreta O mio babbino caro de Puccini con la presencia del barítono Alessandro Corbelli en el papel de un enfurecido Gianni Schicchi que se va ablandando conforme transcurre el aria.

Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Bibliografía y webgrafía consultadas:
  • Alighieri, Dante. La vida nueva (edición bilingüe), traducción de Luis Martínez de Merlo. Editorial Cátedra, 2003.
  • Alighieri, Dante. La divina comedia, traducción de Juan de la Pezuela y Ceballos. Editorial EDAF, 2010.