Dos tradiciones se cruzan y entremezclan en el paso de octubre a noviembre. Por una parte, la celebración de Todos los Santos, a la que sigue el día de los difuntos, unas celebraciones arraigadas en la cultura europea, especialmente en países como el nuestro. Por otra parte, la festividad de Halloween, una tradición de origen celta, más asociada a la cultura anglosajona de el Reino Unido y los Estados Unidos.
Si en la cultura hispana se recuerdan más figuras como don Juan Tenorio y la tradición de representar su obra por estas fechas, la influencia de la cultura americana va avanzando con toda la parafernalia que acompaña Halloween.
Pero hay un pequeño punto de intersección entre ambas manifestaciones, el homenaje a los difuntos, en la primera más seria en cuanto se recuerdan a aquellos que nos precedieron; en la segunda más festiva, con la finalidad de hacer perder la sensación de miedo a los pequeños.
Entroncados en tradiciones medievales, un poema, una canción para piano y voz y un poema sinfónico unen el cambio de mes entre octubre y noviembre.
Te propongo escuchar una de las obras que más nos acercan a las celebraciones de Todos los Santos y Halloween, la Danza Macabra de Cazalis y su versión musical de Saint Saëns. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
Las danzas de la muerte o danzas macabras forman parte de una manifestación literaria y artística iniciada en el siglo XIV como reacción a las epidemias de peste y otras enfermedades e inmersas la cultura religiosa de la época.
Basadas en el canto del Dies Irae del oficio de difuntos católico sobre el que realizaban una serie de variaciones, suelen representar unos diálogos en verso para representar en escena de una alegoría de la muerte, habitualmente un esqueleto, se acerca a personajes de distinta posición social para bailar alrededor de su tumba. Estas figuras que representaban el poder social o religioso solían ser el Papa, el Emperador o el Rey, el Obispo e incluso el Sacristán y la muerte les venía a recordar que los placeres del mundo tienen su fin y que todos seremos igualados con la muerte. Así,
"Riendo sarcásticamente, con el andar de un antiguo y tieso maestro de baile, la muerte invita al Papa, al emperador, al noble, al jornalero, al niño pequeño, al loco y a todas las personas de las demás condiciones, a que la sigan."
James Clark, The dance of death in the Middle Ages and the Renaissance.
Ilustraciones según obres de Guyot Marchant (1486) |
Con el paso de los años, la tradición de estas danzas macabras cesó hasta que con el romanticismo volvió a tomar un nuevo protagonismo, adaptándose a temas tan propios del estilo como la muerte, la exaltación del yo a través de los sentimientos y las emociones y un gusto por los fenómenos naturales, tan arraigados en este periodo.
El siglo XIX francés es fecundo en autores y obras que reflejan los rasgos más significativos de este periodo y del que hemos tratado en algunas publicaciones.
No muy conocido en la actualidad, Henri Cazalis vivió durante los últimos sesenta años del decimonónico siglo, en el que alternó su trabajo como médico con el de poeta adscrito al simbolismo, publicando sus obras con los pseudónimos de Jean Lahor y Jean Caselli.
Amigo de Prudhomme -el ganador del primer Premio Nobel de Literatura- y Mallarmé, muchos de sus poemas fueron musicalizados por compositores franceses de su época. En su ideario artístico, Cazalis concibe de la poesía como un medio de perfección ética en el que el poeta asume el dolor de los que sufren para contribuir a establecer la armonía universal.
Entre sus obras destacan L'Art nouveau, L'illusion o Melancholia, aunque la que más se ha popularizado es el poema Danse macabre, basado en las danzas de la muerte medievales, publicado con el pseudónimo de Jean Lahor.
Tras dar su primer concierto público con apenas diez años, Charles Camile Saint-Saëns es uno de los grandes pianistas, organistas y compositores franceses del periodo que abarca el final del XIX y el comienzo del XX. Discípulo de Charles Gounod, compaginó su trabajo como organista de la Madeleine de París con la composición, además de su polifacética dedicación a la geología, la arqueología, la botánica y las matemáticas.
Su música sigue la tradición francesa de forma elegante y rigurosa en el detalle, destacando su ópera Sansón y Dalila, sus conciertos para piano que él mismo llegó a estrenar, los de violín, sus sinfonías, con la inigualable Sinfonía nº 3 con órgano, y los poemas sinfónicos como La rueca de Omfalia, el primero de los escritos por un compositor francés, o la Danza macabra. Quizás la obra más popular de las que compuso fue esa pequeña pieza que no quiso que se interpretara en público mientras vivió, El carnaval de los animales, una broma en que se reía de todos, incluso de él mismo.
Saint-Saëns se basó en el poema de Cazalis para ponerle música en una versión para piano y barítono. La versión que nos acompaña está interpretada por el barítono checo Jan Martinik acompañado al piano por Alexandr Starý en su participación en el concurso Cardiff Singer of the World de 2009 que ganó en esa ocasión.
Esta versión vocal de la Danse Macabre de Saint Saëns no es tan interpretada como el poema sinfónico que el propio autor compuso y catalogó como su Opus 40.
Su estreno no tuvo el éxito que ha alcanzado con posterioridad, siendo recibido con muestras de desagrado en algunos sectores, fundamentalmente porque parte del público lo consideraba una grotesca modificación del Dies Irae y por otra, por el desgarrador sonido del solo de violín con que comienza.
Este solo de violín, que viene a representar a la muerte, se inicia con el conocido Tritono, el llamado Diabolus in musica, una de las disonancias que, desde tiempos de Guido d'Arezzo aparecía como de mal gusto musical y debía ser evitada. Qué mejor sonido para representar a la muerte.
El día de los difuntos la muerte aparece a media noche y convoca a los muertos para que salgan de sus tumbas y bailen al son de su violín. Los esqueletos bailan hasta que se anuncia el amanecer, regresando a sus sepulturas hasta el próximo año.
El arpa inicia el poema sinfónico anunciando las doce campanadas con una única nota, mientras las cuerdas la acompañan. Entra el solo de violín, mientras la flauta lo acompaña. Un segundo tema le sigue con el acompañamiento de las cuerdas. Los dos temas pasan por las secciones de la orquesta mientras la pieza va ganando energía, cita la melodía del Dies Irae en los instrumentos de viento. De nuevo vuelven los dos primeros temas, mientras crece el volumen de la orquesta hasta llegar al momento del amanecer, en que el oboe representa el canto del gallo y los esqueletos regresan a sus tumbas.
Esta obra, la más conocida de Saint Saëns junto con El carnaval de los animales, ha adquirido un nuevo renacimiento con la popularización de fiestas como las de Halloween, llegando a ser conocida entre públicos poco habituales de este tipo de música.
La agrupación Les Siècles interpreta este poema sinfónico Danse Macabre de Camile Saint Saëns bajo la dirección de François Xavier Roth en una grabación que de llevó a cabo en el Festival de Pâques d'Aix-en-Provence en abril de 2021.
Feliz danza macabra.
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