No sólo el viaje nos lleva al corazón del lugar visitado. Queramos o no, los clichés de la memoria, de los recuerdos, de lo visto y oído, de la imagen que tenemos prefijada de un lugar determinado ayudan a la simplificación y al conocimiento y la búsqueda del acercamiento a lugares que deseamos visitar.
Continuamos después de varias entradas este #ViajedeOtoño en las que estamos haciendo un recorrido literario, emocional y musical por algunas ciudades y países.
Cuántas ciudades y países hay que nos traen a la imagen un acontecimiento, un personaje o un edificio que nos los muestran desde un punto de vista simplificado. Pero esta imagen es la que nos atrae y nos lleva a desear visitarla y después de conocerla, en muchas ocasiones, a hacerla parte de nuestras vidas.
En esta entrada, en nuestro #ViajedeOtoño iremos a Sevilla de la mano de esos tópicos que la hacen reconocible en todo el mundo a través de los libros y la música, con las figuras de un seductor, uno de los personajes más universales de la literatura universal, y que ha tenido multitud de personificaciones tanto en el mundo del teatro como en la escena musical, Don Juan Tenorio, de la mano de José Zorrilla y su homónimo operístico Don Giovanni, de Mozart.
Una de las piezas teatrales más representadas en nuestro país es la obra que José Zorrilla situó en Sevilla, Don Juan Tenorio. Con esta obra, el personaje que había tenido una trayectoria anterior con diversos autores, especialmente con El burlador de Sevilla de Tirso de Molina toma su forma definitiva. Tras varios años de representación, una década después de su estreno, tan arrollador fue el éxito del Don Juan que se instauró la costumbre de representarlo el primero de noviembre, coincidiendo con las festividades de Todos los Santos y de los Difuntos.
Zorrilla, que malvendió los derechos y no pudo sacar beneficio de las representaciones, llegó a repudiar su Tenorio en su escrito Cuatro palabras sobre mi Don Juan Tenorio: "Yo no digo todas estas cosas porque deteste ni desprecie mi Don Juan. No, yo lo amo: es mi hijo, o mejor dicho, es mi aborto, puesto que yo mismo reconozco en él tantos y tan grandes defectos (...) que ha sostenido treinta años de pelea por la reputación de su padre ausente y procaz, insolente, temerario y provocador, se ha paseado por todos los teatros sin encontrar un rival que le haya hecho sombra".
En las vísperas de Todos los Santos, comparto una de las partes más conocidas de Don Juan Tenorio, la llamada Escena del sofá.
Con un libreto de uno de sus colaboradores más habituales, Lorenzo Da Ponte (un personaje inimitable a quien este blog le dedicará una entrada), Wolfgang Amadeus Mozart estrenó en 1787 su ópera Don Giovanni (Don Juan) en la que tomaba el personaje y el tema de una ópera de Bertati, Il convitato di pietra (El convidado de Piedra). Como otras obras suyas se estrenó en Praga, ciudad de un refinado gusto, que siempre acogía con entusiasmo las obras del autor salzburgués.
En la misma línea de otras obras sobre el personaje, Don Giovanni se centra en la descripción del personaje, su falta de escrúpulos que lo llevan a asesinar a quien se interpone en su camino, la trama de engaños, su falta de moralidad, su erotismo frente al amor que es lo que suele aparecer en estas obras y, finalmente, su osada invitación al "convidado de piedra", la estatua del Comendador que asesinó, a quien reta a que se presente en su mesa. Sin temor ni arrepentimiento llega a decir hasta nueve veces un no a la propuesta de enmienda y cambio de vida. Finalmente, la tierra se abre ante sus pies y lo engulle.
Posiblemente el mejor retrato que hay sobre Don Giovanni lo realiza su criado Leporello. En su aria Madamina il catalogo e questo, el criado cuenta a Doña Elvira con descaro, envidia, orgullo y crueldad la disposición a la conquista de su señor. Éste es un ser inconstante, camaleónico que sabe adaptarse a todas las situaciones, a todos los gustos y a la diferentes mujeres, aunque sin ningún atisbo de moralidad. Leporello narra también a Doña Ana la esfera social en que se mueven sus conquistas, indicando lo democrático que se su señor, ya que en asuntos amorosos sus intereses se mueven desde las campesinas a las duquesas, de las jóvenes a las maduras. No sabemos su edad, pero a juzgar por las conquistas no debe ser joven, aunque aún es seductor.
Te enlazo dos grabaciones, una en concierto, la otra en escena. La primera está interpretada por el barítono Erwin Schott en 2011 en la gala de celebración del septuagésimo cumpleaños de Plácido Domingo.
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