Pocas cantantes han destacado tanto como María Callas. Por un lado gracias a su voz, considerada por muchos entendidos como la mejor del siglo XX. Pero también por su vida fuera del escenario, en la que personificó mejor que nadie el concepto de Diva, un nombre que se asocia a una cantante con una voz extraordinaria, aunque también se le añaden al término ciertos rasgos de carácter endiosado.
No es este un artículo biográfico sobre la cantante, sino un acercamiento a la universal soprano en un momento puntual de su vida en el que se entremezcla lo profesional con lo personal.
1959 es un año crucial en la vida de María Anna Cecilia Sofia Kalogeropoúlos, una neoyorkina cuyo padre farmacéutico abandonó su Grecia natal para emprender la aventura americana con su esposa Evangelina, cambiando el apellido por el más fácil y sonoro Callas.
En ese año preciso, María se enfrenta a tres momentos cruciales en su vida: se desmorona su matrimonio con Giovanni Battista Meneghini, comienza a notar un preocupante cambio vocal y, paralelamente, establece una relación que supone definitiva con Onassis.
En Divas rebeldes, Cristina Morató escribe sobre mujeres que han marcado con su personalidad el siglo XX. María Callas, Coco Chanel, Eva Perón, Audrey Hepburn, Barbara Hutton, Wallis Simpson o la misma Jackie Kennedy, tan estrechamente relacionada con la cantante por las circunstancias, son las personalidades femeninas que desfilan por este libro. La periodista y escritora indaga, analiza y muestra la personalidad, el inconformismo, la autenticidad de la vida de estas mujeres, modelos en su vida y también en su ser y estar de divas.
El 19 de diciembre de 1958, María Callas canta un recital en París en un concierto benéfico para la Legión de Honor. Allí estaban Aristóteles Onassis y su esposa entre los invitados del Palais Garnier para asistir a la que se consideró la celebración más fastuosa después de la Segunda Guerra Mundial y por la que la cantante cobró los honorarios más grandes de la historia de la ópera hasta ese momento, cinco millones de francos. Onassis decidió en ese momento cortejar a la cantante.
Uno de los autores consagrados de la ópera belcantista, Vincenzo Bellini dejó poco más de una decena de obras antes de morir con treinta y cuatro años de edad. Su carrera comenzó con Adelson e Salvini, Bianca e Fernando, a las que siguió Il pirata en 1827, momento en el que decide componer una obra por año, para mantener tanto la calidad de su obra como su estatus de compositor más remunerado de la ópera italiana del momento.
Para Il pirata colabora con uno de los grandes libretistas de la época, Felice Romani, un escritor que solía coger sus argumentos de novelas y obras teatrales de éxito. En este caso se basó en Bertram, una obra de teatro en francés del comienzo de la década de 1820 que a su vez adaptaba otra obra inglesa, Bertram, or the Castle of Saint-Aldobrand, escrita por el clérigo Charles Robert Maturin que, con el apoyo de Lord Byron, triunfó en Londres en 1816. Personajes como los piratas, los proscritos y fuera de la ley gozaban de cierta reputación entre los autores del romanticismo inicial, como el caso de Espronceda y su Canción del pirata o la novela de Walter Scott, El pirata.
A partir de la obra teatral francesa, Romani elaboró un texto en que transformó un drama de horror en el libreto para Bellini. Gualterio pasó de ser un personaje quasi satánico a un amante despechado, enemigo político de Ernesto a quien conduce a la muerte. Imogene hubo de casarse con este para salvar a su padre, pero de quien está enamorada es del primero. Al descubrir Gualterio que han tenido un hijo piensa en cómo vengarse.
En un duelo Gualterio vence y mata a Ernesto, pero es condenado a muerte. En esta situación, Romani y Bellini suavizan la trama teatral en que Imogene, en su desesperación mata a su hijo. En la ópera, Imogene, con su hijo de la mano y totalmente trastornada mentalmente interpreta una de las escenas de locura tan del gusto de la ópera romántica, antes de que las trompetas anuncien la ejecución de su amado Gualterio, mientras su criada Adele anuncia que esta ejecución será la causa de la muerte de Imogene.
Il pirata fue la obra que encumbró a Bellini en un momento en que logró mostrar una independencia del estilo de Rossini que era el que predominaba en ese momento. Tras años en que apenas fue cantada, fue precisamente en enero de 1959 en una producción del Metropolitan Opera House de Nueva York cuando fue recuperada por María Callas, volviendo a entrar en el repertorio desde entonces.
En el segundo y último acto se producen los momentos que traemos a esta entrada, conocidos como la Escena de locura de Imogene formada por las arias Oh, s'io potessi dissipar y Col sorriso d'innocenza.
Entre las fechas señaladas y mayo de 1959, la relación entre María Callas y Meneghini comienza a hacer aguas, la soprano comienza a evidenciar ciertos cambios en su voz y realiza varios recitales por distintos lugares europeos. En mayo cantó, entre otros lugares, en Barcelona y Hamburgo y en junio dio el recital de Londres al que se hacía referencia en el texto anterior.
1959 es un año crucial en la vida de María Anna Cecilia Sofia Kalogeropoúlos, una neoyorkina cuyo padre farmacéutico abandonó su Grecia natal para emprender la aventura americana con su esposa Evangelina, cambiando el apellido por el más fácil y sonoro Callas.
En ese año preciso, María se enfrenta a tres momentos cruciales en su vida: se desmorona su matrimonio con Giovanni Battista Meneghini, comienza a notar un preocupante cambio vocal y, paralelamente, establece una relación que supone definitiva con Onassis.
En Divas rebeldes, Cristina Morató escribe sobre mujeres que han marcado con su personalidad el siglo XX. María Callas, Coco Chanel, Eva Perón, Audrey Hepburn, Barbara Hutton, Wallis Simpson o la misma Jackie Kennedy, tan estrechamente relacionada con la cantante por las circunstancias, son las personalidades femeninas que desfilan por este libro. La periodista y escritora indaga, analiza y muestra la personalidad, el inconformismo, la autenticidad de la vida de estas mujeres, modelos en su vida y también en su ser y estar de divas.
María Callas en su caracterización de Tosca para el Covent Tarden de Londres (1964). |
El 19 de diciembre de 1958, María Callas canta un recital en París en un concierto benéfico para la Legión de Honor. Allí estaban Aristóteles Onassis y su esposa entre los invitados del Palais Garnier para asistir a la que se consideró la celebración más fastuosa después de la Segunda Guerra Mundial y por la que la cantante cobró los honorarios más grandes de la historia de la ópera hasta ese momento, cinco millones de francos. Onassis decidió en ese momento cortejar a la cantante.
Uno de los autores consagrados de la ópera belcantista, Vincenzo Bellini dejó poco más de una decena de obras antes de morir con treinta y cuatro años de edad. Su carrera comenzó con Adelson e Salvini, Bianca e Fernando, a las que siguió Il pirata en 1827, momento en el que decide componer una obra por año, para mantener tanto la calidad de su obra como su estatus de compositor más remunerado de la ópera italiana del momento.
Para Il pirata colabora con uno de los grandes libretistas de la época, Felice Romani, un escritor que solía coger sus argumentos de novelas y obras teatrales de éxito. En este caso se basó en Bertram, una obra de teatro en francés del comienzo de la década de 1820 que a su vez adaptaba otra obra inglesa, Bertram, or the Castle of Saint-Aldobrand, escrita por el clérigo Charles Robert Maturin que, con el apoyo de Lord Byron, triunfó en Londres en 1816. Personajes como los piratas, los proscritos y fuera de la ley gozaban de cierta reputación entre los autores del romanticismo inicial, como el caso de Espronceda y su Canción del pirata o la novela de Walter Scott, El pirata.
A partir de la obra teatral francesa, Romani elaboró un texto en que transformó un drama de horror en el libreto para Bellini. Gualterio pasó de ser un personaje quasi satánico a un amante despechado, enemigo político de Ernesto a quien conduce a la muerte. Imogene hubo de casarse con este para salvar a su padre, pero de quien está enamorada es del primero. Al descubrir Gualterio que han tenido un hijo piensa en cómo vengarse.
En un duelo Gualterio vence y mata a Ernesto, pero es condenado a muerte. En esta situación, Romani y Bellini suavizan la trama teatral en que Imogene, en su desesperación mata a su hijo. En la ópera, Imogene, con su hijo de la mano y totalmente trastornada mentalmente interpreta una de las escenas de locura tan del gusto de la ópera romántica, antes de que las trompetas anuncien la ejecución de su amado Gualterio, mientras su criada Adele anuncia que esta ejecución será la causa de la muerte de Imogene.
Il pirata fue la obra que encumbró a Bellini en un momento en que logró mostrar una independencia del estilo de Rossini que era el que predominaba en ese momento. Tras años en que apenas fue cantada, fue precisamente en enero de 1959 en una producción del Metropolitan Opera House de Nueva York cuando fue recuperada por María Callas, volviendo a entrar en el repertorio desde entonces.
En el segundo y último acto se producen los momentos que traemos a esta entrada, conocidos como la Escena de locura de Imogene formada por las arias Oh, s'io potessi dissipar y Col sorriso d'innocenza.
Entre las fechas señaladas y mayo de 1959, la relación entre María Callas y Meneghini comienza a hacer aguas, la soprano comienza a evidenciar ciertos cambios en su voz y realiza varios recitales por distintos lugares europeos. En mayo cantó, entre otros lugares, en Barcelona y Hamburgo y en junio dio el recital de Londres al que se hacía referencia en el texto anterior.
La interpretación que nos acompaña se realizó en Hamburgo el 15 de mayo de 1959 bajo la dirección de Nicola Rescigno, uno de los directores habituales de María Callas junto con Tulio Serafín.
Apenas una decena de días antes, el 5 de mayo, la Callas estuvo por primera y única vez cantando en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona. Después de una primera parte que en la época tildaron de fría y por debajo de las expectativas, ya que cantó arias consideradas de poca dificultad para una cantante con tanto nombre, tras el descanso, se ganó al público que finalizó el concierto llenando de flores el escenario. La última pieza que interpretó es este final del Segundo Acto de El Pirata de Bellini.
El programa de mano de aquella actuación en Barcelona la presenta como Maria Meneghini Callas, la diva del siglo y lo comparto en este enlace: Programa del recital. En él se hace una semblanza de la cantante, su repertorio operístico y las piezas del recital. La publicidad de la época también aparece en el folleto, todo un documento histórico disponible en el Dipòsit digital de documents de la UAB (Universidad Autónoma de Barcelona).
El recital de Hamburgo tiene la particularidad de que fue emitido en directo por televisión, un detalle que denota la importancia del mismo. De toda la actuación, sólo está disponible en la actualidad en vídeo en YouTube el final del concierto, mientras el resto está editado en el álbum María Callas - Live in Hamburg 1959, donde también aparece el recital que dio en la misma ciudad alemana en 1962. Curiosamente, este último estuvo dirigido por el longevo Georges Pétres, quien dirigió el Concierto de Año Nuevo de Viena en 2010, ¡casi cincuenta años después! a la edad de ochenta y cinco años.
En esta ocasión el libreto no se sigue de forma litearal, ya que para la interpretación se han suprimido las intervenciones que no sean las de Imogene, una practica habitual en este tipo de recitales.
El realizador de la transmisión televisiva tuvo el detalle de filmar esta escena con un único plano de la cantante. En los recitales no se interpretan las escenas, pero la mirada de la Callas, sus gestos, la expresividad de sus ojos ayudan a situarnos en la escena teatral que estamos escuchando. Durante los primeros minutos la música introduce la escena y ver estos primeros planos de la cantante, el dolor que muestran, la intensidad de la expresión nos deja totalmente pendientes de su mirada de diva. Dada la antigüedad del vídeo, hay algunos momentos en que sonido e imagen no son lo perfectos que estamos acostumbrados, pero nos dan una imagen perfecta de la importancia y el valor de la voz y la personalidad de María Callas.
Apenas una decena de días antes, el 5 de mayo, la Callas estuvo por primera y única vez cantando en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona. Después de una primera parte que en la época tildaron de fría y por debajo de las expectativas, ya que cantó arias consideradas de poca dificultad para una cantante con tanto nombre, tras el descanso, se ganó al público que finalizó el concierto llenando de flores el escenario. La última pieza que interpretó es este final del Segundo Acto de El Pirata de Bellini.
El programa de mano de aquella actuación en Barcelona la presenta como Maria Meneghini Callas, la diva del siglo y lo comparto en este enlace: Programa del recital. En él se hace una semblanza de la cantante, su repertorio operístico y las piezas del recital. La publicidad de la época también aparece en el folleto, todo un documento histórico disponible en el Dipòsit digital de documents de la UAB (Universidad Autónoma de Barcelona).
El recital de Hamburgo tiene la particularidad de que fue emitido en directo por televisión, un detalle que denota la importancia del mismo. De toda la actuación, sólo está disponible en la actualidad en vídeo en YouTube el final del concierto, mientras el resto está editado en el álbum María Callas - Live in Hamburg 1959, donde también aparece el recital que dio en la misma ciudad alemana en 1962. Curiosamente, este último estuvo dirigido por el longevo Georges Pétres, quien dirigió el Concierto de Año Nuevo de Viena en 2010, ¡casi cincuenta años después! a la edad de ochenta y cinco años.
En esta ocasión el libreto no se sigue de forma litearal, ya que para la interpretación se han suprimido las intervenciones que no sean las de Imogene, una practica habitual en este tipo de recitales.
El realizador de la transmisión televisiva tuvo el detalle de filmar esta escena con un único plano de la cantante. En los recitales no se interpretan las escenas, pero la mirada de la Callas, sus gestos, la expresividad de sus ojos ayudan a situarnos en la escena teatral que estamos escuchando. Durante los primeros minutos la música introduce la escena y ver estos primeros planos de la cantante, el dolor que muestran, la intensidad de la expresión nos deja totalmente pendientes de su mirada de diva. Dada la antigüedad del vídeo, hay algunos momentos en que sonido e imagen no son lo perfectos que estamos acostumbrados, pero nos dan una imagen perfecta de la importancia y el valor de la voz y la personalidad de María Callas.
Hay años que, por diversas razones, tienen un encanto especial.
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Bibliografía consultada:
- www.kareol.es: Letras y traducciones de óperas y música vocal.
- Morató, Cristina. Divas rebeldes. Plaza & Janés 2010. ISBN 9788401390807
- Batta, András. Ópera. Compositores, obras, intérpretes. Könemann Verlagsgesellschaft mbHl, 1999, Colonia (Alemania)
- Alier, Roger. Guía universal de la Ópera. Ediciones Robinbook, S. L. 2007, Barcelona. Ma non troppo.
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