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Goodbye 2020!

Ojalá nunca olvidemos el año 2020.
Desde poco antes de comenzar se adivinaba que el año sería difícil y complicado por razones de salud, con noticias que nos iban inquietando conforme se iban multiplicando los casos producidos por el llamado coronavirus. 
Había quien, quizás con poca información médica, lo comparaba con la gripe A que tanto asustó en sus inicios y quedó en algo más que un disgusto médico. Los entendidos avanzaban que lo que se avecinaba era mucho más grave y peligroso.
Pero prácticamente nadie llegó a imaginarse que la pandemia llegara a los términos a los que finalmente llegó y se llevó a tantas personas definitivamente, dejó con graves secuelas a millones por todo el mundo, trastocó las fuentes de ingresos de tantas y tantas personas y, en el mejor de los casos, nos cambió durante interminables meses nuestras rutinas y hábitos sociales.
Ojalá nunca olvidemos el años 2020, porque eso supondrá que no ha habido posteriormente otro año peor y ninguna catástrofe -mejor no imaginar de qué tipo podría ser- que nos lo haya hecho olvidar.
Pese a que estas situaciones se desarrollan en un tiempo lineal que transcurre entre una aparición que se puede concretar y un final que es más complicado de situar en el tiempo y en el lugar -o los lugares-, podemos afirmar que los primeros casos se conocieron a finales de 2019 y que en 2021 comenzará a señalarse un final de la pandemia que aún no tiene fecha de caducidad.
Pero nos gusta dejarnos llevar por el tiempo cíclico y un cambio de año es de esas ocasiones que aprovechamos para pararnos, reflexionar, enviar buenos deseos a quienes conocemos y establecer propósitos... hasta que los olvidamos. Así, el año 2020 será el año en que términos como coronavirus, pandemia, COVID-19, confinamiento, teletrabajo y otras muchas se han colado en nuestro vocabulario activo y, consecuentemente, en nuestro modus vivendi.
En esta publicación que sirve para despedir un año inolvidable en el peor de los sentidos, nos acercamos, no a profesionales de la literatura como es habitual, sino a personas que han expresado sus ideas de una forma particular.
La música que nos acompaña forma parte de una selección que han realizado una serie de expertos en música. En ambos casos, las propuestas vienen de dos prestigiosos periódicos americanos.
Te propongo despedir este 2020 con unas frases resúmenes del año solicitadas a los lectores de The Washington Post y algunas de las músicas seleccionadas por críticos musicales para The New York Times. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Como en todos los finales de año se suelen realizar recapitulaciones, resúmenes y listados de todo tipo. The New York Times ha encargado a sus críticos musicales que señalen cuales son, a su juicio, las músicas más reseñables de este año, que se ha movido fundamentalmente por las grabaciones más que por las actuaciones en directo. Así, el periódico neoyorkino publicó Los 25 mejores temas de música clásica de 2020De entre todas las propuestas, nos centramos en una ópera estrenada hace pocos años. 
Thomas Adès tenía interés desde hacía años en llevar a los escenarios operísticos El ángel exterminador, basándose en la película homónima de Luis Buñuel de 1962.
Problemas con los derechos de autor junto con la preparación del estreno de su ópera anterior, The tempest (La tempestad), retrasaron el proyecto. Finalmente, un grupo de teatros le encargaron la composición de la obra, de forma que fuera estrenado en cada uno de ellos. El libreto fue compuesto por Tom Cairns y él mismo y su estreno mundial fue en julio de 2016 en el Haus für Mozart, dentro del Festival de Salzburgo. Ese mismo mes se estrenó en la Royal Danish Opera, mientras el estreno en el Reino Unido fue en la Royal Opera HouseCovent Garden en abril del año siguiente. El último de los estrenos, el de América, tuvo lugar en octubre de ese mismo año en el Metropolitan Opera House de New York. Salvo en la producción danesa, los personajes principales fueron interpretados por los mismos cantantes, la dirección de escena correspondió al libretista Tom Cairns, el decorado y vestuario correspondió a Hildegar Bechtler y de la dirección musical se encargó el propio Thomas Adès.
Como en la película de Buñuel, The Exterminating Angel se desarrolla en una suntuosa mansión, la de Edmundo y Lucía, en la calle de la Providencia de una ciudad innombrable de la década de los años 60 del pasado siglo. Dividida en 3 actos, la acción transcurre durante la cena en honor de la cantante de ópera Leticia Meynar entre unos invitados a la cena que no pueden abandonar la casa, después de que algunos sirvientes la hayan abandonado. Una situación que bien podría ser una metáfora de un año tan apocalíptico como 2020.
El enlace pertenece al inquietante Intermezzo en la representación del estreno norteamericano del Met de Nueva York con la dirección del propio compositor Thomas Adès.


También The Washington Post ha optado por cerrar el ciclo anual, pero en esta ocasión han pedido a sus lectores que sean quienes se encarguen de hacerlo. La propuesta del periódico de la capital de Estados Unidos era que resumieran el año 2020 con una palabra o una frase.
Como es de suponer, el diario recibió miles de respuestas que recogió en su artículo 2020 en una palabra.
Entre las palabras que más se repetían para definir al año figuran: 


Además de alguna que el periódico decidió no compartir en una publicación familiar.
Algunas frases recogen mejor el sentimiento del año, un sentimiento que refleja la realidad del país y que no en todos los lugares se aprecia como allí.

SURREALISTA
Ha habido momentos terribles y hermosos en 2020, pero todos parecen más grandes y desarticulados que las progresiones o condiciones normales de vida. Situaciones y comportamientos extraordinarios, de personas, de grupos e incluso países, han dominado el día.

AGOTADOR
Todos nuestros desafíos han sido accidentes automovilísticos prolongados a cámara lenta. Desde Covid, a las elecciones, a Trump en general, a tiroteos policiales, al desempleo, a ningún deporte (...). Me siento atrapado en una esquina y todo lo que puedo hacer es intentar bloquear lo siguiente que se me lanza.

LIMBO
No estamos ni aquí ni allá; ni en el infierno ni en el cielo. Trabajando hacia la normalidad y no estoy seguro de si alguna vez volverá a haber lo que hemos conocido como normal.


También algunos de los que contestaron hablaban de las esperanzas que tenían puestas en 2021, entre las que podemos destacar fundamentalmente estas dos:

Salud para todos.

Unir al mundo sería el mayor de todos los logros.

Nathalie Joachim es una flautista, cantante y compositora norteamericana de origen haitiano que se graduó en la Julliard School neoyorkina. Cofundadora del dúo de arte urbano Flutronix, Joachim se mueve entre el rock clásico y la música indie mientras lucha por el cambio social y la instauración de la conciencia cultural.
En su rol de compositora suele recibir encargos para diferentes artistas instrumentales y vocales, así como para danza y teatro interdisciplinar, además de instituciones como la Orquesta Sinfónica de San Luis y el Coro In Unison para las que está componiendo su primera pieza sinfónica y coral, además de obras de cámara para distintas agrupaciones.
Su labor también se centra en la docencia musical, siendo directora de Música de Cámara Contemporánea en el Programa de Música Perlman, imparte clases en las universidades de Hartford y Princeton y en distintos centros y festivales musicales.
La música de Nathalie Joachim nos acompaña con una obra minimalista, pero que transmite emociones complejas. Dan Mwen Yo es una composición para violonchelo y voces grabadas que podemos utilizar como composición para despedir el año en este blog. Como comenta Seth Colter Walls en su reseña, "el sombrío efecto de ánimo de la apertura se complica por un cambio en la marcha. El resultado es similar al que se puede sentir al inventar un nuevo baile de la nada, mientras se camina por un entorno que de otra manera sería sombrío". 
Dentro de la presentación de la temporada 2020/2021 de la St. Louis Symphony Orchestra y la Pulitzer Arts Foundation, la chelista Elizabeth CHung interpreta uno de los tres cortometrajes con los que sendos compositores exploran los significados de la palabra "hogar", relacionados con el confinamiento que tantos millones de personas hemos soportado durante 2020.


De todas las respuestas recibidas por The Washington Post, la que más ha llamado la atención de todas las recibidas, quizás la más ingeniosa y de las que el diario se ha hecho eco con más énfasis pertenece a un lector de sólo nueve años, Clarke Smith, un niño de Beverly Hills, en el estado de Michigan.
Su frase resumen con la que cerramos este blog hasta el próximo año es una mezcla de originalidad, surrealismo y esa cara de estupor que se nos ha quedado a todos a lo largo de este año.
The best summation
Like looking both ways before crossing the street and then getting hit by a submarine.
Because it's been the craziest year ever.
Clark Smith, Beverly Hills, Michigan


Ojalá nunca olvidemos el año 2020, y que podamos vivir los demás años con la habitual normalidad.
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Enlaces consultados:

La Navidad, Vanka y el abuelo

Ni en la más pesimista de nuestras pesadillas habíamos imaginado que el año 2020 se desarrollaría de esta manera.
No pensábamos que una epidemia de dimensiones bíblicas azotara a todo el planeta. No pasaba por nuestra mente que estaríamos semanas sin poder salir de casa. Nunca creíamos que se necesitarían salvoconductos como los que leíamos en las novelas decimonónicas para desplazarnos de un lugar a otro. Nunca llegamos a pensar que tantas, demasiadas personas, fallecieran o sufrieran las consecuencias de un nuevo virus. Aún no logramos comprender cómo una globalización que ya está presente en una gran cantidad de ámbitos de nuestra vida ha sorprendido a la comunidad científica y, de un modo muy especial, a los gobernantes para implementar una respuesta rápida y común a tan gran desafío. 
En un año tan difícil y trágico como ninguno otro no podemos pretender que la Navidad tenga las mismas circunstancias que la acompañan habitualmente: grandes celebraciones, reuniones familiares con muchas personas o la unión de varias generaciones con la presencia de abuelos y mayores. 
El respeto debe comenzar por no poner en riesgo y cuidar la salud de aquellos a quienes queremos, de manera especial a los mayores. 
En esta publicación nos acercamos a ellos en la figura de los abuelos, unas personas que aúnan la sabiduría de la experiencia con el cariño y la ternura que aportan los años, la esperanza frente a situaciones complicadas, ofrecen apoyo y generosidad sin pedir nada a cambio y se muestran cercanos desde cualquier distancia y situación.
Un annus horribilis como este no podría finalizar sino con un paseo literario y musical que abarca uno de los cuentos de Navidad ruso más triste y desesperanzado y una danza popular con la entrañable figura del abuelo en ambos. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Antón Pávlovich Chéjov tuvo una infancia dura. Su abuelo fue un siervo que ahorró cada cópec para poder comprar su libertad y la de sus cuatro hijos. Su padre abrió un pequeño comercio, fue director del coro parroquial, y terminó alcoholizado, maltratando a sus hijos, mientras de su madre los entretenía narrándoles historias de los viajes que hacía con su padre, un vendedor de telas. Tercero de seis hermanos, mientras fue estudiante de medicina en Moscú, compaginó sus estudios con la literatura, comenzando a escribir lo que llamó "cuadros humorísticos" en algunas revistas para mantener a su familia que se había trasladado a la capital.
Una vez terminada la carrera, continuó compaginando ambas actividades. "La medicina es mi esposa legal; la literatura, sólo mi amante", solía decir. 
Liberal, pragmático, altruista y agnóstico, Chéjov quizás sea el más occidental de los escritores rusos de su época, un partidario del progreso frente a las ideas del omnipresente Tolstoi. Dos frases suyas lo muestran: "Pienso que hay más amor a la humanidad en la máquina de vapor y la electricidad que en la castidad o el ser vegetariano." y "Comencé a creer en el progreso cuando era pequeño; no podía dejar de creer en él, porque la diferencia entre el tiempo en que me daban palizas y el momento en que dejaron de hacerlo era enorme".
En un tiempo de Navidad tan extraño como el de 2020, el más distinto de cuantos podemos recordar, nos acompaña uno de los relatos de Chéjov, Vanka, centrado en un niño de apenas 9 años y la carta que escribe a su abuelo en la Nochebuena.


Esa evocación que Vanka tiene nos acerca a la figura del abuelo. 
Desde el siglo XVII existe en Alemania una melodía folclórica llamada Grossvatertanz (Danza de abuelo), un baile que ha sufrido todos los cambios propios de este tipo de tradición, con la incorporación de textos que han ido cambiando con el transcurrir de los años.
La música se presenta en un modo tripartito con
-8 compases en tiempo de Andante.
-4 compases con otro tema en compás de 2/4 en Allegro con repetición.
-4 compases con un nuevo tema también en compás de 2/4 en Allegro con su repetición.
La más popular y tradicional de las letras fue escrita por Klamer Schmidt en 1794 y se imprimió en el Musenalmanach de Berlín de 1802, comenzando con estos versos:
Und als der Grosswater die Grossmutter nahm,
Da war der Grosswater ein Bräutigam
und die Grossmutter war die Braut
da wurden sie beide zusammen getraut
Wer weiss, wie das noch werden mag
wer weiss wie das noch kommt

(Y cuando el abuelo se llevó a la abuela, 
el abuelo era el novio
y la abuela era la novia
pues ya ambos estaban casados.
Quién sabe cómo puede ser esto todavía,
quien sabe cómo llegará)


Desde su creación en el XVII, tanto la melodía como la letra sufrieron los cambios propios de este tipo de canciones y bailes populares, siendo incorporados a algunas obras musicales. Robert Schumann la incorporó a su obra Papillons, Op. 2 en el último de los números que la forman, el nº 12, Finale.
En el enlace podemos seguir esta versión del pianista y compositor alemán en una versión que incluye la partitura.


Chéjov se abrió un nombre en la literatura con sus relatos cortos y algunas obras de teatro que triunfaron en los escenarios. A su primer gran éxito, Ivanov, le siguieron obras como La gaviota (que fracasó en su estreno, pero triunfó años más tarde), Tío Vania, Las tres hermanas o El jardín de los cerezos.
Pero donde realmente Chéjov desarrolla su creatividad de forma más contundente es en los relatos cortos, en los que introduce el monólogo de los personajes principales, una técnica que desarrollaría más adelante Joyce con el uso del monólogo interior en obras como Ulysses.
El final de la década de 1880 fue crucial en su vida. Además de su éxito con Ivanov en 1887, recibió el premio Pushkin con el que se consagraba en la literatura rusa. Su labor en favor de los necesitados no era solo una pose literaria. Durante una epidemia de cólera demostró su lucha a favor de los más desfavorecidos y miserables. Instalado en su dasha en las afueras de Moscú atendió a una veintena de aldeas próximas y, al llegar a casa, izaba una bandera roja para que los necesitados de cuidados supieran que había regresado y estaba disponible para atenderlos. En ese tiempo se contagió de tuberculosis, una enfermedad que padeció durante dos décadas y que provocó su fallecimiento a los cuarenta y cuatro años de edad.
Quizás evocando su propia infancia en el relato de Vanka, éste continúa su carta hacia su figura de referencia, su abuelo.


Una música popular como la Grosswatertanz, esta Danza del abuelo se llegó a cantar con sus varias letras y bailar al final de las celebraciones de bodas, llegando a conocerse como Kehraus o Barrido.
Además de Schumann en su Papillons, el violinista y compositor Louis Spohr llegó a utilizarla en una marcha para la boda de su mecenas el Duque de Sajonia-Meinningen
Al comienzo de este siglo, en 2003, el clarinetista y compositor Jörg Widmann la citó al comienzo de su Cuarteto de cuerda nº 3, Jagdquartett (Cuarteto de caza), en esta ocasión trastocando su sentido original y evocando la cacería que indica el título.
El enlace nos muestra este cuarteto de Widmann interpretado por The Hieronymus Quartet formado por Clémence de Forceville y Matia Gotman como violines I y II, Jenny Lewisohn con la viola y Vladimir Waltham al cello en una grabación que se realizó en febrero de 2017 en la Barenboim Said Academy de Berlín.


La obra de Chéjov no busca el fondo moral que preconizaba Tolstoi en sus obras ni la angustia que recorre cada libro de Dostoievski. No pretendía se un moralista ni el narrador se se haya por encima de su relato. "Un artista no debe ser un juez de sus personajes, sino que debe ser un testigo imparcial".
Pese al valor de sus relatos cortos, no les dedicaba mucho tiempo, a lo sumo un día, trabajando de forma más cercana a la crónica periodística que a la literatura, aunque su obra no está exenta de una carga lírica. Sus relatos, distintos y dispersos, son como teselas de un enorme mosaico que nos permiten vislumbrar la época y la sociedad en que vivió, con sus cambios, sus injusticias, sus incoherencias y sus frustraciones, situaciones que desembocarán en un siglo XX que, en cierto modo, aparecía ya en la obra de Chéjov mirándolas desde una óptica tolerante, humorística y tierna.


La tuberculosis que le acompañó durante dos décadas le ofreció la perspectiva de la muerte como un tema recurrente, no de manera trágica y cruel, sino con la visión de quien ha meditado sobre ella y la comprende, aprendiendo del valor de cada día y cada momento, sin recurrir a algo tan habitual como el "carpe diem", ese vivir el momento, sin pensar en el mañana en la búsqueda del placer momentáneo. Con serenidad Chéjov afrontaba cada momento, buscando el sentido de cada uno de ellos.



No sólo utilizó Schumann la melodía de Der Grossvatertanz en el número final de Papillons, sino que también la citó en otra de sus obras, Carnaval, Op. 9, una obra para piano en que se representaba a sí mismo, algunos amigos y compositores y a algunos personajes de la Commedia dell'arte como Arlequín o Colombina.
La última de las piezas, Marche dels Davidsbündler contre les Philistins (Marcha de la liga de David contra los filisteos) recoge algunas de las melodías previas de la obra junto con lo que él llama en su partitura un "tema del siglo XVII" que es de nuevo la Grossvatertanz con que representa a aquellos que apoyan las ideas antiguas que han quedado caducas, denominados por el autor como filisteos.
La gran pianista japonesa especializada en Mozart, Mitsuko Uchida interpreta esta marcha final del Carnaval recogida en su disco Schumann: Carnival/Kreisleriana de 1995.

 
Vanka se publicó en La Gaceta de San Petersburgo el día de Navidad de 1886 y quizás sea el cuento de esta época más triste y doloroso que exista. En primer lugar por la dureza del relato, pero de modo especial, por el mensaje que transmite y que va contra la tradición de tratar situaciones que se resuelven con una gran dosis de ternura y un final que se desencadena milagrosamente feliz.
Hay en Vanka una mezcla de la inocencia con la esperanza que se tropieza con lo imposible, mientras el espíritu navideño que suele animar estos relatos se encuentra aquí con una sutil crítica a su razón de ser.


Duele leer la historia de Vanka, aunque nos transmite un indudable deseo de ayudarlo. 
Su carta no tiene nada que ver con las miles que se envían en estas fechas, pero la mayor de las enseñanzas que podemos obtener de este particular relato navideño es la esperanza que se tiene con los abuelos, una relación distinta a la que se desarrolla con los padres, más alejada del día a día, propiciada desde la distancia y a la vez la cercanía que dan la experiencia, con más sabiduría y de una riqueza especial.


Pero la más conocida de cuantas versiones se han realizado de la Grossvatertanz pertenece a Peter Ilich Tchaikovsky que la introduce en el más famoso de sus ballets que transcurre precisamente durante una celebración de la Nochebuena. En su ballet El cascanueces, estrenado en 1892, el compositor ruso transcribe esta danza tras la cena familiar.
El enlace nos muestra una versión de El cascanueces perteneciente a una de las versiones que The New York City Ballet llevó al escenario hace unos años con la estética de la época en que se estrenó, llevada al territorio americano del fin del siglo XIX.

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250 años del nacimiento de Beethoven

Durante todo el 2020 se ha celebrado el 250 aniversario del nacimiento de Ludwig van Beethoven que ocurrió el 16 de diciembre de 1770.
A lo largo de todo el año se habían organizado eventos, exposiciones y conciertos  en todo el mundo dedicados a recordarnos su figura y su obra, aunque los planes iniciales se han debido modificar o suspender por razones obvias con la pandemia producida por el Covid-19.
Exposiciones, visitas a lugares relacionados con el compositor como las que estaban previstas en Bonn, su ciudad natal, han sido suspendidas o vueltas a diseñar, presentando algunas los eventos de forma virtual. Páginas como Beethoven Jubiläums GmbH están dedicadas a dar a conocer su figura y algunos de los acontecimientos que estaban programados para ofrecerlos a todos los que deseen a través de internet.
Muchos teatros y salas de concierto, en coordinación con orquestas y todo tipo de agrupaciones habían programado para el año obras del compositor, algunas de las cuales se han suspendido, mientras una mayoría se han desarrollado, ofreciéndose sus interpretaciones a través de las redes sociales, emisoras de radio especializadas en música clásica o en grabaciones de discos.

Un recorrido por las distintas publicaciones con las que hemos querido celebrar el 250 aniversario del nacimiento de uno de los más grandes compositores de todos los tiempos. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


En este blog han ido apareciendo a lo largo de todo el año 2020 una serie de publicaciones dedicadas a dar a conocer la vida y obra de Beethoven, que han ido desde sus primeras obras musicales hasta la relación que tuvo con algunos de sus contemporáneos, la amistad que desarrolló con el hijo de uno de sus amigos de la infancia hasta desarrollar la génesis de algunas de sus obras.
En esta publicación recopilamos las publicaciones dedicadas a Beethoven a las que se puede acceder también desde la Página #Beethoven250 que se puede encontrar en la parte superior de este blog. 
Saber que están disponibles para que en cualquier momento se pueda acceder a ellas es un forma de recordar a uno de los compositores más importantes de todos los tiempos y de contribuir a la celebración de este 250 aniversario del nacimiento de Beethoven.
Para poder leerlas sólo hay que clicar en el enlace que se encuentra marcado en verde con el título de la publicación.

En Las primeras obras de Beethoven se recogen las primeras obras que compuso en su Bonn natal, que no quiso que aparecieran en su catálogo de Opus y que ya mostraban la importancia del compositor.


La única de las publicaciones escrita antes de 2020 nos muestra cómo fue Un encuentro entre dos genios, que se produjo en Viena entre Beethoven y Rossini.


En esta ocasión no fueron dos músicos los que se encontraron, sino los más grandes representantes de la música y la literatura alemana de su tiempo. Un encuentro entre dos genios: Beethoven y Goethe muestra una relación deseada por el compositor y que no se desarrolló como ambos desearan.


Una película canadiense narra la relación entre un pequeño vecino y el compositor inspirada en la verdadera historia entre Gerhard von Breuning y el compositor: Mi vecino se llama Beethoven.


El primer viaje que le organizaron a Beethoven para conocer mejor la música que se hacía en Viena da pie a conocer cómo fue el fugaz encuentro entre un músico consagrado como Mozart y un joven aspirante a músico. Un encuentro entre dos genios: Beethoven y Mozart .


Un nuevo encuentro, en este caso entre un consagrado Beethoven y un jovencísimo aspirante a pianista, Franz Liszt centra la publicación Un encuentro entre dos genios: Beethoven y Liszt.


Solo una ópera forma parte de la obra musical de Beethoven. En esta publicación se recuerdan las vicisitudes, los diversos cambios y estrenos que se produjeron en una obra como FidelioLa Libertad, Beethoven y Fidelio.


Una de las obras musicales más grandes de la historia, La Novena Sinfonía de Beethoven, Patrimonio de la Humanidad, centra esta publicación sobre su génesis, los momentos en que el compositor la fue gestando y su estreno.
 

La última de las publicaciones dedicadas al compositor para celebrar el 250 aniversario de su nacimiento se centra en sus últimas semanas de vida: La muerte de Beethoven.


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La muerte de Beethoven

Beethoven no tendría que haberse muerto.

No es que nos parezca tan importante la figura de Beethoven que pensemos que debería seguir vivo. Beethoven contaba con cincuenta y seis años, una salud delicada desde hacía muchos y una conocida sordera casi total, pero aún tenía por delante mucho que componer, muchos planes e ideas para desarrollar en su cabeza, seguía ofreciendo obras que en ningún momento anunciaban su ocaso.
Simplemente, su fallecimiento se debió a un cúmulo de circunstancias que desembocaron en tan fatal desenlace. 
Una neumonía doble tras una crisis familiar, una salud que venía debilitada desde hacía unos años y unos días en que no aparecieron los médicos por su casa fueron el caldo de cultivo para que una enfermedad que estaba aletargada surgiera con toda su potencia para terminar con la vida de uno de los genios de la música. ¿Quién no tiene curiosidad por conocer cómo fue el fallecimiento de uno de los más grandes compositores de la historia de la música?
Muchas biografías se han escrito sobre el compositor de Bonn, las primeras, varias décadas después de su fallecimiento, en no pocas ocasiones con poca información contrastada sobre hechos y acontecimientos; en otras, con fuentes de información que, cuanto menos, no eran fidedignas y que se podrían catalogar como interesadas. En estos momentos podemos acercarnos a su vida y obra de la mano de biógrafos interesantes como Romain Rolland, el recientemente desaparecido Maynard Solomon o los Massin.
De todas ellas, nos vamos a basar en Ludwig van Beethoven de Jean y Brigitte Massin, una minuciosa, detallada y excelente biografía que, en cierta manera recoge algunas de las informaciones de biógrafos anteriores como Rolland, las contrasta, razona y obtiene sus propias conclusiones.
Aprovechando que el día 16 de diciembre se conmemora el 250 aniversario del nacimiento de Beethoven, te invito a descubrir cómo fueron las últimas semanas del compositor. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
En las redes se pueden seguir informaciones, trabajos e interpretaciones a través de los hashtags #Beethoven250, #Beethoven2020 o simplemente, #Beethoven.

Beethoven en su lecho de muerte, por Josef Telstcher (26 de marzo de 1827)
Situémonos.
Tras el intento de suicidio de su sobrino Karl, Beethoven dedica el mes de agosto de 1826 a terminar los dos primeros y el cuarto movimiento de su Cuarteto de cuerda nº 16. En septiembre terminará el tercero de los movimientos, el Lento, al que pondrá por título "Dulce canto de descanso, canto de paz."
Su hermano Johann, quien se refería a sí mismo ante la familia como "propietario-terrateniente", lo invita, como todos los años, a pasar una temporada en Gneixendorf, en una propiedad que poseía a orillas del Danubio. Todos los años Ludwig rehusaba por la poca simpatía que tenía a su cuñada, aunque en esta ocasión acepta. 
El 28 de septiembre, junto con Karl se dirige a la propiedad de Johann donde pasarán dos meses. Todos se esfuerzan por tener una agradable convivencia. Su cuñada hace todo cuanto está en su mano para atender la estancia, el compositor reanuda sus paseos por el campo, lo que le hace sentirse de nuevo feliz, y termina de dar los últimos cambios a su Cuarteto nº 16, además de componer el Rondó que sustituirá la Gran Fuga del final del Cuarteto nº 13, que será su último arreglo. El 7 de octubre enferma y dicta una carta a su sobrino Karl desde la cama, aunque se recupera en unos días.
Pero la convivencia no dura mucho en estos términos. La vulgaridad de su hermano y su cuñada exasperan al compositor y estos se cansan de fingir y desvivirse en su convivencia con él. Hay frecuentes explosiones en las relaciones entre ellos y con Karl. Así, en esta situación, se desencadena el final de la estancia que, en cierta medida, abocará en el final de la vida de Beethoven.
Siguiendo la biografía de los Massin nos acercamos a su desarrollo. 


Varios personajes aparecen en las últimas semanas de vida de Beethoven, de la misma manera que lo estuvieron con anterioridad.
Stephan von Breuning, amigo de la infancia de Beethoven y padre de Gerhard, quien protagonizó la publicación Mi vecino se llama Beethoven. Ambos son vecinos en la Schwarzspanierhaus, el edificio en que morirá el compositor. Anton Schindler, amigo, persona de confianza y ayudante de Beethoven, el primero en quien se fijaron los biógrafos para sus estudios y de quien el tiempo ha demostrado que su interés personal llevó a tergiversar y manipular en provecho propio cuando hizo y dijo, actuando como un hombre de dos caras. También aparecen algunos otros amigos como Holz o Moscheles, editores y músicos, además de doctores que aparecieron en los últimos momentos de su vida, ya por su admiración hacia la persona, ya por razones médicas, como el doctor Wawruch, un reputado profesor de patología, que fue quien se hizo cargo de la enfermedad del compositor.
Tras unos primeros días en que parece que la enfermedad está siendo superada, el 9 de diciembre, Beethoven se siente mejor, se levanta y camina por la habitación, dicta una carta a su sobrino Karl y comienza a acariciar nuevos proyectos. Pero la marcha definitiva hacia la muerte comienza en esa noche del 9 al 10. Después de unos años con muchas enfermedades, la neumonía doble que sufrió con la marcha a Viena y los disgustos que la acompañaron, dejaron el camino libre para una cirrosis que se manifestó con toda su crudeza en ese momento. 
Se desconoce qué sucedió esa noche, aunque algunos biógrafos como Romain Rolland o Massin piensan que pudo ser una grave discusión con Karl el detonante que manifestó la enfermedad, o una visita, o quizás una carta. El caso es que el doctor Wawruch anotó tras su visita en la mañana del 10 de diciembre:

Le encontré muy agitado, la ictericia extendida por todo el cuerpo; una espantosa colerina le había atacado durante la noche. Una violenta cólera, un profundo sufrimiento, causados por un acto de ingratitud hacia él y por una ofensa inmerecida habían provocado esta fuerte explosión. Temblando y estremeciéndose, se retorcía bajo los dolores que le roían el hígado y los intestinos. Sus pies, que hasta entonces habían estado tan sólo un poco tumefactos, empezaron a hincharse enormemente. A partir de este momento, la pleuresía se manifestó, la orina disminuyó, el hígado presentó signos visibles de nódulos duros y la ictericia siguió su curso. La intervención afectuosa de sus amigos calmó pronto la auténtica revolución que se había adueñado de él: se tranquilizó y olvidó la afrenta que había sufrido. Pero la enfermedad avanzaba a pasos agigantados.
Wawruch
El 14 recibe un regalo que le llenará de alegría. Un fabricante de arpas londinense, Stumpff, le envía una edición con las obras completas de Häendel en cuarenta volúmenes, un compositor del que Beethoven sentía que aún podría aprender música. El compositor fue hojeando los libros que el pequeño Gerhard von Breuning le iba acercando uno a uno, apilándolos después junto a la cama mientras alababa al compositor como el más grande y hábil de los músicos, el más clásico y profundo de todos los poetas musicales que habían existido.
Poco después, el día 20 de diciembre se le realiza una punción para bajar la hinchazón producida por la hidropesía. 
Schindler aparece poco durante estos días debido a los preparativos de su propia boda, el doctor Wawruch y sus ayudantes lo visitan con frecuencia, amigos como Holz también continúan visitándolo, pero los que no se ausentan son Stephan von Breuning y su hijo Gerhard, cada vez más fiel compañía, y su hermano Johann que llegó el día 10.

La Schwarzspanierhaus, la última residencia de Beethoven antes de su demolición en 1903
La última de las composiciones de Beethoven, salvo algunos arreglos de otras obras, es el Cuarteto para cuerda nº 16, que escribió entre agosto y septiembre de 1826 rodeado de problemas de salud y tras el intento de suicidio de su sobrino Karl. Sin embargo, este cuarteto es una obra agradable que no muestra ni dolor, ni angustia ni siquiera la autocompasión de una persona enferma.
El primer movimiento es un Allegretto que se presenta en forma de sonata del más puro estilo clásico. El tema está escrito en forma que evoca una marcha, en compás 2/4, con frases cortas que imprimen un estilo lúdico con algunos cambios súbitos en la melodía y la armonía, junto con interrupciones a mitad de frase.
Takács Quartet nos ofrece este primer movimiento del Cuarteto para Cuerdas, nº 16 en una grabación en estudio realizado en la Colorado Public Radio en febrero de 2019.


El tiempo va pasando con el compositor en la cama. El 8 de enero se le practica una nueva punción y el 2 de febrero una tercera.
En estas semanas, la compañía del pequeño Breuning se alterna como momentos en los que logra trabajar con un gran esfuerzo. Su sobrino Karl se ha marchado con su regimiento y no volverán a verse. A mitad de febrero trabaja sobre un quinteto para Diabelli
A finales de mes, Schindler hace que le entreguen las partituras de la Novena Sinfonía y el 8º cuarteto, que venderá posteriormente al rey de Prusia, mientras escribe en los cuadernos de conversación que utiliza Beethoven para comunicarse: 
¿Cómo podéis suponer, ni siquiera imaginar, que yo pueda estimar tan poco un regalo vuestro como para venderlo?

Mascarilla fúnebre de Beethoven realizada en yeso.
Dejado de lado por la sociedad vienesa que escucha la música de autores más jóvenes, entre la soledad y el olvido, hay aún quienes pasan a verlo. Zmeskal informa al archiduque Rodolfo que jamás se interesa por preguntar, al menos una docena de músicos y amigos que lo visitan con frecuencia, como Wolfmayer que lo visita el día de su tercera punción y sale de la vivienda llorando emocionado.
En esos días, cuando el sufrimiento es más soportable, Beethoven pide un libro de Walter Scott, comienza a leerlo y lo arroja gritando: "¡Este no escribe más que por dinero!." Luego pide un ejemplar de La Odisea, uno de sus libros de cabecera, que lo tranquiliza.


El segundo movimiento del Cuarteto para Cuerda nº 16 se desarrolla en un tempo Vivace, siendo un scherzo y un trío con una estructura clásica en la que aparecen asimetrías rítmicas que interrumpen el compás de 3/4, modulando armonías cromáticas y melodías que se solapan abruptamente, generando una de las obras de cámara más cómicas de Beethoven, no en vano el término scherzo hace referencia a una broma musical.
De nuevo el Takács Quartet nos ofrece este segundo movimiento, Vivace, del Cuarteto para Cuerdas, nº 16 en una grabación en estudio que realizaron en la Colorado Public Radio.


El 15 o 16 de marzo recibe un aviso de la Sociedad Filarmónica de Londres que le dona la enorme cantidad de 100 libras esterlinas (1000 florines de oro), lo que le produce una gran alegría en unos momentos en los que no recibe beneficios de su trabajo. Esta noticia sorprende a los vieneses en su orgullo. Muchos no pensaban que Beethoven se encontrara tan mal, otros se indignan por su falta de patriotismo al solicitar el dinero a los ingleses, pero pocos ven sus razones y lo comprenden.
El 18 de marzo dicta a Mocheles una carta en la que agradece a la Sociedad Filarmónica de Londres su donación, ofreciéndoles alguna obra como "una nueve sinfonía ya iniciada (la Décima), una nueva obertura sobre el nombre de Bach", comunicarles que ha utilizado el dinero y que enviará una copia de su Novena Sinfonía que había transcrito para metrónomo durante el verano. Será su última carta.
Ese mismo día Wawruch le anuncia el próximo final, Beethoven acepta que se llame a un sacerdote y, una vez confesado, dice a los presentes "¡Plaudite, amici, finita est comoedia!" (¡Aplaudid amigos, la comedia ha terminado!), una frase atribuida a Octavio Augusto.
Del relato de su fallecimiento nos quedan las palabras del pequeño von Breuning y de Anselm Hüttenbrenner, testigos directos del suceso.

El tercer movimiento del Cuarteto para Cuerda nº 16 fue el último que compuso en los días finales de septiembre, con una indicación de Lento assai, cantante e tranquillo, un movimiento contrastante entre el anterior y el último. Se trata de un movimiento lento pero carente de pesadez y gravedad, en el que predomina un sentimiento sosegado a la vez que ligero y leve que tituló como "Dulce canto de descanso, canto de paz"
En esta ocasión, la interpretación corresponde al Danish String Quartet, en una grabación que se levó a cabo dentro del DSQ Festival 2018, The Copenhagen Cycle celebrado en octubre de ese año.


En la biografía Ludwig van Beethoven, Jean y Brigitte Massin no se detienen a referirnos el entierro del genio, sino algunos hechos relacionados con los días siguientes a su fallecimiento, con actuaciones de algunos personajes que desvelan los intereses personales de algunos de quienes le acompañaron en los últimos momentos, junto a otros que mostraron siempre su integridad y amistad hacia el compositor.
Es en estos días cuando se desvelan algunos de los más escondidos secretos del compositor y que han sido tan fundamentales para conocerlo como el Testamento de Heiligenstadt, la Carta a la Amada Inmortal y dos retratos de mujer.


El Cuarteto para Cuerda nº 16 que nos acompaña en esta publicación no fue editado en vida del compositor. Varias semanas después del fallecimiento, el 12 de abril de 1827, Schindler escribió al editor Schlesinger para preguntarle qué número de Opus le correspondería a este cuarteto que el compositor le había entregado y si aún no tenía dedicatario. Finalmente, el número de catálogo que le correspondía fue el Opus 135, mientras la dedicatoria fue para Johann Neopomuk Wolfmeyer, un comerciante textil, mecenas y amigo de Beethoven.

Funeral de Beethoven, pintura de Franz Stöber
El último movimiento del cuarteto nos lleva a un razonamiento trágico... aparentemente. En el encabezamiento de la partitura, Beethoven escribe Der Schwer gefasste Entschluss (Una decisión de pe<o) y, tras la indicación Grave ma non troppo tratto en fa menor, anota Muss es sein? (¿Debe ser?). Cuando el chelo y la viola parecen estar haciendo con gravedad esa pregunta en la introducción, la música se transforma en un Allegro en Fa mayor junto a las palabras Es muss sein! (¡Debe ser!), cuyas tres sílabas forman el ritmo del tema principal. ¿Cuál es esa difícil decisión? ¿Qué filosófico razonamiento pensaba transmitirnos Beethoven con estas palabras?
En realidad, todo apunta a que se trata de un intercambio de notas entre el compositor y uno de sus amigos referente a un pago de dinero, nada trascendental, lo que se deja traslucir en el tono humorístico de la pieza y el desenfadado pizzicato que prepara el final del cuarteto. 
El enlace con el que nos despedimos de la última obra y del compositor está interpretado por el Hagen Quartet, formado por los hermanos Hagen, Lukas al violín, junto con Rainer Schmidt (que sustituyó a Angelika unos años después de la fundación), Veronika a la viola y Clemens al chelo.

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Bibliografía y webgrafía consultadas: