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La vida es como el Jazz

"En cierto sentido, la vida es como el jazz... es mejor cuando improvisas"
Con estas palabras, George Gershwin supo captar la esencia del jazz: la música que surge en el momento, la complicidad entre los intérpretes, el sentido del ritmo con el swing como emblema o los instrumentos que le otorgan esa voz y ese timbre tan particulares.
En esta entrada te propongo un acercamiento al mundo del jazz desde la perspectiva de uno de los escritores más aficionados y entendidos como Julio Cortázar y la música jazzística del pianista Uri Caine, basada en composiciones de músicos clásicos y ópera. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!  



Pocos escritores amaron y entendieron tanto el jazz como Julio Cortázar. El escritor argentino se desenvolvió como pocos entre la música de jazz, una música que, como era de esperar, cobró protagonismo en múltiples momentos en su obra literaria.
En ese libro-universo que es Rayuela, una de las grandes obras literarias del siglo XX, las referencias al jazz son constantes. Los personajes deambulan especialmente por los ambientes jazzísticos parisinos mientras se hallan Del lado de allá, se encuentran y se transforman en ellos. Seguir los paseos nocturnos de Oliveira, La Maga y sus compañeros de club con Roland, el pianista de jazz americano, es encontrarse tras algunos vericuetos con las músicas y melodías del jazz, en locales abigarrados, tan cargados de humo que la misma música sigue sus volutas, se eleva sobre sí misma o se siente libre de variar el rumbo.
Prueba de la importancia del jazz en Rayuela es el disco en que se recogen las obras que cita o aparecen de una u otra forma en el libro. En Jazzuela se recopilan estas piezas y músicos citados.



Nacido en Filadelfia mediada la década de 1950, Uri Caine se ha convertido en uno de los músicos que lleva al jazz versiones de otras músicas, en especial de la música clásica. De origen judío, se formó en su ciudad natal y la Universidad de Pensilvania, se marchó más adelante a Israel para lanzar su carrera, regresando a New York, la ciudad a la que vio más posibilidades para desarrollar su música.



En 1997 publicó Wagner e Venezia, uno de sus discos emblemáticos, grabado en su totalidad en la ciudad italiana entre el café Quadri, la Plaza de San Marco, el hotel Metropol o la Riva Schiavoni. Se trata de un disco en que se desmitifica la figura de Wagner desde la adaptación heterodoxa y creativa que realiza Caine, con sonidos y conversaciones tomados de la calle, el repicar de las campanas o los aplausos del público que escucha en directo, despojado de la dimensión trascendente y orquestal de Wagner para ser interpretado por tan solo dos violines, contrabajo, violonchelo, piano y... ¡acordeón!
De este álbum te propongo disfrutar con la conocidísima Marcha de las Walkirias, en una adaptación muy sugerente y personal, con Mark Feldman, Joyce Hammann, Erik Fredlander, Drew Gress, Dominic Cortese y el propio Uri Caine al piano.



De entre toda la producción literaria de Julio Cortázar, una obra está dedicada al jazz. En realidad, más que al jazz a un jazzman, un saxofonista llamado en el relato Johnny Carter que podría estar basado en la figura de Charlie Bird Parker, uno de los grandes saxos americanos. Aquí Cortázar dibuja la figura de Johnny, un viejo músico adicto a las drogas, el alcohol y el sexo, caótico pero con una percepción de la filosófica y metafísica de la existencia, del tiempo y del espacio.



En la dedicatoria del libro el escritor cita según parece a Charlie Parker junto con un versículo del Apocalipsis y el título de un poema del escritor inglés Dylan Thomas.


In memorian Ch. P.
Sé fiel hasta la muerte
(Apocalipsi, 2, 10)
Make me a mask
(Dylan Thomas)

El relato está formado por una serie de conversaciones entre Johnny, a veces con su pareja Dédée, y Bruno, un periodista que está recopilando información para un libro sobre el músico, y que se erige en el narrador de la historia.



Considerado uno de los músicos intelectuales del jazz actual, en la formación académica de Uri Caine, el pianista Bernard Peiffer le indicó que le interesaba estudiar y conocer la armonía, para lo que tuvo que estudiar la obra de Bach y Mozart. A partir de estos autores se interesó por la obra de otros compositores, llegando a adaptar al jazz obras de  los mencionados Bach, Wagner y Mozart, además de Beethoven, Mahler, Schumann, Scarlatti, Verdi o Gershwin.
En la siguiente versión, Uri Caine junto con Paolo Fresu realizan una adaptación de Lascia ch'io pianga de la ópera Rinaldo de George F. Händel.



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Extra, una propina
Una vez finalizada esta entrada sobre jazz y la ópera y, sólo si deseas y tienes tiempo, incluso aunque no lo veas y sólo lo oigas mientras estás en otra tarea, enlazo con una sesión que Uri Caine realizó en la Fundación March dentro del ciclo "A la manera de... Músicas improvisadas", sobre la improvisación en el jazz en diálogo con Juan Claudio Cifuentes "Cifu", el desaparecido y añorado presentador de programas de jazz de Radio Clásica.


Páginas web interesantes:
  • https://elpais.com/cultura/2013/11/14/actualidad/1384466597_518069.htm
  • https://elpais.com/cultura/2017/03/14/actualidad/1489515522_172117.html

Don(de) libros

Los libros, aunque los hayas traicionado nunca te abandonan.
Amos Oz

Leer es una de las mayores conquistas que ha realizado el ser humano. Sin la comunicación a través de la escritura no habríamos llegado al grado de dominio de la técnica, los avances científicos que posibilitan que nuestra vida sea mejor o la transmisión del saber que nos hacen avanzar como civilización desde los primeros inicios de la humanidad hasta nuestros días.
Después de cuatro años publicando en este blog, otra nueva estancia recoge algunas entradas en las que la literatura tiene un peso mayor que la música. 
Junto con la Estancia principal, Tijeretazos y De ciudades y lugares, podrás acceder a ella desde las pestañas de la parte superior del menú o clicando en el pie de foto.
Allí podrás ver la imagen que la acompaña y sabrás a qué biblioteca pertenece. Ese sí es uno de esos lugares donde libros acompañan.

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El (en)canto de las sirenas

Se atribuye a Heráclito la idea de que todo cambia y la frase, no textual, de que "no podemos bañarnos dos veces en el mismo río". Hay ideas y conceptos que han ido cambiando su esencia, su contenido o su aspecto externo con el devenir de los tiempos, con las concepciones que se han ido teniendo a lo largo de los distintos momentos.
Las sirenas se nos aparecen como uno de los primeros mitos de la cultura occidental, cuyo aspecto, significado e iconografía ha ido cambiando con el paso por las distintas culturas y civilizaciones. Te propongo un recorrido por algunas de sus apariciones en las distintas artes. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!



De entre las músicas de Claude Debussy se encuentran algunas de las que mejor describen atmósferas sonoras y matices, aunque él siempre huía de clasificarlas como impresionistas, pese a que la siguiente obra esté basada en unos cuadros de ese estilo pictórico. En su Trois nocturnes: Nuages, Fêtes et Sirènes (Tres nocturnos: Nubes, Fiestas y Sirenas), el compositor francés que metió de lleno la música en la modernidad del siglo XX, compone  en una obra para violín solista, orquesta y coro atmósferas casi etéreas, como oídas desde la lejanía. El enlace no presenta una grabación en vídeo, sino una interpretación para disco de The Cleveland Orchestra dirigida por el gran Vladimir Ashkenazy.
Te propongo oír el tercero de los nocturnos, estas Sirenas, a las que no es necesario divisar, sino sentirlas en la lejanía, acompañando a esta lectura.


Su aparición en la Odisea, durante el viaje de regreso de Ulises a su Ítaca natal, las presenta como seres relacionados con el submundo del Hades y, como tales, atraían a los marineros para hacerlos naufragar contra los arrecifes, devorarlos y llevar sus almas al Averno
Contrariamente a lo que solemos conocer en sus representaciones iconográficas, eran seres híbridos con cabeza y torso de mujer y emplumado cuerpo de ave, cuya voz prodigiosa embelesaba a quienes las oían y se sentían irremediablemente atraídos, de forma literal, hacia los escollos donde se encontraban, identificados por algunos estudiosos como en algunos lugares como cercanos a las costas mediterráneas de Sorrento o Capri.

Vasija griega clásica  decorada con imagen de la Odisea y sirenas con su aspecto original

Homero narra en el Canto XII de su Odisea cómo Circe, la hechicera con quien Ulises convivió un tiempo, aquella que convertía a quienes deseaba en animales, viendo la irremediable partida de éste, lo advierte sobre el peligro que suponen para los navegantes.




También aparecen en la cultura griega clásica en otra de las obras que presentan uno de esos viajes al confín del mundo. En su viaje a la Cólquida en busca del Vellocino de Oro que se relata en Jasón y los argonautas, el navío de Argos se acerca a los escollos de las sirenas, donde la forma de conjurar el llamamiento imperioso del canto es con otro aún mejor. Orfeo, el mítico cantante, el único ser humano que ha podido regresar del Hades gracias a su prodigiosa voz, canta sobre el canto de las sirenas hasta hacer que los marineros sobrepasen los escollos. Sólo Butes se dejó seducir por el melodioso canto y se arrojó al agua, siendo recogido por sus acompañantes.


Ulises y las sirenas. John Waterhouse (1891). National Galerie of Victoria. Melbourne

En el relato de Homero, el más conocido de todos, Ulises sigue las instrucciones de Circe preparando su encuentro con las sirenas, que se desarrolla como se preveía, aunque con el protagonista al límite de caer en sus encantos.


En su erudito y ameno estudio Sirenas, seducciones y metamorfosis, Carlos García Gual traza un recorrido por el mundo cultural de las sirenas, sus apariciones en distintas historias y culturas, sus diversas formas, aunque siempre ligadas al juego de la seducción. Las sirenas atraen irremediablemente, pero no con engaños, ardides o fuerza, sino con la fuerza de su melo(dio)so canto.
A partir del medievo cambia la concepción y aspecto físico de las sirenas. Ya no poseen cabeza y torso de mujer con cuerpo de aves, sino que se amoldan al aspecto pisciforme con que las conocemos en la actualidad con una cola de pez en lugar de piernas, que siempre ocultan en el mar. Con sus voces seductoras, los largos cabellos (que en algunas iconografías aparecen con peines y espejos para cuidarlos ante la espera de nuevas víctimas), las sirenas engañan con sus cantos a cuantos navegan por sus escollos.



En lugares más alejados del mar con grandes corrientes de agua surgen, como si de sirenas de agua dulce se tratara, las ondinas y nereidas. Con su mismo aspecto, viven en los ríos del continente, aunque pasaron a representar un cierto grado de seducción, como sutiles cortesanas a la caza de hombres adinerados o jóvenes ingenuos, seduciendo más por su belleza y placer sensual que por su bello canto. A esta línea pertenece el texto del escritor centroamericano Augusto Monterrosso



Richard Wagner inicia El oro del Rhin, la primera de las óperas de su Tetralogía El anillo de los Nibelungos, bajo el fondo rocoso del Rhin, leve e irregularmente iluminado por la luz del amanecer. Allí nadan y se recrean entre las ondas las Hijas del Rhin, Woglinde, Wellgunde y Flosshilde. Del mundo subterráneo surge Alberich, el rey de los nibelungos, un enano repulsivo y deforme que trata de seducirlas. Ellas se burlan de él, provocándolo hasta enfurecerlo, ya que no puede desenvolverse por el agua como ellas. Un fugaz rayo de sol atraviesa las aguas dejado ver los destellos del oro que vigilan las ondinas. A la pregunta del nibelungo, las ninfas le revelan que el oro reposa en su lecho natural y que sólo quien reniegue del amor y forje con él un anillo, se convertirá con su poder en el dueño del mundo. En esta escena, Wagner hace jugar a las Hijas del Rhin con su poder de seducción sobre el nibelungo.
El enlace pertenece a un montaje de La Fura dels Baus que se representó en el Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia en 2007, con Silvia Vázquez, Ann-Katrin Naidu Hannah Ester Minutillo como las Hijas del Rhin y Franz-Josef Kapellmann en el rol de Alberich.



García Gual apunta en su prolífico estudio la nueva transformación que el mito de las sirenas sufre en el período romántico, una metamorfosis que, como suele acontecer, las adapta a las circunstancias estilísticas de esta corriente artística.




El siglo XX vio el nacimiento de una de las más conocidas de las ninfas, aún bajo el signo del romanticismo. En marzo de 1901, Antonín Dvorák estrenaba su ópera Rusalka con un libreto de Jaroslav Kvapil que se inspiraba en la mitología eslava, cuentos checos del siglo XIX y, de modo especial, en La sirenita de Hans Christian Andersen, la más recurrida de las fuentes que conocemos y se utilizan en la actualidad.
En Rusalka, Dvorák alterna la presencia de seres humanos con los procedentes del mundo de las profundidades acuáticas, en una ópera que narra la historia de una ninfa de los arroyos y manantiales, una rusalka como se denomina en checo que, cuando se enamora de un príncipe humano, termina encontrando su perdición.
De toda la ópera el fragmento más conocido es Mêsíčku na nebi hlubokém (La Canción de la Luna) en la que la rusalka pide al astro que le cuente al príncipe su amor por él.
La versión de La canción de la Luna está interpretada por la soprano letona Kristine Opolais en una representación de la Bayerische Staatsoper de Munich grabada en 2012 bajo la dirección musical de Tomás Hanus


Si esta entrada peca de un excesivo tono androcéntrico, nada mejor que desprendernos de él con el texto de Marco Deveni con el que finalizamos.



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Páginas web interesantes:

  • https://mitosyleyendascr.com/mitologia-griega/las-sirenas/ 
  • https://elpais.com/cultura/2014/07/24/actualidad/1406184846_835813.html 

Erase una vez... un nuevo principio

Cada mes de septiembre supone el retorno tras la parada del verano. Las altas temperaturas marcan uno de los ciclos naturales más largos de cada año, haciendo que la vuelta a la rutina, a la normalidad se realice como si de un segundo comienzo del año se tratara. Los cursos escolares, entre otros, se denominan con los dos años que duran desde su inicio en el noveno mes del año hasta su finalización al término de junio.
En esta entrada te propongo dos reflexiones sobre los inicios de las temporadas o cursos con una sugerencia de reflexión con obras de Frank McCourt y Verdi. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!



Frank McCourt sorprendió al mundo literario con una narración biográfica en la que relataba los primeros años de su vida. Encontrar el tono del relato fue, según sus palabras, una prueba también difícil y complicada que le llevó mucho tiempo. Su dolorosa y cruda infancia está narrada con sus ojos de niño, con una mezcla inédita de dureza y humor, dejando ver sucesos tremendos o insoportables para un adulto con la mirada inocente que acoge con la naturalidad de lo que se vive a diario.
McCourt narra la vida de una familia sumida en la pobreza en la Irlanda de comienzos del XX en la húmeda Limerick. Mientras su padre, en los pocos momentos que trabaja, se bebe el sueldo antes de llegar a casa, su madre ve la única esperanza para sacar adelante a sus cinco hijos en la educación. En Las cenizas de Ángela, Frank McCourt nos mostró su desgarrada infancia marcada por el hambre y el dolor con una mirada repleta de dignidad y humor.
Pese a ser su libro más conocido, por el que recibió multitud de distinciones y reconocimientos como el Premio Pulitzer, McCourt siguió publicando libros sobre su biografía. En Lo es, continúa el relato con sus experiencias a la llegada a Nueva York tras salir de Irlanda hasta que se prepara para su futuro trabajo en la enseñanza.



En El profesor, el tercero de sus libros biográficos, McCourt relata su años de docencia en un instituto de secundaria neoyorkino. Tres décadas en los que la realidad social de un entorno duro y complejo es difícil de asimilar. Basándose más en su intuición y lo que le sugiere su conciencia que en la ortodoxia, las convecciones y la normativa académicas, Frank McCourt consigue despertar la motivación y el interés de sus alumnos. Se dedica más a escucharlos, conocer sus inquietudes y aprender de ellos, conociendo sus gustos y su forma de ver el mundo.
Aunque el texto que nos acompaña comienza con una referencia al final del curso, es una reflexión válida para plantearla al comienzo del mismo.



Vivir en la vorágine de la rutina y el trabajo puede llegar a convertirse en una experiencia asfixiante si no llegamos a tener claros unos principios que nos ayuden a encontrar nuestra propia esencia.
Antes de llegar a ser considerado uno de los grandes autores de la ópera de todos los tiempos, Verdi vivió lo que él llamó "los años de galera", un tiempo en que se sintió encadenado a la condena de tener que componer una obra tras otra para cumplir contratos y compromisos con distintos empresarios, teatros y cantantes hasta que logró hacerse un nombre y ser él quien impusiera los tiempos, temas y lugares de estreno y representación. Desde que estrenó el Nabucco en 1842 hasta La Traviata de 1853, Verdi trabajó sin parar, cayendo enfermo por agotamiento en varias ocasiones y asegurando que quería dejarlo todo. En esos once años compuso nada menos que dieciséis óperas, sus "anni di galera" como escribió en una carta a Clarina Maffei, recorriendo una ciudad tras otra, exigiendo modificaciones a sus libretistas, componiendo, eligiendo cantantes para sus obras en cada teatro donde se representaron, negociando -casi peleando- con los empresarios, ensayando sin descanso, luchando para que sus obras se representasen como él las ideó. Aún así, sus obras tienen una creatividad y una calidad excepcionales que no dejan traslucir los duros momentos por los que pasó.
Comenzar un año, una temporada, un curso o como queramos llamarle tiene unas connotaciones que pueden mostrar un paralelismo con el inicio de una ópera. Los compositores utilizaron la obertura como una forma de situar al espectador. Es el momento en que se hace el silencio, se cierran las conversaciones y comienza la relación entre la obra que se representa y el público, entre la historia y el espectador. El autor propone desde sus partituras, los intérpretes las convierten en sonidos repletos de emociones y el público comienza a entrar en la historia que se les va a contar.
Muchos autores, entre ellos Mozart o el joven Verdi, se sirvieron de las oberturas como una forma de presentar algunos de los temas que se iban a desarrollar durante la ópera, convirtiendo éstas en una especie de declaración de intenciones o anticipo de lo que se iba a escuchar, una técnica que se utiliza en la actualidad en con las bandas sonoras de las películas durante la presentación de las mismas.



El primer gran éxito de Verdi, la ópera que lo comenzó a llevar al lugar de entre los elegidos de la música, fue Nabucco, una obra que plantea el tema de la liberación con el pueblo de Israel esclavo en la Babilonia de Nabucodonosor. Su parte más conocida es uno de esos coros que han llegado a formar parte del imaginario colectivo, el Va pensiero, un momento que recoge el lamento que entona el pueblo de Israel al añorar su tierra natal. En Babilonia, un viaje de cuatro milenios nos hemos referido a este número en el blog. Verdi utiliza su melodía, entre otras de Nabucco, para la obertura de la ópera.
El enlace pertenece a una interpretación de la Symfonický Orchestr de Brno dirigida por Vladimir Válek.
Como sugerencia, te propongo que, de la misma manera que Verdi utiliza varios de los temas que va a desarrollar a lo largo de la obra, rememores, evoques alguno de los momentos o situaciones que sabes que van a suceder a lo largo del año, temporada, curso escolar o como quieras llamarlo. ¿Te animas a anotarlos mientras los oyes o, incluso, compartirlo en los comentarios?


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Bibliografía consultada:
  • Caso, Ángeles. Giuseppe Verdi. La intensa vida de un genio.
Páginas web visitadas:
  • https://www.fiorellaspadone.com.ar/operas/argumentos/nabucco.html