Al mirar la vida en nuestro planeta, y por extensión en el universo, observamos que en el largo plazo aparece y desaparece nueva vida. A lo largo de la historia de la Tierra han ido evolucionando y surgiendo nuevas especies, mientras que otras muchas se han extinguido por diversos motivos.
Si es cierto que en los últimos siglos somos la mayor razón de la desaparición de diversas especies, la mayoría de los casos anteriores lo son por motivos ajenos a nuestra acción. Basta pensar en la desaparición de los dinosaurios, por ejemplo, para tener presente esta circunstancia.
Cada vez hemos de ser más conscientes del calentamiento global que estamos infligiendo a nuestra casa común para tomar medidas que eviten no sólo llegar a puntos irreversibles, sino que podamos plantear con acuerdos y decisiones prácticas una reconstrucción más razonada del equilibrio de nuestro planeta.
Uno de los puntos clave en esta labor en la que debemos implicarnos todos es la lucha contra la proliferación de residuos y basuras. Quizás sea la basura orgánica la que menos problemas cree en este sentido, pero los distintos tipos de envases están llenando de basura nuestro planeta: el vidrio, los metales, el cartón y el papel, las pilas y, sobre todo los plásticos. Es cierto que algunos de ellos se pueden reciclar como el vidrio, el papel o los envases de metal, si llegan a su destino, pero otros, como algunos tipos de plástico, se están convirtiendo en un problema letal para nuestro planeta.
Te propongo reflexionar sobre el uso de los plásticos aprovechando que cada 3 de julio se celebra el Día Internacional Libre de Bolsas de Plástico. Nos acompañan textos de Olga Tokarczuk, Laura Madrueño, Ana Alonso y músicas de Pavel Andreev, Alan Hovhaness y George Crumb. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
En contra de la línea habitual del blog, en esta publicación no hay música cantada, o quizás sí suenen voces.
El plástico surgió para solucionar problemas. A mediados del siglo XIX se había diezmado la población de elefantes para utilizar el marfil de sus colmillos. Era un material resistente con una textura delicada que se utilizaba en la fabricación de bolas de billar, botones, dentaduras, teclas de piano o mangos de cuchillo, por lo que el fabricante de billares Phelan & Collander propuso una recompensa de 10.000 $ a quien pudiera encontrar un material que lo sustituyera.
A partir de materiales ya existentes como el parkesine, un tipo de plástico sintético, John Wesley Hyatt inventó el celuloide, el primer tipo de plástico, que comercializó sin reclamar la prometida recompensa. Más adelante la perfeccionó al inventar y patentar en 1872 la máquina de relleno de su nombre que inyectaba el material fundido en moldes para darle cualquier forma.
Durante la Segunda Guerra Mundial se volvió a diversificar la producción de distintos plásticos como el nylon o el poliestireno para suplir la falta de metales en objetos para complementos de soldados y de uso cotidiano. En 1959 se inventaron las bolsas de plástico que tanto uso están teniendo en nuestro tiempo.
Todo esto produjo un abaratamiento de costes, la proliferación de multitud de objetos de diversas formas y texturas y la creación de muchos componentes para electrodomésticos como televisores o frigoríficos.
Olga Nawoja Tokarczuk (Sulechów, Polonia, 1962) se graduó en psicología en la Universidad de Varsovia para comenzar a trabajar como psicoterapeuta en una clínica de salud mental. Compaginando el trabajo con la escritura, lo dejó cuando pudo dedicarse plenamente a esta labor. Desde 2008 imparte clases de escritura creativa en la Universidad de Opole, además de participar en la organización del Festival de Relatos Opowiadania y estar implicada políticamente en el Partido Los Verdes. En 2018 Olga Tokarczuk obtuvo el Premio Nobel de Literatura.
El primer texto que nos acompaña pertenece a su libro Los errantes y apareció en otro momento en este blog, pero nos parece fundamental incluirlo en esta publicación.
Con el título Del origen de las especies, nos acerca al nacimiento, desarrollo y expansión de lo que denomina un nuevo capítulo de la existencia, un nuevo ser que se ha adaptado a todos los ecosistemas del planeta, tanto terrestres como marinos; que se muestra tanto solitario como gregario, una especie invasora enormemente longeva que quita el terreno y el hábitat de otras especies endémicas. En el texto, Tokarczuk realiza una suerte de ficha biológica de este espécimen invasor.
La intención de celebrar cada 3 de julio el Día Internacional libre de bolsas de plástico surge con el objetivo claro de disminuir las bolsas de plástico de un solo uso a la vez que se fomenta su uso responsable, al ser uno de los residuos más perjudiciales para el medio ambiente.
Algunos países luchan prohibiendo su fabricación, otros aplicando impuestos sobre las bolsas, mientras que otros promueven los acuerdos voluntarios con los establecimientos para limitar su uso.
Esta preocupación surge por la longevidad del plástico, puesto que una bolsa puede llegar a tardar incluso quinientos años en descomponerse y hasta entonces se va troceando generando microplásticos. A este factor se añade que cada persona gastamos una media de alrededor de 230 bolsas de plástico al año, alcanzando la cifra de unos quinientos billones las que hay en nuestro planeta al no reciclarse, con una producción anual de unos quinientos millones de toneladas anuales.
Conscientes de este problema, algunos artistas han promovido actuaciones concretas. El pianista ruso Pavel Andreev ha desarrollado diversas campañas con el título Royal on Freedom (Piano en Libertad), en los que interpreta su piano de cola en distintos ambientes denominados siempre Royal on..: Royal en el Cañón (de Karelia), Royal en los canales (del Fontanka, afluente del Neva en su San Petersburgo natal), en la montaña o en la basura.
Piano in the Trash (Piano en la basura) tiene por finalidad, según la página del autor, «animarnos a todos a resolver el problema global de la contaminación del Planeta, una enorme cantidad de basura y plástico. Llamar la atención de los medios de comunicación, el gobierno, las organizaciones públicas, las comunidades virtuales y las empresas sobre un problema que es común y requiere unidad y esfuerzos conjunto».
Razona más adelante que en nuestras sociedades inventamos cohetes, ordenadores o estaciones espaciales, pero no disponemos de inventos que solucionen el problema del exceso de residuos. Así, según Andreev, la ecología del planeta debe comenzar por la ecología de la conciencia, por lo que utiliza un medio como la música, un lenguaje universal que no tiene fronteras
Para este proyecto, Pavel Andreev grabó una actuación en un vertedero de San Petersburgo, una suerte de provocación en la que crea un contraste entre la armonía de la música y el entorno en el que la realiza, una contradictoria imagen entre la elegante figura del piano y las montañas de basura donde se sitúa y que se convierte en una sala de concierto. Así, las notas bellas del piano crean una distorsión con el vuelo de las gaviotas, las montañas de basura y sus residuos y el escenario. Una inequívoca llamada de atención para hacernos pensar que el cambio es posible.
La grabación de este Piano in the trash o Royal on garbage contó con el propio Pavel, su pareja, Oksana Andreeva y la dirección fotográfica de Artem Kramnik.
El plástico se nos presenta como un material barato, muy fácilmente moldeable, se puede presentar en infinidad de colores, es impermeable y liviano, aislante del frío, el ruido y la electricidad y con una larga duración al no corroerse ni oxidarse, una serie de ventajas que indican su enorme proliferación.
Entre sus inconvenientes podemos citar que son derivados del petróleo, un recurso no renovable. Al no degradarse llegan a acumularse invadiendo entornos naturales terrestres y marinos donde atrapan a muchos animales, y al fragmentarse entran en las cadenas alimentarias de muchos seres, entre ellos nosotros mismos. Además, al quemarse para destruirse generan gases contaminante o se descomponen liberando toxinas y sustancias cancerígenas.
Todo esto se acrecienta en el uso de las bolsas de plástico a las que, estadísticamente damos un uso de 15 minutos antes de desecharlas. Aproximadamente el 20% de los plásticos totales que se producen se llegan a reciclar, pasando el resto a contaminar el entorno cercano y remoto, entre ellos unos 12.000.000 de toneladas que acaban cada año en el océano, llegando a poner en serio peligro de extinción a setecientas especies marinas por esta contaminación.
Teniendo en cuenta la duración de este material, una bolsa que tiremos hoy puede llegar a biodegradarse y desaparecer completamente en el año 2.400, aproximadamente.
Perteneciente al equipo de informativos de Telecinco, Laura Madrueño ha dedicado su labor durante los últimos años a informarnos de la predicción meteorológica en el espacio El Tiempo. También colabora en distintos programas como comunicadora, realiza reportajes sobre ecología, viajes, deportes en la naturaleza y vida sana, además de participar en otros de la cadena como Supervivientes en la labor de presentadora.
También lleva el blog VitaminSea, escribe en revistas como Women's Health y realiza documentales submarinos -una de sus pasiones- con su equipo We are water films. en su compromiso ecológico de conservación de los océanos.
En su libro Somos agua, Laura Madrueño relata su pasión por el submarinismo, nos descubre la belleza de los mares, mientras nos muestra cómo hemos contaminado más en el último siglo que en toda la historia de la humanidad. A la vez, nos conciencia sobre la ineludible necesidad de realizar cambios en nuestros hábitos para cuidar entornos tan lejanos como los océanos y fondos marinos, pero que nos afectan profundamente.
En el texto que nos acompaña desvela los tres grandes problemas que nos afectan: el calentamiento climático que estamos provocando, el consumo masivo de plásticos y la sobrepesca de especies que desequilibran el ecosistema marino.
En 1993 se descubrió por qué había menos residuos plásticos de los esperados al reconocerse los microplásticos, unos residuos diminutos en los que no se había reparado con anterioridad. Más adelante se ha conocido que estos se descomponen en nanoplásticos, aún poco detectables que están, entre otros lugares, suspendidos en el aire.
Sabemos con certeza que existen microplásticos en todos el planeta, desde los fondos marinos hasta los hielos del Ártico, desde los valles más profundos hasta las cumbres de las montañas. Los animales los ingieren y afectan a sus tejidos, entrando en nuestros cuerpos a través del aire y de los animales de los que nos alimentamos.
Sin confirmar científicamente aún, se sospecha que microplásticos y nanoplásticos tienen relación con algunos tipos de cáncer, enfermedades respiratorias, autoinmunes y alérgicas.
Fotografía de Francis Pérez, ganadora del World Press Photo de 2017. |
Alan Hovhaness (1911-2000), hijo de armenio y escocesa componía desde muy joven, llegando a producir más de 400 obras entre las que hay 67 sinfonías, una cifra sólo superada por Haydn. Su obra comenzó a ser conocida desde que la Filarmónica de Nueva York le encargó la composición de una sinfonía, Mysterious Mountain, y su posterior grabación en 1958 por Fritz Reiner y la Sinfónica de Chicago.
And Good created great whales, Op. 229, nº 1 (Y Dios creó grandes ballenas, 1970) es una de sus piezas más apreciadas. Se trata de una obra para orquesta y sonidos grabados de ballena que le fue encargada por Andre Kostelanetz y la Filarmónica de Nueva York, cuyo título se basa en el libro bíblico del Génesis:
Gén 1, 21: Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno.
Este poema sinfónico describe la creación de la tierra, los océanos y las ballenas. Hovhaness utiliza una técnica habitual en él, Senza Misura, en el que el caos original esta representado por las cuerdas que van interpretando distintos fragmentos independientes entre sí y que de forma gradual se fusionan en una única estructura musical. Por supuesto, las protagonistas son las ballenas cuyos cantos majestuosos, dignos y tristes se funden con la música orquestal.
Según el propio Alan Hovhaness, «la música de las ballenas sube y baja como cadenas montañosas, emergiendo como una mítica ave marina gigante. El hombre no ha sido creado y aún no forma parte de la naturaleza».
Nos puede ayudar a pensar en ese mundo libre de contaminación la interpretación que nos acompaña, que corre a cargo de YOSA Philharmonic (Youth Orchestra of San Antonio) dirigida por Troy Peters y fue grabada en The Tobin Center for the Performing Arts en San Antonio, Texas el 16 de mayo de 2017.
Desde hace unos años conocemos la existencia de islas de basura plástica en diversos lugares de los océanos. Fue Charles Moore el primero en hacernos caer en la cuenta de la existencia de estas islas de plástico en 1997 al encontrarse con una enorme superficie en mitad del océano que ocupaba la superficie de Alemania, Francia y España juntas.
Estas islas están formadas por grandes acumulaciones de plásticos que quedan atrapados en vórtices marinos creados por las corrientes. Allí se encuentran desde botellas de refrescos, pajitas de plástico o tapones, hasta microplásticos que se fusionan con el plancton del que se alimentan los peces, siendo ingeridos por ellos involuntariamente, acabando en nuestras cocinas indirectamente.
Estas islas no tienen un contorno definido, por lo que van modificando su extensión y envergadura, habiendo estudiado algunos científicos la procedencia de sus elementos, así como el destino final en el estómago de peces capturados, a miles de kilómetros del lugar de origen del plástico.
Si bien hay algunos procedimientos para reducirlas, como una especie de embudo que recoge toneladas de plástico inventado por Boyan Slat, o su siguiente proyecto The ocean cleanup que pretende limpiar una de las islas de plástico del Pacífico, aunque ambas ideas tienen como efectos secundarios al arrastrar organismos vivos junto a los plásticos, por lo que se daña la biodiversidad.
Siete grandes islas de plástico se consideran en este momento:
-La Gran Isla plástica del Pacífico, situada entre California y Hawai, con una superficie entre 700.000 y 10.000.000 de km2 con un tamaño que oscilaría entre el de la Península Ibérica y el de los Estados Unidos, conocida desde hace más de sesenta años.
-La Isla plástica del Pacífico Sur, situada frente a las costas de Chile y Perú, con una superficie de 2.600.000 km2, unas cinco veces más grande que España.
-La Isla plástica del Atlántico Norte, descubierta en 1972 y con una superficie de unos 4.000.000 de km2 con la mayor densidad de residuos por kilómetro cuadrado y una longitud de cientos de kilómetros.
-La Isla plástica del Atlántico Sur, con más de 1.000.000 de km2 que se encuentra entre Sudamérica y el sur de África.
-La Isla plástica del Océano Índico, de una extensión variable al combinar áreas con mayor o menor densidad de residuos y un diámetro de más de 3.000 km.
-La Isla plástica del Ártico, descubierta en 2013 en el Mar de Barents, junto al Círculo Polar Ártico es la más pequeña, con restos que provocan mayores daños al encontrarse con zonas de hielo que podrían congelar los residuos haciéndolos más duraderos aún.
-La Isla plástica del Mar de los Sargazos, la más recientemente descubierta en el Atlántico Norte con residuos que aún se pueden reconocer como botellas de champú, aparejos de pesca o bolsas de plástico y que podría tener una extensión como el triple de Francia.
Ana Alonso (Ana Isabel Conejo Alonso, Tarrasa, 1970) se licenció en Ciencias Biológicas por la Universidad de León, ampliando sus estudios en Escocia y París. Ha publicado varios poemarios recibiendo el Premio de Poesía Hiperión (2005), el Premio Ojo Crítico de Poesía (2006), el Premio Antonio de Machado en Baeza (2007), el Premio Alfons el Magnànim Valencia de poesía (2008) o el Premio Internacional Manuel Acuña de Poesía en Lengua Española en México (2017).
También ha dedicado libros al público infantil y juvenil como Utopía. Una aventura filosófica, los libros de fantasía y ciencia ficción La llave del tiempo, El secreto de If o la obra que nos ocupa.
Mares de plástico nos muestra a Elena (Isla), una quinceañera que viaja desde Madrid a las Canarias para participar en un campo de trabajo para limpiar el plástico de las playas de las islas. Lo que comienza una aventura siguiendo a un muchacho por el que se siente atraída, acaba despertando su conciencia ecológica, mientras la autora se centra en la evolución personal de la protagonista. El libro finaliza con El Dossier de Pizca de Sal, la colección a la que pertenece, con información sobre los plásticos y sus problemas.
El texto que nos acompaña muestra el viaje en barca en el que descubren una isla de plástico y las reacciones que despiertan en ella.
El problema de la proliferación de basura que generan los plásticos es de una enorme complejidad y hasta ahora imposible de solventar, pese a algunas iniciativas.
En algunos lugares se ha creado una cadena mundial de tiendas en las que se puede comprar a cambio de basura de plástico que se clasifican y se reciclan después.
Científicos como Morgan Vague han descubierto bacterias que se alimentan de plástico y los transformas en azúcares gracias a una enzima que producen. Se está intentando acelerar el proceso para llevarlo a cabo en grandes cantidades.
Una vez que el plástico llega al mar es prácticamente imposible eliminarlo, por lo que la solución más viable consiste en limitar su producción y consumo y promover el reciclaje para que no lleguen, al menos en menor cantidad.
También se han inventado plásticos biodegradables que podrían reciclarse y disolverse en su totalidad.
Pero aún no son soluciones factibles, por lo es inevitable nuestro compromiso como consumidores de distintos tipos de plásticos. ¿Qué podemos hacer desde nuestra vida diaria?
Por un lado, es interesante llevar siempre alguna bolsa reutilizable para no tener que adquirir las de un solo uso, o solicita bolsas de papel.
Separa las basuras para llevar los plásticos al contenedor amarillo.
Solicita agua o bebidas envasadas en botellas de cristal cuando acudas a un bar o restaurante.
En el caso de que un mismo producto se envase en plástico u otro material, elige este último.
Utiliza cerillas en lugar de mecheros de plástico desechables.
Intenta comprar frutas y verduras sin cortar ni envueltas en plástico, aunque te supongan más trabajo prepararlas.
En entornos no habituales utiliza siempre las papeleras y contenedores, sin arrojar en ningún caso la basura al suelo.
Si quieres comprometerte más, busca la participación en campañas solidarias, de las que hay algunas en tu entorno más cercano.
Y, sobre todo, sé consciente del problema que generan las basuras de plástico, especialmente las bolsas y botellas de un solo uso, para evitar las contaminación.
George Crumb (1929-2022) es un compositor estadounidense que ha desarrollado una serie de técnicas de interpretación singulares e innovadoras como el uso de un cincel para deslizarlo por las cuerdas de un piano, el uso de dedales en los dedos para tañer instrumentos o que un flautista toque y cante a la vez, alguna de las cuales necesita amplificación para poder apreciar el sonido.
En sus obras suele citar parafraseando melodías o títulos de obras de otros autores, indagar en el folclore americano (espirituales, canciones de la guerra civil o populares) que presenta en su versión original, pero a los que acompaña con instrumentos musicales totalmente innovadores.
Nos acercamos de nuevo al mar y a los grandes cetáceos para apoyar una situación de conservación y regeneración frente a las basuras plásticas que invaden los océanos con una de sus obras más conocidas.
Vox Balaenae (La voz de la ballena) es una pieza para tres intérpretes enmascarados de flauta eléctrica, cello eléctrico y piano amplificado que habitualmente suelen ser esos mismos instrumentos acústicos convencionales, también amplificados para poder apreciar los sutiles sonidos que emiten con las técnicas de ejecución.
Según las indicaciones de Crumb, las máscaras negras que ocultan el rostro representan el poder impersonal de las fuerzas de la naturaleza (una naturaleza deshumanizada o, quizás mejor, inhumanizada). Además la obra debe interpretarse bajo una luz azul profundo.
Compuesta en 1971para la New York Camerata, Vox Balaenae surge al escuchar Crumb grabaciones de los cantos de las ballenas jorobadas que le llevan a plantear una obra con tientes filosóficos en la que mostrar los fenómenos de las vida en el planeta desde el comienzo hasta el final del tiempo en una elipsis de miles de años, en los que se presenta a los seres humanos (con citas de Así hablaba Zaratustra de Strauss) como un simple momento entre esos lapsos de tiempo.
La obra se divide en tres partes: Prólogo, variaciones según las eras geológicas y epílogo:
-Vocalise (Para el principio de los tiempos): Una cadenza de la flauta que canta y toca simultáneamente creando un sonido que imita a las ballenas y finaliza con una parodia del Zaratustra de Richard Strauss.
-Sea-Theme: (aproximadamente desde 4'53'') Presentado por el cello, las variaciones van del arqueozoico representado por las gaviotas hasta el zenozoico, donde se vuelve a citar al superhombre de Strauss.
-Arqueozoico (variación I).
-Proterozoico (variación II).
-Paleozoico (variación III).
-Mesozoico (variación IV).
-Cenozoico (Variación V).
-Mar - Nocturno (Para el fin de los tiempos): (desde 15'00''). Es una modificación del tema del mar escrito en Sí mayor, una tonalidad luminosa con la que Crumb quiere mostrarnos el ritmo y equilibrio de la naturaleza y el sentido de suspensión del tiempo. La obra concluye con un gesto, una pantomima silenciosa que termina en diminuendo.
La interpretación con que se despide esta reflexión sobre el reciclaje del plástico enmarcada en el Día Internacional sin bolsas de plástico nos lleva a Vox Balaenae con la participación de Mimi Stillman (flauta), Arlen Hlusko (cello) y Amy Yang (piano) en una grabación que se realizó el 22 de septiembre de 2013 en el Gould Rehearsal Hall del Curtis Institute of Music de Philadelphia.
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Bibliografía y webgrafía consultadas:
- Tokarczuk, Olga. Los errantes, Editorial Anagrama S.A.U., Colección Panorama de Narrativa (2019), ISBN: 9788433980533.
- Madrueño, Laura. Somos agua, Editorial Aguilar, Colección Divulgación, Serie Sin censura (2021). ISBN: 9788403522169.
- Alonso, Ana. Mares de plástico, Editorial Anaya, Colección Pizca de sal, ilustraciones de Luis F. Sanz, Ebook (2020). ISBN: 9788469874516.
- Página web del pianista Pavel Andreev.
- Página web de Alan Hovhaness.
- Página web oficial de George Crumb.