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¿Nos tomamos un sándwich?

Una muestra de la integración entre todos los pueblos y culturas, la influencia que existe entre unos en otros y que podríamos denominar también globalización la podemos encontrar desde hace milenios en la alimentación y la gastronomía.
En la prehistoria de los países de la cuenca mediterránea se comenzaron a alimentar y cultivar cereales como el trigo y la cebada, además de algunos alimentos como las legumbres, frutas, aceitunas, dátiles, higos o almendras. En la misma época, en la zona asiática eran el arroz, las judías y otros productos como plátanos, coco, mijo o caña de azúcar los primeros cultivos que sirvieron como base a la alimentación de su población, mientras en el continente americano lo fueron el fríjol, el maíz, el tomate o la patata, que fueron acompañados por la yuca, la mandioca o las frutas tropicales.
Con los movimientos de población, en muchas ocasiones, ya lo sabemos, por luchas y dominios, en otras a través de intercambios comerciales, en las últimas décadas por movimientos derivados del turismo y la cultura, unidos a la influencia de los medios de comunicación, nuestro planeta ha llegado a conformar una forma de vida que, en muchas ocasiones presenta una clara influencia entre unos y otros.
Si centramos la mirada en la alimentación y la gastronomía, podemos encontrar una gran cantidad de alimentos y, sobre todo, platos de comida que proceden de multitud de culturas y vamos incluyendo en nuestra alimentación y cultura gastronómica. Algunas incluso poseen en su denominación el gentilicio de procedencia como la pizza italiana, las tortillas francesa y española, las hamburguesas, la salsa holandesa, el arroz a la cubana o a la milanesa, la ensaladilla rusa, el jamón de York o cualquier tipo de queso. Para indagar sobre este origen se puede seguir el enlace Gentilicios en la comida: Alimentos con nacionalidad del blog hermano No hay vuelta atrás de @Raudeenlared.
Aprovechando que cada día 3 de noviembre se celebra el Día Mundial del Sándwich te invito a tomarnos uno -o varios- acompañados de libros y músicas. Si te gusta(n)... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Aunque existen evidencias más que suficientes para conocer que la idea se conocía desde mucho tiempo antes, con esos sesgos a la simplificación que tenemos los seres humanos, el definitivo reconocimiento del invento del sándwich se remonta a John Mongatu un aristócrata inglés nacido el 3 de noviembre de 1718 quien heredó a los diez años el título de Marqués de Sandwich de su abuelo ya que su padre, Edward Richard Montagu, Vizconde Hinchinbroke había fallecido cuando contaba con sólo cuatro años. Así llegó a convertirse en el IV Marqués de Sandwich, un título que le abriría las puertas de la Cámara de los Lores y le llevaría a desempeñar importantes cargos en el gobierno del Reino Unido como Primer Lord del Almirantazgo, Primer Secretario de Estado, Postmaster General (Director General del Servicios de Correos), cargos que llegó a ocupar en varias ocasiones, entre ellas durante las negociaciones para la firma del Tratado de Paz de Aquisgran o la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Pese a ocupar tantos cargos, tras su fallecimiento algunos detractores suyos llegaron a proponer, con cierta inquina, que en su tumba apareciera el siguiente epitafio: «Nunca alguien que ostentó tantos cargos tuvo tan pocos logros».
Lo que ha llevado a John Montagu a tener un lugar en la historia es haber dado el su título al sándwich, movido por su desmedida afición a los juegos de naipes. 
Fue durante las negociaciones que se establecieron para firmar el Tratado de Paz de Aquisgrán y que llegaron a durar dos años, cuando fue enviado en 1746 como delegado en representación de la emperatriz María Teresa. Los ratos de ocio los dedicaba a jugar interminables partidas de cartas que no le dejaban tiempo para sus comidas. 
Su cocinero, preocupado por sus ausencias, encontró una solución para que se alimentara sin ensuciarse las manos cuando jugaba, preparándole un filete de buey entre las dos mitades de un panecillo. La comida y la situación en que se sirvió llamó la atención y los aristócratas comenzaron a pedir «lo de Sandwich», hasta volverse en un recurso habitual, teniéndose constancia escrita por primera vez en 1760 del término culinario.
Así se popularizó un tipo de alimento que en la actualidad tiene tantas variedades como personas lo toman, frente a otros que llevaban mucho más tiempo consumiéndose.


El nombre de Allan Stewart Konigsberg quizás no nos diga mucho, pero citarlo con el nombre con el que es conocido en el mundo del cine nos sitúa ante el autor y el personaje: Woody Allen. Director, guionista e intérprete de sus películas, Allen ha dirigido más de cincuenta películas con un estilo muy personal que atrae a unos y aleja a otros. Manhattan, Annie Hall, Hanna y sus hermanas, La rosa púrpura de El Cairo o Macht Point forman parte de una filmografía en la que el autor muestra como nadie la soledad del hombre urbano contemporáneo mezclada con el amor, la religión, el sexo y la ciudad que le sirve de musa, Nueva York.
Autor también de algunas obras literarias, nos tomamos un sándwich con él con la compañía de su libro Cómo acabar de una vez por todas con la cultura. T.
En su capítulo Para acabar con las biografías, Allen nos ofrece una demoledora y delirante pseudobiografía pseudoartística del inventor del sándwich.

El invento del sándwich vino a agilizar la preparación de platos más complejos y aprovechar el tiempo y los lugares de los que disponemos para nuestras comidas. Como algunas obras de ópera o teatro, las comidas también tienen su espacio: la cocina es el lugar, entre bastidores donde todo se prepara, mientras el comedor es el escenario en que se lleva a cabo la puesta en escena con el esmero con que se prepara el ambiente, su decorado, sus protocolos, sus partes (entremeses, plato primero, segundo, postres) y tiempos.
Asistimos a una escena donde nos encontramos todos estos elementos dentro de una ópera. Nos acercamos a una de las puestas en escena más representativas de una comida: un banquete de bodas. 
El Acto II de L'elisir d'amore de Gaetano Donizetti comienza con el banquete de boda (aún sin haberse celebrado ésta) entre Adina y Belcore en la que la campesina espera la presencia de Nemorino para infundirle celos. La celebración, entre libaciones y cantos deriva a una invitación del embaucador Dulcamara que invita a la protagonista a cantar una barcarola a dos voces que acaba de componer ideada como un número de marionetas donde el anciano senador Tridente (Tres Dientes) busca los favores de una bella campesina que se resiste a sus insinuaciones. 
El enlace está interpretado por Ildebrando d'Arcangelo como Dulcamara y Anna Netrebko en el rol Adina en una representación que ya podríamos calificar como histórica que se llevó a cabo en la Staattsoper de Viena en 2005 con la dirección de Otto Schenk.

 

Cada año se celebra el Día Mundial del Sándwich coincidiendo con el nacimiento de John Montagu el día 3 de noviembre.
Según la Real Academia Española en su Diccionario de la Lengua Española se define al sándwich como «emparedado hecho con dos rebanadas de pan de molde entre las que se coloca jamón, queso, embutido, vegetales u otros alimentos», admitiendo otras grafías como sánguche o sanduche en algunos países hispanoamericanos.
Aunque es complejo dar por hecho el momento en que se descubre o se comienza a utilizar un tipo de preparación alimenticia, existen indicios de antecedentes en las culturas mesopotámica o egipcia. Se tiene conocimiento de antecedentes al sándwich en el korej sandwich Hillel, un preparado que se debe al rabino del mismo nombre consistente en carne del cordero pascual y charoset, un relleno a base de manzanas, nueces y vino que se complementaba con hierbas amargas y envuelto en un pan ázimo llamado matzoh que data de pocos años antes de nuestra era, en tiempos del rey Herodes.
Más antiguo aún es el Rou Jia Mo, una comida callejera china, cuya traducción es algo similar a «carne en pan» y que se remonta a varios siglos A. C.
Similares en su concepto gastronómico son el kebab turco, las arepas de Venezuela o Colombia, la torta mexicana, el choripán argentino, el pan de pita o nuestro castizo bocadillo


Desde su primera incursión en el mundo editorial con No te bebas el agua (1966) Woody Allen ha publicado más de una veintena de libros, muchos de los cuales se basan en el guion de algunas de sus películas como Manhattan, Hanna y sus hermanas, Annie Hall, la original Zelig, Maridos y mujeres, Sueños de un seductor o Interiores, entre otras. 
Pura anarquía cruza una serie de historias que se desenvuelven entre la Viena de finales del XIX, pasando por el calvario que supone realizar reformas en la casa o enjuiciar a algunos personajes de Disney, todo ello con la agudeza y la irónica mirada de Allen.
A propósito de nada es su última publicación, una autobiografía que muestra un repaso a su vida profesional en cine, teatro, televisión, clubs de música y la personal y que se adentra en la separación de la actriz Mia Farrow y el escándalo que la acompañó.
Publicado inicialmente en 1971 con el título de Gettin even y en español en la década siguiente, Cómo acabar de una vez por todas con la cultura es una recopilación de relatos que se publicaron en su mayoría en The New Yorker y a los que se añadieron varios expresamente. Con su estilo característico, Allen expone y revisa de forma irónica algunos elementos de la cultura contemporánea con situaciones que traslada al absurdo y lleva a los lectores a replantearse la percepción que tenemos de esos componentes, con temas recurrentes en su obra como el psicoanálisis o el hecho de ser judío.
Continuando con el capítulo Para acabar con las biografías, el escritor neoyorkino se centra en detallar la biografía y los inicios de la creación del Marqués de Sandwich.


Dejamos por unos momentos el sándwich para centrarnos en la carta de un restaurante de hace aproximadamente un siglo.
Nacido en Sestao, Miguel Arregui Trecet compuso en 1927 El menú. Pianista del Café Iruña de Bilbao quien, buscando partituras para la Coral del Ensanche encontró una composición a la que le puso una letra que se basa, simple y llanamente el menú que había ese día en el citado café al que le fue añadiendo más platos con la ayuda de Jesús Unzúe, sobrino del fundador del establecimiento.
Tras estrenarlo ese mismo año en el quiosco del Arenal, su popularidad llegó cuando el grupo donostiarra Los Xey lo difundieron en la década de los cuarenta del pasado siglo. 
El estilo entre recitativo y jocoso se presta a la interpretación tanto para cuarteto de voces como agrupaciones corales. Nos acompaña el Coro de Voces Graves de Madrid en una interpretación que se realizó a modo de intromisión dentro del Concierto Voces para la Paz de Músicos Solidarios para el proyecto Pozos en Níger celebrado en junio de 2011 en el Auditorio Nacional de Música bajo la dirección de Juan Pablo de Juan.


El sándwich es uno de los alimentos más socorridos cuando se trata de tomar alguna comida rápida, tanto sea en caliente o como en frío, es fácil y rápido de preparar, se desenvuelve desde las elaboraciones más simples y las más complejas en su preparación y admite tantas variedades como gustos personales. 
Aunque en ocasiones se asocia al fast food o comida rápida y hay algunas franquicias de estos tipos de restaurantes que cada año celebran esta onomástica apoyando a personas con menos recursos.
Entre sus virtudes podemos recalcar que se puede llevar a cualquier sitio, es un alimento que puede llegar a ser realmente saludable y con su consumo podemos llevar a nuestro organismo los nutrientes necesarios, ya que aglutina alimentos variados en pequeñas proporciones que ayudan a equilibrar nuestra dieta. El uso de pan integral y alimentos naturales combinando los vegetales con algún tipo de carne aportan proteínas, hidratos de carbono, vitaminas y sales minerales a nuestro organismo.


En los dieciocho capítulos de Cómo acabar de una vez por todas con la cultura, Woody Allen no deja títere con cabeza: Todos los relatos se denominan Como acabar con... y tratan de temas que se hallan dentro del universo del escritor como la crítica freudiana, la mafia, las memorias de guerra, la filosofía, las biografías, Ingmar Bergman, la tradición judaica, el ajedrez, los regímenes de bajas calorías, los libros de recuerdos, las películas de terror, los espectáculos de mimo, el psicoanálisis, las revoluciones en Latinoamérica, la historia de los grandes descubrimientos o las novelas policiacas
El texto que nos acompaña y que nos sirve como homenaje al sándwich finaliza con la inequívoca emoción de los grandes descubrimientos de la humanidad, equiparable a aquellos que nombraba en el inicio del capítulo, con una narración que se mueve entre la tradición biográfica, la sutil ironía y su particular sentido del humor.


De la misma forma que el sándwich tuvo un origen anterior al que actualmente le reconocemos, nuestra segunda incursión musical también tiene un precedente en el que se inspiró Miguel Arregui para su creación gastronómico-musical. 
Compositor y director de coro alemán, Carl Friedrich Zöllner vivió los primeros sesenta años del siglo XIX, estrenando en 1841 su pieza coral Der Speisezettel (El menú), a la que subtituló Ein Scherz für Männerstimmen (Una broma para voces masculinas). 
En este material, compuesto casi ochenta años antes, se inspiró Arregui para su obra en la que, lógicamente modificó los platos del gusto alemán por los del Café Iruña.
Nos despedimos de esta publicación que gira alrededor del sándwich con Der Speisezettel que, de la misma manera que El menú anterior, no cita en su carta a ninguna variedad de nuestro protagonista. Un descuido imperdonable.
La interpretación corre a cargo de Ensemble Amarcord en una grabación de 2003 con la presencia del bajo Gunther Emmerlich como cliente.

¡Buen apetito!

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

Feliz Día de las Bibliotecas

#DiaInternacionaldelasBibliotecas
#DiadelasBibliotecas

Pocas invenciones son tan felices como el libro y pocos conceptos o lugares lo son tanto como las bibliotecas.
Situarnos ante una colección de libros es encontrarnos frente a una gran cantidad de posibilidades que nos abren un universo de sensaciones, historias y vidas que vivir, que enriquecen nuestra existencia aportándonos una disparidad de puntos de vista convergentes o divergentes con el nuestro.
Cada año, el día 24 de octubre una serie de países celebramos el Día Internacional de las Bibliotecas, una jornada que invita a acercarnos a alguna biblioteca pública, compartir alguna incursión por libros que nos han marcado, escribir sobre bibliotecas y libros o a compartir algunas publicaciones que nos hayan llamado la atención. Si lo haces, no olvides etiquetar #DiaInternacionaldelasBibliotecas.
Te invito a celebrar el Día Internacional de las Bibliotecas acercándonos al origen de la celebración y a compartir algunos textos sobre ellas. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

Real Gabinete Portugués de Lectura. Río de Janerio (Brasil) (1887)

En un mundo tan globalizado es habitual encontrar en muchas ciudades y poblaciones más pequeñas bibliotecas públicas donde poder encontrar esos libros que estamos buscando o algunos con los que no contamos y se convierten en deliciosas sorpresas, además de otras actividades que se realizan en muchas de ellas con el fin de abrir a un público más amplio su oferta cultural.
La historia de cómo llegaron a crearse y desarrollarse parte de un momento cercano en el tiempo que, con sus saltos hacia adelante y hacia atrás, se remontan a un pasado lejano. Bibliotecas de Mesopotamia o las particulares que se encontraban a lo largo de las ciudades griegas convergen en la más mítica de todas, la Biblioteca de Alejandría, una institución que representó en su momento el punto más álgido de la sabiduría de todo el mundo antiguo y que se halla cargada de los misterios de su construcción, los pergaminos que atesoraba y su destrucción.
Pero, en lugar de esta biblioteca fabulosa -en todas sus acepciones-, vamos a centrarnos en las aquellas que la siguieron, despojadas ya de su pátina de misterio y leyenda.

Biblioteca del Trinity College en Dublín (Irlanda) (1592)


En El giro, Stephen Greenblatt centra su mirada en el descubrimiento de un libro, De rerun natura del escritor romano Lucrecio, un manuscrito que se consideraba perdido y cuyo inesperado hallazgo por Poggio Bracciolini contribuyó a la entrada con mayor fuerza de lo que se llamó el Renacimiento y el nacimiento del pensamiento moderno que sustituyó al medieval que dominaba al continente de comienzos del siglo XV. El giro es la historia de este descubrimiento y cómo se tambalearon los cimientos de un pensamiento medieval que estaba ya anclado en el pasado e irremediablemente condenado a la desaparición.
Además de los detalles que se conocen del descubrimiento del manuscrito de Lucrecio, El giro presenta un interesante fresco del mundo romano y su pensamiento a través de los libros, así como de Florencia, la ciudad más adelantada a su tiempo en el pensamiento renacentista, además de reseñar los movimientos culturales, filosóficos y literarios que se desarrollaban en su seno.
Stephen Greenblatt nos acerca a la creación de la primera biblioteca pública que se llevó a cabo en Roma por Asinio Polión, así como las que se fueron desarrollando más adelante a lo largo del imperio siguiendo su modelo tanto arquitectónico como funcional.

¿Por qué motivo se celebra el Día Internacional de las Bibliotecas en esta fecha concreta?
Fue en el año 1997 cuando comenzó a celebrarse esta efemérides que surgió como reacción a la destrucción y pérdida entre bombas y cenizas de una biblioteca, como una lucha contra la desaparición de miles de escritos que custodiaban la cultura, las creencias y la memoria de todo un pueblo.
En 1992, en plena guerra de los Balcanes, la Biblioteca Nacional de Sarajevo (Vijecnicaquedó asolada debido a los bombardeos sobre la ciudad. La imagen del centro cultural y la ciudad destruidos quedó grabada en la memoria de muchos cuando el músico de Bosnia-Herzegovina Vedran Smailovic estuvo interpretando entre las ruinas y escombros el Adagio en sol menor de Albinoni para llamar la atención sobre el bombardeo indiscriminado y el asesinato de veintidós personas que estaban esperando en la fila para recibir pan el 26 de mayo de ese mismo año.
La imagen de Vedran Smailovic, conocido desde entonces como el Chelista de Sarajevo, quedó como símbolo de aquel memoricidio, la palabra acuñada por el médico croata Mirko D. Grmek ante la Asamblea de las Naciones Unidas para manifestar la cruel práctica consistente en la destrucción de la memoria y acervo cultural de un pueblo.
A partir de esta actuación reivindicativa, el pianista y compositor David Wilde creó su Op. 12 The Cellist of Sarajevo, una obra para el citado instrumento que evoca la iniciativa de Smailovic. Nos acompaña una grabación realizada por Yo-Yo Ma, uno de los más grandes intérpretes de este instrumento, en un montaje que incluye fotografías históricas de la actuación en la asolada Biblioteca de Sarajevo.


Las bibliotecas evocan un universo que, como señalaría Borges en su obra La biblioteca de Babel, se nos antoja infinito en su capacidad de ofrecernos sensaciones, historias y conocimientos que nunca llegaremos a completar.
Cruzar el umbral de una biblioteca es adentrarnos en procesos misteriosos que cada lector -y cada escritor- siente, evoca y visualiza de una forma distinta.
Nos acercamos a La biblioteca secreta, del que podríamos considerar uno de los libros menores de Haruki Murakami, una publicación destinada al público juvenil cuyo protagonista es un muchacho que acude a la biblioteca de su barrio con la intención de curiosear entre los estantes y que se tropieza con un extraño y furibundo anciano bibliotecario que lo lleva por un laberinto de salas en lo que acabará convirtiéndose en una turbadora pesadilla kafkiana que, como suele ser habitual en el escritor japonés, acaba tratando sobre los temas de la pérdida y la soledad en la que nos encontramos en la sociedad actual. 


Una de las características de las bibliotecas es el silencio que reina en ellas para facilitar la concentración de los lectores, aunque en ocasiones este estado queda trastocado por alguna celebración con que se desea unir la afición a la lectura con alguna otra actividad artística como la música o la pintura, la creación de clubs de lectura para profundizar en algunos temas o autores o, simplemente, atraer a nuevos lectores como son los casos de los cuentacuentos con que algunas instituciones buscan fidelizar a un público más joven.

Biblioteca Pública de Stuttgart (Alemania) (2011)

Si el día 24 de octubre se celebra el Día Internacional de las Bibliotecas, el día siguiente se conmemora el Día Mundial de la Ópera, auspiciado por diversas instituciones operísticas que tomaron la iniciativa de dedicar una jornada actual a este arte desde el año 2019.
Nos acompaña una actuación llevada a cabo en la Biblioteca Clarà de Barcelona en 2011 con motivo del Día Internacional de la Ópera que se celebraba en aquellos años el día 8 de mayo. La soprano Elvira Sánchez interpreta ataviada como una empleada, en una suerte de flashmob, el aria Quel guardo il cavaliere de la ópera Don Pasquale de Donizetti, una de esas piezas que se interpretan mientras la protagonista está leyendo un libro, conformando una simbiosis perfecta entre literatura y ópera. La acompaña al piano Efrem García y dirige esta interpretación grabada en formato doméstico Edgar Villanueva.


Una actividad tan exclusivamente humana como es la lectura se beneficia sustancialmente con la existencia de las bibliotecas como herramientas que facilitan la lectura de aquellos libros que deseamos y que, poco a poco, irán conformando nuestra propia biblioteca emocional y sentimental. Si bien es cierto que hay libros que pasan por nosotros sin dejar apenas huella, otros dejan un poso profundo en nuestra vida, conformando nuestra personalidad literaria.
La biblioteca personal representa la colección de libros que hemos leído a lo largo de nuestra vida y que han dejado una huella en nosotros, ayudándonos a conformar nuestros gustos, aficiones y en gran medida nuestra personalidad.
Los libros que hemos adquirido y tenemos en la biblioteca de nuestro hogar, unidos a todos los que hemos ido leyendo a través de préstamos de las bibliotecas públicas o de nuestros familiares, amigos y conocidos van modelando nuestra biblioteca personal, una biblioteca que ha ido cambiando desde aquellos libros que leíamos en nuestros primeros años en que nos iniciábamos en la lectura hasta llegar a los que leemos, junto a aquellos que tenemos anotados en una lista mental y que, lo sabemos, leeremos más temprano que tarde.
Realizar el ejercicio de pasar esa biblioteca personal de nuestra mente a un documento escrito es una actividad enriquecedora que nos ayuda a ser más conscientes de nuestros gustos e influencias. Desgraciadamente, la continua prisa y la velocidad a la que nos movemos en el devenir diario nos impide llevar a cabo una actividad que redundaría en nuestro propio beneficio. Aún así, siempre podemos plantearnos unas preguntas claves: ¿Cómo sería mi biblioteca personal? ¿Qué libros y por qué razones estarían en ellas? ¿Cuáles serían los imprescindibles?

Biblioteca Central de Vancouver (Canadá) (1995)


En su lugar, nos acercaremos a uno de los más grandes lectores del siglo XX, Jorge Luis Borges. Cuanto falleció el escritor argentino había realizado los prólogos a los sesenta y cuatro libros de la colección de los cien que formarían la colección que él mismo había escogido con aquellos que más habían influido en su vida.
Así, al año siguiente se publicó póstumamente Biblioteca personal con la citada reseña de prólogos de libros que se caracterizan por mostrar un variopinto retablo que su insaciable curiosidad llegó a explorar en tan diversos estilos de libros.
No nos acercamos a ninguna de las reseñas que aparecen en la publicación, sino que nos quedamos con la declaración de intenciones que el escritor argentino desarrolla en su prólogo.


Finalizamos esta publicación sobre el Día Internacional de las Bibliotecas con otra incursión de la música en las mismas, de nuevo en forma de flashmob. Se trata de una interpretación en idioma swahili de la canción tradicional Wana Barake que el coro de gospel Good News dirigido por Mario del Campo realizó en la sala de lectura de la Biblioteca Pública de Valladolid en junio de 2012 la víspera de la celebración del Día Europeo de la Música ante la sorpresa de los asistentes.
Feliz Día de las Bibliotecas, feliz configuración de la biblioteca personal y, de camino, feliz Día Mundial de la Ópera.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:
  • Greenblatt, Stephen. El giro. Traducción de Joan Rabasseda y Teófilo de Lozoya. Editorial Crítica. Barcelona, 2014. 
  • Haruki Murakami. La biblioteca secreta, traducción de Lourdes Porta e ilustraciones de Kat Menschik. Editoral Libros del Zorro Rojo, Barcelona, 2014.
  • Borges, Jorge Luis. Biblioteca personal, Alianza Editorial, Madrid 2002.

Liszt, la primera gran estrella de la música

Las grandes estrellas de la música, especialmente las del rock, levantan oleadas de admiración entre todos sus admiradores hasta tal punto que se convierten en multitudinarias manifestaciones de masas. Si en los años sesenta comenzaron a generalizarse gracias a The Beatles y la Beatlemanía y siguieron con los Rolling Stones y tantos grupos y cantantes, el fenómeno no había nacido ni con ellos, ni siquiera en esos momentos.
Hubo un tiempo en que los virtuosos cantantes solistas provocaban arrebatos entre sus admiradores, especialmente los castrati que triunfaban en los escenarios como Farinelli, Il Senesino o Nicolini. Pero a los largo de la segunda mitad del XIX, el primero de los músicos que generó oleadas de admiradores como los fenómenos de masas que estamos acostumbrados a ver en nuestro tiempo con cantantes y deportistas fue uno de los grandes pianistas de la historia de la historia de la música.
Cuando se cumplen 210 de años del nacimiento Franz Liszt, el pianista que causaba furor entre sus seguidores en cada uno de sus conciertos y que se convirtió en el primer fenómeno de este tipo de la historia de la música, te invito a recordar algunos datos de su biografía y por qué llegó a convertirse en un fenómeno que trascendía las meras interpretaciones en las salas de música. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!

Composición a partir de un grabado de Franz Liszt de 1843

Nacido el 22 de octubre de 1811 en Raiding, una ciudad fronteriza que pertenecía en aquella época a Hungría y ahora a Austria, Liszt Férenc (los húngaros anteponen el apellido al nombre), era hijo de Adam Liszt quien antes se había hecho llamar el hermano Mateo como franciscano antes de contraer matrimonio con Anna Lager, una obrera de una fábrica de jabón. El único hijo del matrimonio heredó la afición por la música de su padre, que dominaba el violín, el violonchelo o el piano y llegó a dirigir la orquesta de la corte de Weimar, y el amor por la improvisación de sus recuerdos de los gitanos que iban y venían cargados con sus violines en su continuo deambular por las plazas de localidades como Raiding
Músico precoz, a los ocho años había conquistado a una aristocracia vienesa ávida de niños prodigios como Mozart, había tenido a los doce un encuentro con Beethoven del que hemos tratado en Un encuentro entre dos genios: Beethoven y Liszt, y se dirigía en ese 1823, tras una gira por distintas ciudades, con su padre a París con la intención de que ingresar en el conservatorio. El director de la institución, el prestigioso compositor Luigi Cherubini le negó la matrícula por una norma que él mismo había impuesto según la que sólo podían estudiar en el conservatorio parisino los ciudadanos franceses, por lo que el joven Franz permaneció en la ciudad recibiendo clases de su padre.
Desde ese momento el joven Liszt adquirió un virtuoso dominio del piano, comenzó a realizar sus primeras composiciones, muchas de las cuales han desaparecido, y continuó junto a su padre su carrera de niño prodigio que le llenó de notoriedad tras sus giras por Francia e Inglaterra. En 1827, cuando apenas contaba dieciséis años, su padre enfermó de tifus y falleció dejando a un joven intérprete sin su asesoramiento. Nunca llegó a visitar su tumba.

Daguerrotipo del joven Liszt (1841)
Director de orquesta, promotor musical y escritor, Xavier Güell es un incansable luchador a favor de la música. Nacido en Barcelona en 1956 y estudiar en conservatorios de esta ciudad y Madrid, debutó como director de orquesta a los diecisiete años con la Sinfónica de Madrid y Montserrat Caballé. Estudió con Franco Ferrara, Sergiu Celibidache y Leonard Bernstein. Tras fundar Solistes de Catalunya, interpretaron toda la obra orquestal de Mozart, mientras dirigía con diversas agrupaciones obras de Mahler, Beethoven, Shumann, Brahms o Wagner.
Tras el inicio del siglo creó la productora Musicadhoy con la que trajo a nuestro país obras de los grandes compositores de la actualidad y Operadhoy con la que ha producido más de una cuarentena de óperas nuevas en distintos teatros europeos. 
En 2015 publicó su primer libro La música de la memoria, al que siguieron Los prisioneros del paraíso, Yo, Gaudí y la tetralogía Cuarteto de la guerra dedicada a cuatro músicos que lucharon por su vida y su música frente a los totalitarismos y guerras que asolaron Europa: Béla BartókRichard StraussShostakóvich y Schönberg.
En La música de la memoria, Güell se introduce en la piel de algunos de los más grandes músicos del siglo XIX para darnos a conocer en primera persona, como una ficticia autobiografía, el transcurrir de la vida y cuanto la acompaña, el amor, la soledad, la desesperanza o la alegría de compositores de la envergadura de Beethoven, Schubert, Schumann, Brahms, Liszt, Wagner y Mahler.
Nos acompaña en este paseo alrededor de Liszt uno de los textos que hacen referencia a los objetivos que el genial pianista se propuso a lo largo de su vida como compositor 


Además de las mencionados poemas sinfónicos, las primeras obras que auparon al joven Liszt al puesto de gran intérprete mientras residía en Francia y hacía del francés su lengua fueron las adaptaciones para piano en unas obras que sintetizaban en un solo movimiento los temas y motivos centrales de diversas obras. 
Una de estas primeras adaptaciones pianísticas fue sobre la Sinfonía Fantástica de Berlioz, una obra que el propio Liszt consideraba que estaba siendo ignorada por un público que aún no había captado la importancia capital que esta obra tenía en la historia de la música y que consiguió hacer que la obra original alcanzara la difusión que merecía.
A lo largo de su vida llegó a componer un gran número de obras de este tipo que forman casi la mitad de su producción dividas en Paráfrasis, Reminiscencias y Transcripciones, términos acuñados por el propio compositor. En ellas, el compositor se siente libre para tratar y variar el material original que utiliza, tejiendo una obra propia a partir de la obra en que se basa, centrándose en una escena, aria o tema concretos.
Así, en Réminiscences de Don Juan (Reminiscencias de Don Juan), catalogada como S.418, obra compuesta en 1841, Liszt toma la ópera de Mozart para crear una obra personal que va más allá del resumen del original o incluso una recreación del personaje, estando más cerca de la interpretación del personaje por el compositor.
Liszt comienza con una representación del enfrentamiento entre Don Giovanni y las llamas del infierno que se mueve alrededor de la recreación de la canción y dúo con que el personaje seduce a Zerlina, Là ci darem la mano. El dúo se amplía con dos variaciones que convergen en el Aria del champagne, un anticipo de lo que le espera al seductor en una noche de conquista amorosa. Ni la breve evocación final del infierno hacen apagar el estado de ánimo del seductor. 
En nuestra vocación de traer música vocal a este blog nos acercamos a música basada en ópera. La interpretación corre a cargo de una de las grandes estrellas de la música clásica actual, el pianista chino Lang Lang, capaz de llenar grandes escenarios y espacios poco habituales para este tipo de música con su presencia. La grabación corresponde a su debut en el Carnegie Hall de New York en 2003 cuando el intérprete tenía veintiún años de edad.


El joven Liszt dejó de interpretar en público, se alojó con su madre en un pequeño apartamento parisino y se dedicó a impartir clases como forma de vida, mientras leía cuanto veía interesante para suplir las carencias de su educación. 
Ya mostraba una compleja personalidad que Felix Mendelssohn definió como «su vida es un cambio incesante entre lo escandaloso y lo divino», alternando la vida de incansable seductor con una constante espiritualidad que le hizo plantearse en varias ocasiones tomar los hábitos religiosos.
Tras asistir a un concierto benéfico del virtuoso violinista Nicoló Paganini tomó la decisión de convertirse en un virtuoso del piano, comenzando a estudiar las técnicas interpretativas de los grandes pianistas de la época como Dreyschock y Thalberg como el efecto tres manos que desarrolla la melodía en el centro, mientras la acompañan arpegios por la zona grave y aguda consiguiendo un efecto que parece que utiliza una mano más en la interpretación.
Tras la organización de un duelo pianístico ante un público entendido entre Liszt y Thalberg auspiciado por una de sus admiradoras. la princesa Belgiojoso, esta declaró al finalizar el acontecimiento que «Sigismund Thalberg es el primer pianista del mundo y Liszt es único», aunque los críticos asistentes defendieron que hubo dos ganadores y ningún perdedor.
Poco a poco fue creciendo la fama de Liszt a la par que el intérprete introducía algunas innovaciones en su forma de presentarse a la audiencia. Hizo colocar el piano de forma lateral hacia el público en lugar de la tradicional en que el intérprete quedaba tapado por el instrumento, de forma que conseguía dos efectos: por una parte, al abrir la tapa el sonido se proyectaba hacia el público que lo percibía mejor; por otra parte, los espectadores podían verlo de perfil atrayendo la atención hacia su figura.
Habitualmente solía presentarse solo en el escenario, consiguiendo lo que él llamaba «soliloquios» y consideraba la forma más completa de expresión musical, en una época en que los escenarios estaban compartidos por un grupo de intérpretes.
Liszt sabía atraer la atención del público. Entraba solitario y majestuoso al escenario ante la mirada de los espectadores, se quitaba los guantes y los arrojaba teatralmente al suelo y comenzaba a tocar de una forma arrebatadora mientras sus manos parecían volar sobre el teclado con sus largos y delgados dedos, mientras su melena se movía siguiendo la evolución de la música. El efecto era devastador entre el público que gritaba emocionado, especialmente el femenino. Nunca antes se había visto nada parecido. Algunas espectadoras se acercaban al escenario a recoger sus guantes, el pañuelo que lucía en su traje, las cuerdas que se habían roto en el piano o las colillas de los puros que fumaba sin cesar.
El escritor Heinrich Heine inventó el término Lisztmanía para referirse a este furor que el intérprete causaba en la década de 1840 en París. Incluso los médicos llegaron a aceptar este término como forma de explicar que la atracción que causaba entre sus seguidoras era algo digno de tenerse en consideración. 
El seductor Liszt no dejaba de coleccionar amantes, en un par de ocasiones llegaron a amenazarlo con una pistola si no les otorgaba sus favores, dos de ellas abandonaron a sus maridos por él y le perdonaron sus infidelidades. Con una de ellas, Marie D'Agoult, mantuvo una relación estable durante unos años y tuvo sus tres hijos, Blandine, Cosima y Daniel a los que hubieron de poner los apellidos paternos para evitar ser declarados hijos ilegítimos de su anterior esposo, el Conde D'Agoult. En esta época se dedicó a la composición, comenzando con transcripciones de obras conocidas, que aumentaron su fama, además de dedicar gran parte de sus esfuerzos y recitales a la caridad y causas humanitarias como ningún músico había hecho hasta entonces.
En 1847 conoció en Kiev a la princesa polaca Carolyne zu Sayn-Wittgenstein entablando una relación que duró gran parte de lo que le restaba de vida. La princesa lo convención para centrarse en la composición, por lo que renunció a su carrera de intérprete tras un concierto en Elizavetgrad cuando contaba con treinta y cinco años.
Pero la fuerza interpretativa de Liszt no solo las cautivaba a ellas. Un crítico ruso, Vladimir Stasov, llegó a escribir tras presenciar un recital: «Nunca habíamos estado frente a un temperamento tan brillante, apasionado y demoniaco... la actuación de Liszt fue tremendamente abrumadora».

Franz Liszt por 0353 Franz Hanfstaengl (alrededor de 1860)

En este segundo texto de La música de la memoria, Xavier Güell pone en boca de Liszt a quienes sentía como rivales musicales y cómo fue su relación con ellos, centrándose en las figuras de Robert y Clara Schumann y Johannes Brahms.


Las obras para piano de Liszt muestran un virtuosismo extremo que pocos intérpretes pueden llegar a desplegar, siendo obras que el compositor húngaro pensó para interpretar él mismo.
Franz Liszt desplegó su amor por la música folclórica de su tierra natal, la evocación de los músicos zíngaros itinerantes y su virtuosismo en sus Rapsodias húngaras, un grupo de diecinueve piezas que compuso entre 1846 y 1853 y continuadas entre 1883 y 1885.
La Rapsodia húngara nº 2 está escrita en Do sostenido menor y dedicada al Conde Ladislas Teleky en 1847 y publicada en 1851, aunque existe también la versión orquestal adaptada por Franz Doppler con revisiones del propio compositor. Siguiendo la tradición húngara, esta rapsodia está dividida en dos partes contrastantes el Lassan o parte lenta y el Friska o parte rápida.
La interpretación corresponde a la pianista ucraniana Valentina Lisitsa en una grabación que se realizó en la ciudad neerlandesa de Leiden en mayo de 2010. La realización nos detalla el vertiginoso, hipnótico y virtuoso juego de manos que con unos dedos tan largos y delgados nos pueden recordar a los del propio compositor e intérprete húngaro.


La fascinación que Franz Liszt causaba entre el público femenino provenía de su arrebatada personalidad entre la que era un factor importante su intensa espiritualidad. Al parecer, en su faceta de seducción eran importantes las largas conversaciones sobre la eternidad y Dios. Con Marie d'Agoult hablaba del destino de la humanidad y las promesas de la religión. 
A los cincuenta y cuatro años el seductor perseguido por escándalos y líos de faldas adoptó la decisión definitiva de tomar órdenes menores y dedicarse a la composición de música sacra. En este tiempo promovió de forma altruista la obra de otros compositores como Schumann, Grieg, Smetana, Berlioz, Debussy, Fauré o Borodin, además de Wagner con quien llegó a tener una impensable relación familiar, ya que la única hija que le quedaba, Cosima,  abandonó a su marido, el director von Bülow para vivir con el compositor alemán. Instalado en Weimar, fue nombrado allí Kapellmeister y dirigió la orquesta de la corte hasta 1861. 
Así, en casi retirado de la composición escribió algunas de sus obras que más se acercan a lo que más adelante harían compositores como Debussy o Shönberg: Les jeux d'eaux à la Villa d'Este, Bagatelle sans tonalité o Rève-nocturne.
También se ocupó entre 1862 y 1866 en la composición de un gran oratorio, Christus, una obra que toma la vida de Jesucristo desde su nacimiento hasta su pasión y resurrección en la línea argumental de El Mesías de Händel, y que fue estrenada en Weimar en mayo de 1873.
En 1881, con setenta años sufrió una caída por unas escaleras en Weimar que le tuvo varias semanas inmovilizado y dio a conocer una serie de enfermedades y dolencias que se encontraban latentes. Cinco años después, el 31 de julio de 1886, fallecía en Bayreuth tras asistir a las representaciones del festival que su hija Cosima organizó con las habituales obras de Wagner.

Una de las últimas fotografías de Liszt por Felix Nadar (1886)

La relación entre Liszt y su yerno Wagner tuvo muchos encuentros y desencuentros desde que se conocieron en la década de 1840 hasta el fallecimiento del pianista en 1886. También Xavier Gëll dedica unas páginas a desarrollar esta compleja relación desde sus comienzos, pasando por la complicada situación en que Wagner y Cosima se hicieron pareja con la oposición del pianista, las distintas concepciones que ambos tenían sobre la música, algunos comentarios en que el autor de la Tetralogía hablaba bien a Liszt de sus obras mientras las criticaba a sus espaldas, hasta llegar a un cierto entendimiento final. Nos quedamos con el texto que refleja del inicio de la relación entre ambos colosos musicales. 


También dedicó Liszt algunas composiciones a las obras de su yerno, como Rienzi, El holandés errante, Tannhäuser, Lohengrin, la muerte de amor de Isolda, Los maestros cantores de Nurenberg, el Wahalla en el Anillo de los Nibelungos o Parsifial
Nos despedimos de la figura de Franz Liszt y su valor como intérprete, compositor, seductor e iniciación de los movimientos de fascinación del público por la persona del artista como héroe de la modernidad, una situación que se repite en distintas disciplinas que van de los intérpretes de música a los deportistas o actores.
De las composiciones basadas en obras de Wagner nos acompaña, en consonancia con el texto de Güell, la primera de una de las tres piezas que conforman su S.446 Aus Lohengrin de 1854, Festspiel und Brautlied aus Lohengrin (Festival y canto nupcial de Lohengrin) en la interpretación del pianista argentino Horacio Lavandera grabado en el Festival Andino de Jujuy en 2018.

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Bibliografía y webgrafía consultadas:

Balada desde la cárcel por Oscar Wilde

Juzgamos a los demás porque no nos atrevemos con nosotros mismos.
Oscar Wilde

En todas las épocas ha habido creadores que han pasado de la incomprensión al reconocimiento o, en un camino inverso, del éxito al fracaso o del favor del público al desprecio de su obra o su personalidad. También ha habido en todo momento y lugar quienes han pagado con su libertad el hecho de haber propuesto ideas, temas o contenidos que se opusieran a quienes ostentan el poder. 
Basta recordar la muerte de Sócrates, que se suicidó con cicuta después de haber sido condenado a muerte por un jurado de Atenas por no creer en los dioses y corromper con sus ideas a la juventud; la pena de cárcel que sufrió Fray Luis de León condenado por la Inquisición tras un proceso ideológico entre órdenes religiosas por la fuente original desde la que traducir la Biblia. De esta manera, muchos escritores, artistas o pensadores han acabado con sus huesos en la cárcel como consecuencia de la publicación de sus obras y su pensamiento o algún delito como Cervantes, Verlaine, Dostoyevski, Thomas Moro, Dante o Galileo entre muchos otros. 
A Oscar Wilde lo conocemos como uno de los autores teatrales más ingeniosos, corrosivos y geniales, todo un azote para la doble moral de la Inglaterra de finales del siglo XIX, aunque su vida cambió de forma radical a partir de su ingreso en prisión en unos juicios que lo hicieron el centro de una polémica que traspasó las fronteras del Reino Unido para llegar a toda la civilización occidental.
Te propongo un acercamiento a la figura de Oscar Wilde y cómo cambiaron su vida y su obra tras su paso por la cárcel. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Pocos escritores hay que sean tan brillantes, irónicos y deslumbrantes como WildeInfluido desde pequeño por su madre que le puso una serie de nombres con que dejaría claras al mundo sus pretensiones, Oscar Fingel O'Flahertie Wills Wilde no dejaba a nadie indiferente.
Su madre, Jane Francesca Elgee, había pasado de escribir algunas proclamas nacionalistas irlandesas en su juventud a organizar veladas en su casa y casarse con William Wilde, quien llegó a ser otorrino de la reina, un hombre bajito y poco agraciado que tuvo varios hijos ilegítimos y de quien su esposa se vengó escribiendo poemas contra sus amantes y vistiendo a su pequeño Oscar de niña. Una falsa denuncia de violación acabó con la vida profesional del padre, de la misma manera que la brillante carrera y la frenética vida del escritor también quedarían arruinadas en un futuro.

Todo el Reino Unido siguió los juicios por la prensa, incluida la publicación Police News 

Tras estudiar a los escritores clásicos, de modo especial a los griegos, en el Trinity College de Dublín. A partir de 1879 se estableció en Londres y comenzó a publicar. Su primero poemario fue editado en 1881 consiguiendo cierta fama que fue acrecentando gracias a su particular forma de vestir y a su carismática personalidad, mientras iba siguiendo los pasos de John Ruskin y Walter Pater y entrando de lleno en el estilo esteticista en que con tanta diligencia se implicó. 
Oscar Wilde poseía un estilo modernista y brillante, en cierto sentido de lo oriental y sumamente irónico que ganaba enteros en el cara a cara con quienes le conocían y entre los que brillaba con su verbo ingenioso y ese carácter excéntrico, disparatado y sumamente irreverente que desplegaba. «Tengo miedo de no ser incomprendido» resume esta capacidad para acaparar las miradas y ser el centro de atención de cualquier reunión social.
Varios años después se casó con Constance Lloyd con quien tuvo dos hijos, en una época en que mantuvo relaciones con otros hombres, algunos amigos y jóvenes relacionados con el mundo de la prostitución. En 1895, tras más de una década de éxitos, fue acusado de sodomía y condenado a trabajos forzados, por lo que finalizó su carrera y su vida fue decayendo hasta fallecer, envejecido, en 1900 con apenas cuarenta y cinco años de edad.
Su paso por la prisión de Reading marcó el inicio de su decadencia física, dejando una obra poética, su Ballad of Reading Gaol (Balada de la cárcel de Reading) que fue publicada tras su puesta en libertad.
Nos acercamos en esta primera mirada al comienzo de la quinta de las seis partes en que se divide esta balada que recoge, sin juzgarlos, los sentimientos que la prisión dejó en el escritor.


Durante el tiempo que Wilde estuvo en prisión, exactamente el sábado 7 de julio de 1896, tuvo lugar la ejecución de Charles Thomas Wooldridge, un antiguo soldado de la Guardia Real de Caballería que había asesinado a su esposa. La impresión que dejó en el escritor este ahorcamiento originó la escritura de la Balada de la cárcel de Reading.


Nos acercamos de una situación semejante de la mano de Verdi. En el Acto IV de Il trovatore, junto a la torre en la que se encuentra prisionero Manrico condenado a muerte. Se escucha la campana tocando a muerto, seguida de un coro fuera del escenario que entona a capella el Miserere, la oración por los condenados a muerte. Leonora canta Quel suon, quelle preci, solenni, funesti (Esos sones, esas plegarias solemnes y funestas) a la que contesta su enamorado Manrico desde la torre en un dúo dramático, sombrío y desgarrador.
La interpretación corresponde a una representación llevada a cabo en Hungría del que desconocemos más datos y que cuenta con subtítulos en castellano.


Amante del lujo y de la pereza, ostentoso e impertinente, egocéntrico y deslumbrante, Oscar Wilde tenía todas las cualidades para triunfar en el mundo social y literario inglés, pero también poseía las cualidades para fracasar allí, al ser exhibicionista e irlandés. Admirado por algunas de las más destacadas mujeres de la sociedad inglesa, llegaron a decir de él que las conquistaba gracias a su osadía y personalidad, o por poseer «la voz más fascinante que se puede oír».
Autor de obras como El príncipe feliz y otros cuentos o El retrato de Dorian Gray, su única novela que tuvo un enorme éxito, destacó por sus obras de teatro en las que, tras un inagotable sentido del humor adulaba a la sociedad insultándola, provocaba a cuantos se relacionaban con él adulándolos con irónicos argumentos, mientras esa sociedad le aplaudía y vitoreaba cuando les escandalizaba. En el fondo, sabía que le acabarían dando de lado por todo esto.
Así, en la última década del siglo triunfó en las tablas con obras como El abanico de Lady Windermere, Una mujer sin importancia, Un marido ideal o La importancia de llamarse Ernesto, mientras escandalizaba y se prohibía su versión de Salomé.
Fotografía de Oscar Wilde y Alfred Douglas
Inmerso en esa vorágine de lujo, escándalos y excesos, se enamoró del caprichoso, violento y maleducado Alfred Douglas, un noble que también era generoso, leal y alegre. Su padre, Lord Queensberry, un rudo aficionado al boxeo, no quería consentir que su hijo fuera un esteta afeminado por lo que intentó cortar, a su estilo con la relación entre ambos.
El día en que Wilde estrenó triunfalmente La importancia de llamarse Ernesto en el teatro Saint James, Lord Queensberry quiso lanzarle a sus pies cuando salió a saludar lo que él llamó un ramillete fálico -un ramo de nabos y zanahorias-, pero le fue impedido por el servicio de vigilancia del teatro que estaba al tanto. Al fracasar en su intento se dirigió con un testigo tres días más tarde, el 18 de febrero de 1895 al Albermale Club donde se encontraba el escritor dejándole su tarjeta con una nota manuscrita: «A Oscar Wilde, que se comporta como un sondomita». 

La tarjeta de visita que Lord Queensberry dejó a Wilde

El atrevimiento, unido al error ortográfico y la insistencia de Alfred en denunciar a su padre hizo que Wilde se atreviera a demandarle, después de buscar un abogado y expresar que no era cierta la difamación contra él. El uno de marzo Wilde solicitó un mandato judicial y Lord Queensberry fue detenido y trasladado al tribunal de la policía. Tras una semana de aplazamiento, el día 9 se celebró la vista y el marqués quedó en libertad bajo una fianza de 500 libras. El 3 de abril comenzó un juicio en el tribunal de Old Bailey en esta ocasión contra el escritor que concluyó con la condena de éste.
Los empresarios teatrales se asustaron y el 6 de abril se suspendieron las representaciones de Un marido ideal. El Criterion Theatre la repuso durante dos semanas más hasta que la retiró, igual que La importancia de llamarse Ernesto que fue eliminada de la cartelera a comienzos de mayo, donde no sería repuesta hasta dos años después de la muerte del escritor. 
Tras este juicio, hubo otro en mayo en que Wilde fue acusado de «sodomía y de grave indecencia.» Tras una serie de sesiones del juicio que levantaron una gran expectación en el país, el 25 de mayo de ese año el escritor fue declarado culpable del delito de indecencia grave y condenado a dos años de trabajos forzados en prisión. Se confiscaron su casa y sus bienes, su esposa y los hijos aún pequeños hubieron de irse para escapar de las burlas y en el trajín del desahucio, el escritor cayó por las escaleras produciéndose unas lesiones que le acompañarían hasta su muerte.

Podemos imaginarnos a un hombre de cuarenta y un años, esposado y con el inconfundible uniforme de los condenados sentado en una estación de Londres, vigilado por la policía mientras espera el tren que lo lleve a la prisión de Wandsworth mientras es mirado e insultado por los transeúntes que escupen al pasar junto a él. De esta cárcel lo trasladan a la de Reading, irónico nombre para un escritor, donde perdió su nombre para convertirse en el anónimo presidiario C.3.3.

Seguimos en compañía de los versos con que Wilde continúa la quinta parte de la Balada de la cárcel de Reading que iniciábamos antes.


La desesperación que sintió en la prisión de Reading es similar a la que Puccini dibuja en el Acto III y último de su ópera Tosca. El compositor italiano presenta la historia en unos momentos y lugares concretos, pues toda la obra transcurre el 17 de junio de 1800 en Roma, el primer acto en la iglesia de Sant'Andrea della Valle, el segundo en el Palacio Farnese y el tercero en el Castel Sant'Angelo al amanecer del día siguiente.
Prisionero en el que fuera mausoleo de Adriano, el barón Scarpia ha condenado a Mario Cavaradossi a ser fusilado al amanecer. En su desesperanza, el pintor evoca a su amada en esa suerte de adiós a la vida que es E lucevan le estelle.

La interpretación de esta desgarradora romanza que alterna los tonos íntimos a media voz con los fortísimos de la desesperación corre a cargo de una de las grandes voces de la ópera actual, el tenor alemán Jonas Kaufmann.


Durante los dos años de condena a trabajos forzados Wilde pasó de un extremo al otro: de una vida entregada al lujo y al placer estéticos al insomnio en un pequeño catre, con diarreas provocadas por la alimentación carcelaria (papilla de avena, pan, grasa de riñones y agua), mientras se le rompían y sangraban las uñas por su torpeza en la tarea física. 
Esa sociedad que evitaba que se sacaran a la luz sus contradicciones secretas y sus vicios ocultos se había quitado a uno de sus fustigadores, a una persona que, en palabras de alguno de quienes le conocieron era «el hombre más puro de palabra y obra que he conocido».
De aquel dandy que entró no quedaba nada al finalizar la pena de la que no le restaron ni un solo día. La condena, que buscaba ser ejemplarizante, tuvo repercusión no solo en Inglaterra, sino también en otros países europeos, acarreando una intolerancia sexual por todas partes.
El dolor que Wilde siente en la prisión lo traspasa y lleva por completo a su Balada de la cárcel de Reading, donde en uno de las estrofas más desgarradoras, y recordando a aquel prisionero al que ejecutaron, escribe

Aunque todos los hombres matan lo que aman, 
que lo oiga todo el mundo:
unos lo hacen con una mirada amarga, 
otros con una palabra zalamera;
el cobarde lo hace con un beso,
¡el valiente con una espada!

En el fondo, C.3.3. acabó en la prisión con el Oscar Wilde al que admiraba y adoraba sobremanera, fue dejando de ser el brillante escritor, el ingenioso conversador y el sarcástico orador. Su estancia en la prisión acabó irremediablemente con él.
No recibió en prisión visitas familiares, perdió sus propiedades -su biblioteca se dividió en lotes y se subastó- y a su mujer, mientras sus dos hijos tuvieron que cambiar su apellido de por vida para huir de las burlas y desprecios.
El primer año el director se ensañó haciendo cumplir con él la legalidad de un modo perversamente estricto, impidiendo al escritor que escribiera, aunque fuera como un mero desahogo, quebrando su más íntima esencia. En el segundo año de trabajos forzados el cambio de director le permitió vivir en mejores condiciones y, del insondable abismo en que se encontraba, sacar lo mejor de sí y escribir dos obras diametralmente opuestas a las anteriores y que lo harían más trascendental, la balada sobre la que tratamos en esta publicación y De profundis, subtitulada In carcere et vinculis, una extensa carta a su caprichoso ex-amante, dos obras que sustituyen los adornados y leves textos anteriores por un dolor, una angustia y un sufrimiento profundos. Así se consumó la muerte de Oscar Wilde a manos que quien más lo amaba, C.3.3.

De las última fotografías, un envejecido Oscar Wilde con Alfred Douglas en una comida al aire libre en Dieppe en 1898 

Escrito tras su puesta en libertad, la Balada de la cárcel de Reading fue compuesto alrededor de mayo de 1898 y publicado bajo su identificación como recluso al no atreverse a utilizar el nombre con el que era conocido y que hace referencia al bloque C, piso 3 y celda 3 de la prisión, dejando evidencias de cierta transformación religiosa.
El hambre, la dura piedra, el atroz silencio o la despiadada mirada que rompen el corazón son los motivos con los que Oscar Wilde continúa su Canto V de la Balada de la cárcel de Reading.


Los textos de Oscar Wilde no podían pasar desapercibidos para que algunos compositores les pusieran música, pudiendo apreciar obras como El retrato de Dorian Gray en ballet o en una ópera de 1996 de Lowell Liebermann o la más famosa de todas, la ópera Salomé de Richard Strauss entre muchas otras obras. 
También podemos encontrar versiones de las obras que escribió tras su estancia en la prisión desde los poemas más típicamente clásicos como los que que Donald Swann incorporó a su obra de 1991 La imagen poética: Un ciclo de canciones victoriano junto con algunos poemas de Tennyson, Christina Rossetti y John Clare hasta los basados en sus dos últimas obras.
Ahí encontramos las obras de Jacques Ibert de 1924 La Ballade de la geôle de Reading un ballet con versión para dúo de pianos, o The Ballad of Reading Gaol del compositor australiano Grant Foster, una obra para tenor y piano compuesta en 2012.
Es estreno de la obra de Foster se llevó a cabo en San Petersburgo ese mismo año a cargo del tenor Andrew Goodwin y el acompañamiento al piano de Mira Yevtich que eran los dedicatarios de la partitura. A la interpretación de ese estreno mundial pertenece la grabación que nos acompaña. Una interpretación histórica.


Tras la salida de la prisión, Wilde retomó su relación con Alfred Douglas, que se fue convirtiendo en un amor cada vez más amargo y en la que el aristócrata no supo valorar el gesto del escritor para con él al denunciar a instancias suyas a su propio padre y evitar que saliera mínimamente afectado en los juicios.
Salió para Francia y no volvió nunca a Inglaterra. Los burgueses y aristócratas ingleses lo reconocían en todas partes y le mostraban su rencor y aversión, haciendo que huyera de los sitios que frecuentaban como ParísNiza o algunas ciudades de la costa francesa. En Capri, mientras se alojaba en el Hotel Quisisana, los huéspedes ingleses exigieron al propietario que expulsara al escritor del comedor que compartía con ellos.
En Libro de réquiems, Mauricio Wiesenthal narra que el polifacético poeta Jean Cocteau le narró, con una afectación displicente y esa pose de actor que lo caracterizaba, años más tarde: «A Wilde me lo encontré en París, muchos años después de muerto. Llevaba el pelo horriblemente teñido, y me pidió que no le contase a nadie que había resucitado».
Así, cuando el cansancio y el hartazgo le hizo buscar no ser reconocido adoptó el pseudónimo de Sebastian Melmoth, tomando el nombre del santo preferido por los estetas y el apellido de Melmoth the wanderer, una obra de su tío abuelo Charles Robert Maturin que narra la historia de un fantasmagórico personaje que vende su alma al diablo para eludir la vejez y la muerte.
L'Alsace de París, un hotel de baja categoría en aquella época y hoy un pequeño hotel de lujo que vive de la memoria del escritor, acogió en sus últimos meses a un Sebastian Melmoth que llegó enfermo, sin dinero alguno y que fue mantenido por los pocos amigos que aún le quedaban. Allí, incapaz de pagar su estancia, ocupó una habitación en la planta baja hasta fallecer en noviembre de 1900 en condiciones atroces, posiblemente de una otitis que arrastraba durante años que degeneró en meningitis tras ser operado en su propio lecho en precarias condiciones.

Una de sus últimas fotografías en Roma en 1898

El Canto V de la balada que nos ha acompañado a través de esta transformación del refinado y brillante esteta Oscar Wilde hasta llegar a Sebastian Melmoth, pasando por C.3.3. concluye con unas referencias religiosas que se antojan impensables antes de esta metamorfosis vital. 

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CONTENIDO EXTRA:
Si tienes un poco más de tiempo o deseas volver en otro momento, una composición nos acerca a la última de las obras que hemos citado, De Profundis. Compuesta por el pianista y compositor norteamericano Frederic Rzewski, fallecido hace poco, en junio de 2021, es una obra compuesta en 1994 para pianista parlante en la que el propio intérprete de piano habla, canta, silba, suspira o gime extractos de la carta escrita por Wilde desde la prisión a Alfred Douglas.
La grabación nos muestra la hipnótica partitura para voz y piano en la que se puede seguir sin dificultad el texto y que está interpretada por el propio Frederic Rzewski.


Enlaces y lecturas de interés: