Ninguna persona es una isla.
Todos vivimos, o debemos vivir, entre la realidad más próxima y cercana a nosotros, nuestra familia, amigos, barrio y localidad, y la realidad más lejana, la que nos hace sentirnos ciudadanos del mundo.
Una poesía, un compositor, un país y una época nos unen en esta entrada. Igual que el llamado Efecto Mariposa nos habla ahora de las consecuencias que en cualquier lugar del mundo tendría el aleteo de este insecto en un remoto lugar, nuestro texto de esta semana incide, de otra manera, en este mismo tema. El compositor, que murió a temprana edad, nos traslada al mismo país y época del escritor que nos presta sus letras, la Inglaterra del siglo XVII.
Todos vivimos, o debemos vivir, entre la realidad más próxima y cercana a nosotros, nuestra familia, amigos, barrio y localidad, y la realidad más lejana, la que nos hace sentirnos ciudadanos del mundo.
Una poesía, un compositor, un país y una época nos unen en esta entrada. Igual que el llamado Efecto Mariposa nos habla ahora de las consecuencias que en cualquier lugar del mundo tendría el aleteo de este insecto en un remoto lugar, nuestro texto de esta semana incide, de otra manera, en este mismo tema. El compositor, que murió a temprana edad, nos traslada al mismo país y época del escritor que nos presta sus letras, la Inglaterra del siglo XVII.
El escritor John Donne es uno de los grandes poetas del siglo XVII inglés. Su azarosa vida le hizo pasar por las universidades Cambrigde y Oxford, donde no llegó a titular por ser católico en época de un anglicanismo emergente. Ayudante de su amigo el guardasellos real, evitaba el trabajo para centrarse en la escritura de poemas amorosos.
Al casarse en secreto con una joven, el padre de ella lo hizo encarcelar y perder el trabajo. Con los doce hijos de su matrimonio pasaron penalidades hasta que una grave enfermedad le acercó al anglicanismo y a los poemas religiosos. Tras algunas publicaciones se doctoró en teología, ocupación que compagino con la de escritor.
A él pertenecen estas líneas, una de cuyas frases inspiró el título de una conocida obra de Ernest Hemingway.
Al casarse en secreto con una joven, el padre de ella lo hizo encarcelar y perder el trabajo. Con los doce hijos de su matrimonio pasaron penalidades hasta que una grave enfermedad le acercó al anglicanismo y a los poemas religiosos. Tras algunas publicaciones se doctoró en teología, ocupación que compagino con la de escritor.
A él pertenecen estas líneas, una de cuyas frases inspiró el título de una conocida obra de Ernest Hemingway.
A finales de septiembre de 1835, con treinta y cuatro años moría Vincenzo Bellini. Junto con Gioacchino Rossini y Gaetano Donizetti forma el trío de compositores que llevó la ópera belcantista a su mayor expresión y plenitud. Sus obras ofrecen una inagotable cantidad de melodías, especialmente Norma e I Puritani. Esta última nos acompaña en esta entrada.
I Puritani di Scozia (Los puritanos de Escocia) narra el drama amoroso entre Elvira y Arturo en la guerra que los Puritanos de Cromwell libraron con los realistas partidarios de los Estuardo.
Elvira, que piensa que Arturo, su prometido, la ha dejado por otra (en realidad está protegiendo a la reina Enrichetta) comienza a enloquecer, algo muy del gusto de la época, que agradecía las escenas de locura en las óperas.
Versión de I Puritani del Metropolitan Opera House |
El velo nupcial, su perplejo tío Giorgio, la escalera que aporta su efecto dramático, la austeridad de los demás personajes y los recursos orquestales y musicales que Bellini pone al servicio de la protagonista hacen de esta una de las grandes interpretaciones belcantistas.
Anna Netrebko, que se vuelve a asomar a este blog, nos ofrece una interpretación en la que muestra sus dotes dramáticas y su cada vez mejor técnica y facultades vocales. Se trata de la versión que se representó en The Metropolitan Opera House de New York en 2007 que está editada en DVD. La parte final, está adornada con personales modulaciones que no aparecen en otras versiones.
¿Qué habría sido del mundo de la ópera y la música si Bellini hubiera vivido los noventa años que vivió Verdi?
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