El miedo es la angustia que se siente ante un riesgo o un daño real o imaginario.
Con esta acepción, el diccionario nos presenta una de las sensaciones que tenemos los seres humanos y que está enraizada con el pensamiento. No se puede tener miedo si no pensamos que nos puede ocurrir algo que nos haga daño a nosotros mismos o a nuestros seres queridos, o que nos haga perder algo preciado que tengamos.
El miedo es consustancial al ser humano y a algunos animales. Es un sentimiento que, en algunos casos, tiene un valor de supervivencia, ya que ayuda al ser humano a superarse y desarrollarse, pues le hace valorar lo que posee, tanto material como inmaterial, aunque también pude producir el efecto contrario, paralizando sus reacciones.
Hay miedos comunes a todos, como el miedo a la muerte, a la pérdida, tanto de personas queridas como de autonomía personal, a la soledad o al fracaso, y otros adquiridos, que vienen de nuestro mundo exterior como consecuencia de una mala experiencia o los que son más irracionales y que originan ciertas fobias: miedo a volar, a determinados animales o a hablar en público, entre otros.
Hay hasta géneros que funcionan con nuestras sensaciones de miedo, como en el cine o la literatura donde ciertas dosis de miedo hacen más apetecible ver ciertas películas o leer determinados libros, desde los clásicos como Drácula de Bram Stoker hasta algunos filmes, donde directores como Hitchcock jugaban con mantener en suspenso a los espectadores con determinados trucos basados en dar al espectador pequeñas dosis de miedo, tal como se definen en el diccionario, la angustia que se siente por un peligro o daño real o imaginario.
En esta entrada del blog te traigo un texto de Julio Cortázar con instrucciones y ejemplos para tener miedo de su libro Historias de Cronopios y Famas y la canción que dio a conocer el nombre de Schubert fuera del círculo de sus conocidos: Erlkönig.
Pocos autores como Julio Cortázar poseen una fantasía tan desbordante, en la que la ficción deambula por sus líneas con la capacidad de imaginar nuevos mundos en los que crear, recrear, cuestionar y retorcer la realidad, en continua lucha a favor de las cuestiones sociales y contra las dictaduras sudamericanas. Su novela Rayuela fue el pistoletazo de salida del conocido Boom de la literatura latinoamericana por delante de obras como Cien años de soledad de García Márquez. Su inabarcable conocimiento literario, sus profundas pasiones, su vanguardismo militante hacen de Cortázar uno de los más grandes escritores del siglo XX.
En otras ocasiones hemos traído al blog textos suyos y, como en aquellas, el siguiente texto pertenece a su particular libro Historias de Cronopios y Famas.
Con esta acepción, el diccionario nos presenta una de las sensaciones que tenemos los seres humanos y que está enraizada con el pensamiento. No se puede tener miedo si no pensamos que nos puede ocurrir algo que nos haga daño a nosotros mismos o a nuestros seres queridos, o que nos haga perder algo preciado que tengamos.
El miedo es consustancial al ser humano y a algunos animales. Es un sentimiento que, en algunos casos, tiene un valor de supervivencia, ya que ayuda al ser humano a superarse y desarrollarse, pues le hace valorar lo que posee, tanto material como inmaterial, aunque también pude producir el efecto contrario, paralizando sus reacciones.
Hay miedos comunes a todos, como el miedo a la muerte, a la pérdida, tanto de personas queridas como de autonomía personal, a la soledad o al fracaso, y otros adquiridos, que vienen de nuestro mundo exterior como consecuencia de una mala experiencia o los que son más irracionales y que originan ciertas fobias: miedo a volar, a determinados animales o a hablar en público, entre otros.
Hay hasta géneros que funcionan con nuestras sensaciones de miedo, como en el cine o la literatura donde ciertas dosis de miedo hacen más apetecible ver ciertas películas o leer determinados libros, desde los clásicos como Drácula de Bram Stoker hasta algunos filmes, donde directores como Hitchcock jugaban con mantener en suspenso a los espectadores con determinados trucos basados en dar al espectador pequeñas dosis de miedo, tal como se definen en el diccionario, la angustia que se siente por un peligro o daño real o imaginario.
En esta entrada del blog te traigo un texto de Julio Cortázar con instrucciones y ejemplos para tener miedo de su libro Historias de Cronopios y Famas y la canción que dio a conocer el nombre de Schubert fuera del círculo de sus conocidos: Erlkönig.
Pocos autores como Julio Cortázar poseen una fantasía tan desbordante, en la que la ficción deambula por sus líneas con la capacidad de imaginar nuevos mundos en los que crear, recrear, cuestionar y retorcer la realidad, en continua lucha a favor de las cuestiones sociales y contra las dictaduras sudamericanas. Su novela Rayuela fue el pistoletazo de salida del conocido Boom de la literatura latinoamericana por delante de obras como Cien años de soledad de García Márquez. Su inabarcable conocimiento literario, sus profundas pasiones, su vanguardismo militante hacen de Cortázar uno de los más grandes escritores del siglo XX.
En otras ocasiones hemos traído al blog textos suyos y, como en aquellas, el siguiente texto pertenece a su particular libro Historias de Cronopios y Famas.
Acompaña este texto una de las más conocidas canciones del repertorio romántico en alemán. En 1815, Franz Peter Schubert compuso su lied Erlkönig, a partir de un poema de Goethe. Lo publicó en 1821 tras revisarlo en varias ocasiones, registrándolo como su Opus 1. Tras su muerte se catalogó como D328, lo que nos da idea de la abundante y desordenada producción del compositor austriaco.
Su primera interpretación tuvo lugar a finales de 1820 en una de las habituales sesiones privadas que organizaban los amigos del compositor y se presentó al público en marzo del año siguiente.
Erlkönig, que se suele traducir como El rey de los Elfos, aunque su traducción más exacta es El rey de los Alisos, es un lied para voz y piano complicado de cantar, debido a que cada uno de los personajes que aparecen pide un registro distinto al intérprete:
El narrador comienza y termina en un todo dramático.
El padre se interpreta con voz grave y tono tranquilizador.
El hijo va aumentando su voz conforme crece su miedo al avanzar el lied.
El Rey de los Alisos, con tonos pianísimos y voz susurrante, se muestra sugerente para convencer al niño de que se vaya con él.
El caballo aparece en el piano con una rápida sucesíón de notas que simula las pisadas del animal.
La lluvia y el viento se describen en las notas ascendentes y descendentes ayudando a dar la sensación de continuo movimiento.
El lied comienza rápido para situarnos en el tema: un padre y su hijo enfermo cabalgan entre la lluvia, el hijo delirando mientras oye al Rey de los Alisos que lo llama a su mundo. El padre acelera la marcha apurando el paso, se vuelve lenta la música mientras llega y se detiene para la última frase "In seinen Armen das King wart tot" (En sus brazos el niño estaba muerto).
Enlazo varias grabaciones de este lied. La primera, aunque antigua está interpetada por el que posiblemente es el mas importante cantante de lider de todo el siglo XX, el barítono alemán Dietrich Fisher-Dieskau, todo un especialista entre otros, en el repertorio de Schubert. Su interpretación, impecable, abarca los registros de todos los personajes. Lástima que la antigüedad del registro no nos deja apreciar en todos sus matices la interpretación, ya que es casi imposible encontrar otra interpretación como ésta.
La segunda es una emocionada interpretación de la soprano norteamericana Jessye Norman, con una realización sin cortes en las que las cámaras van sugiriendo los distintos personajes.
La última, es una adaptación realizada en forma de animación con la particularidad de estar traducido a nuestro idioma.
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