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Haydn en Cádiz

Hay ocasiones en que lo que ocurre nos sorprende por inesperado. No sólo en nuestra vida, sino en todas las facetas a las que alcanzamos vislumbrar. En las creaciones artísticas hay determinados casos en que un autor desarrolla un tipo de obras y, en un cambio en su estilo, en su concepción artística e incluso en el campo en el que desarrolla su creatividad, presenta una pieza que rompe con el camino por el que venía transitando.
Así, aunque artistas como Leonardo da Vinci son conocidos por sus múltiples facetas como creadores, nos sorprende conocer los poemas de Michelangelo Buonarroti, las pinturas de Winston Churchill o los dibujos a tinta china de Victor Hugo.
En determinados momentos no son estos cambios de disciplina los que nos sorprenden, sino el origen de algunas creaciones o el hecho de conocer el proceso que llevó a determinados artistas a crear algunas de sus obras.
Te propongo acercarte a una obra maestra de la música del clasicismo en la que se unen Haydn, una celebración religiosa de origen peruano, el Viernes Santo y la ciudad de Cádiz. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!


Septem Verba (Las siete palabras) es una expresión que recoge las últimas expresiones que Jesús pronunció en la cruz antes de morir según los Evangelios. A partir de ellas hay una tradición en la música religiosa que ha servido a muchos compositores para realizar diversas obras, la mayoría de ellas de tipo instrumental y vocal, otras simplemente instrumentales.
Entre las versiones de Las siete últimas palabras de Cristo en la Cruz podemos encontrar obras de ese o similar título en autores que van desde el siglo XVI y posteriores como Orlando di Lasso, Pergolesi, Haydn, Charles Gounod o César Frank, hasta llegar a compositores de este mismo siglo como Tristan Murail con su Les Sept Paroles para orquesta, instrumentos electrónicos y coro (2010), Dann Manneke y su oratorio para coro The Seven Last Words del año siguiente, Paul Carr y sus Seven Last Words from the Cross, una obra de 2013 para solista, coro y orquesta o Chrispophe Loothen que basó dos obras: su Quinto Cuarteto de cuerda y Mourning, para voz de contralto y cuarteto de cuerda con cantos de queja de soldados británicos fusilados mezclados con estos textos.
Pero de todas estas obras, es la de Joseph Haydn la que centra nuestra atención en esta ocasión, una obra con una génesis muy particular y las distintas versiones que creó de ellas.
Para esta aproximación a la obra del músico vienés nos centraremos fundamentalmente en la publicación de Marcelino Díez Martínez  Cádiz. El encargo de las Siete Palabras, publicada por la revista digital MAR - Música de Andalucía en la Red, nº1 (invierno 2011) de la Universidad de Cádiz. Un documento que recoge una investigación rigurosa, detallada e interesante de leer para conocer con profundidad la creación de esta obra.


En 1786 Joseph Haydn recibe en su residencia de Eisendstadt una carta procedente de Cádiz. Está escrita en latín y solicita la creación de una obra musical sobre Las siete últimas palabras con una serie de indicaciones que tratan del contexto en que debe interpretarse y la condición que debe cumplir la música encargada. 
Ante tan inusual oferta, Haydn, un hombre religioso que solía comenzar sus escritos con un En nombre de Dios y los finalizaba con Gloria a Dios en un ritual que repetía desde hacía mucho tiempo, quedó intrigado, pidió consejo a su amigo Stadler quien le contestó en estos términos:

Haydn me preguntó qué opinaba yo de todo aquello. Le respondí que me parecía oportuno que escribiese una melodía apropiada para cada una de las palabras y que las desarrollara instrumentalmente, para lo que tiene una gran maestría.

Tras este encargo están varios personajes. El primero de ellos José Sáenz de Santamaría, nacido en Veracruz (México, por entonces Nueva España), hijo del Marqués de Valde-Íñigo, un rico comerciante y que, tras enviudar, se estableció en Cádiz con sus dos hijos y se ordenó sacerdote. Tras unos años en Madrid regresó a Cádiz donde se hizo cargo de la dirección espiritual de la Cofradía de la Madre Antigua que se reunía en la Iglesia del Rosario, situada en la calle del mismo nombre en el centro de la ciudad.
Tras las muertes de su padre y hermano mayor, heredó el marquesado y la gran fortuna familiar. Al descubrirse durante unas restauraciones una cueva subterránea bajo la Iglesia, el sacerdote promovió con parte de su fortuna la construcción de la Capilla del Oratorio de la Santa Cueva. Para el adorno del edificio, el padre José Sáenz de Santamaría recurrió al mejor arquitecto gaditano y a los más grandes pintores del país, entre ellos Goya, quien colaboró con los cuadros La multiplicación de los panes y los peces, La Última Cena y El convite nupcial.

Francisco de Goya. "La última cena". Fresco de la Capilla de la Santa Cueva, Cádiz. Imagen obtenida en Internet.

Se necesitaba ahora una obra musical de categoría similar para acompañar la oración del Viernes Santo, por lo que buscó colaboración de Francisco de Paula María de Micón, Marqués de Méritos, un gran melómano, bien relacionado con la nobleza del país entre los que había grandes admiradores de la obra de Haydn.
En un principio, el compositor vienés entendió que el encargo se le hacía desde la Catedral de Cádiz, lo que hizo que se animara a realizar la composición propuesta.
El encargo de las Siete Palabas, Marcelino Díez recoge escritos del propio Haydn y su biógrafo Griesinger sobe esta confusión y las características y condiciones que tendría la composición dentro de la ceremonia que se llevaría a cabo.
residencia de Eisendstadt cuando recibe la carta del marqués. Está redactada en latín y es muy prolija en detalles sobre el carácter de la música solicitada y el contexto en que debe interpretarse. Aunque no sabemos muy bien qué le dice exactamente pues Haydn, en escritos suyos posteriores está totalmente creído que el encargo es de la catedral de Cádiz, no de una capilla de la misma ciudad. Sea como sea, el encargo sorprende a Haydn y le intriga no poco. Se hace aconsejar por su amigo Maximilian Stadler de quien recibimos noticia de estos acontecimientos. Stadler dice:
Haydn está en su residencia de Eisendstadt cuando recibe la carta del marqués. Está redactada en latín y es muy prolija en detalles sobre el carácter de la música solicitada y el contexto en que debe interpretarse. Aunque no sabemos muy bien qué le dice exactamente pues Haydn, en escritos suyos posteriores está totalmente creído que el encargo es de la catedral de Cádiz, no de una capilla de la misma ciudad. Sea como sea, el encargo sorprende a Haydn y le intriga no poco. Se hace aconsejar por su amigo Maximilian Stadler de quien recibimos noticia de estos acontecimientos. Stadler dice:
Haydn está en su residencia de Eisendstadt cuando recibe la carta del marqués. Está redactada en latín y es muy prolija en detalles sobre el carácter de la música solicitada y el contexto en que debe interpretarse. Aunque no sabemos muy bien qué le dice exactamente pues Haydn, en escritos suyos posteriores está totalmente creído que el encargo es de la catedral de Cádiz, no de una capilla de la misma ciudad. Sea como sea, el encargo sorprende a Haydn y le intriga no poco. Se hace aconsejar por su amigo Maximilian Stadler de quien recibimos noticia de estos acontecimientos. Stadler dice:
Haydn está en su residencia de Eisendstadt cuando recibe la carta del marqués. Está redactada en latín y es muy prolija en detalles sobre el carácter de la música solicitada y el contexto en que debe interpretarse. Aunque no sabemos muy bien qué le dice exactamente pues Haydn, en escritos suyos posteriores está totalmente creído que el encargo es de la catedral de Cádiz, no de una capilla de la misma ciudad. Sea como sea, el encargo sorprende a Haydn y le intriga no poco. Se hace aconsejar por su amigo Maximilian Stadler de quien recibimos noticia de estos acontecimientos. Stadler dice:
Haydn está en suresidencia de Eisendstadt cuando recibe la carta del marqués. Está redactada en latín y es muy prolija en detalles sobre el carácter de la música solicitada y el contexto en que debe interpretarse. Aunque no sabemos muy bien qué le dice exactamente pues Haydn, en escritos suyos posteriores está totalmente creído que el encargo es de la catedral de Cádiz, no de una capilla de la misma ciudad. Sea como sea, el encargo sorprende a Haydn y le intriga no p Maximilian St recibimos noti


En el encargo se detallan las indicaciones que Haydn debe seguir para la composición de la obra. Serán distintas piezas para intercalar entre los sermones, no del obispo de Cádiz como pensaba, sino del sacerdote que llevaba a cabo la ceremonia.
Así, el maestro compuso una serie de sonatas, distintas unas de otras, que serían interpretadas por una orquesta clásica con las siguientes secciones, cada una de las cuales se relaciona con una de las siete palabras, además de una introducción y un terremoto final:
  1. Introduzione. Maestoso ed Adagio.
  2. Sonata I: Pater, dimite illies, quia nesciunt, quid faciunt (Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen). Largo.
  3. Sonata II: Hodie mecum eris in Paradiso (Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso). Grave e cantabile.
  4. Sonata III: Mulier, ecce filius tuus (Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre). Grave.
  5. Sonata IV: Deus meus, Deus meus, utquid dereliquesti me (¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?).Largo.
  6. Sonata V: Sitio (Tengo sed). Adagio.
  7. Sonata VI: Consummatum est (Todo está cumplido). Lento.
  8. Sonata VII: In manus tuas, Doimina, commendo spiritum meum (Padre, en tus manos encomiendo tu espíritu). Largo.
  9. Il terremoto. Presto e con tutta la forza.
Nos acompaña la Introducción del nº 1 con la orquesta Concentus Musicus Wien, en la parte final el comienzo de la Sonata I  la participación del Arnold Schoönberg Choir, todos bajo la dirección del desaparecido Nikolaus Harnoncourt grabado en 1992 para Teldec Classics International GmbH.


En la carta enviada a Haydn se detallaba, como hemos leído, el tipo de rito que se desarrollaba en la Capilla de la Santa Cueva el Viernes Santo. Se trata de una ceremonia procedente de las misiones de los jesuitas de Perú llamada El ejercicio de las Tres Horas, una práctica que comenzó alrededor de 1660 el jesuita Francisco Castillo al reunir en Lima en Viernes Santo del mediodía a las tres de la tarde a los fieles para meditar sobre las citadas siete palabras. La ceremonia la recogió otro jesuita, Alonso Messía en el libro Devoción de las Tres Horas de la agonía de Cristo... y Método con que se practica en el Colegio de la Compañía de Jesús de Lima y toda la Provincia del Perú en el que ya se incluía la idea de intercalar piezas musicales entre las reflexiones.
En el estudio de Marcelino Díez se ofrecen detalles y comentarios sobre el trabajo a realizar y el hecho de que algunos testimonios coincidan con lo relatado anteriormente.
Introduzione en re menor — Maestoso ed Adagio
  1. Sonata I (“Pater, dimitte illis, quia nesciunt, quid faciunt”) en si bemol mayor — Largo
  2. Sonata II (“Hodie mecum eris in Paradiso”) en do menor con final en mayor — Grave e cantabile
  3. Sonata III (“Mulier, ecce filius tuus”) en mi mayor — Grave
  4. Sonata IV (“Deus meus, Deus meus, utquid dereliquisti me”) en fa menor — Largo
  5. Sonata V (“Sitio”) en la mayor — Adagio
  6. Sonata VI (“Consummatum est”) en sol menor con final en mayor — Lento
  7. Sonata VII (“In manus tuas, Domine, commendo spiritum meum”) en mi bemol mayor — Largo
  8. Il terremoto en do menor — Presto e con tutta la forza


Este Ejercicio de las Tres Horas comenzó a realizarse en las afueras de Cádiz, en la zona de Campo del Sur, de la que se tiene noticias alrededor de 1730, donde según Marcelino Díez se reunía 

"una piadosa congregación de hombres de gran espíritu a media noche y por espacio de tres horas practicaban los ejercicios de la Pasión del Señor, llamados de la Madre Antigua". 

Lo apartado del lugar y el horario de medianoche dio lugar a habladurías, lo que aconsejó trasladarlo a la Iglesia del Rosario, donde en unas obras de reforma se había descubierto el citado subterráneo que se acondicionó para la congregación con el nombre de la Santa Cueva.

Oratorio de la Santa Cueva de Cádiz. Imagen de Internet.

Aquí surge con más detalle el origen de la propuesta que se hizo a Haydn, un encargo que pretendía conseguir una música que reflejara la seriedad sin teatralidad en un edificio que buscaba la oscuridad con las ventanas tapadas y las imágenes cubiertas.
Nos acompaña de nuevo la grabación de Nikolaus Harnoncourt con la orquesta Concentus Musicus Wien y el Arnold Schönbert Choir con la Sonata II en la versión alemana Vater, vergib ihnen, correspondiente a Pater, dimite illies (Padre, perdónalos...) correspondiente al disco Die Sieben Letzten Worte unsere Erlösers am Kreuze de Telded Classics International GmbH.


Una vez decidido a aceptar e trabajo, Haydn se aprestó a realizar las partituras para las siete sonatas con la introducción y el terremoto final. Son hasta cuatro las versiones que existen de la obra, tres de ellas realizadas por el propio autor y una de ellas, la reducción para piano, escrita con el visto bueno del compositor. De nuevo nos acercamos al recomendable estudio de Díez Martínez para conocer detalles de las versiones y los estreno, de modo especial el que llevó a cabo en el lugar del encargo, en 1786 o 1785.


No se tiene certeza de qué versión fue la que se utilizó en el estreno en la Capilla de la Santa Cueva, suponiéndose que fue la versión original para orquesta. De todas formas, hay estudiosos que defienden que, dadas las dimensiones tan reducidas de la iglesia pudiera utilizarse la versión para cuarteto que, de todas formas, es la más utilizada a lo largo de los siglos XIX y XX y hasta la actualidad. 


¿Por qué motivo no realizó en primer lugar la versión coral para una obra que se basa en palabras, siendo esta la última de las versiones que se creó? Por un lado, desconocemos los detalles exactos del encargo que se realizó al compositor. Por otro lado, el hecho de tener que servir de meditación entre las reflexiones del celebrante hacen que la música realice la función de contrapunto a sus palabras.
Haydn buscaba con esta obra una música profundamente religiosa que llegara a conmover al oyente, según escribió por carta el 8 de abril de 1787 a William Forster, su editor de Londres:

Cada sonata, cada movimiento, está expresado por música meramente instrumental, de tal manera que hasta el oyente menos iniciado deberá conmoverse hasta lo más profundo de su alma."

Finalizamos con la obra completa en la versión orquestal original de Septem Verba Christi in Cruce. En esta ocasión con Les Concert des Nations bajo la dirección de Jordi Savall en una grabación que se realizó entre los días 2 y 4 de octubre de 2006 con la emoción de realizarse en la iglesia donde se estrenó, la Capilla de la Santa Cueva de Cádiz

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e Cádiz la pieza se convierte en una referencia importante para la Semana Santa de muchos lugares en España. Hoy pueden encontrarse copias antiguas de la obra en la catedral de Salamanca (para tecla), dos en la Zaragoza y una curiosa versión para cuarteto y voces en el Palacio Real de Madrid. Hay incluso una versión en español hecha por el organista valenciano Francisco Xavier Cabo en 1821.

Con la obra original Haydn intenta una música profundamente religiosa que conmueva al orante. Dice Haydn:

“Cada sonata, cada movimiento, está expresado por música meramente instrumental, de tal manera que hasta el oyente menos iniciado deberá conmoverse hasta lo más profundo 

Bibliografía y webgrafía consultada:

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