La diversidad es fuente de enriquecimiento. Para una humanidad que ha ido avanzando gracias a las aportaciones de tantas personas, desde inventos hasta avances médicos pasando por las mejoras en las viviendas y sus comodidades, los medios de transporte y comunicación, los derechos sociales, todo lo que aprendemos tanto en la educación formal como la informal, o cuanto han aportado tantos escritores, músicos, arquitectos o pensadores, en general, nos enriquecemos y avanzamos gracias a las constantes aportaciones que hemos recibido a lo largo de la historia.
Sin embargo, también se ha recurrido a lo largo del tiempo, y por diversas razones, a silenciar algunas voces. Las mujeres, los perdedores en guerras y conflictos, las etnias o grupos minoritarias, los marginados o quienes eran incómodos al poder no han podido aportar sus voces.
En varias publicaciones hemos recurrido a estos creadores que van más allá de sus etiquetas para ser considerados en todo su valor como personas, y que se van añadiendo al blog en la página Todas las voces.
En esta ocasión nos acercamos a una creadora que ha permanecido durante décadas entre diversas soledades. Por un lado, la soledad de la creación, en la que se fue refugiando conforme avanzaba en las ideas que generaban sus composiciones. Por otro lado en la soledad con que la guerra sesgaba un mundo que ella sentía frágil y anticuado, al que se une la soledad de la noble que con el paso del tiempo reniega de su clase social. A estas razones se une la soledad de una mujer que se siente más allá de las etiquetas para transitar por un mundo de hombres, el de la música, como una persona que, de hecho, llega a hacerse un hueco con sus obras. Por último, la soledad que deviene después de su muerte, cuando su obra pasa al olvido, entre otras razones, por las ideas de la antigua Yugoslavia que veía en su familia enemigos sociales a los que erradicó y relegó a la desaparición y al olvido.
Te propongo conocer a una de las grandes compositoras de comienzos del siglo XX, la croata Dora Pejačević, una intérprete y creadora que ha estado durante décadas en la soledad del olvido y de la que vamos conociendo cada vez más. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
Dora Pejačević es una de esas compositoras que poseen obras de excelente calidad, pero que no han llegado a ser conocidas por diversas circunstancias. Entre todas las intérpretes y compositoras no aparecía información sobre esta intérprete y compositora de origen noble, hija de un aristócrata croata una condesa húngara, que vivió entre su residencia en el castillo familiar y ciudades alemanas como Múnich o Dresde.
Nacida en Budapest en 1885, comenzó a ser conocida cuando se publicó un estudio sobre su trabajo en el Centro de Información Musical de Croacia, así un estudio biográfico sobre ella en 1982 a cargo de Koraljka Kos con el título Dora Pejačević: Leben und Werk y que no se encuentra disponible en nuestro idioma.
La primera referencia que he podido encontrar en las redes pertenece a una publicación en la revista Scherzo en su número 359 de febrero de 2020 escrita por Juan Manuel Viana y cuyo enlace aparece al final de la publicación. A partir de aquí, todas las publicaciones se basan en las informaciones que aparecen en esta fuente.
Aún así, el primer conocimiento que tuve de la compositora croata proviene de dos episodios de Música y Significado, el programa de Radio Clásica de Radio Nacional de España que dirige Luis Ángel de Benito: Dora Pejačević: Sinfonía y Dora Pejačević: Trío en Do mayor.
Para conocer con más precisión y profundidad a esta compositora, son fuentes más rigurosas y amenas acudir a los enlaces anteriores antes que continuar leyendo en esta publicación.
Excelente pianista desde pequeña, nos acercamos a una de sus obras creadas exclusivamente para este instrumento, de sus 6 Fantasiestücke (6 Piezas de Fantasía), Op. 17, la nº 1 titulada Sehnsucht (Anhelo).
La interpretación corre a cargo de la pianista Nataša Veljković dentro de su álbum de 2016 Pejačević: Complete Pianos Works para Naxos of America.
El conocimiento sobre Dora Pejačević era tan escaso, que hasta 1969 no aparecía ninguna referencia sobre ella en la Enciclopedia Croata según el Portal Hrvatskoga Kultornog Vijeca (Portal del Consejo de Cultura Croata). Tan solo aparecían referencias a sus antepasados, con un tono no exento de malicia y descrédito, pues pertenecían a la aristocracia que gobernó el país antes de la instauración de Yugoslavia tras la II Guerra Mundial.
Hija de Teodor Pejačević, un noble croata que ocupó diversos altos cargos, además de ser miembro del Parlamento conjunto húngaro-croata desde 1903 y ser nombrado Caballero de la Orden de Malta, y de la Condesa húngara Erzsebet (Elizabet) Vay de Vay -conocida como Lilla-, tuvo cuatro hermanos más: Marko -heredero del título y la propiedad- Elemer y las más jóvenes Lilla y Gabriella.
El gusto por la música lo heredó Dora de su madre Lilla, excelente intérprete que mostró sus cualidades en público en algunas galas en el Teatro de Osijek, localidad cercana al castillo de residencia familiar.
La biógrafa Koraljka Kos muestra en su obra detalles de la infancia de Dora influenciadas por la dedicación de su madre a la música y la pintura:
El castillo de Nasic se llena con frecuencia con los ecos de la música casera, en la que la pequeña Dora debe haber participado desde el principio. Se conoce que en sus primeros años recibió lecciones musicales de la organista de Pest Karoly Noszeda, que visitó Nasice durante el verano. En 1902 viajó con su familia a Zagreb donde estudió en privado con destacados artistas y pedagogos durante varios años: violín con Caclav Huml, teoría con Ciril Junek e instrumentación con Dragutin Kaiser, que tenía una escuela de música privada en la ciudad.
En este tiempo, al adquirir nuevos conocimientos, Dora encarriló sus horizontes artísticos y musicales, percibiendo su camino personal creando obras que van apareciendo en recitales y conciertos por Zagreb, Budapest y Osijek donde la joven ejerce como pianista, violinista y compositora, como reflejan las reseñas de los periódicos de la época.
Durante la estancia en el castillo de Nasice, madre e hija interpretan sus obras, de las que la hermana pequeña, Gabriella, reflejó sus impresiones en estos versos:
Te sentabas al piano, hechicera de los sonidos
y resonaban con fuerza o suavemente.
Yo escuchaba en silencio, y la belleza de mi alma
se elevó hasta el infinito de la noche.
5 de agosto de 1915
Nos acercamos a la publicación de Juan Manuel Viana que apareció en el nº 359 de la Revista Scherzo publicada en febrero de 2020 y de la que han bebido otras publicaciones posteriores.
Una vez descubierto el potencia de Dora, los padres la hacen establecerse en Dresde y Múnich, ciudades donde poder comprobar la capacidad y mostrar más posibilidades para desarrollar su potencial, en un mundo exclusivamente masculino. En 1904 se fascinó con la personalidad y la música de Wagner al asistir a diversas representaciones durante el Festival de Bayreuth.
Desde comienzos del siglo -1902- Dora lleva un cuaderno donde anota los libros que va leyendo. Sabemos así que también se sintió subyugada por la filosofía y poesía de Nietzsche, en cuyas obras sentía la fuerza oscura y negativa de un tiempo contradictorio que sobrevolaba buscando una nueva época. Por ende, sabemos que también le influyó sobremanera Richard Strauss, cuyo poema sinfónico Also sprach Zaratrustra (Así hablaba Zaratrustra), basado en la obra del filósofo, la acercó a temas más oscuros y elevados, siendo este libro el que más veces releyó a lo largo de su vida, según consta en el cuaderno de notas.
Aunque se inspiró en la música de Berlioz, Dvorak o Tchaikovsky, fue quizás su visión de la realidad y el pensamiento del filósofo la que ocupó su espíritu y reflejó en algunas de sus composiciones. En cartas a su amiga -y después cuñada- Rosa Lumbe escribe que se siente «sin hogar y a menudo dolorosa», en otros momentos que «caí bajo el domino de Nietzsche». Así, su pensamiento se comenzó a desenvolver entre la profundidad de la oscuridad del alma, el dolor y la ruptura junto a la intuición de que el siglo que comenzaba sería realmente violento.
Cartel de sus 6 Fantasiestücke en el que se la identifica como Condesa. |
Entre la obra poética de Rainer Maria Rilke, Nuevos poemas recoge una serie de poesías escritas entre 1902 y 1907, siendo publicados en una primera serie en diciembre de este año. Una segunda serie se publicó en noviembre de 1908.
En esta obra, Rilke inaugura el Ding-Gedicht (Poema-cosa) o Kunst-Gedicht (Poema de arte), unos poemas plásticos y rotundos inspirados en Rodin y Cézanne dotados de la esencia de un cuadro o una escultura.
Perteneciente a Nuevos Poemas, Dora Pejačević puso música a Liebeslied (Canción de amor), un poema fechado en la isla de Capri meses antes de la publicación del libro.
La interpretación corresponde a la soprano Ljubavna Pjesma acompañada al piano por Ljubomir Gašparović en un disco de vinilo de Croatia Records.
Exquisita y profunda, Dora Pejačević no buscó lo cómodo, lo fácil y lo superficial, sino que se movió por lugares intransitados, solitarios y elevados, buscando su propia voz. Su vida, tanto en su formación como en actuaciones, en ciudades como Dresde, Praga, Múnich, Budapest o Viena, además de su conocimiento y amistad de escritores a los que musicó algunos de sus poemas como Reiner María Rilke o Anna Ritter, no sirvió para que encontrara en esas ciudades la paz y la tranquilidad para componer sino en la soledad de en su residencia de Nasice.
Durante la Gran Guerra vio desfilar por este castillo a multitud de heridos y mutilados, llegando a acogerlos en su rol de enfermera, lo que le hizo ver el horror de la guerra que le anticipaban, entre otros, las obras y el pensamiento de Nietzsche. Esto la hizo ahondar en su soledad y, pese a sus orígenes aristocráticos, se fue alejando de su clase social, de la que expresaba que no entendía cómo se podía vivir sin trabajar y alejados de las preocupaciones del mundo.
Las obras compuestas tras esta Primera Guerra Mundial ponen en evidencia ese grado de madurez, introversión y la búsqueda de nuevos caminos. Obras como su Sonata en si menor, estrenada en Dresde en 1921 tuvieron un gran éxito entre un público tan entendido como el de la capital de la Sajonia.
Dora Pejačević compuso en 1913 su Concierto para piano, Op. 33, su primera obra orquestal, lo que la convirtió en el primer compositor croata en escribir un concierto, frente a sus obras anteriores que consistían en piezas para piano, canciones y sonatas. También fue la primera croata al componer su Sinfonía en fa sostenido menor, Op. 41 que se estrenó en la Sala Dorada del Musikverein de Viena y que sorprendió a algún crítico musical cuando saló a saludar al escenario, hecho que muestra que la calidad de una obra no depende del género del compositor.
Dora en el Salón de Música del palacio familiar de Našice (Croacia). Foto de Elizabeta Drašković 1912. Fuente: www.mgz.hr |
Nos quedamos ahora con un texto escrito por la propia compositora en la que expresa sus sentimientos y las sensaciones que la atravesaban cuando se encierra sobre sí misma durante el proceso de la creación.
En 1921 se casó con Ottomar von Lumbe, un matrimonio que no fue del agrado de la familia al no pertenecer éste a la nobleza aristocrática. En octubre de 1922, mientras esperaba su primer hijo, Dora escribió a su esposo una carta en la que intuía su muerte y en la que mostraba unos deseos sobre su hijo:
Dora y su esposo Ottomar von Lumbe |
El 5 de mayo de 1923, cuatro semanas después de dar a luz a su hijo Theo, Dora falleció inesperadamente a los treinta y ocho años en un hospital de Múnich, según algunas fuentes por una insuficiencia renal, según otras, por complicaciones después del parto.
Desaparecía de esta manera uno de los grandes talentos musicales de su época, un ser de una valía indudable que supo ir más allá de las etiquetas y estereotipos, la de una persona que desarrolla todas sus posibilidades independientemente de su sexo o su condición social.
En su cuaderno de libros dejó una serie de deseos, además de algunos bocetos para composiciones. Dos meses después, el 5 de mayo, sus restos fueron trasladados al castillo de Nasice donde su abuelo, el conde Ladislav Pejačević había hecho construir un mausoleo con una capilla y una cripta para enterrar a todos los miembros de la familia. Dora, por deseo propio fue enterrada en un tumba fuera de la cripta con la única indicación de su nombre y las palabras en alemán Ruhe nun (Descansa ahora).
Tras su muerte, sus obras pasaron al olvido, salvo interpretaciones en Osijek en 1925 y 1926. En Zagreb se escucharon en el 25 aniversario de la obra de Vaclav Huml en 1928, perdiéndose prácticamente el rastro de su obra hasta 1955 y 1977 en que se escribieron dos tesis sobre ella y su obra por sendos estudiantes. Con la biografía de Koraljka Kos comenzó a emerger y darse a conocer la figura de esta gran intérprete y compositora croata.
Su soledad, la que ella buscó en el proceso de maduración que la llevó a la creación de sus obras, unida a la del olvido en el que ha estado durante décadas, hasta que, poco a poco, va siendo recuperada y conocida su obra, marcan la característica más singular de Dora Pejačević, la gran compositora croata.
Tumba con la inscripción Dora Ruhe nun |
Dejando de lado sus obras más conocidas e importantes como su Sinfonía, Op. 41, su Concierto para piano, Op. 33 o su Trío para piano, Op. 29, nos despedimos de esta compositora con el movimiento final de la que fue su última obra: el último movimiento, el Allegro Comodo de su Cuarteto para cuerda en Do mayor, Op. 58. Una composición que, indudablemente, no entraba en sus proyectos que fuera la última de sus creaciones.
La interpretación corresponde al Sebastian String Quartet en una grabación, de nuevo para Croatia Records.
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- Viana, Juan Manuel. Revista Scherzo, nº 359, febrero 2020, página 99.
- Kros, Koraljka. Dora Pejačević: Leben und Werk, Musikinfomationszentrum Konzeerdirektion Zagreb, 1987 (en alemán).
- Rilke, Rainer Maria. Nuevos poemas, traducción de Federico Bermúdez-Cañete, Editorial Hiperión, 1991.
El caso de Dora es como0 el de otros grandes talentos del arte y la música o la ciencia, que por avatares del destino o por el hecho de ser mujer se vieron ignorad@s. Magnífico artículo, documentadísimo como es habitual en tus magistrales aportaciones. Por cierto, habrá que agradecer a la revista Scherzo la información única que proporciona.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo mío.
Gracias por tu comentario, Marcos.
EliminarEl caso de Dora es como el de muchas otras artistas, aunque al menos, ella, en el poco tiempo que vivió pudo componer y estrenar lo que deseó. La revista Scherzo ha sido la primera que ha aportado información sobre ella y la ha dado a conocer, así como el programa Música y Significado de Radio Clásica donde oí hablar de ella y su música. Afortunadamente pude encontrar bastante información de la que he puesto en algunas páginas croatas que trataban sobre ella.
Un fuerte abrazo :-)