Los auténticos viajeros se sumergen en el paisaje, se mimetizan, toman el color del lugar en el que están.
Siguiendo Un viaje de otoño que comenzó la semana pasada en un intento de acercarnos a Praga con Aún hoy, cada madrugada, esta semana cambiamos de continente.
Buscando la esencia del país, los periodistas y escritores rusos Ilyá Ilf y Evgeni Petrov viajaron a Estados Unidos en 1935 en plena gran depresión. Llegaron a New York en los primeros días del mes de octubre y sus experiencias de varios meses las publicaron en el ensayo fotográfico American road trip, que se convirtió en libro con diversos títulos: Fotografías americanas, América de oro o América de una planta.
Después de recorrer el país de costa a costa, de New York a California regresando al punto de origen a bordo de un Ford, y acompañados de una cámara Leica, mostraron sus puntos de vista sobre la sociedad americana del momento para su público soviético, siendo críticos con las desigualdades sociales que encontraron y llegando a alabar determinados aspectos de la cultura y la forma de vida americanas.
Pienso que el texto es lo suficientemente explícito, por lo que no he querido colocar la imagen que lo acompaña, pero si la deseas contemplar, es fácil encontrar en la red.
En 1935, dos años antes de su prematuro fallecimiento, George Gershwin estrenó su ópera Porgy and Bess. Con ella relegó a los compositores europeos como Richard Strauss o Puccini que ocupaban el espacio escénico estadounidense, acompañados por héroes de otras épocas: reyes, guerreros, sacerdotisas galas o barberos andaluces. Los protagonistas eran afroamericanos descendientes de esclavos en los suburbios de Charlestone y compartían los mismos rasgos, acentos, voces y melodías que se oían en las calles. Surgió así, tras unos años de pausa, la gran ópera nacional americana, que causó una sensación sin precedentes tras una gira por todo el país y, después, por toda Europa en la década de los años 50.
Tras un viaje para enriquecer su experiencia personal, en el verano de 1935 finalizó la obra. Llegó a escribir: "Tengo a la música por algo tan maravilloso, que ni puedo llegar a creer que sea yo quien haya escrito alguna melodía". Nos acompaña una de las piezas más conocidas de la obra, el aria nana Summertime.
Summertime es de estas piezas que ha seguido una vida independiente de la obra en la que surge. Ha sido versionada en multitud de ocasiones, acariciando las voces negras sus notas y presentándola por todo el mundo. Las sonidos y las voces de Ella Fitzgerald y Louis Armstrong la recrean de forma excepcional en esta versión sólo audio.
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