La conozcamos con mayor o menor profundidad, forme parte de nuestros gustos y aficiones o no, la sintamos próxima a nosotros o nos resulte indiferente, todos tenemos unas mínimas referencias y nociones de qué es la ópera.
Aparte de conocer algunos de sus títulos, de sus músicas, o aquellas arias o coros que forman parte de nuestro ámbito cultural, la ópera nos aporta mucho más que música. Nos presenta historias que recorren todo el ámbito de las pasiones humanas y toda la gama de sentimientos que podemos sentir y expresar, logrando que podemos sentir reflejados en ella nuestra vida y las experiencias que tenemos de ella.
Además, la ópera representa una sutil y delicada unión de textos dramáticos (o cómicos en algunas obras), música instrumental y vocal, decorados, vestuario y acción escénica alcanzando lo que Wagner denominaría Gesamtkunstwerk, la obra de arte total en la que se engloban todas las demás.
Si en sus comienzos, con las nuevas ideas de la Camerata Fiorentina, las primeras obras de Jacopo Peri -que no conservamos- y Claudio Monteverdi trataban sobre dioses y personajes de la mitología grecorromana, no fue hasta que los autores comenzaron a buscar protagonistas más cercanos, se aproximaron al realismo social y se adentraron en la psicología de los personajes de las obras, cuando aparecieron las primeras obras en que se incluían denuncias relativas a la sociedad y sus distintos problemas e incongruencias.
Aunque se tenga la idea de que la ópera es elitista para las clases altas y la burguesía, la dirección de un escenario tan prestigioso como el Gran Teatre del Liceu de Barcelona se preguntaba hace unos años si eran elitistas espectáculos vistos por 33.000 espectadores como Turandot, 24.000 como Cavallería rusticana y Pagliacci o los 30.000 que asistieron a las funciones de Aida.
Es más, compositores como Mozart o Beethoven trataron en sus obras temas universales en los que todos los espectadores pueden identificarse incluso en nuestros días. Además, muchas obras están basadas en textos de escritores tan leídos y populares como Shakespeare, Goethe, Victor Hugo o Cervantes. De hecho, muchos compositores han elaborado sus obras pensando en el gran público, con ejemplos tan evidentes como Rossini, el propio Mozart, Bellini o Verdi, cuyas obras contenían melodías que se hicieron enormemente populares en su tiempo y se cantaban por las calles.
En este contexto comenzaron a surgir críticas y denuncias sociales más o menos explícitas que fueron ahondando en los espectadores y que, en nuestro tiempo son acentuadas en algunas producciones que se llevan a cabo en los distintos escenarios. Desde las vertidas por Mozart en La nozze di Figaro en relación a las relaciones entre señores y criados hasta las que Alban Berg expresa en Wozzeck donde denunciaba los abusos del poder hacia el proletariado, además de alienar a los miembros más frágiles de la sociedad, pasando por la negación de las relaciones entre familias enemistadas como en las distintas versiones de Romeo y Julieta.
En esta publicación nos centraremos en varias escenas de ópera en las que se presentan, en unas de forma más velada y en otras más evidente la denuncia que sus autores realizaron con sus obras. Como estos, hay muchos más casos en este arte tan rico y espectacular.
Te propongo acercarte a tres escenas de ópera en las que se realizan denuncias a la sociedad. Nos acompañan textos de Ángeles Caso y Arturo Reverter y obras de Verdi, Puccini y Bellini. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!
La primera escena pertenece a La Traviata de Verdi, una de sus óperas más conocidas y que, junto con Rigoletto y El trovador se estrenó en un plazo de apenas un año.
La traviata tiene un trasfondo que afectaba personalmente al compositor italiano, que en aquel momento, viudo desde hacía bastante tiempo, vivía con la cantante Giuseppina Strepponi que no era aceptada en los círculos sociales de Verdi. En gran parte, La traviata es una obra en que criticaba la doble moral y la murmuración y el derecho de la soprano a ser respetada junto a él en sus decisiones personales y en sus relaciones.
Ermonela Jaho y Plácido Domingo en La traviata, Royal Opera House (20199 |
Nos acompaña un texto de la biografía escrita por Ángeles Caso Giuseppe Verdi. La intensa vida de un genio en que trata de la novela en que se basó, La dama de las camelias de Alexandre Dumas hijo, su elección de la historia y la contemporaneidad de la misma como forma de reafirmar su relación con la Strepponi.
Dentro de esta obra nos acercamos a una de las escenas en que la denuncia social es más evidente, el duetto entre la protagonista Violeta Valery y Giorgio Germont, el padre de su amado Alfredo. Se trata de la quinta escena del segundo acto en la que el padre, representante de la sociedad que Verdi critica, le pide a la Violeta que realice el sacrificio de abandonar a su hijo para salvaguardar el buen nombre familiar.
Nos acompaña el final de la cuarta y el comienzo de la quinta escena en la que Cristina Ortega interpreta el rol de la protagonista y Rufino Montero el del anciano Germont en una representación grabada en 1989 el Teatro Ciudad de México llevada a cabo por la Compañía Lírica de Cristina Ortega bajo la dirección musical de José Luis González. Aunque la calidad de la imagen y del sonido no son óptimos, los subtítulos nos ayudan a seguir con más intensidad la acción dramática.
Buscando un enlace con subtítulos en nuestro idioma para seguir apreciando la intensidad y fuerza dramática de la acción, tanto la imagen como el sonido tienen aún menos calidad que el anterior, pero ayudan a entender la situación. Siempre puedes buscar en las redes una versión con mayor calidad aunque no esté subtitulada.
Milagros Poblador en el rol de Violeta y Víctor Brown como Giorgio interpretan esta producción que se grabó en el Teatro Calderón de Madrid en la temporada lírica de 196 con la dirección musical de José A. Irastroza.
La denuncia de la segunda escena hace referencia a un tema tan delicado como las costumbres y tradiciones y el hecho de renegar de ellas para abrazar otras distintas. En el fondo, si se permite la expresión, contra la cultura, la raza o la civilización.
En Madama Butterfly, Giaccomo Puccini nos presenta la historia de Cio-Cio-San, una joven geisha que se enamora de Pinkerton, teniente de la marina de los Estados Unidos con quien se va a casar. Así, reniega de sus costumbres y religión para convertirse al cristianismo, lo que la lleva a ser acusada por sus familiares, quienes también acaban renegando de ella.
Basada en una historia real que sucedió en Nagasaki en la década de 1890 y de la que traté en Òpera en zapatillas: Madama Butterfly, nos quedamos con la escena del primer acto en la que el tío Bonzo aparece antes de la ceremonia matrimonial para maldecir a la joven Cio-Cio-San frente a Pinkerton, el embajador y todos sus familiares.
Cartel de Leopoldo Metlicovitz para la representación de Madama Butterfly (1904) |
El texto que nos acompaña está extraído de Opera Collection de Ediciones Orbis, S. A. dedicado a Madama Butterfly y describe al detalle la citada escena.
La escena, que también pertenece a un enlace con escasa calidad nos muestra a un joven Plácido Domingo en el papel del teniente Pinkerton, Mirella Freni como Cio-Cio-San y Marius Rintzler en el rol del Tío Bonzo en una producción para vídeo dirigida por Herbert von Karajan. La sola presencia escénica del bonzo impresiona e intimida sin abrir la boca.
La última escena en que se critica o denuncia una situación pertenece a una de las obras cumbres de Vincenzo Bellini, Norma, la obra que contiene Casta diva, una de las arias más conocidas del repertorio.
En la historia de la sacerdotisa gala se nos muestra una historia en la que el amor, la traición y los celos se unen de nuevo a dos culturas diferentes, la de los galos y los invasores romanos, marcada por la imposición de la religión.
La suma sacerdotisa de los druidas, Norma, mantiene una relación prohibida con Polione el procónsul romano con quien tiene dos hijos. Este a su vez mantiene otra relación con Adalgisa, joven sacerdotisa y amiga de Norma. La suma sacerdotisa intenta asesinar a sus hijos por despecho -la obra original en la que se inspira se titula Norma o la infanticida-, pero es incapaz de llevarlo a cabo. Decide declarar una guerra que antes ha desestimado a los romanos. Al hacer prisionero a Polione este debe ser sacrificado para acabar la guerra satisfactoriamente. Norma intenta buscar una solución prometiéndole que si renuncia a su nuevo amor ella conseguirá que lo perdonen. Al negarse, ella se ofrece a ser sacrificada anunciando ante su padre Oroveso, jefe de los druidas y toda la comunidad que ha roto sus votos de castidad y ha mantenido relaciones con el enemigo, ha traicionado a su pueblo y manda preparar la hoguera para ella. Ante este gesto, el amor de Polione vuelve a renacer y juntos se dirigirán al suplicio, ante los ruegos de Oroveso.
Ilustración del elenco del estreno de Norma en 1831 con Giudita Pasta, Giulia Grisi y Domenico Donzelli |
Este final de la ópera muestra la maestría de Bellini para construir el desenlace de la obra en un crescendo que va aumentando hasta el tremendo final.
Nos acompaña un texto del crítico musical y director del programa Ars Canendi de Radio Clásica de RNE publicado con motivo de la representación de Norma en el Teatro Maestranza de Sevilla en la temporada 1999-2000.
El enlace con que termino esta publicación sobre algunas denuncias que se realizan en la ópera nos muestra el final de Norma en ese crescendo trágico sobrecogedor que compuso Bellini, en el que los subtítulos en castellano nos ayudan a apreciar la intensidad del drama que se desarrolla.
La interpretación corre a cargo de la soprano June Anderson como Norma, Shin Younh Hoon como Polione, Ildar Abdrazakov como Oroveso y Daniela Barcelona como Adalgisa con la Orquesta Europa Galante y el Coro del Festival Verdi dirigidos por Fabio Biondi y que se rpresentó en el Teatro Regio di Parma.
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- Madama Butterfly. Opera Collection, Ediciones Orbis, S. A., coordinadora de la publicación Anna Angrill, ISBN 84-402-1722-6.
- Publicación para la ópera Norma de Vincenzo Bellini. Teatro de la Maestranza y Salas del Arenal, S. A. Temporada 1999-2000. Depósito legal: SE 2196-97.
Hola, Miguel, curioso artículo... Es inevitable que las obras, ya sea piezas musicales u obras literarias, presenten cierta crítica social. Antes porque con ellas se pretendía adoctrinar al pueblo, normalmente inculto, ahora solo por el hecho de denunciarlo y ser conocido por eso.
ResponderEliminarMe ha gustado el artículo porque no juzgas, solo comentas y muestras. En cierto modo, no haces crítica social de las obras con crítica social, parece un trabalenguas, jeje. Buen trabajo.
Un abrazo. 🤗
Gracias, Merche. En ocasiones se puede tener la impresión de que la ópera está al margen de los problemas de la sociedad y es para minorías, cuando en realidad pretende llegar a un público amplio y tratar sobre temas que nos afectan a todos.
EliminarUn fuerte abrazo :-)
Excelente post, Miguel.
ResponderEliminarLa ópera, como cualquier otro medio de expresar el arte, no podía quedar exenta de la denuncia de la hipocresía u otros malos hábitos que se han dado en todas las épocas históricas. Desconocía la historia personal que llevó a Verdi a crear La Traviatta y me ha encantado.
Un muy fuerte abrazo.
Gracias, Estrella. Como comentas, la ópera no podía quedar fuera de este tipo de denuncia. En cuanto a Verdi, su historia con La traviata muestra su personalidad y su determinación.
EliminarUn enorme abrazo :-)
Cultura general imperdible. Interesantísimo.
ResponderEliminarGracias, Héctor.
EliminarUn fuerte abrazo :-)
La Ópera, un gran recurso para la buena cultura social, un gran medio para expresar el arte.
ResponderEliminarTu post es una gran referencia.
Gracias por compartir, Miguel.
Saludos desde Ecuador.
👍
Muchas gracias, Vicente.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Un fuerte abrazo :-)
Hola Miguelángel, la crítica es inevitable sea en el ámbito que sea, y la opera no es una excepción. Desconocía la historia de Verdi, me sorprendió bastante. Hay que ver lo que una aprende con tus post. Un gusto leerte. Abrazos
ResponderEliminarGracias, Nuria.
EliminarEstá claro que la ópera tiene una parte importante de crítica social en sus obras, como no podía ser menos. En cuanto a Verdi, siempre fue una persona que luchó por lo que creía justo y no podía ser menos en su vida personal.
Un fuerte abrazo :-)