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Entre las aves

Si quieres pájaros, planta árboles
Dicho popular

Las aves siempre han acompañado al ser humano en su transitar por nuestro planeta. Desde antes de que existiéramos como especie, las aves surcaban los cielos y entonaban sus cantos, en ocasiones como cortejo, en momentos como advertencia de peligro. 
En ese sentido utilitario que damos a todo cuanto existe, las aves han sido objeto de nuestra atención al proporcionarnos huevos o carne, servirnos de materias primas para la elaboración de pinceles, relleno de edredones o elaboración de adornos con sus coloridos plumajes. Han servido de inspiración a pintores, poetas y compositores, nos han ofrecido compañía en nuestras casas durante generaciones y nos han servido como modelos inspiradores para fabricar aparatos con los que surcar los aires.
En otra ocasión dedicamos la mirada en este blog a tratar sobre las aves en una publicación que puedes leer en el siguiente enlace: El lenguaje de los pájaros.
Pero nuestra civilización no tiene entre sus fines cuidar lo que nos rodea, sino utilizarlo. Así, cada vez es menos frecuente observar las aves en la naturaleza, estamos perdiendo la biodiversidad con la desaparición de especies y estamos destruyendo los lugares donde acostumbran a vivir. Solo las especies que se adaptan a los espacios agrícolas o urbanos son capaces de sobrevivir.
Ante este panorama, nuestra opción debe ser la defensa de la naturaleza como el hábitat donde conviven especies animales y vegetales que contribuyan a mantener el equilibrio en los ecosistemas.
Te propongo un paseo con obras literarias y musicales en los que las aves son las protagonistas. Hay desde obras simpáticas y divertidas hasta miradas duras y difíciles, pasando por aves que sólo existen en la ficción. Si te gusta... ¡Comparte, comenta, sugiere!



Premio Nobel de Literatura, el mexicano Octavio Paz nos acerca al mundo de las aves desde nuestro punto de vista.  El ave, el pájaro no lo es por sí mismo, sino que toma entidad en el instante en que aparece ante nosotros. Cuando se cruzan en el cielo, se nos cruzan frente a nosotros rompiendo la monotonía, sólo entonces, surgen las aves y adquieren vida y significado.
En ocasiones sentimos que todo es calma, sosiego, tranquilidad. Una conexión entre nosotros y la naturaleza. Silencio, espacio, inmovilidad. Como en una de esas tardes infinitas de verano que nos abandonamos.



Como en una metáfora de la música surge el pájaro en el poema de Octavio Paz. La música como sonido rompe la quietud, lo infinito. Se desarrolla en el espacio y el tiempo, se puede medir.
Compositor determinante en la música inglesa del siglo XVII, Henry Purcell desarrolló su corta vida entre el ambiente noble de la corte, la composición de música sacra y sus incursiones en el ambiente más popular y tabernario. De hecho, su temprana muerte con treinta y seis años fue propiciada por un enfriamiento que cogió en la puerta de su casa a la que su esposa no le dejó entrar tras una de sus muchas borracheras. 
Antes de los veinte años fue nombrado compositor de los violines del rey y al cumplir la veintena ya era el organista titular de la abadía de Westminster
Autor de óperas como Dido y Eneas y semióperas como La reina de las hadas o El rey Arturo, adaptaciones de obras de Shakespeare como El sueño de una noche de verano o La tempestad, Purcell compuso también obras sacras e himnos, así como música incidental de las que hemos traído algunas a este blog.  
Su afición por las música y las fiestas entre amigos le hizo afrontar también la composición de algunas canciones sin pretensiones con que alegrar las celebraciones con sus amigos y compañeros.
Aquí nos acompaña con When the cock begins to crow (Cuando el gallo comienza a cantar), una canción jocosa, divertida, pícara. La obra está compuesta para trío a capella de dos sopranos y bajos, aunque en esta versión está interpretada por contratenor, tenor y bajo. Comienza con un delicioso canon y avanza adaptando la musicalidad, la entonación y las voces al unísono o en contrapunto al desarrollo de la letra. Al ser el enlace un audio, te propongo que sigas el texto en inglés mientras lo oyes. Lo disfrutarás más. 
La interpretación corresponde al contratenor Alfred Deller y The Deller Consort.





Tras esta música simpática, deliciosa y fresca nos acercamos a una de las aves que más atraen con su canto, el ruiseñor.
Posiblemente sea el ruiseñor una de las aves que más ha inspirado a poetas y, de modo especial a compositores. Pocas aves son tan discretas a la vista, pasando desapercibidas por su color tan común como poco vistoso. Pero su canto lo hace particular por la variedad de notas, la fuerza y la sucesión de sonidos rápidos y lentos.
Si nos proponemos pensar en obras que nos recuerden al ruiseñor, quizás sea una película el primer nombre que nos venga a la memoria. 
Matar a un ruiseñor es una película en la que el protagonista Atticus Finch no puede tener otra imagen que la de Gregory Peck. Y es un lujo que lo tenga, aunque nos condiciona si nos acercamos al origen literario de la obra. 



Harper Lee (1926 - 2016) era hija de un abogado de Alabama que, tras trabajar en Nueva York en una compañía aérea, publicó en 1960 To kill a mockingbird, publicada entre nosotros como Matar a un ruiseñor, una novela con tintes autobiográfico con el que ganó el Premio Pulitzer.
El título viene de un consejo que Atticus da sus hijos Jem y Scout en la novela, en la que Harper Lee trata con una mirada inocente como la de ambos niños y una actitud recta, la actitud hacia las personas de color en el profundo sur americano.  
No me resisto a dejar correr las palabras de Lee más allá de las razones de la protección al ruiseñor para comparar además una versión de la imagen del Atticus que recordamos con la que la propia autora lo presenta. 
A lo largo del libro, la narración corre a cargo de Scout quien se refiere a su propio padre con su nombre de pila.



Dan Forrest es un compositor norteamericano nacido en 1978 y que cuenta con un gran número de obras, la mayoría de las cuales están escritas para música coral. Entre ellas destacan Requiem for the living (Réquiem por los vivos), Lux: The dawn from on High (Lux: El amanecer desde lo alto) de 2018, My Country:Tis of Thee (Mi país: Es sobre Tí) y The breath of life (El aliento de la vida), estas dos últimas estrenadas este mismo año, la mayoría de tema religioso.
En Two colonial folksongs (Dos canciones populares coloniales) de 2012, Forrest incluyó The girl I left behind me (La chica que dejé detrás de mí) y The nightingale (El ruiseñor). En esta obra Forrest busca combinar canciones populares de diversos estados norteamericanos en un ciclo que tiene previsto aumentar.
The nightingale, esta canción dedicada al ruiseñor, es una variación americana de la canción popular inglesa The bold grenadier del siglo XVII y que fue pasada a una melodía pentatónica. Está compuesta para coro a cuatro voces, piano a cuatro manos y violín.
La grabación corresponde al festival Rivertree Singers de Greenville, Carolina del sur celebrado en 2014 y dirigido por Warren Cook.



Después de acercarnos de dos maneras muy diferentes al ruiseñor, nuestro paseo entre aves nos acerca a Japón de la mano de Yasunari Kawabata, el primer autor nipón galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1968. 
Graduado en la Universidad Imperial de la capital japonesa, Kawabata formó parte del grupo Shinkankaku (Escuela de la Nueva Sensibilidad), un grupo de escritores partidarios del lirismo y del impresionismo que se oponía al realismo social que imperaba en aquellos años.
Conforme iba desarrollando su propio estilo, Kawabata se comenzó a preocupar por la exploración de la soledad en el mundo actual publicando obras como País de nieve, Mil grullas, El rumor de la montaña, La casa de las bellas durmientes o Lo bello y lo triste, logrando reflejar con su sensibilidad el espíritu japonés.
Sobre pájaros y animales, publicado en 1933, es un relato corto -apenas una quincena de páginas- sobre un hombre que se dirige a un baile en el que participa su antigua novia y que, por el camino, va recordando los animales que ha ido cuidando con el paso de los años.
La capacidad de observación, el conocimiento, casi humano de los animales, y la relación que se establecen entre ellos otorga ese punto de melancolía y de reflexión sobre la soledad que marca el estilo de Kawabata.


Enamorado de la naturaleza en la que vivió en su Finlandia natal después de abandonar la vida social y el alcoholismo que llevaba consigo, Jean Sibelius está considerado el mejor compositor de su país y uno de los más importantes de la primera mitad del siglo XX, un tiempo que alababa o denostaba a muerte a quienes componían. Sibelius no se libró de ambos aspectos, siendo quizás más atacado en vida, aunque el tiempo se está volviendo un aliado suyo.
Amante de la naturaleza y de las aves, siempre buscaba las bandadas de gansos o grullas en sus caminos migratorios y admiraba a los cisnes, provocándole estas aves unas sensaciones que reflejó en sus obras.
En 1911 compuso su Marcha nupcial para el acto III de la obra de Adolf Paul El lenguaje de los pájaros, una pieza que se mueve entre el intimismo y las resonancias épicas, entre el cortejo en tierra y el vuelo altivo, entre el pequeño detalle y los espacios sonoros infinitos y majestuosos que tanto admiraba y tan bien creaba Sibelius, en una obra en la que la orquesta se expresa con una enorme precisión, expresión y lirismo. 
La pieza está interpretada por la Turun Filharmoninen Orkesteri y dirigida en 2015 por Leif Segerstam.


Observaciones acerca de la avifauna de Auschwitz. Con este título una revista científica de Viena publicó en plena Segunda Guerra Mundial un ensayo científico del biólogo Günther Nierhammer, guardia de las SS en ese campo de concentración entre 1940 y 1944, ayudado por un estudiante polaco de Bellas Artes que se encargó de los dibujos, Jan Grabackis, del que no se tuvo información al finalizar la guerra.
A partir de este trabajo Arno Surminski (Jäglack, 1934) publicó en 2008 la novela Los pájaros de Auschwitz en la que los personajes, sus pensamientos o sus sueños son imaginados, pero el lugar, las condiciones, el mundo en que se desarrollan fueron reales.
Así, en Los pájaros de Auschwitz el guardia SS es Hans Grote, el dibujante se llama Marek Rogalski y el campo de concentración es Oswiecim. El campo de la muerte al que acuden las conejas sigue llamándose Birkenau y las aves que se catalogan son las que viven entre los ríos Vístula y Sola.



La novela refleja la relación entre carcelero y preso en busca de unas aves que siguen su vida ajenas al drama que se desarrolla entre las alambradas y las rejas del campo, al humo mortal que se eleva de las criminales chimeneas. Esta relación no es amistosa y, pese a las ilusiones de cada uno, ambos saben que sólo cabe la obediencia y la obligación.
Novela de no mucha extensión, nos acompaña el texto íntegro del capítulo X, donde podemos apreciar la diferencia entre la libertad de desplazamiento de las aves frente a la situación de las personas, tanto prisioneros como carceleros.



Fallecido en 2016, Einojuhani Rautavaara es un compositor finés, discípulo en cierto modo de Sibelius y educado en la prestigiosa Juilliard School de Nueva York. Autor de óperas como Vincent, Aleksisi Kivi y Rasputín, ochos sinfonías y una docena de conciertos, además de obras corales y de cámara, Rautavaara es conocido de modo especial por Canticus Articus, su Opus 61, una obra que le fue encargada por la Universidad de Oulu.
Canticus Articus, subtitulada Concierto para pájaros y orquesta es una obra que aúna a la música instrumental grabaciones en cinta magnética de cantos de pájaros del norte de Finlandia y las cercanías del Círculo Polar Ártico.
Dividida en tres movimientos, el primero de ellos, Suo (El pantano), comienza con un dúo de flautas al que suceden los clarinetes que imitan a los pájaros, que son seguidos por los trombones en sordina y en staccato imitando el sonido de las grullas. La entrada de las cuerdas lleva a una melodía que viene a reflejar la voz interior de un caminante por este desierto helado.
El segundo movimiento, Melankolia, muestra una grabación del canto de la alondra cornuda que se ha ralentizado, mezclándose en una simbiosis con las cuerdas que evocan la melodía una octava más baja.
El último movimiento Joutsenet muttavat (Migración de los cisnes) tiene forma de un crescendo con los sonidos grabados de estas elegantes aves antes de que desaparezcan en la lejanía. Rautavaara muestra a la orquesta dividida en cuatro grupos en lo que él mismo llamó "sincronización mutua resumida". Las grabaciones de las voces de los cisnes se superponen dando la impresión de que su número aumenta significativamente antes de desaparezcan.
Canticus articus está interpretado por L'Orchestre Philarmonique de Radio France en la sala titular de la orquesta en París en abril de 2019 bajo la dirección de Mikko Franck.
La integración e interacción entre orquesta y sonidos naturales se conjuga con una perfección que parte de la observación y el amor por la naturaleza.


Tras un paseo por las aves de las latitudes nórdicas, nuestras últimas miradas se dirigen hacia dos pájaros ficticios.
En alguna ocasión hemos traído a este blog el singular libro Arte de Pájaros de Pablo Neruda con ilustraciones de pintores amigos del poeta en una edición privada que se publicó por la Sociedad de Amigos del Arte Contemporánea chilena en 1967.
Dividido en dos partes, Pajarintos muestra aves reales, mientras Pajarantes es un muestrario de aves ficticias, por momentos simpáticos y amistosos, en ocasiones, todo lo contrario.
Entre estos Pajarantes hoy nos acercamos a El Tintitrán, un pájaro singular surgido de la mente de ese genio de la poesía que fue Pablo Neruda



Nuestro acercamiento como homenaje y reflexión sobre las aves nos lleva a otra de las aves imaginarias, esta más presente a lo largo de la historia de nuestra cultura: El Ave Fénix. Proveniente de la cultura griega, el Ave Fénix tiene la capacidad de renacer de sus cenizas tras morir quemada, una simbolización de la capacidad que tenemos de resurgir tanto personas, como entidades o culturas tras una desaparición.
A propuesta del empresario Diaguilev, Igor Stravinsky compuso su ballet El pájaro de fuego a partir de algunas leyendas rusas y un libreto de Fokine, estrenándose la obra en junio de ese año en París. Con un elenco ruso, vestuario de Leon Bakst y coreografía de Mikhail Fokine, en junio de 1909 se estrenó el ballet en la Ópera de París con la dirección del francés Gabriel Pierné, logrando Stravinsky pasar de ser un desconocido a un compositor célebre y casi imprescindible en la escena musical de su época. El propio Fokine y su esposa Vera Fokina hacían los roles de príncipe y princesa, mientras Tamara Karsavina interpretaba el pájaro de fuego.



El enlace con el que despedimos este paseo entre cantos y vuelos de pájaros corresponde a la Danza infernal del rey Kashechei seguida por la Canción de cuna. El príncipe Ivan zarevich convoca al Pájaro de Fuego para que hechice al rey Kashchei y sus súbditos para bailar la Danza infernal y, al terminar, los hace dormir.
El pájaro de fuego está interpretado por Diana Vishneva mientras el príncipe Iván es Andrei G. Yakovlev, en una producción del Théâtre Musical de Paris - Châtelet de octubre de 2002 con elenco del Teatro Kirov y el Mariinsky Ballet de San Petesburgo




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Bibliografía y webgrafía consultadas:

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